miércoles, 7 de junio de 2017

UNA CARPINTERÍA ENTRE MOLINOS



El amigo desde la infancia de la Villa de La Orotava y compañero de docencia en el IES La Orotava Manuel González Pérez (Barrio San Antonio); ADOLFO PADRÓN PACHECO, remitió entonces (06/06/2017) estas notas que tituló; “UNA CARPINTERÍA ENTRE MOLINOS”: “…Aprovecho el evento “Entre Molinos. Patrimonio, Memoria y Tradición”, celebrado los días 3 y 4 de junio de 2017, como proyecto realizado por parte del Colectivo Cultural la Escalera en el cual la carpintería de Adolfo Padrón Hernández participó mostrando las instalaciones, así como su quehacer cotidiano  para dar a conocer el potencial humano que envolvió a esta industria artesana durante todo el tiempo que estuvo activa para satisfacer las necesidades de sus clientes y vecinos como en beneficio de la propia empresa.
En lo que mi respecta quisiera dar unas pequeñas notas sobre la industria artesana de la carpintería, donde me formé como profesional en este noble arte que tiene como única protagonista a la madera.  Yo soy uno más de los muchos que en su momento se decantaron por este oficio que en La Orotava estaba muy enraizado. Mi testimonio puede extrapolarse a cualquier individuo, que como yo aprendió de unos maestros que tras muchas generaciones supieron dejar el testigo de un buen hacer a sus discípulos.
Como otras carpinterías que se crearon con mucho sacrificio por sus propietarios, la de mi padre pasó por las mismas circunstancias: horas de trabajo por parte de él sin horario fijo; bien se levantaba temprano donde todavía el alba no había despuntado como trabajar hasta bien entrada la noche para dejar la tarea lista y así tener a los operarios con el trabajo listo para continuarlo.
Durante casi sesenta años en que estuvo la carpintería operativa se formaron bastantes carpinteros que comenzaron como aprendices y muchos terminaron independizándose, otros ya eran buenos carpinteros que contribuyeron a que la empresa se fortaleciese y perdurase en el tiempo. Empezando por Ignacio Benítez Hernández y Tomás Pérez González que junto con mi padre aportaron a mi formación mucha experiencia.  A Ignacio le debo la delicadeza con que trataba la madera y la maestría con que utilizaba las herramientas; de Tomás la destreza y sentido común con que se enfrentaba a las reparaciones y restauraciones y de mi padre la habilidad en las máquinas y experto en optimizar el despiece de la madera para su aprovechamiento máximo.  Y como no a Julio, Armando, Ibráime, Ángel, José, Jesús, Quico, Miguel Ángel, a mis primos Carlos y Teyo y muchos que tuvieron una relación profesional con la empresa y que no recuerdo. Tampoco podría dejar sin nombrar a los expertos barnizadores Olegario y Antonio, hermanos, que aunque no formaron parte de la plantilla del taller contribuyeron a dar calidad con su lustroso barniz muñeca a los muebles clásicos que se fabricaron en la carpintería. También a Tomás, especialista profesional de la talla y el torneado que muchas veces nos realizaba los trabajos desinteresadamente.  Y a Paco que como tapicero puso su labor y estilo a muchos tapizados de sillas y sillones.  A todos estos profesionales que elevaron su oficio a un grado bien alto muchísimas gracias en nombre de mis hermanos y en el mío propio.
Y qué decir de los extraordinarios vecinos que tuvieron mis padres Adolfo y Carmen con los que compartieron muchas vivencias entrañables. No podría dejar de nombrar a Pancho y Nina como a su madre Doña Inés; a Concha y a Ventura y sus padres Doña Juana y Don Bruno; Charo y Jesús y su madre Doña Carmela; Basilio y Teresa a sus hermanos y a su madre Doña Victoria; Doña Felipa y sus hijos Amadeo y Manuel; Don Amadeo y Doña Peña y a Gabriel y Pino, como los vecinos más cercanos al hogar y carpintería de mis padres. Sin ellos la industria no hubiera estado ubicada donde hoy en día aún existe. A todos ellos agradecerles profundamente la deferencia que tuvieron con mis progenitores durante todo el tiempo que la carpintería estuvo activa.
Así que a todas estas personas, que como he señalado anteriormente, aportaron calidad humana a la empresa que regentaron mi padre y yo durante todos estos casi sesenta años mi más cordial afecto. La Orotava, 6 de junio de 2017…”

BRUNO JUAN  ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL


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