Fotografía tomada en la finca "LOS ALTOS" de la familia
"Sánchez García", donde entonces se le tributó un merecido homenaje a
EZEQUIEL LEÓN DOMÍNGUEZ, por un grupos de amigos de La Villa de La Orotava.
De pies de izquierda a derecha; Antonio Otazzo, M. Hernández Quevedo,
Ezequiel León Cruz (junior), EZEQUIEL LEÓN DOMÍNGUEZ, Domingo González
Expósito, Francisco Sánchez García, Isidoro Sánchez García, Dolores esposa de
Dardi, y un servidor.
Agachado de izquierda a derecha; Sara Sánchez, Dardi Sánchez García, Cristo
y Luís Perera.
Ezequiel León Domínguez nació en la Orotava el día 2 de octubre en 1926, en
una casa terrera de la Calle Nueva, en la Villa Arriba, cuna de carpinteros,
zapateros y artistas. Fue monaguillo de la parroquia de Nuestra Señora de la
Concepción, lo que le permitió aprovechar restos de cera para sus modelas. Su
padre trabaja en la fábrica de gaseosas de la Familia Padrón y su madre ama de
casa. Primogénito de numerosos hermanos. Desde su infancia modelaba, utilizando
masa de pan, cera de abejas. De hecho tiene en su haber numerosas producciones
del Cristo a la Columna del sevillano Pedro Roldán distribuidos por distintos
hogares de la villa. Su amigo LEONCIO ESTÉVEZ MERINO en su libro: “...Los niños que
jugaban con los Santos”, hace referencia a una anécdota: Ezequiel, como buen
escultor, tenía los Santos más bonitos, pero no tenía una buena habitación –
iglesia. Su madre le dejaba utilizar la sala. Yo le dejo jugar, decía, pero
tengan cuidado con las velas, no sea que me quemen algo. Un día, cuando
estábamos en la última procesión, la del señor del Muerto teníamos que
enterrarlo, pero Ezequiel no tenía sepulcro como el de Urbano Sosa. No te
preocupes, le dije, usamos la gaveta de la vitrina, y si la cerramos con fuerza
haremos el estruendo apropiado. Terminada la procesión, yo hice la ceremonia
como el cura. Metí el Cristo en el lecho de terciopelo, cerré violentamente la
gaveta y el estruendo fue terrible. La madre de Ezequiel salió como loca
diciendo; “Fuera a la calle todos, me han roto el par de jarrones que me habían
regalado cuando me casé...”.
Ezequiel de León Domínguez fue alumno de la Escuela Municipal de Dibujo “José
María Perdigón”, empieza a modelar a los 7 años, pero su admiración por los
hermanos maestros de obras de construcción “Vitales” los cuales le enseñan a
modelar el barro. Estudia en la Escuela de Bellas Artes de Tenerife y en
la “Luján Pérez de Las Palmas, Amplía estudios en la Escuela de Artes Aplicadas
de Madrid y en la Restauración de Santa Isabel de Hungría, de Sevilla, donde
destaca en la restauración del Retablo Mayor de la Catedral. Como escultor,
trabaja el barro, la cera, la escayola, y sobre todo, la madera. Su imaginería
religiosa abarca todas las islas y América (Venezuela, Cuba, Argentina,
Colombia...); entre sus tallas, destacan el Cristo de la Sangre, y el Paso
completo de “La Adoración del Huerto”, en La Laguna. Entre sus restauraciones:
El Gran Poder del Puerto de la Cruz, el Cristo de Tacoronte, y en especial la
Virgen de Candelaria, imagen de candelero de otro orotavense, Fernando Estévez
del Sacramento, que a instancia de don Domingo Pérez Cáceres, Ezequiel
convierte en talla completa de cedro. Pintor muralista y, por supuesto,
alfombrista, con 25 años de trabajo en la alfombra de la plaza del
Ayuntamiento, y tradicionalmente realiza alfombras de flores, por fuera
de la casa de la Familia Pérez Betancourt.
