miércoles, 14 de junio de 2017

DOMINGO PONCE ÁLVAREZ, PREOGENRO DEL AÑO 2011



Pregón de las Fiestas Mayores de la Villa de La Orotava del año 2011,  leído por mi amigo de la infancia en la Villa de La Orotava, el presbítero; DOMINGO PONCE ÁLVAREZ: “…CORPUS CHRISTI. Cuerpo / de cristal / y de fuego. / Búcaro de amapolas. / Haz de espigas, ardiendo. / Alfombra de fragancias / Sobre la Voz del Viento. / Pan redondo / y supremo. / Arco / tenso / con su flecha de luz, / clavada en el Misterio. / Sol radiante, de harina, / y racimo sangriento. / Cáliz donde se escancia / todo el azul del  / Cielo. / Corpus Christi / Horno de amor eterno. / EMETERIO GUTIÉRREZ…”
“…Ilustrísimo señor Alcalde y Corporación Municipal del  Ilustrísimo Ayuntamiento de la Villa de La Orotava. Queridos  compañeros en el Ministerio Sacerdotal, Reina y Damas de Honor, Romera Mayor, ilustrísimos señores y señoras, amigos...
Es para mí un auténtico placer poder pregonar estas fiestas y expresar los sentimientos y afectos que embargan mi alma en  estos momentos ante ustedes, y que acuden en tropel a mi  mente, como destellos de luz en mis recuerdos de infancia, adolescencia y juventud de tantas fiestas, con vosotros, compartidas, en honor al Santísimo y a los compatronos de esta Villa, la pareja tan entrañable y humana de Isidro y María de las Cabezas. Hombre y mujer del mundo rural que en la Villa y Corte del Reino, supieron hacer del centro de su vida, no a otro sino aquel al cual nosotros, aquí y ahora en estos días, con nuestro arte efímero y sublime, queremos rendirle pleitesía y culto soberano como señor y Dios de nuestras vidas. Aquí, en esta Villa, que no es capital del Reino, pero que sí reina en los Villeros de esta Noble y Leal Villa.
Como pregonero de estas fiestas no vengo a expresar sabiduría, que no la poseo, ni a cantar o proclamar las bondades o bellezas de este terruño tan entrañable para cada uno de nosotros; a lo sumo, a indicar, para deleite de nuestra mente, que hay tanto que contemplar que, aunque solo impregne nuestra retina por un instante, lo que vemos nos haga balbucear
« ¡QUÉ HERMOSURA!»: y, como niños atónitos, expresemos más con gestos que con palabras, lo que hemos visto, ya que la palabra sería eco y no expresión del deseo de lo que quisimos comunicar.
Y qué decir de sus gentes, mis conciudadanos. Lo haremos desglosando lo que es para mí una Villa Eucarística:
Villa que expresa su ciudadanía a través de esas dos virtudes que cita en la orla de su escudo como signo de su identidad y distinción, pero más aún en su gente manifestando en su quehacer, su Nobleza y, por medio de su ser y saber estar, su Lealtad.
Noble, porque su gente, nosotros, no tenemos otro talante en nuestro convivir diario, que el estar disponibles, sin dobleces, ante cualquier opción que se proponga para mejorar los distintos ámbitos en el que se desarrolla el bien común. De ahí que exprese su nobleza en el trato a la hora de acoger, acompañar, servir a cualquier visitante o forastero o con los suyos, mostrando su razón de ser villero, sin menoscabo de recibir con buen agrado todo lo que de noble el visitante o foráneo nos pueda ofrecer o nos descubra con su cotidiana presencia.
Leal, desde la justicia como expresión de nuestra inquietud por mejorar la dignidad de todo ser humano si lo vemos sin los recursos necesarios para ser quien debe ser.
Ambas virtudes que entrañan justicia y solidaridad son lo que hace que esta Villa sea reconocible como Villa Eucarística, y por más que ese título no figure en su orla, lo es.
La Orotava es una Villa Eucarística por antonomasia y así su historia lo manifiesta.
LA RAZÓN DE SER DE ESTE ARTE EFÍMERO, EXPRESIÓN DE SU AMOR A LA EUCARISTÍA Y SU FE: Y la razón de ser no es otra sino que el Villero ha tenido siempre como raíz, en su educación secular, la opción del amor, a Dios y al prójimo, sin olvidar que “tal vez, sí, tal vez, el hombre pueda ofrecerle a Dios el Sacrificio de muchas cosas, pero nunca el de su razón.” De ahí que podamos entender otros modos de pensar, de ser y obrar, de tantos hombres y mujeres que merecen: a la hora de verles, el entenderles; a la hora de juzgarles, comprenderles; y a la hora de actuar, amarles.
