Don Aurelio
Carmona López, el escultor más sobresaliente de todos los que florecieron en La
Palma en la segunda mitad del siglo XIX, también destacó en la pintura y en la
fotografía de forma notable. Hijo de Don Domingo Carmona Silva y de Doña Josefa
López y Martínez, nació en la ciudad capital de la isla el 13 de marzo de
1826 y recibió el bautismo el 16 siguiente en la iglesia parroquial de El
Salvador, ceremonia en la que se le impusieron los nombres de Aurelio Leandro
José Domingo del Sacramento.
Como
estudiante fue un discípulo aventajado. Contaba 10 años de edad cuando se le
distinguió con un segundo premio de los tres que concedía la Comisión de
Escuelas de Santa Cruz de La Palma, a la cual, reunida en la sala capitular del
Ayuntamiento junto con los párrocos de El Salvador y ante un crecido número de
personas destacadas de las más variadas profesiones, competía deliberar y
conceder aquellas distinciones. Se presentaban los alumnos de las dos escuelas
que entonces había en la población, la pública regentada por Don José Manuel
Lorenzo Díaz y la privada que dirigía Don Leonardo Rodríguez de los Reyes, y el
examen a efectuar consistía en un ejercicio de lectura, escritura, cálculo
aritmético y doctrina cristiana. En su juventud dedicó al teatro muchos ratos
de ocio. Hizo presencia en escena en varias obras que se representaron en La
Palma cuando la ciudad conoció el inicio de su florecimiento teatral a mediados
del siglo XIX, que culminó posteriormente con la figura del poeta y
dramaturgo Don Antonio Rodríguez López. Carmona contaba 24 años cuando
intervino en la pieza titulada Cecilia la cieguita y en el
sainete Los guantes amarillos; más tarde, en 1856, a
beneficio de la Milicia Nacional, trabajó en la comedia titulada La
mujer de un artista, que "gustó muchísimo" al público.
Domingo Carmona
y Silva, como padre y legítimo administrador de su hijo, por muerte de Don
Santiago López, fallecido en La Habana, solicitó la obtención y declaratorio
de vacante de la capellanía que fundó Doña Águeda de San Diego Álvarez, viuda
del Sargento Manuel Méndez, por su testamento otorgado en La Guaira el 31 de
mayo de 1757; consistía en la celebración de una misa todos los domingos y días
festivos en la ermita del Santísimo Cristo del Planto, en Santa Cruz de La
Palma. Adjudicada al solicitante, muy poco tiempo después, el 24 de julio de
1841, se mandó secuestrar por la autoridad eclesiástica los bienes de dicha
capellanía así como dejar sin efecto las disposiciones tomadas al respecto.
Don Aurelio
Carmona se inició en las bellas artes bajo la influencia de su tío Don Manuel
Díaz, Venerable Beneficiado de la parroquial de El Salvador, el dibujo lo
practicó bajo la dirección del profesor Don Blas Ossabarry, que se estableció
en La Palma en 1840. En el campo de la pintura fue autor del retrato sobre
lienzo de su mencionado tío Don Manuel Díaz, su obra más importante, al que
plasmó, sentado, sobre fondo oscuro para resaltar más sus facciones; el
cuadro, que se conserva en la sala de la sacristía de dicha iglesia y presidió
el túmulo que se levantó en la mencionada parroquia con motivo de sus honras
fúnebres, tiene la siguiente inscripción: QUI DECUS ET SPLENDOR SACRITI
AD LIMINA TEMPLI / OCCUBUIT, ZELUS VICTIMA (ACTA SUI./ OBIIT
NONIS APRILIS ANNO MDCCCLXIII AETATIS SERAE OCTOGESIMO NONNO (Que
honor y esplendor, cayó muerto en los umbrales del sagrado templo víctima de su
celo. Murió el 5 de abril de 1863 a los 89 años de edad). Trabajó en varias
piezas ornamentales para la ermita de Santa Lucía, en el término municipal de
Puntallana: en 1845 se le pagaron 4 pesos por pintar y dorar el escudo de .un
nuevo velo para el nicho de la imagen; en 1848 recibió 45 reales por la
decoración de cuatro macetitas para el culto de la misma efigie; y en 1857
percibió 6 pesos por pintar y dorar a la santa en la nueva alcancía de aquel
templo. Asimismo, en 1853, recibió 3 pesos por pintar y dorar las andas de
Santa Rosalía, imagen que recibe culto en la ermita de su nombre en la Villa de
Mazo.
Realizó al
óleo sobre lienzo los retratos de Don Antonio Rodríguez López y de su esposa
Doña Lina Antonia Méndez - Cabezola, que se conservan actualmente en La Laguna
(Tenerife) y pintó y doró el retablo del altar mayor de la iglesia de San
Francisco de Borja, que después fue del antiguo seminario de Las
Palmas de Gran Canaria, según diseño del artista Don Manuel Ponce de León;
inaugurado en mayo de 1862; en la misma fecha recibió la cantidad de
900 reales vellón por los gastos de su viaje desde La Palma y por su trabajo.
También dejó plasmada su pericia en los decorados que pintó para su primo
el dramaturgo Don Antonio Rodríguez López cuando éste presentaba sus
obras, siempre con gran éxito entre sus conciudadanos, en el teatro de la sociedad
"Terpsícore y Melpómene" (actual "Teatro Chico Municipal")
de Santa Cruz de La Palma. Asimismo realizó algunos retratos al creyón, como
el de Doña Josefa Pérez Morales, que se conserva en el domicilio de Don Jorge
Lozano Van de Walle, en Santa Cruz de La Palma, o el de su tío, el Beneficiado
Díaz, que se encontraba en la sacristía de la ermita de San Sebastián, en la
misma localidad.