Con catorce años recibe su primer premio por modelar en barro un busto de
José Antonio Primo de Rivera, casi en esta misma época realiza su primera
escultura religiosa Padre Jesús Nazareno, expuesta en la iglesia parroquial de
La Perdoma. Curiosamente el odontólogo santacrucero – orotavense don Cesar
Hernández Martínez le encarga la ejecución de un belén con escenas de
paisajes canarios. En el año 1952 contrae matrimonio con doña Evarista Cruz
Correa, de cuya unión nacen seis hijos, continuando su senda artística Jesús de
León Cruz, imaginero y Ezequiel de León Cruz pintura y alfombrista. Después de
su matrimonio reside cerca de la Charca de Ascanio pasando posteriormente al
barrio de San Antonio María Claret, donde restaura, entre otras, obras como el
Nazareno (Icod de los Vinos), de Martín de Andújar, para pasar finalmente su
residencia a la Perdoma.
Doña Juana Isabel Guerra Cabrera (1987) subdivide la producción artística
de este imaginero orotavense en cinco etapas, a las que el amigo Juan Manuel
Reyes Cornejo le añade otras dos, para completar el periodo posterior a su
tesis doctoral: Primera etapa (1936 – 1947) abarca sus inicios como escultor
durante la Guerra Civil y la posguerra. Segunda Etapa (1947 -1961) se
caracteriza por el formato de mayor tamaño y un gran avance en su producción
técnica. Comienza con el Nazareno de la Perdoma, modelado en escayola a tamaño
natural, o la copia del Cristo a la Columna de Pedro Roldán de la parroquia de
San Juan Bautista para la parroquia de San Antonio de Padua de Granadilla, que
le costó un disgusto con el entonces párroco de San Juan Bautista de La Orotava
el recordado canónigo don Domingo Hernández González, y el Ángel, del paso de
la Oración del Huerto, para el monasterio de Las Claras de la Laguna. Tercera
etapa (1961 – 1976), en esta recibe la popularidad en: Pasión y Devoción
Mariana unido al avance técnico en la resolución de talla y policromía,
montando su taller en la calle El Agua de La Laguna, frente al convento de las
monjas claras. Entre sus obras destaca Nuestro Padre Jesús de la Sentencia, en
la iglesia de las claras, por encargo de la familia de don Álvaro González.
Cristo de la Montaña de Taco, Cristo de la Cañita, Entrada de Jesús en
Jerusalén y finalmente el Cristo de Burgo de La Laguna. Cuarta Etapa (1976 –
1978), contacta con la escuela Sevillana, casi todas las imágenes son
realizadas en soporte para vestir, excepto los desnudos. Tras el incendio del
Templo de Nuestra Señora de la Concepción del Realejo Bajo le promete la
hechura y donación del Cristo de la Redención. Quinta etapa (1978 – 1986)
reactiva su obra en el culto Mariano y Cristológico. Esta etapa empieza cuando
regresa de Sevilla hasta la realización de la tesis por doña Juana Isabel
Guerra Cabrera, se caracteriza por el resurgir con nuevos ímpetus para
profundizar en los mismos temas, pero con más seguridad y con mucho más deseo
de ver su obras acabadas. Entre sus obras destacan La Dolorosa, San Juan y La
Magdalena, para el conjunto del Calvario de San Lázaro en la Laguna, así como
las primeras imágenes para la iglesia de Nuestra Señora de la Concepción del
Realejo Bajo, para su reconstrucción después del incendio (Cristo de la
Redención, San Juan el Evangelista, La Piedad, El Nazareno y La Santa Fa de La
Laguna. Sexta etapa (1986 – 1994) trabaja en su taller en su casa de la Perdoma
y en un inmueble anexo, en imágenes de pasión como de gloria. Se incorpora su
hijo Jesús de León Cruz y su discípulo Cristo García Quintero. Séptima etapa
(1995 – 2005) abre nuevo taller en el Barrio de La Luz en La Orotava,
trabajando en unión de su hijo y de su seguidor. Realiza numerosas piezas,
tanto para la Semana Santa como para comisiones de fiestas de barrios.