Hemos de emprender, desde el diálogo, para que sea punto de encuentro y de justicia, caminos que nos lleven a la unidad, a través de la diversidad y pluralidad que enriquece, compartiendo un bien común y social entre todos los que convivimos en esta Noble y Leal Villa.
Quisiera ahora desglosar brevemente la presencia de Cristo en la Eucaristía significada en el banquete y sacrificio eucarístico para entender la razón de nuestro arte efímero, de nuestras fiestas y de por qué La Orotava es Villa Eucarística.
La presencia real de Cristo en la Eucaristía es la presencia del Señor Resucitado. Es el Señor exaltado junto a Dios para quien no existe la limitación del tiempo y del espacio, porque en su paso a la gloria ha inaugurado la existencia última y definitiva, en la que vive para siempre.
Es el Espíritu Santo quien realiza esta presencia de Cristo en la Eucaristía a través del Ministerio Sacerdotal, de su Palabra, de las Especies Sacramentales y de la comunidad de creyentes que se reúne en su nombre.
La Eucaristía es el memorial del Sacrificio en la Cruz y banquete sagrado que se realiza en beneficio de la humanidad como don de si mismo. Alimento y fuente de esperanza. Centro de la vida del creyente. Exigencia de caridad y unidad y por tanto nos vivifica y revitaliza como pueblo.
Cuando la Iglesia celebra la Eucaristía hace memorial de la Pascua de Cristo y hace presente el Sacrificio que Cristo ofreció de una vez para siempre en la Cruz y que permanece siempre actual por su Resurrección.
El misterio Eucarístico, que es fuente de amor y solidaridad, requiere la participación digna y comprometida de los fieles dado que sin esta participación no habría Iglesia.
La Eucaristía es la expresión total del amor divino manifestado por el hijo de Dios encarnado en toda su vida y especialmente en la Cruz, homenaje que hace Él al Padre en lugar y a favor de la humanidad entera. Homenaje de obediencia filial, expresión de su libertad y manifestación del amor como la caridad arrepentida del hombre.
LA EUCARISTÍA CONVIERTE A LA OROTAVA EN UNA ALFOMBRA CIUDADANA: En la mesa de Jesús estamos invitados todos. Sentarse comporta también aceptar que toda persona tiene que poder vivir con dignidad y que los bienes de la tierra son para compartir con todos los hombres. Esta crisis que estamos viviendo hace más visible la desigualdad social y sus consecuencias, creciendo aun cada día más por el aumento del desempleo, la especulación de la vivienda, el cierre de pequeñas empresas, el elevado número de personas inmigrantes que viven desarraigados, los recortes en el estado del bienestar social, salud, educación, prestaciones sociales…; son los sectores más vulnerables quienes más lo sufren: discapacitados, presos, niños, mayores…
La solidaridad exige generosidad, esfuerzo, tiempo, dinero y creatividad para el compromiso social. «Las cosas importantes se hacen con corazón», nos dice el lema de Cáritas de este año en el día del Corpus Christi.
Rompamos las contradicciones en las cuales vivimos y arropamos. Nos cuesta digerir la pobreza. Somos conscientes de la cultura del endeudamiento. Busquemos salidas razonables y plausibles en un mundo tan complejo. Reconozcamos su valía, su trabajo, su identidad, su participación, su creatividad, sus derechos de ciudadanía, promoviendo la cohesión social y promocionando la persona. Porque la persona es digna de ello. Solo desde la disponibilidad y la constancia de nuestra pequeñez podremos abrir caminos de esperanza, cuando hay voluntad de transformar las cosas que procuran una sociedad más justa e igualitaria.
Una misa se hace
Misterio de fe que rompe su silencio por medio de la Palabra, que provoca el poder decir:
“No te basta el morir que quieres darnos alimentos de vida, quedarte con nosotros y ofrecerte sobre el altar: hacerte eucaristía”.
Comprendo ahora lo que dijiste a los tuyos: he deseado ardientemente comer esta Pascua con vosotros y la razón no es otra sino ésta:
“…Al derramar tu sangre por nosotros, / tu amor complace al Padre, / siendo la Hostia tu sacrificio; / hijos de Dios y hermanos, Tú nos haces…”.
