En la Villa de
Arriba de La Orotava, existe la primitiva ermita de santa Catalina, situada en
la parte alta de la Piedad, a la izquierda, donde se inicia el camino de la
Sierra. Aparece reflejada en el plano del Farrobo del siglo XVII, que se
conserva en el archivo de Simanca. Tiene una sola nave, de reducidas
dimensiones, con cubierta a cuatro aguas y una pequeña espadaña. Pertenece al
siglo XVI y constituyó durante siglos él límite meridional del
distrito del Farrobo. En su fachada destaca un arco de medio punto decorado con
columnas elaboradas en piedra de tosco trazado. Con la obra moderna de enlazar
esta zona con la urbanización en la parte alta, ha desaparecido uno de los empedrados
más antiguos de la Orotava que, si bien estaba deteriorado, no por ello era
irrecuperable. Más abajo, hacía el norte, está la plaza de La Piedad, apelativo
proveniente de la devoción a la imagen de la Piedad, que gira en torno a un
cuadro. La actual ermita es de una insensibilidad estructural, se alza sobre el
solar que ocupara la antigua, probablemente del siglo XVIII, ya que no se cita
en los planos de Farrobo del siglo XVII, y que fue derribada para realizar la
actual a principio de los años cuarenta. La primitiva ermita consistía en una
pequeña capilla, con tejado a cuatro aguas, rodeada de valla de madera.
En el descenso
del lugar se observan algunas casas y molinos, destacando la pobreza de los
materiales, su composición arquitectónica o su disposición en anfiteatro. Los
molinos dejan ver sus cubos y sus desagües donde en antaño se instalaban
abrevaderos para las bestias y lavaderos públicos.
La zona alta
de la villa, estuvo ocupadas por la burguesía agraria, dedicadas a cultivo y
siembra de frutales. Concretamente en esta zona se formó una vía desde el sur
al norte, que tuvo varias denominaciones: Calle Vides por el naciente, sube
desde el final de la calle Nueva hasta encontrarse con la del Marques, y por el
poniente desde la calle Juan Viera (Duque, doctor Machado Melían) hasta
encontrarse con la Arbexa, Juan del Villar o Centella. Hacía el sur,
calle Castaño, por el naciente, sube desde la calle Marques de Celada, y por el
poniente desde la calle de Arbexa o Centella y llega hasta santa Catalina, con
dos callejones sin salida hacia el poniente. Debieron su nombre a lo
que a su alrededor se encontraba: por la calle Castaño eran numerosos los
castaños, y a su vez, por la Vides los eran las vides.
Centella según
el diccionario de la real academia, significa: Rayo, chispa,
exhalación, relámpago. Quizá, la calle villera deba su nombre a un
rayo que cayó en ella. Fue conocida antiguamente por Arbexa o Juan del Villar,
comienza muy cerca del cuarto molino de la ruta, que perteneció al mayorazgo fundado
en 1632, por el alférez mayor Francisco de Valcárcel que ocupó parte del
ingenio construido por Tomás Justiniani. Y cerca de la calle la Canal o calle
Marqués, por donde pasaban la canal molinera, a través de la huerta del
escribano Vivas y Paz.
La Centella,
es una calle histórica de la villa Arriba, su calzada fue de piedra, por debajo
pasa la gran canal que transporta el agua de la galería de Barbuzano a la parte
baja de la villa. En ella habitaron familias de; artesanos, financieros,
religiosos, juristas, funcionarios, religiosos, venteros, y granjeros. Es una
calle cuna de hombres ilustre escrita en oro en la historia. Entre lo que cabe
citar; a don Agustín Hernández y Hernández, ilustre abogado, alcalde de la
Orotava en el año 1910, coincidiendo con el reinado de don Alfonso XIII, hijo
adoptivo de Vilaflor. Instauró los grifos para abastecimiento de agua en la
población. Y Don Cándido Pérez Estrada (Agricultor), también ilustre
y querido alcalde de la villa en la época del gobierno del general Primo de
Rivera.
BRUNO JUAN
ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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