MI amigo lagunero; JUAN MANUEL REYES CORNEJO remitió: "...La pieza
cumbre de todo imaginero, constituida por El Crucificado, estudio anatómico
completo del cuerpo humano, lo ha realizado en una treintena de ocasiones,
cambiando sus posturas, cambiando sus rostros, e, incluso, reseñar que no
existen dos perisonios iguales….”
Ezequiel de León Domínguez es el difusor del modelo neoclásico de Nuestra
Señora de Candelaria, ideado por el también orotavense Fernando Estévez del
Sacramento. Solo existiendo una, salvo la original de Candelaria, en la
Parroquia de Nuestra Señora de la Concepción (Santa Cruz de Tenerife),
atribuida al escultor chicharrero Miguel Arroyo Villalba, siendo el resto de
las existentes en nuestras parroquias y más allá del Atlántico en los países
Iberoamericano. Igualmente iniciador de la iconografía del Santo Hermano
Pedro, y su posterior difusión con su primera obra 1981, para la iglesia de San
Pedro en Vilaflor.
Su taller sigue vivo en el barrio de la Luz de la Orotava de la mano de su
hijo Jesús de León Cruz, y su aventajado discípulo Cristo García Quintero.
El pasado día 26 de mayo del 2008, dentro de los actos conmemorativos de
las fiestas patronales de la Villa de la Orotava, se le tributó en la
residencia de mayores en el Llano de San Sebastián un merecido homenaje a la
figura de este hombre, recién nombrado hijo Ilustre de la isla de Tenerife por
unanimidad de los grupos políticos del Cabildo de Tenerife, allí estaban;
familiares, amigos, compañeros y autoridades entre ellos el presidente del
Cabildo don Ricardo Melchior y el alcalde de La Orotava don Isaac
Valencia Domínguez familiar suyo.
Su hijo Ezequiel León Cruz alfombrista y artista dijo unas palabras de
agradecimiento a todos los presente en este flamante acto cultural:
Quisiera compartir y expresar hoy a todos, amigos y familiares mi honda
admiración a mi padre, Ezequiel de león. Con estas líneas un tanto desordenadas
pero escritas con la tinta de mi corazón, intentaré dar una pincelada y
gratitud por el motivo que hoy nos une aquí a todos. Quisiera comenzar con una
parte de una estrofa de un poema de Antonio Machado, que a mi juicio engloba su
vida artística, este poema es seguramente muy conocido por todos. Dice así:
Caminante no hay camino, se hace camino al andar. Ezequiel de león nace en el
año de 1926, y a la edad de cuatro años, ya comienza a jugar entre la yema de
sus dedos, con diferentes materiales que consigue en el entorno familiar. Miga
de pan, cera de velas, barro, etc… sin saberlo por su corta edad, se convierte
en un caminante que tras los años, ahonda mas en su pasión, labrando un largo
camino, que como buen ingeniero de la vida nos ha sabido bien señalar, dejando
tras de si una estela de sabiduría, humildad y adoración hacia el arte, para
los que retomamos su testigo.
Ezequiel tenía y tiene, tres grandes amores en su vida: Su fiel compañera
en el duro camino de la vida, Evarista, mi madre. Los animales, perros y gatos
que durante años dormían entre las gubias y cuerpos tallados en madera de
cedro, como fieles compañeros en el silencio de la creación de una obra. Y por
supuesto su gran amor a la escultura, donde su gran pasión era la de incrustar
sus sabias manos en el barro, para dar vida a una idea, un motivo,
simplemente crear.
Su inmensa trayectoria artística que comienza como ya hemos dicho con
cuatro años de edad, la extendió con un largo y fructífero estudio en casi
todos los campos de las artes hasta la avanzada edad de 79 años, lo que nos da
a demostrar su amplia, extensa y fructífera producción de obras de arte, en sus
75 años de incansable labor.
No es de extraño, que no exista una capilla o una iglesia que no
posea una obra suya, ya que si extensa fue su vida profesional, más basta fue
su creación artística, con sus más de 150 obras de culto religioso, y también
un indeterminado número de obra civil, y sin dejar de nombrar sus centenares de
representaciones en formato pequeño de nuestro costumbrismo y acervo cultural.
