viernes, 23 de febrero de 2018

EL NAZARENO DEL CONVENTO AGUSTINO DE SAN JUAN BAUTISTA DE LOS REALEJOS



El amigo de La Villa de Los Realejos; JERÓNIMO DAVID ÁLVAREZ GARCÍA, remitió entonces (12/3/2015) estas notas que tituló; “EL NAZARENO DEL CONVENTO AGUSTINO DE SAN JUAN BAUTISTA DE LOS REALEJOS”: “…El convento de San Juan Bautista y el Espíritu Santo fue fundado a comienzos del S. XVII por don Juan de Gordejuela, Regidor de Tenerife. En él se desarrolló una dilatada actividad pastoral y docente hasta el incendio de 1806. De su rico patrimonio aún se conservan las imágenes de Ntra. Sra. del Carmen, Ntra Sra. de la Soledad y San Agustín. Tras el siniestro, el Señor de la Cruz a Cuestas o Nazareno pasó a la Parroquia de la Concepción. Probablemente esta imagen atribuida a Rodríguez de la Oliva, sustituyó a otra primitiva que ya poseía cofradía y fomentaba la devoción popular por esta escena de la Pasión.
El significado iconográfico del Nazareno reside en el pasaje bíblico del evangelista Mateo que reza; “el que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame”.
Esta efigie era custodiada por el Capitán don Vicente Perdomo Bethencourt, que falleció en el Realejo Bajo en 1860, y guarda paralelismo con la del Señor del Huerto del Convento de Santa Lucía. Pues, en ambas fue solicitado su traslado; la franciscana, al Santuario de Nuestra Señora del Carmen en 1860, reflejo de la religiosidad popular que deseaba mantener dichos cultos en otros recintos. La  Desamortización dotó a las parroquias de objetos litúrgicos y obras de arte, como nos recuerda el profesor Martínez de la Peña; “los párrocos que eran parte interesada en los conventos, por su cargo de síndico, tratarían de salvar para el pueblo lo más que pudieran de ellos”. En sus escritos el padre Siverio no ilustra como algunas de las obras se repartieron tras el incendio, pues lo que pudo ser rescatado se preservó en el vecino monasterio de las Agustinas. Al igual que el Nazareno del convento franciscano, que pasó a la Parroquia de Santiago, pues en Semana Santa visitaba esta Parroquia, el que hoy nos ocupa procesionaba hasta la Concepción el miércoles Santo. Con esta disposición las dos Parroquias poseían una efigie de Cristo cargando la cruz. Con el tiempo se pretendió reedificar la capilla y restituir el culto, como de hecho ocurrió efímeramente hacia 1836.
Para la entrega de la imagen y alhajas, salvadas del fuego y depositadas en la casa del suegro del citado capitán, se procedió a su inventariado. Según el documento, la imagen poseía cuatro túnicas, una para el uso cotidiano en el nicho, varios cíngulos para diario y las procesiones. Por fortuna, los ángeles se salvaron del incendio y actualmente salen en procesión. Probablemente fueron tallados por Sebastián Fernández Méndez, “El Joven”, en torno a 1750. Los Agustinos debieron fomentar la piedad popular en la Pasión mediante el culto de las imágenes del Nazareno, la Virgen de la Soledad, San Juan, la Verónica y la Magdalena. Analizándolo con el Nazareno y la Virgen de los Afligidos del Convento Franciscano de Santa Lucía, el calvario del Convento Agustino era más completo, muestra de la holgura económica que disfrutaban este monasterio y sus patronos. Este se encontraba plenamente representado, la teatralidad de las procesiones y los actos litúrgicos constituían para los feligreses iletrados de la época una mezcla de catequesis, devoción y temor. La platería, vestidos y el trono también pertenecían a su ajuar, conservándose en parte actualmente. En 1835 comienza la secularización de los conventos, sentenciados definitivamente a desaparecer. La mala administración de sus bienes, la carestía del mantenimiento de los monasterios, habitados por un clero meramente testimonial y los vientos anticlericales avalarían esta decisión política.
Tras ser depositado en la Parroquia de Ntra. Sra. de la Concepción, de Realejo de Abajo, El Nazareno siguió recibiendo culto en el antiguo retablo de Ntra Sra del Rosario, sito en la primitiva Capilla del Rosario de esa parroquia, hasta su desaparición en el incendio de noviembre de 1978. Tras tan sensible pérdida, su mayordomo, don Manuel Pérez Siverio, encargó una nueva imagen al escultor orotavense Ezequiel de León Domínguez. Éste realizó la cabeza, manos y pies en caoba; los artesanos carpinteros José y Manuel Hernández Siverio realizaron el cuerpo y los hijos del escultor colaboraron en el montaje y policromado. Esta tercera versión de la imagen de Cristo con la Cruz a Cuestas se venera actualmente en un nuevo altar, en la capilla del Nazareno, de dicha parroquia…”

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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