Aniversario de su fallecimiento. Nada más llegar a
casa en la tarde del miércoles seis de junio del año 2012, después del
acostumbrado paseo por el casco histórico de la Villa de La Orotava, el
teléfono de mi biblioteca no para de informarme, la marcha al infinito de un
gran amigo, de una gran persona y de un extraordinario doctor ginecólogo
Francisco Salamanca de la Peña, persona perteneciente a distinguida familia
comercial de la Villa de La Orotava, su padre ex corredor de comercio Miguel
Salamanca y su madre operaria de una firma importante comercial en antaño
conocida por “La Regidora” ubicada en la calle La Carrera, esquina con el
callejón de La Silla María Luisa de la Peña Regidor.
Francisco Salamanca de la Peña, persona de trato
afable, carácter sencillo, de espíritu caballeroso, así como un gran admirador
del deporte de la mar, los barcos eran su pasión, que ahora continúan sus
hijos, siempre propugnó por el engrandecimiento de la ciencia médica, su
estimable profesión, demostrando en todo momento su gran competencia en el
trabajo de la ginecología y dotes de inteligencia.
Siempre me lo tropezaba con su desconsolada esposa
Pili Méndez Jiménez paseando por la avenidas orotavenses; Emilio Luque Moreno y
Canarias, me decía que me estaba buscando fotos y datos para engrandecer mi
blog personal y altruista EFEMÉRIDES, pienso que me lo seguirá buscando, desde
el otro lugar a donde acaba de partir pues le sigo esperando como siempre lo he
hecho. Pili su señora me decía, siempre te leo Bruno, todos los días te leo.
Pili ahora me vas a tener que leer esta triste noticia de la marcha de tu
inseparable esposo, pero te pido de todo corazón que tenga fe en ti misma, pues
Paco siempre estará a tu lado aunque sea desde un lugar eterno, un lugar donde
está la tranquilidad, la esperanza y la fe.
Paco Salamanca de la Peña, estudió como alumno interno en el colegio de los
padres escolapios de Santa Cruz de Tenerife en el edificio conocido por
QUISISANA que en su día fue un gran hotel de estilo anglosajón.
Posteriormente pasó al colegio de segunda enseñanza de la Villa de La
Orotava “Farraís” ubicado en la Casa de Los Balcones en la calle de San
Francisco, donde acabó el bachillerato y preparó el examen de GRADO para
ascenso a la universidad de la mano del recordado profesor don Ángel Vilbaso de
Dios.
Marchó a la península a estudiar Medicina, en la clásica e histórica
universidad de Salamanca, especializándose en ginecología en la universidad
Complutense de Madrid.
Realizando el servicio militar en el acuartelamiento de la histórica y
desaparecida IPS en Los Rodeos Tenerife, graduándose con el grado de Alférez.
De vuelta a Tenerife, contraer matrimonio con el amor de su vida la dama
orotavense de mi calle El Calvario Pili Méndez Jiménez, ejerce su profesión
médica y especialidad en su isla concretamente en su pueblo natal.
Paco yo te deseos que siga siendo feliz, con tu siempre carácter de
caballerosidad, te vas a reencontrar con muchos que fueron tus compañeros en el
colegio de Farraís de la Villa, en la IPS universitaria, en la facultad de
medicina, con tus profesores, sobre todo con tu admirado don Ángel Vilbazo de
Dios, aquí en tu Villa trabajaste para hacerlo y proclamarlo VILLERO DE HONOR,
y ahora búscale una calle en ese lugar de la misericordia, se le merece,
pregúntaselo a tu compañero Miguel Díaz “El Taganana”, con tu padre Miguel, con
tu madre María Luisa, con tu hermano José Miguel (que no se olvide de aquella
aventura juvenil en la Cueva de la Angustia en el Sauzal, que te complicó la
vida estando de guardia como médico en la Cruz Roja), no te olvides que tu compañera,
querida y desconsolada esposa PILI siempre estará contigo, leyéndome a mí a
diario, así como tus hijos; María Luisa, Francisco, Jorge, Mario y Pablo, tus
nietos; Ana, Sergio, Lucía, Miguel que te quieren y te seguirán queriéndote. Un
abrazo fuerte, y hasta siempre.
El amigo de la infancia de la Villa de La Orotava en la calle El Calvario; ISIDORO
SÁNCHEZ GARCÍA remitió entonces (2012) estas notas que tituló “PANCHO SALAMANCA”: “…A Francisco
Salamanca de la Peña, doctor en Medicina, se le conocía en el argot
popular de La Orotava como Pancho Salamanca. Era hermano de José Miguel,
familiarmente Semi, que también nos dejó hace años después de fundar el CIT de
la Villa en 1978 en un proyecto en el que me invitó a participar como
vicepresidente.
En consecuencia, Pancho era hijo de Miguel Salamanca y María Luisa de la
Peña, un matrimonio muy querido de nuestra familia. Al igual que Pancho
Salamanca y Pili Méndez.
Pancho era algo mayor de edad, me llevaba un lustro de años, pero me lo
tropezaba de vez en cuando, ya que vivía al principio de la Carrera del
Escultor Estévez donde sus padres administraban la tienda de textiles La
Regidora, frente a la Librería Miranda, y por tanto éramos convecinos.
Además venía hasta la calle Calvario, al comienzo de la esquina de la
Plaza de la Constitución, a enamorar a Pili Méndez, que vivía cerca de la casa
familiar de mis abuelos, y luego sería su esposa. Igualmente era primo hermano
de un compañero inolvidable, el ingeniero agrónomo Francisco Álvarez de la Peña
con el que compartí años importantes de la vida en Tenerife y Madrid. Su padre,
Juan Álvarez, su tío Miguel Salamanca, padre de Pancho, y mi padre coincidían
muchas tardes en la Academia de los Quintero y en el viejo Liceo de Taoro
disfrutando del ocio y la gastronomía local, sobre todo de los vinos del país.