UNA ALFOMBRA SE ELABORA: Son muchas las ideas que vienen y van, bocetos: blanco y negro, mejor aun color, ¿con o sin cenefa?, ¿clásica o moderna?, motivo religioso ¿o no?, ¿qué piensan los demás?, ¿vendrán todos a trabajar? ¡Un trajín interminable! Sin embargo, la ilusión rompe con todo.
Y nos ponemos a trabajar.
Y es que solo hay una realidad: mostrar a través del arte, como persona o grupo, el amor a la Eucaristía dando a conocer el talante de un pueblo donde sus habitantes se hacen alfombra para Dios y Dios es la alfombra del hombre.
UNA VILLA SE CONSTRUYE: Somos vasos comunicantes, donde todos debemos sentirnos partícipes de un mismo proyecto de ciudadanía, que da razón a nuestro ser, que es la nobleza y la lealtad.
Todos nos necesitamos, y enriquecemos compartiendo nuestros bienes materiales, culturales y religiosos. Solo el trabajo solidario es digno del ser humano y así, todos, creyentes o no, debemos ofrecer desde nuestra diversidad y pluralidad, lo que somos y tenemos en la única mesa, porque no hay otra. Esta verdad no se impone, se ofrece y todos, por el mero hecho de nacer o residir aquí, tenemos que aportar la mejor convivencia y así dignificar nuestro ser, ya que tú eres mi “yo” y ambos, el “nosotros”, y nosotros somos la ciudadanía que construimos nuestra Villa.
EL ORGULLO DE SER OROTAVENSE. EL ORGULLO DE SER CREYENTE: Quisiera expresar mis balbuceos de aquellos años de juventud, en los que ya germinaba en mi alma la inquietud por una entrega al Otro y a los demás, compartida con muchos compañeros con quienes alternaba el estudio y los periodos vacacionales. Recuerdo una Orotava austera, recia, metódica y, sin embargo, generosa y solidaria, que me hacía compartir sueños e ilusiones con unos compañeros y amigos que, osadamente, queríamos dar a conocer las inquietudes e inconformismos propios de nuestra juventud a través de los diversos proyectos que nos venían a la mente y donde intentábamos adoptar, a nuestra manera, los aires del cambio cultural que se respiraba en Europa, desde la introducción de la música anglosajona en los pequeños “guateques” (permitidos), hasta asumir frases de los movimientos contestatarios del mayo del 68 francés.
Al llegar las fiestas patronales, todos ansiábamos colaborar en la Confección de las Alfombras de flores y de la misma plaza del Ayuntamiento, inquietud que ya compartíamos los jóvenes que estábamos en la Escuela de Dibujo de D. José María Perdigón, en los bajos del Ayuntamiento y que dirigía en aquellos momentos D. José González. Este era quien materializaba los bocetos que D. Pedro Hernández Méndez confeccionaba junto a todo su equipo, entre los que recuerdo especialmente a Ezequiel de León, con esas hermosas arenas de colores, sutil expresión del arco iris, que se extraen de las Cañadas de El Teide, de la zona de Los Azulejos, no para esparcirlas, sino para confeccionar con ellas lo que hoy podemos contemplar gracias a los ejecutores de este arte efímero, sempiternas generaciones de alfombristas que, haciendo suyo este legado, así lo dan a conocer.
Acuden a mi memoria escenas de un Baile de Magos, por aquel entonces, pequeño, coqueto, que se celebraba en el Liceo Viejo, hoy el centro de mayores de La Orotava, donde se encontraba el bar “El Camellito”, tan entrañable en aquella época.
Con la vorágine del tiempo, y el buen acierto de quien supo hacerlo, el Baile sale a la calle, se comparte sin acepción de personas, grupos o familias; es el Baile de Magos de una Villa que expresa su alegría, su júbilo, su espontaneidad acogiendo al foráneo, como ha acogido a los suyos que, estando dentro, estaban fuera.
Es también en esa época cuando adquiere un mayor arraigo la Subida del Santo; un grupo de jóvenes ataviados con el traje típico y al son de nuestros aires le dieron mayor esplendor. Contaban con el apoyo del párroco D. LEANDRO MEDINA PÉREZ que, como buen canario, de la isla hermana, tampoco dudó en engalanarse con el traje típico para acompañar a los santos patronos que portaban los labradores en sus andas, con las varas y cintas de colores, al Quiquirá donde, ante el laborioso y afamado arco de frutas, se exponía y bendecía el ganado. Todo ello como preparación a la eclosión de júbilo, que como antesala de la Romería, íbamos a vivir. El repique de campanas llamando a todos sin excepción a la casa común, para ir al encuentro de tan entrañable pareja.
