El amigo de La Villa de Los Realejos; JERÓNIMO DAVID
ÁLVAREZ GARCÍA, remitió entonces (12/3/2015) estas notas que tituló; “EL NAZARENO DEL CONVENTO
AGUSTINO DE SAN JUAN BAUTISTA DE LOS REALEJOS”: “…El convento de San Juan Bautista y el Espíritu Santo fue fundado
a comienzos del S. XVII por don Juan de Gordejuela, Regidor de Tenerife. En él
se desarrolló una dilatada actividad pastoral y docente hasta el incendio de
1806. De su rico patrimonio aún se conservan las imágenes de Ntra. Sra. del
Carmen, Ntra Sra. de la Soledad y San Agustín. Tras el siniestro, el Señor de
la Cruz a Cuestas o Nazareno pasó a la Parroquia de la Concepción. Probablemente
esta imagen atribuida a Rodríguez de la Oliva, sustituyó a otra primitiva que
ya poseía cofradía y fomentaba la devoción popular por esta escena de la
Pasión.
El significado iconográfico del Nazareno reside en el pasaje
bíblico del evangelista Mateo que reza; “el
que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame”.
Esta efigie era custodiada por el Capitán don Vicente Perdomo
Bethencourt, que falleció en el Realejo Bajo en 1860, y guarda paralelismo con
la del Señor del Huerto del Convento de Santa Lucía. Pues, en ambas fue
solicitado su traslado; la franciscana, al Santuario de Nuestra Señora del
Carmen en 1860, reflejo de la religiosidad popular que deseaba mantener dichos
cultos en otros recintos. La
Desamortización dotó a las parroquias de objetos litúrgicos y obras de
arte, como nos recuerda el profesor Martínez de la Peña; “los párrocos que eran parte interesada en
los conventos, por su cargo de síndico, tratarían de salvar para el pueblo lo
más que pudieran de ellos”. En sus escritos el padre Siverio no ilustra
como algunas de las obras se repartieron tras el incendio, pues lo que pudo ser
rescatado se preservó en el vecino monasterio de las Agustinas. Al igual que el
Nazareno del convento franciscano, que pasó a la Parroquia de Santiago, pues en
Semana Santa visitaba esta Parroquia, el que hoy nos ocupa procesionaba hasta
la Concepción el miércoles Santo. Con esta disposición las dos Parroquias
poseían una efigie de Cristo cargando la cruz. Con el tiempo se pretendió
reedificar la capilla y restituir el culto, como de hecho ocurrió efímeramente
hacia 1836.
Para la entrega de la imagen y alhajas, salvadas del fuego y
depositadas en la casa del suegro del citado capitán, se procedió a su
inventariado. Según el documento, la imagen poseía cuatro túnicas, una para el
uso cotidiano en el nicho, varios cíngulos para diario y las procesiones. Por
fortuna, los ángeles se salvaron del incendio y actualmente salen en procesión.
Probablemente fueron tallados por Sebastián Fernández Méndez, “El Joven”, en
torno a 1750. Los Agustinos debieron fomentar la piedad popular en la Pasión
mediante el culto de las imágenes del Nazareno, la Virgen de la Soledad, San
Juan, la Verónica y la Magdalena. Analizándolo con el Nazareno y la Virgen de
los Afligidos del Convento Franciscano de Santa Lucía, el calvario del Convento
Agustino era más completo, muestra de la holgura económica que disfrutaban este
monasterio y sus patronos. Este se encontraba plenamente representado, la
teatralidad de las procesiones y los actos litúrgicos constituían para los
feligreses iletrados de la época una mezcla de catequesis, devoción y temor. La
platería, vestidos y el trono también pertenecían a su ajuar, conservándose en
parte actualmente. En 1835 comienza la secularización de los conventos,
sentenciados definitivamente a desaparecer. La mala administración de sus
bienes, la carestía del mantenimiento de los monasterios, habitados por un
clero meramente testimonial y los vientos anticlericales avalarían esta
decisión política.
Tras ser depositado en la Parroquia de Ntra. Sra. de la
Concepción, de Realejo de Abajo, El Nazareno siguió recibiendo culto en el
antiguo retablo de Ntra Sra del Rosario, sito en la primitiva Capilla del
Rosario de esa parroquia, hasta su desaparición en el incendio de noviembre de
1978. Tras tan sensible pérdida, su mayordomo, don Manuel Pérez Siverio,
encargó una nueva imagen al escultor orotavense Ezequiel de León Domínguez.
Éste realizó la cabeza, manos y pies en caoba; los artesanos carpinteros José y
Manuel Hernández Siverio realizaron el cuerpo y los hijos del escultor
colaboraron en el montaje y policromado. Esta tercera versión de la imagen de
Cristo con la Cruz a Cuestas se venera actualmente en un nuevo altar, en la
capilla del Nazareno, de dicha parroquia…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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