Si hay una virtud para resaltar en la vida de Ezequiel de León, es su
gran humildad. Fue y sigue siendo el amigo Ezequiel, amigo de todos. Un hombre
que rara vez vestía traje y corbata, un hombre sencillo asequible a todo tipo
de personas. Era enemigo de actos oficiales y protocolarios, y sin embargo en
innumerables ocasiones, fue premiado, homenajeado y rendido en honores
por sus logros dentro del mundo del arte.
Esta persona de estatura más bien baja y de aspecto campechano
y noble, nos cautivó ya no solo con su trabajo; enciclopedia viva del arte sino
también por sus profundos conocimientos en Geografía, Historia y otros campos.
Por encima de todo vivía para su trabajo, simplemente se limitaba a crear, el
dinero era secundario, lo que en algunos momentos le acarreó algunos problemas
con los comitentes, ya que se aprovechaban de su bondad para engañarle y pagar
muy por debajo del precio de la obra.
Como ya es de bien sabido, su fructífera producción se extiende por
toda la geografía canaria, algunos puntos de la Península y su gran producción
en el extranjero, Países como: Venezuela, Cuba, Argentina, Estados Unidos, El
Vaticano, etc…
Hoy nos encontramos aquí, como partícipes y representantes del pueblo
de Tenerife que se rinde a los pies de nuestro escultor otorgándole el Título
de Hijo Ilustre de la isla de Tenerife. Un Título que se que está entregado con
el corazón. Un nombramiento que creo a mi juicio, ha sido ganado a pulso por su
valía y aportación a la cultura canaria, siendo el más grande y único escultor
de arte religioso del siglo XX en el Archipiélago Canario, y uno de los más
grandes de España. Una persona que dio prácticamente su vida para enriquecernos
con sus conocimientos y su arte, el cual quedará para deleite, estudio y
aprendizaje de generaciones futuras.
Quisiera en nombre de mi padre, dar mi más sincero agradecimiento por este
honor que hoy compartimos, al Cabildo Insular de Tenerife y muy especialmente
en la persona de su presidente, Don Ricardo Melchior. También agradecer a
aquellas personas que de una forma u otra han hecho posible que este
reconocimiento se le conceda en vida. Permítame señor presidente extender mi
agradecimiento a unas personas que hoy se encuentran entre nosotros y que son compañeros
de la comisión Pro-Ezequiel, los cuales hemos trabajado durante algunos años
para que la figura de Ezequiel de León esté donde debe estar, y sea reconocida
y estudiada por todos los amantes del arte y pueblo de Tenerife en general,
donde uno de nuestros retos es difundir la vida y obra de nuestro más insigne
escultor.
Reitero mi gratitud, porque se que mi padre hoy se encuentra feliz
con este día grande, recogiendo el fruto de una vida llena plagada de éxitos.
Señor presidente, señoras y señores, amigos todos. Muchas gracias.
Evidentemente lo he dicho en este mismo blog, don Ezequiel León Domínguez,
Villero de Honor, Pétalo de Oro, Premio Artesanía y Patrimonio, todo un artista
con las Bellas Artes fuese nominado Premio Canarias en dicha modalidad.
Luís Hernández Melo nos expresaba con todo su corazón desde la Perdoma
antiguo Pago de Higa que don Ezequiel León Domínguez debió de ser el más
firme candidato en vida, nacido en estos siete peñascos, para que se le
concediera el Premio de Canarias en la modalidad de Bellas Artes. Todo lo tenía
muy claro, este hombre considerado como el Escultor del siglo XX, que
fortaleció el arte sacro como imaginero, a igual que lo fue el grancanario
Lujan Pérez de Santa María de Guía y su discípulo el orotavense Fernando
Estévez, merecía la fructífera recompensa del pueblo canario en general,
reitero en vida. Pienso que a don Ezequiel León Domínguez, no se le ha hecho
justicia en el final de su vida por parte de los responsables de arte del
archipiélago canario, se luchó a través de una comisión gestora, se trabajó a
nivel de muchísimas instituciones, todas ellas respaldando la labor de este
imaginero del siglo XX, pero su esfuerzo no produjo el fruto deseado al final.