A los pies de San Francisco, desde donde se inicia la Romería, allí empecé a experimentar, desde mi más tierna infancia, los aires de la célebre copla “Desde San Francisco salió el hombre que yo buscaba…” y otros aires de melodías musicales al son de isas, folías y seguidillas. Aún recuerdo cuando Sor Manuela me llevaba al campanario de la iglesia de San Francisco, desde donde veía venir las primeras carretas o yuntas, o el trajín del ir y venir de tantos magos y magas que subían al encuentro de los amigos que aguardaban su llegada. O de ahí, ir corriendo calle abajo a ver si ya habían llegado los Santos a través de la calle Colegio para verlos colocar debajo de la magnolia, frente la Casa de los Balcones, y así, poder contemplar el inicio del cortejo de un pueblo que expresaba su razón de ser, en el gozo y la alegría que afloraba de su condición de villero.
Ya ordenado sacerdote y destinado en la isla del meridiano, donde en 1976 se realizó algún boceto de nuestras afamadas alfombras, y luego en el sur de la isla, en razón del ministerio, en la medida en que el tiempo lo permitía, y lograba subsanar mi ausencia, acudía fielmente a la cita para estar aquí con vosotros y mi familia.
Siempre me he sentido uno más, participando en el quehacer de las alfombras, allí, en las cuatro esquinas, con un grupo de amigos ya mayores, entre los que hemos notado alguna ausencia; o sencillamente, después de concelebrar, posesionando las andas de Corpus con los compañeros sacerdotes, hijos de esta Villa, en su recorrido alfombrado; o teniendo la osadía, hace ya 28 años, de dirigirme desde el balcón principal de esta Casa Consistorial, a todos mis conciudadanos expresando mis sentimientos de fe, y contemplando, emocionado, la belleza de este marco tan singular y peculiar, como el que viviremos pasado mañana al celebrar el acto cultual a la Eucaristía.

Aun a riesgo de que resulte confuso mi mensaje, pero bajo los dictados de unos sentimientos que no puedo acallar, quisiera compartir con todos vosotros una escena que atesoro en mi interior. Desde mi imaginación contemplo un balcón, una ventana y una plaza, y como tapiz central, la Eternidad.
En el balcón del Ayuntamiento, Antonio María contemplando este misterio que tantas veces ha vivido y celebrado. En frente, desde su ventana, Manuel Reyes con sus bocetos en mano homenajeando y rindiendo pleitesía a la Eucaristía como auténtico creyente que demostró ser hasta el final, entre nosotros. En esta plaza, Francisco Sánchez y Buenaventura Machado: Francisco, iniciando una andadura democrática, al servicio de su pueblo y que ha concluido en el día de la Cruz; y Buenaventura, expresando en su labor diaria que su tiempo era para el otro, el más desfavorecido.
Villeros los cuatro, que desde sus quehaceres diversos y con sus corazones desbordantes han dejado una huella indeleble entre nosotros y destellos de ráfagas de luz que, a buen seguro, disiparán muchos momentos de oscuridad.
No me gustaría concluir sin antes expresar mi admiración y respeto hacia la mujer villera. Mujeres representadas, hoy y aquí, por las Damas de Honor, Reina y Romera Mayor de nuestras fiestas.
Mujer sencilla que expresa con elegancia el bagaje que ha recibido de los suyos, y que lo da a conocer en el día a día, a través de su laboriosidad, sin ningún alarde, solo con la certeza de que ha realizado lo que tenía que hacer, sin esperar recompensa; es un bien que nunca se niega a sí misma, ni puede negarlo a los demás.
Mujer Orotavense esa es tu grandeza.
No dejes nunca de darla a conocer.
Orotava sonríe siempre que es una tristeza que borras y una esperanza que alumbras.
Y desde ese amor que preconizamos como verdadera esencia villera, vivamos ésta realidad lúdica, que es un paréntesis en nuestro ajetreo laboral cotidiano, en momentos donde no podemos permitirnos que el estrés o la indiferencia nos arruinen por no poner por obra lo que dice la orla de nuestro escudo: el ser noble y leal, como nuestro ser y quehacer.
Si de verdad, es Eucarística nuestra Villa, como hemos querido transmitir, vivamos, pues, estas fiestas sin que calle nuestra conciencia.
Orotava forjadora de mi vocación, testigo del cumplimiento de mis sueños, qué más puedo pedir; me has dado mucho, y yo solo puedo darte las gracias, mil gracias. En La Orotava a 28 de Junio de 2011..”

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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