En su faceta
como escultor, iniciada bajo la directriz del repetidamente nombrado Don
Manuel Díaz, trabajó siempre influenciado por las bellísimas imágenes que el
artista orotavense Fernando Estévez realizó para la referida ciudad de Santa
Cruz de La Palma. Se puede decir que fue un discípulo aventajado de aquel
maestro o que siguió su escuela sin haber pasado por su taller. Por esta razón,
toda la obra de Carmona López es netamente neoclásica; hace recordar
muchas veces a aquel escultor en buena parte de su producción, tanto, que en
alguna ocasión se ha prestado a confusión el aplicarle la paternidad de un
trabajo a uno o al otro, Por seguir esta escuela de Estévez que se había
impuesto en La Palma en los escultores de su generación, remodeló cierta imagen
flamenca al verse obligado por el interés del mayordomo encargado de su custodia
a fin de remodelarle su cabellera y darle la apariencia marcada en el
clasicismo académico que imperaba en la Isla en lo que a escultura y
arquitectura se refería. Este desliz no debe empañar la notable labor que
desarrolló en el arte de Fidias, en el que, por cierto, desplegó siempre una
gran actividad trabajando en varias obras al mismo tiempo; lo ratifica así su
tía Doña Eugenia Carmona en 1859, cuando escribió respecto a su sobrino, lo
siguiente: "Aurelio, si tuviera veinte cuerpos todos los tendría ocupados.
En la actualidad está haciendo un San BIas, que todos los que lo ven no creen
que es obra de su mano solo. También está haciendo la figura del barco de Bos y
los dibujos de la popa, un San Juan y una Magdalena. En fin, trabaja de noche y
de día y a pesar deja de cumplir.
Aurelio
Carmona es autor de varias esculturas, entre las que se encuentran las
siguientes: San Juan Evangelista. Una de sus mejores obras, completa el bello y
artístico paso del Crucificado que sale procesionalmente todos los Viernes
Santos, al mediodía, y recibe culto en la actual parroquia de San Francisco de
Santa Cruz de La Palma; la imagen refleja "en su mirada y escorzo
el momento en que el discípulo amado comprendiendo la pronta partida del
Maestro implora con sus ojos fijos en el Divino Rostro la misericordia para la
tierra, a la que señala”. Mide 1'53 metros de altura; es de las imágenes llamadas
de candelero, realizada en madera policromada, y en ella destaca el tratado de
su cabeza y manos y el modelado de su cabellera.
En 1869 llevó
a cabo para la parroquia de San Juan de la villa de La Orotava la realización
de las espléndidas andas procesionales del Santísimo Sacramento, las que, por
sus características han sido atribuidas al artista de aquella localidad
Fernando Estévez. Igualmente, realizó para el Ayuntamiento de Santa Cruz de La
Palma el escudo municipal que se conserva en las casas consistoriales· y para
la iglesia parroquial de Nuestra Señora de las Nieves el sillón de viaje de la
Virgen, urna tallada, dorada y acristalada, que se usa en los desplazamientos
de la Patrona de La Palma a la ciudad capital insular con motivo de la
celebración de la fiesta lustral de La Bajada de la Virgen; y las figuras del
belén, que perteneció a la descendencia de Don Felipe Massieu Rodríguez y Doña
María de los Dolores García González, actualmente en poder de Don Fernando
Leopoldo Prats, en Santa Cruz de La Palma. Restauró los gigantes que se
estrenaron en los festejos de La Bajada de la Virgen, celebrado
en 1860; adquiridos en Tetuán, se encontraban allí, en un
almacén bastante deteriorados. En 1883 recompuso la Virgen
de cantidad de 32 pesos corrientes que le fueron abonados el 20 de febrero
de dicho año.
Intervino en
la restauración de la imagen del Santísimo Cristo de la Columna que se venera
en la iglesia parroquial de San Juan, en la villa de La Orotava, a instancia
de su párroco “Don José Pérez Hernández, cuñado del artista, intervención ésta
que resultó polémica y que perfeccionó más tarde el pintor Don Gumersindo
Robayna Lazo; la polémica se suscitó por la denuncia que apareció en la prensa
firmada por el Marqués de Celada, mayordomo que había sido de la imagen y
recientemente cesado por parte del Obispado, a lo que contestó Carmona, en el
mismo periódico, con una larga y razonada exposición en la que hacía constar
que en su trabajo sólo se había limitado a limpiar de impurezas el policromado
de la escultura y a pintar el sudario y la columna, cosa que ratificó
posteriormente el citado Robayna Lazo.
Llevado por su
inquietud artística, Don Aurelio Carmona también practicó la fotografía y fue
el iniciador de este nuevo arte en La Palma. Saritos María Pego, fotógrafo,
peninsular, que vino a Canarias en 1863 donde estuvo establecido en Gran
Canaria y Tenerife, se asoció con el artista palmera a fin de promocionar esta
nueva actividad en la isla y después de aleccionarle en sus funciones regresó a
Santa Cruz de Tenerife; su nuevo amigo quedó al frente del taller montado en
1865, en la calle de la Cuna actual Díaz Pimienta, nº 6, donde éste tenía
su domicilio. Sus primeras fotos, influencia das por el clásico retrato,
presentan en su composición un marcado seguimiento de la pintura. Empleó el retoque
característico de los retratos al creyón, utilizó normalmente el formato de 40
x 60 centímetros e introdujo en la sociedad de la ciudad capital de la isla
la carte de visite, tan de moda en los últimos años del siglo
XIX.
BRUNO JUAN
ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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