Con esto no queremos quitarle merito al ganador de la última edición que por
todo es merecedor de la citada compensación por su trayectoria artística, pero
si bajamos a la retaguardia, debió de ser compartido por don Ezequiel el hombre
que ha enriquecido la Semana Santa en estos peldaños de terruño y sobre todo en
la Laguna ciudad Patrimonio de la Humanidad después de la quema de la iglesia
de San Agustín.
Hay noches de duelo en su habitación, días de verano y tardes o noches
frías de inviernos en la oscuridad donde quiere sacarle los encargos de curias
religiosas, hermandades y particulares a cualquiera y como sea, lo antes
posible. También partes medianamente oscuras donde se esconden sus escrúpulos;
y penas que observan tras la imagen del señor de la Cañita el Ecce Homo
recuperado de San Agustín lagunero, el Hermano Pedro el Santo Canario de
Vilaflor que hizo una labor humanitaria en América del Sur o la recuperación
del Cristo de Burgo también pacto de las llamas en San Agustín de la Laguna.
No existe fotografía especulativa suya alguna, pero hay una habitación tipo
taller, primero en la Laguna, después en la Perdoma y finalmente en el barrio
orotavense La Luz decorada de toda la imagenería a medio hacer con semen y
grasa de acné que se zumba diariamente. Luego la rutina. Luego el estrés. Luego
muchas imágenes velan su sueño con sus gritos de ultratumba y los llamados de
la canción perdida en repetición, que por lo menos se tiene que conformar con
lo que hay, pues su inmensa obra y en su gubia dominada por la talla de madera
poniendo en ella toda la suavidad y delicadeza de los escultores referentes
como Lujan o Estévez. Su labor quedará patente bajo la copa ligera del
policromado de los crucificados como el que ha dejado para siempre en la
Concepción de Los Realejos Cristo de la Redención o la recuperación del Cristo
Crucificado para la capilla del Cementerio de La Orotava, sintiendo
predilección por Los Crucificados, marcado por su escondido temperamento
pasional de profundos sentimientos religiosos que se reflejan en sus obras, de
estilo Barroco.
Y todo debido a los años de trabajos desde su infancia en la calle Nueva
villera donde su imaginación como monaguillo de la Concepción empieza a
desarrollar una gran facilidad para esculpir, con precisión y limpieza
con la cera, destacando también el futuro conocimiento de la anatomía
humana y capacidad para moldear formas y expresiones.
Así pues don Ezequiel de León Domínguez pasará a la historia orotavense y
de Canaria como hijo de una familia humilde numerosa que desde pequeño
mostró un especial interés hacia la escultura religiosa.
El día 26 de mayo del 2008, dentro de los actos conmemorativos de las
fiestas patronales de la Villa de la Orotava, se le tributó en la residencia de
mayores en el Llano de San Sebastián un merecido homenaje a la figura de este
hombre, recién nombrado hijo Ilustre de la isla de Tenerife por unanimidad de
los grupos políticos del Cabildo de Tenerife, allí estaban; familiares, amigos,
compañeros y autoridades entre ellos el presidente del Cabildo don Ricardo
Melchior y el alcalde de La Orotava don Isaac Valencia Domínguez familiar suyo.
Su hijo Ezequiel León Cruz alfombrista y artista dijo unas palabras de
agradecimiento a todos los presente en este flamante acto cultural: Quisiera
compartir y expresar hoy a todos, amigos y familiares mi honda admiración a mi
padre, Ezequiel de león.
Con estas líneas un tanto desordenadas pero escritas con la tinta de mi
corazón, intentaré dar una pincelada y gratitud por el motivo que hoy nos une
aquí a todos. Quisiera comenzar con una parte de una estrofa de un poema de
Antonio Machado, que a mi juicio engloba su vida artística, este poema es
seguramente muy conocido por todos. Dice así: Caminante no hay camino, se hace
camino al andar. Ezequiel de león nace en el año de 1926, y a la edad de cuatro
años, ya comienza a jugar entre la yema de sus dedos, con diferentes materiales
que consigue en el entorno familiar. Miga de pan, cera de velas, barro, etc…
sin saberlo por su corta edad, se convierte en un caminante que tras los años,
ahonda más en su pasión, labrando un largo camino, que como buen ingeniero de
la vida nos ha sabido bien señalar, dejando tras de si una estela de sabiduría,
humildad y adoración hacia el arte, para los que retomamos su testigo.
