Cayaya como le llamaban todos los que iban a su BAR, frente al chorro del
Muelle pesquero del Puerto de la Cruz, a echarse un gran bocadillo de caballas
y una gran caña de cerveza. Yo no la conocí como muchos portuenses, pero
si pernote en su bar en la entrada a la Ranilla por el Muelle, en el que
participé en grande partidas de futbolines y chapolines, siempre que en mi
juventud bajaba al Puerto a un partido de fútbol o de baloncesto o al cine
Olympia.
No recuerdo su rostro de entonces, no, pero si la he visto en televisiones
locales, entrevistadas por locutores locales.
Siento la pérdida de esta ranillera y vecina, lo siento de verdad, pienso
que en su vida por su trabajo y su simpatía, y por haber matado el hambre a
muchos de la ciudad portuense se ha convertido en una institución y en un
fenómeno que siempre con cariño y sosiego se le llamó Cayaya.
Su recuerdos seguirá entre los corazones de todos los portuense, puesto que
su bar en el muelle que lleva su nombre rotulado en letras grandes, seguirá en
los corazones, de quien y quienes en vida la querían como una madre del Puerto
de la Cruz.
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
No hay comentarios:
Publicar un comentario