Cuando fui a estudiar a Madrid en el otoño de 1959 coincidí con Pancho
Salamanca en el barco de la Transmediterránea que nos llevó a Cádiz. Él llevaba
ya algunos años estudiando Medicina en la península. Antes de seguir
en tren para Madrid nos tomamos una foto en la capital gaditana junto a un
coche de caballos de los que adornan la alegre ciudad andaluza.
Con el paso de los años coincidimos en algunas Fiestas patronales del
Corpus y de San Isidro en nuestra Villa natal. De manera particular en el
ventorrillo de un amigo de Los Pinos, Ventura, quien ofrecía unas carnes
exquisitas y unos vinos tintos más o menos aceptables.
Ya en época postconstitucional apostamos por sumergirnos en la vida
política e hicimos nuestros <<pinitos>> a finales de la década del
año 70 cuando la democracia irrumpe en la vida española y canaria en
particular. Tomamos caminos distintos pero muy próximos, orientados en aportar nuestras
experiencias profesionales a la sociedad y serles útiles. Durante su vida
profesional se empeñó en traer chicos al mundo.
De hecho tuvo hijos que animó para que tomaran rumbo al mar y al deporte en
general. Últimamente, después de jubilados, hemos tenido la suerte de ver
cómo nuestros hijos han compartido ratos en el mundo del deporte especialmente
en el sector del agua, con la natación y con la pesca. En el norte y
en el sur, en el Puerto de la Cruz y en Santiago del Teide.
No hace muchos años me habló, dadas mis aficiones por todo lo cubano,
de un pariente militar que estuvo en la isla grande del Caribe en la recta
final del siglo XIX. Era el general Manuel de Salamanca y Negrete, nacido en
Burgos en 1831. Me envió una crónica con la biografía del pariente, de su etapa
política y de su época colonial en Cuba. Comprobé que había sido miembro del
partido Liberal, hijo de los marqueses de Campo Alange y Diputado a Cortes.
Luego fue enviado a Cuba como general gobernador y murió en La Habana siendo Senador,
en 1890. Entonces me vino a la cabeza la <<disciplina genética>>
del amigo Pancho y es que siempre le gustaba hacer las cosas bien, como tiene
que ser. Presumía mucho de sus orígenes.
La última vez que saludé a Pancho fue cuando el entierro del joven Antonio
Santos Valencia, y días antes en la plaza de Garachico donde nos
concentramos por razones diversas algunos villeros alrededor del kiosco
garachiquense.
Pancho Salamanca nos dejó un 6 de junio, el mismo día que Manolo Iglesias,
periodista singular y un enamorado de la gastronomía; y que Manolo Preciados,
un deportista intachable como la copa de un pino. Así que hoy podremos brindar
de manera conjunta por la Medicina, la Gastronomía y el Deporte, recordando a
estos tres personajes…”
El amigo de la infancia de la Villa de la Orotava; EVARISTO FUENTES MELÍAN “ESPECTADOR”,
remitió entonces (2012) estas notas que tituló “PANCHO SALAMANCA”: “…En la muerte de
Pancho Salamanca –veterano médico ginecólogo orotavense--he de decir que lo
recuerdo desde cuando íbamos de juerga a los bailes de las Fiestas Patronales
de los pueblos –norte y sur—de Tenerife, en la rubia de Fernando Fuentes
Cabrera, en especial en el feliz verano del año 1957. Pancho era de los
mayores; yo era el benjamín, el alevín de aquella pandilla; cuando éramos
siete, a mi me tocaba, por mi bisoñez, el ‘ahitepudras’, maletero con ventana
(eso sí) de la zona de atrás de la rubia de Fernando. Pancho era de los mayores
y por su carácter importante tenía madera de liderazgo. Concretamente, recuerdo
que en las Fiestas de Tejina, agosto del 57, todos metidos ya en perras de
vino, Pancho se puso a dirigir nuestro coro de cantores desafinados y vociferantes,
y cogió como estribillo durante toda aquella tarde y noche, una estrofa
de zarzuela, género lírico patrio que entonces aún estaba de moda: “¡A la
sombra de una sombrilla…!”
Este es el inicio de una estrofa de la zarzuela ‘Luisa Fernanda’, de
la que lo más probable ninguno de nosotros sabía bien la letra completa, que
continúa así:
“A la sombra de una sombrilla, de encaje y seda, como es muy queda, canta
el amor. A la sombra de una sombrilla son ideales los madrigales, a
media voz...”.
Por aquel entonces, una vez llegué a entrar en su casa, estábamos en
copas, y Pancho se puso a saltar sobre la cama de su abuela, que estaba
acostada. El dormitorio recuerdo que se ubicaba en la misma esquina de la calle
de La Carrera con el callejón, de cuyo nombre no me acuerdo y que ahora está
pavimentado con losetas grandes de piedra natural.
Yo ya he dicho que tengo esta afición, la de escribiente, y me considero un
escritor del montón, pero no por ello tengo que dejar de escribir. Es para mí
como un deporte y, aunque no sea un campeón, no por ello voy a dejar de
practicarlo. En estos últimos tiempos, como si la vida fuera una elipsis de
película biográfica donde quedan sobreentendidas muchas cosas buenas que
contar, me ha dado hasta envidia la manera perfecta en que redactaba
Pancho Salamanca; uno de sus hobbies era escribir. Bien pergeñado y bien
informado, a la muerte de su hermano menor José Miguel, le dedicó Pancho
una impresionante carta de una categoría literaria y sentimental de muchos
quilates.
Desde la periferia de las amistades, Pili, lo siento…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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