Ezequiel tenía y tiene, tres grandes amores en su vida: Su fiel compañera
en el duro camino de la vida, Evarista, mi madre. Los animales, perros y gatos
que durante años dormían entre las gubias y cuerpos tallados en madera de
cedro, como fieles compañeros en el silencio de la creación de una obra. Y por
supuesto su gran amor a la escultura, donde su gran pasión era la de incrustar
sus sabias manos en el barro, para dar vida a una idea, un motivo, simplemente
crear.
Su inmensa trayectoria artística que comienza como ya hemos dicho con
cuatro años de edad, la extendió con un largo y fructífero estudio en casi
todos los campos de las artes hasta la avanzada edad de 79 años, lo que nos da
a demostrar su amplia, extensa y fructífera producción de obras de arte, en sus
75 años de incansable labor.
No es de extraño, que no exista una capilla o una iglesia que no posea una
obra suya, ya que si extensa fue su vida profesional, más basta fue su creación
artística, con sus más de 150 obras de culto religioso, y también un
indeterminado número de obra civil, y sin dejar de nombrar sus centenares de
representaciones en formato pequeño de nuestro costumbrismo y acervo cultural.
Si hay una virtud para resaltar en la vida de Ezequiel de León, es su gran
humildad. Fue y sigue siendo el amigo Ezequiel, amigo de todos. Un hombre que
rara vez vestía traje y corbata, un hombre sencillo asequible a todo tipo de
personas. Era enemigo de actos oficiales y protocolarios, y sin embargo en
innumerables ocasiones, fue premiado, homenajeado y rendido en honores por sus
logros dentro del mundo del arte.
Esta persona de estatura más bien baja y de aspecto campechano y noble, nos
cautivó ya no solo con su trabajo; enciclopedia viva del arte sino también por
sus profundos conocimientos en Geografía, Historia y otros campos. Por encima
de todo vivía para su trabajo, simplemente se limitaba a crear, el dinero era
secundario, lo que en algunos momentos le acarreó algunos problemas con los
comitentes, ya que se aprovechaban de su bondad para engañarle y pagar muy por
debajo del precio de la obra.
Como ya es de bien sabido, su fructífera producción se extiende por toda la
geografía canaria, algunos puntos de la Península y su gran producción en el
extranjero, Países como: Venezuela, Cuba, Argentina, Estados Unidos, El
Vaticano, etc… Hoy nos encontramos aquí, como partícipes y representantes del
pueblo de Tenerife que se rinde a los pies de nuestro escultor otorgándole el
Título de Hijo Ilustre de la isla de Tenerife. Un Título que se que está
entregado con el corazón. Un nombramiento que creo a mi juicio, ha sido ganado
a pulso por su valía y aportación a la cultura canaria, siendo el más grande y
único escultor de arte religioso del siglo XX en el Archipiélago Canario, y uno
de los más grandes de España. Una persona que dio prácticamente su vida para enriquecernos
con sus conocimientos y su arte, el cual quedará para deleite, estudio y
aprendizaje de generaciones futuras.
Quisiera en nombre de mi padre, dar mi más sincero agradecimiento por este
honor que hoy compartimos, al Cabildo Insular de Tenerife y muy especialmente
en la persona de su presidente, Don Ricardo Melchior. También agradecer a
aquellas personas que de una forma u otra han hecho posible que este
reconocimiento se le conceda en vida. Permítame señor presidente extender mi
agradecimiento a unas personas que hoy se encuentran entre nosotros y que son
compañeros de la comisión Pro-Ezequiel, los cuales hemos trabajado durante
algunos años para que la figura de Ezequiel de León esté donde debe estar, y
sea reconocida y estudiada por todos los amantes del arte y pueblo de Tenerife
en general, donde uno de nuestros retos es difundir la vida y obra de nuestro
más insigne escultor.
