El amigo y
compañero de docencia de la Villa de la Orotava JUAN
JOSÉ MARTÍNEZ SÁNCHEZ, en su libro; “La Orotava, sus calles, su historia”,
páginas: 110, 111, 112.
Nos
habla de la CALLE COLEGIO de la Villa de La Orotava, calle que tiene arte por
las alfombras, calle que tuvo el colegio de los Jesuitas, y calle de las
fundadoras de las alfombras de flores donde se conserva su mansión de la
familia de los “MONTEVERDE”: “…La
calle Colegio viene a ser un
reflejo-síntesis de la propia Villa de La Orotava, de su historia, en los
aspectos más destacados: origen, economía, sociedad, Religión, arte, etc.
Hablar del nacimiento de La
Orotava es hablar de la calle-camino que une dos lugares religiosos tan
significativos como antiguos: el convento de San Francisco y la Iglesia de la
Concepción. Es, a su vez, esta vía, una especie de "modelo urbano"
que serviría para ir completando, con el paso del tiempo, el entramado que
uniría el resto de los conventos de la Villa (San José, San Agustín, Santo
Domingo, San Nicolás) y que determinaría el plano de La Orotava.
En lo económico, la calle
Colegio fue arteria vital que permitía el paso del agua hacia las áreas
agrícolas bajas del Valle, tras prestar generosamente su energía al molino que
aún se conserva y que data del siglo XVI1. Fue siempre esta calle, y lo
continúa siendo, enlace entre ciudad y campo: sus mansiones dan por él O. al
campo y, por su parte NO., la calle se abría, obsequiosa, a los cultivos.
Desde el punto de vista social,
la calle Colegio ofrece un predominio claro de la clase aristocrática: * La
mansión Ponte-Lercaro que, en su afán de poder, parece querer romper el molde
urbano y se asoma, entre complaciente y orgullosa, a los campos vecinos, con su
gallarda presencia.
* La casa Brier, del siglo XIX,
perfecta síntesis de pasado y presente; reflejo de estructura social menos
rígida, más modernizada.
* La casa Monteverde, en la que
se aprecia el afán de sus primeros dueños en dejar constancia pétrea de
inquietudes histórico-artísticas y sus relaciones europeístas.
* Junto a estas orgullosas
obras, como queriéndose esconder modestamente entre ellas, alguna vivienda
popular o, más huidiza, la escondida casa del medianero a la que se llega a
través de angosta y disimulada serventía.
Lo religioso fue siempre factor
de gran influencia en la calle Colegio, que se estrecha, casi se cierra, en sus
dos extremos como magnificados por dos edificios religiosos: la Iglesia de la
Concepción en el N. y el antiguo colegio de los jesuitas en el SO. El
"sentir" religioso de la calle, adormilado por siglos de Historia,
parece despertarse de súbito, y se convierte en exaltación popular, el día de
la Octava del Corpus con sus alfombras de flores.
El Arte, en su manifestación
arquitectónica, nos ofrece variedad de estilos: * El "modernismo
canario", que se esfuerza en compaginar lo tradicional con las exigencias
espaciales y funcionales de nuestros días, aparece en el edificio que hace
esquina con la urbanización La Duquesa y en la casa Nº5 en la que el recurso a
la madera no es suficiente para competir con los rancios edificios vecinos,
pero nos presenta una arquitectura actual respetuosa con la tradicional
canaria.
* El barroco de la Iglesia de
la Concepción, en su cabecera-fachada SO., muestra las particularidades de este
estilo: ruptura de líneas, entrantes y salientes, retranqueos, gárgolas, etc.
* El clasicismo, en fin,
destaca en las casas Monteverde y Lercaro. En la primera, la portada, de
cantería con capiteles corintios sobre pilastras, y la fachada nos muestran
aires renacentistas; en la casa Lercaro estas mismas características se afirman
con la simetría de los vanos en la fachada principal, con la puerta (tachonada
y de cuarterones), el balcón principal con base de madera encasetonada y de
adornos vegetales y el escudo familiar de mármol bajo el balcón.
En lo cultural, estuvo ubicado aquí
el Colegio los jesuitas, la primera escuela pública de niños de La Orotava, y
la primera de niñas.
La Imprenta Herreros, que aún
existe, y que tan destacado papel jugó en la difusión de la cultura orotavense
del siglo XIX, está instalada desde los años veinte en esta vía.
