Fotografía – retrato de
Alonso Reyes en colores sepias del presbítero portuense Sebastián Padrón Acosta.
El
amigo del Puerto de la Cruz; SALVADOR GARCÍA LLANOS remitió entonces (23/12/2016)
estas notas que tituló; “LA
BIBLIOTECA DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS HISPÁNICOS DE CANARIAS Y EL FONDO
SEBASTIÁN PADRÓN ACOSTA”: “…Las circunstancias
impidieron que estuviera presente el profesor José Miguel Perera Santana, quien
iba a conferenciar bajo el título “Conocer a Sebastián Padrón Acosta desde su
biblioteca”, pero la vicesecretaria del Instituto de Estudios Hispánicos de
Canarias (IEHC), profesora Margarita Rodríguez Espinosa, y Sarai Cruz Martín,
graduada en Español de Lengua y Literatura, hicieron muy ameno e interesante el
acto de presentación, en vísperas navideñas, del libro La biblioteca del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias y el
fondo Sebastián Padrón Acosta, editado por la propia entidad, con
prólogo de su ex presidente, profesor Nicolás Rodríguez Munzenmaier. La
conferencia será retomada para otra ocasión.
La obra es básica para
entender la importancia de los libros y las bibliotecas en la historia de la
ciudad. Una influencia, un sentimiento, una causa... El libro condensa, en
atinada secuencia cronológica, un proceso que aún no ha finalizado en el que se
suman logros y sinsabores, aspiraciones y frustraciones. Desde los orígenes
hasta las dotaciones actuales, con especial atención al fondo Sebastián Padrón Acosta, “la primera
colección con que inicia su andadura la biblioteca del Instituto”.
En octubre de 1953, año
de su fundación, su primer presidente, el alcalde Isidoro Luz Carpenter,
adquirió y donó la biblioteca de Padrón, “el gran olvidado”, a quien, décadas
después de su fallecimiento, en 1982, el Ayuntamiento portuense, presidido por
Francisco Afonso Carrillo, rindió tributo en el curso de las Fiestas de Mayo.
El Instituto acogió entonces una exposición divulgativa de su obra, presentada
por el padre Luis María Eguiraun y el escritor Eliseo Izquierdo. José Rodríguez
Barreto glosó para la ocasión la figura del presbítero Padrón.
“Sebastián Padrón Acosta
-escribe Rodríguez Barreto-, expresión viva del saber humanístico, no solamente
fue un hombre profundamente arraigado en las tradiciones populares sino también
-y ahí están sus libros que cualquiera puede verlos, y mejor aún, leerlos-, una
mente lúcida, vigorosa y provisto de una capacidad asombrosa de trabajo. Pero,
por encima de todo, fue, sin lugar a dudas, un gran maestro en el arte del buen
decir tanto en la prosa como en la poesía”.
Coincidía con estas
apreciaciones el padre José Siverio Pérez, cuando siendo director de Radio
Popular de Tenerife, nos habló de la personalidad de Padrón, de su
sensibilidad, de sus cafés infinitos y su escritura parida en una envolvente
atmósfera de soledad y humo de tabaco. Años después, en la alcaldía, tuvimos
oportunidad de promover y presentar la edición del libro de Miguel Melián
García, Sebastián Padrón Acosta:
ensayo de comprensión (Ayuntamiento del Puerto de la Cruz y Organismo
Autónomo de Cultura del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife). En el año
2000, en efecto, se cumplía el centenario de su nacimiento. Melián, honrado por
la amistad de Sebastián Padrón Acosta durante los últimos años de su vida,
habla en este volumen de su vida y de su obra, al tiempo que recopila sus
versos.
El IEHC perpetúa ahora
la memoria de Padrón Acosta dando nombre a uno de los fondos principales de su
biblioteca, que reclama con urgencia, por cierto, una ampliación. El trabajo de
Margarita Rodríguez y Sarai Cruz, expuesto con llamativa sencillez, permite
ahora acercarnos de nuevo al ilustre investigador y polígrafo, un inspirado
prosista y hondo poeta -como le calificó Miguel Melián-, “sacerdote henchido de
alto espíritu humanitario y gran animador de jóvenes vocaciones literarias”.
El fondo -se conservan
unos mil cien volúmenes- es la mejor expresión de la biblioteca de una persona
culta, comprometida, y que disfrutaba de la lectura de los autores más
interesantes y valiosos de nuestra literatura.
Los libros, las
bibliotecas, siguen siendo eso: un sentimiento, una causa.
¡Felices celebraciones!...”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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