Reitero mi gratitud, porque se que mi padre hoy se encuentra feliz con este
día grande, recogiendo el fruto de una vida llena plagada de éxitos. Señor
presidente, señoras y señores, amigos todos. Muchas gracias.
Evidentemente lo he dicho en este mismo blog, don Ezequiel León Domínguez,
Villero de Honor, Pétalo de Oro, Premio Artesanía y Patrimonio, todo un artista
con las Bellas Artes fuese nominado Premio Canarias en dicha modalidad.
Luís Hernández Melo nos expresaba con todo su corazón desde la Perdoma
antiguo Pago de Higa que don Ezequiel León Domínguez debió de ser el más firme
candidato en vida, nacido en estos siete peñascos, para que se le concediera el
Premio de Canarias en la modalidad de Bellas Artes. Todo lo tenía muy claro,
este hombre considerado como el Escultor del siglo XX, que fortaleció el arte
sacro como imaginero, a igual que lo fue el grancanario Lujan Pérez de Santa
María de Guía y su discípulo el orotavense Fernando Estévez, merecía la
fructífera recompensa del pueblo canario en general, reitero en vida.
Pienso que a don Ezequiel León Domínguez, no se le ha hecho justicia en el
final de su vida por parte de los responsables de arte del archipiélago
canario, se luchó a través de una comisión gestora, se trabajó a nivel de
muchísimas instituciones, todas ellas respaldando la labor de este imaginero
del siglo XX, pero su esfuerzo no produjo el fruto deseado al final. Con esto
no queremos quitarle merito al ganador de la ultima edición que por todo es
merecedor de la citada compensación por su trayectoria artística, pero si
bajamos a la retaguardia, debió de ser compartido por don Ezequiel el hombre
que ha enriquecido la Semana Santa en estos peldaños de terruño y sobre todo en
la Laguna ciudad Patrimonio de la Humanidad después de la quema de la iglesia
de San Agustín.
Hay noches de duelo en su habitación, días de verano y tardes o noches
frías de inviernos en la oscuridad donde quiere sacarle los encargos de curias
religiosas, hermandades y particulares a cualquiera y como sea, lo antes
posible. También partes medianamente oscuras donde se esconden sus escrúpulos;
y penas que observan tras la imagen del señor de la Cañita el Ecce Homo
recuperado de San Agustín lagunero, el Hermano Pedro el Santo Canario de
Vilaflor que hizo una labor humanitaria en América del Sur o la recuperación
del Cristo de Burgo también pacto de las llamas en San Agustín de la Laguna.
No existe fotografía especulativa suya alguna, pero hay una habitación tipo
taller, primero en la Laguna, después en la Perdoma y finalmente en el barrio
orotavense La Luz decorada de toda la imagenería a medio hacer con semen y
grasa de acné que se zumba diariamente. Luego la rutina. Luego el estrés. Luego
muchas imágenes velan su sueño con sus gritos de ultratumba y los llamados de
la canción perdida en repetición, que por lo menos se tiene que conformar con
lo que hay, pues su inmensa obra y en su gubia dominada por la talla de madera
poniendo en ella toda la suavidad y delicadeza de los escultores referentes
como Lujan o Estévez. Su labor quedará patente bajo la copa ligera del
policromado de los crucificados como el que ha dejado para siempre en la Concepción
de Los Realejos Cristo de la Redención o la recuperación del Cristo Crucificado
para la capilla del Cementerio de La Orotava, sintiendo predilección por Los
Crucificados, marcado por su escondido temperamento pasional de profundos
sentimientos religiosos que se reflejan en sus obras, de estilo Barroco.
Y todo debido a los años de trabajos desde su infancia en la calle Nueva
villera donde su imaginación como monaguillo de la Concepción empieza a
desarrollar una gran facilidad para esculpir, con precisión y limpieza con la
cera, destacando también el futuro conocimiento de la anatomía humana y
capacidad para moldear formas y expresiones.
Así pues don Ezequiel de León Domínguez pasará a la historia orotavense y
de Canaria como hijo de una familia humilde numerosa que desde pequeño mostró
un especial interés hacia la escultura religiosa.
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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