Integrante del Centro Histórico
de La Orotava, la calle Colegio contribuye a prestigiar el conjunto monumental.
Institución
que da nombre a la calle: La
calle "del Colegio" debe su nombre al centro de enseñanza que los jesuitas
establecieron en la parte alta de la misma, junto a la C. San Francisco, en los
primeros años del siglo XVIII.
La creación del Colegio jesuita
en Tenerife, y concretamente en La Orotava, estuvo favorecida por
circunstancias un tanto fortuitas: en el año 1678 llegó a la Isla el padre Luis
de Anchieta (natural de la Laguna y pariente del evangelizador del Brasil)
destacado orador, que se dedicó a predicar por distintos pueblos, entre los que
se encontraba La Orotava. Los sermones del jesuíta calaron hondo en Juan de
Llarena y Cabrera, hombre rico y sin herederos. Días después de oír las
prédicas enfermó gravemente el Sr. Llarena y llamó al padre Anchieta para que
le atendiera en esos últimos momentos de la vida. En este encuentro, que nos
relata Viera y Clavijo, aparte de las cuestiones espirituales y las obligadas
de salud, se trató de la herencia del moribundo. Este otorgó finalmente
testamento ante el escribano de La Orotava García González, el 9 de agosto de
1679. En el mismo se estipulaba que los jesuitas recibirían la herencia del
hacendado con la obligación de "enseñar a leer, escribir y Gramática,
Artes y Teología". Aunque circularon rumores de la invalidez del testamento,
dado el estado del que lo hacía, los jesuitas lo aceptaron e iniciaron las
gestiones para su disfrute.
En el año 1684 llegaron a
Canarias cuatro religiosos para hacerse cargo de la creación del Colegio de La
Orotava, tras los trámites pertinentes.
El Rey Carlos II concedió la
licencia precisa para el establecimiento de los jesuitas en la Villa, el 3 de
agosto de 1690.
Otros datos: Tras
algunas dudas se decidió ubicar el Colegio en una finca que el Sr. Llarena
tenía al inicio de la Cuesta San Francisco. Se llamaría "Colegio jesuita
de San Luis Gonzaga".
En el
año 1700 ya estaba construido parte del edificio; nueve años después se llevó
el Santísimo al oratorio recién terminado; en 1718 había cinco jesuitas en la
comunidad; en 1720 ya funcionaban las escuelas de primeras letras y de
Gramática. El nombre que debía tener la calle estaba claro: "Del
Colegio".
Cuando
se expulsó a los jesuitas de España, en 1767, y sus bienes pasaron a propiedad
del Estado, los recursos de la Orden en La Orotava se orientaron a atender la
instrucción pública; el edificio se aprovecharía para tal fin.
Se creó
la primera escuela pública de la Villa y, aunque con muy diversas alternativas,
debidas a la difícil situación política de principios del siglo XIX, el
colegio-escuela de La Orotava permaneció ubicado en ese lugar.
Cuando
se regula la enseñanza pública en España, en los inicios del reinado de Isabel
II (1833) y se crea la primera escuela pública del pueblo, con carácter ya
definitivo, en el año 1839, se instala en el colegio jesuita. Es aquí donde
inicia su labor el maestro Cayetano Fuentes, el primer maestro público de La Orotava,
que trabaja celosamente por prestigiar la institución escolar, en abierta
competencia con la tradición docente religiosa de los distintos conventos del
pueblo.
Sólo el
desastre de un devastador incendio, producido en el edificio-colegio en el año
1841 y que lo dejó en ruinas, hizo que la calle Colegio dejase de tener entre
sus edificios un centro docente. No pasaron, sin embargo, muchos años en esta situación;
porque como si el nombre de la calle atrajese a la docencia a la misma, en 1853
se crea la primera escuela pública de niñas y se instala en la casa n° 13,
frente a la cabecera de la Iglesia de la Concepción. Allí estuvo esta escuela
hasta los primeros años del siglo XX. Un centro femenino que fue, durante muchos
años, el único del pueblo al que acudían niñas de todas las clases sociales,
mientras que la escuela pública de niños era menos frecuentada por las clases
pudientes.
El
nombre de "Colegio" dado a esta típica calle orotavense está más que
justificado, como vemos: colegio de los jesuitas, primera escuela pública de
niños y primera escuela pública de niñas…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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