El amigo del Puerto de la Cruz; AGUSTÍN ARMAS HERNÁNDEZ. Remitió entonces (05/02/2017)
estas notas que tituló “LA ECOLOGÍA MUNDIAL Y EL PARQUE MARÍTIMO PORTUENSE”: “… « CAMBIARAN las
estaciones, y los malos espíritus tendrán gran poder sobre la naturaleza». Lo
que predijo en la Salette (Francia) la Reina de los Cielos, lo vemos cumplirse
cada día ante nuestros ojos. Nadie puede negar a estas alturas el deterioro de
la ecología en todo el mundo. Los científicos lo evidencian a través de los
medios de difusión. La prensa escrita y los audiovisuales nos contactan con la
maltrecha ecología exterior. Haciéndose también visible físicamente en nuestro
terruño. ¿Qué es lo que está ocurriendo?, ¿son los vertidos incontrolados en
mares y ríos además de los incendios forestales, los que están: influyendo el
descontrol de las estaciones? Curiosísimos fenómenos están aconteciendo, hasta
tal punto que ni los mismos científicos encuentran lógica explicación. Ya es
familiar, y casi a diario oír decir a los locutores de RTV cuando dan el parte
meteorológico «el tiempo está loco». Estos mismos medios, además de los
rotativos, nos traen noticias misteriosas sobre acontecimientos que aunque
algunos de ellos siempre han ocurrido, se van acentuando con virulenta fuerza y
excesiva frecuencia. Pertinaces sequías, lluvias torrenciales, vientos
huracanados, mar enloquecido, terremotos e incendios forestales, están
arruinando la ecología y alterando por ende la biografía terrestre. No es
tampoco raro oír hablar de: corrimientos de tierras, accidentes de trenes,
aviones, hundimientos de barcos etc. ¿Quiénes causan los incendios y
huracanes?, respuesta tajante: ¡Los extraterrestres! Hablar de «pecados y
demonios» suena como lenguaje desconocido. Pero... ¿No se ha dicho siempre que
existen las fuerzas del bien y del mal? Entonces cabe una pregunta: ¿Cual de
estas fuerzas está influyendo en estos acontecimientos? Una cosa sí que está
clara, nosotros los humanos estamos propiciando con nuestros comportamientos el
que estos espítus tengan tanto poder, y todo en la Tierra se deteriore y
arruine. Pasando a otra cuestión, vengamos al Parque Marítimo portuense,
aunque, de parque hay todavía sólo el nombre. Echar la culpa sólo a los gobernantes
actuales sobre lo que ocurre de negativo en la flora y fauna del litoral
portuense, no sería justo; puesto que los vertidos de tierras y aguas
residuales al entorno marino (entre el muelle pesquero y el Castillo de San
Felipe) ya se efectuaban en legislaturas anteriores. Ante este panorama ¿qué
cabía hacer?, se preguntarían los ediles municipales al tomar el poder. ¡Oh
prodigiosa idea!: «Prosigamos con los vertidos, y cuando esté toda la zona
cubierta, la aislaremos con prismas de cemento, y robaremos al mar para hacer
un parque marítimo». ¡Grave error esto de los vertidos al mar! Desde entonces
perdió su tradicional azul y transparencia, para vestirse de un gris
—sucio—poco apetecible a los bañistas. Lo que no pensaron «los iluminados» es
que el Atlántico bravío, tarde o temprano reclamará para sí lo que es suyo.
Hágame yo también partícipe de estas reclamaciones; pues siendo «ranillero»,
como tantos otros que vivimos de niños, jugando en aquel prodigioso bajío,
sentimos nos-talgia de aquellas ensenadas, charcos, y riscos donde nos
bañábamos y descansábamos del braceo acuático, y digo prodigioso y. también
generoso, porque además de perfumar con olor de algas a la ciudad, la surtía de
pe-ces, lapas, almejas, pulpos, morenas, cangrejos, etc. Ahora todo ha
desaparecido, desgraciada-mente, bajo la tierra ensalitrada. ¿Quién de mis
conciudadanos que vivimos aquellos tiempos, no recuerda los siguientes nombres
de charcos y peñascos?: «Las Tinitas», «Las Caletillas», «Rocío», «Charco la
Mula», «Los Estudiantes», «Risco del medio», «Ponce», «Las dos Hermanas», «El
Gallinero», «El Camello», «El Cabezo», etc. Tiempos que no volverán pero que el
mar y nosotros reclamaremos y recordaremos con nostalgia. Está anunciado que
cuando retorne la virtud a los hombres, se renovará la naturaleza. ¡Todo está
inminente. Recemos y esperemos!..”
BRUNO
JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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