El
amigo del Puerto de la Cruz; AGUSTÍN ARMAS HERNÁNDEZ, remitió entonces (23/12/2017)
estas notas que tituló; “REPASANDO
AQUEL ARTÍCULO QUE DEDIQUÉ AL DOCTOR DON JOSÉ PÉREZ TRUJILLO”: “…En articulitos míos anteriores dedicados
al Puerto de la Cruz con motivo de sus fiestas patronales, recopilé a vista de
águila algunos datos de su historia. De entre ellas destaqué el fundacional, su
medio de subsistencia —en otros tiempos— el hotelero —desde sus comienzos— y el
cultural. Haciendo también mención a algunos de sus hijos más ilustres y a otros
que con su intelecto y buen hacer en lo urbanístico y turístico lo hicieron
grande.
Porque soy ranillero y mis progenitores (qepd) fueron pescador y
pescadera, seré siempre contrario a todo lo que conduzca al deterioro de la
costa y naturaleza marina. Ya sea construyendo edificios a la orilla del mar o
vertiendo al mismo residuos tóxicos que puedan dañar su flora y fauna. De ahí
mi ironía al aludir en uno de estos articuli-tos citados anteriormente y
concerniente a las piscinas y Lago Martiánez, que sobre aquel prodigioso bajío
se ubicaron y de la que de tal conducta discrepo.
Pero, lo que es la vida!, hubo un tiempo en que el ser y sentir
ranillero —para algunos— era una vergüenza. Pero ahora resulta que estos
pudorosos portuenses tanto del mismo barrio como los del otro lado de la
ciudad, se declaran —bien sea a trovés de los periódicos o por la dialéctica
que sale de sus labios— como ranillero de toda la vida. No obstante lo dicho y
hecho, tenemos que reconocer que el Puerto de la Cruz dejó de ser pueblo
pequeño, para convertirse en gran ciudad. Y... ¿quién lo hizo grande? varios
fueron los personajes que lo engrandecieron, y que mucho batallaron hasta
lograrlo. Pero el Puerto de la Cruz, no siempre ha sabido corresponder a estos
sus hijos como merecen, se entiende de los ya fenecidos. Tuvieron que ser un
grupo de agradecidos portuenses los que, por mediación de una suscripción
pública lograron erigir el busto de uno de estos hijos predilectos en la
avenida de Colon (playa de Mar-tianez). Me hago —desde estas mismas páginas—
emisor y eco de la voz de mi querido amigo Melecio Hernández Pérez al
reivindicar para un querido e ilustre portuense, concretamente para D. Antonio
Ruiz Álvarez, el nombre de una Calle. Pudiendo ser también en cualquiera de los
recoletos rincones de nuestro Puerto de la Cruz de los que el tanto resaltaba
en las tertulias con los amigos, o a troves de sus escritos periodísticos. Al
Sr. Ruiz Álvarez se debe la erección en el Puerto de la Cruz del Insti-tuto de
Estudios Hispánicos de Canarias (IEHC) centro de cultura desde entonces.
Pero el motivo de este escrito no es otro que traer a estas páginas a
otro loable y querido conciudadano, también fallecido y como el anterior
igualmente olvidado. Se trata del doctor en medicina don José Pérez Trujillo
(1895-1968). Y digo olvidados, no por los ciudadanos que los querían
muchísimo y siempre los tienen en mente y corazón, sino más bien por los
llamados —como queda dicho— a perpetuar sus nombres en lapidas y monumentos,
para que sirvan de perpetuo recuerdo y ejemplo del bien y del buen hacer a las
generaciones presentes y venideras. Pues sí, el Puerto de la Cruz no comenzó su
andadura con el boom turístico de los años 60, sino que empezó a caminar mucho
antes, y en ese lapso de tiempo anterior, produjo también a grandes personajes.
Como por ejemplo, al Doctor D. José Pérez Trujillo, medico que fuera muy
apreciado y querido por lo generoso de su corazón y acertado de su medicina.
Veámos algo de su vida y de so obra: afloró del vientre de su madre en el
Puerto de la Cruz el 11 de agosto de 1895. Fue estudiante brillante,
destacándose del común de los compañeros, hasta tal punto que logró en varias
ocasiones hacer dos años, de estudios, en uno solo. Cursó la carrera de
Medicina en Cádiz con la promoción de 1913 a 1920. Desde este ultimo año en que
consiguió su licenciatura como médico, hasta el 22 de julio de 1936 en que fue
encarcelado por ideales políticos, ejerció su profesión en su pueblo natal, el
Puerto de la Cruz. Salió de la deprimente prisión el 22 de febrero de 1939,
hasta el 1 de diciembre de 1968 en que paso a mejor vida, siguió ejerciendo su
misma profesión atendiendo cariñosamente a sus queridos enfermos. Mas, ya no en
el Puerto de la Cruz, de sus amores, sino que se vio obligado a instalarse en
la capital, Santa Cruz de Tenerife. Donde también acudía la clientela de Puerto
de la Cruz. Allí llegaron a quererlo tanto como en el Puerto; hasta tal punto,
que, adelantándose a su ciudad natal, le erigieron un monumento con su busto en
un entrañable rincón capitalino.
El ilustre doctor contrajo matrimonio con doña María Luz Pestana en la
Parroquia de la Peña de Francia el 17 de octubre de 1923. De la apreciada
pareja surgieron cinco brotes, a saber: Carmen Maruja, María Mercedes,
Salvador, María Dolores y José; este último ya fenecido. Salvador sigue la
profesión de su padre y, al parecer, imita sus virtudes. Como estas páginas son
limitadas, sólo contaré una de tantas anécdotas relacionadas con dicho galeno.
Al consultorio de don José acudían muchos pacientes, unos adinerados,
otros no tanto, pero a los más que apreciaba y tenía en estima era a los
humildes pescadores de la Ranilla. Uno de aquellos días fue a la consulta un
conocido pescador, que era muy popular y simpático; no más abrir el doctor
la puerta le dice: Don José, <<la may está mala>>; sabedor el
galeno de lo que quería decirle le responde: y le tú << ¿qué mar
tienes?». Después de explorarlo y darle los brebajes se acerca don José al
ventanal, desde donde se veía mar, mientras el marino dice: ¿que le debo
D. José? Vuélvese el humanitario galeno y le replica: (es verdad el mar esta
alterado, ¡vete con Dios!
Dicen que para ser médico, hace falta, como para ser sacerdote, una
verdadera vocación. El doctor Pérez Trujillo la tenía. ¡Que tengamos otros
muchos emuladores de los antiguos médicos Hipócrates y Galeno!
P. D.: me comunican, y me alegra mucho saberlo,
que, el portuense D. Antonio Ruiz Álvarez ya tiene una
calle que lleva su nombre. Sin embargo todavía no la hay del
Prestigioso y humanitario doctor en medicina D José Pérez Trujillo.
¡Este olvido no tiene perdón! ¿Para cuándo ese nombre en el callejero
Portuense? ¡Esperemos sea pronto!
BRUNO
JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
Si alguien conoció,por referencias, al medico de Celanova Don José Ricón.El y su familia tenian en la iglesu¡ia un sitio preferente en el altar Mayor. Estuvo de Medico muchos años en Celanoba, tenia titulo nobiliario, Si alguien me puede informar,ya se que es dificil .Pero no imposible. Un abrazo a todos
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