viernes, 15 de diciembre de 2017

LA OROTAVA EN MINIATURA (II)



Fotografía tomada por un servidor, en el lugar donde estuvo ubicado el gran portal de Belén correspondiente al año 2011, que representa La Orotava en Miniatura.
Vemos a José García Hernández el realizador en la espalda del convento de San Benito de los padres dominicos, la Mansión de Lercaro, Monteverde y de los Herederos de Manuel Hernández Perera.

Año 2011 el amigo desde la infancia de la Calle El Calvario de la Villa de La Orotava; José García Hernández, tuvo que montar dos veces su portal de Belén dedicado a la Villa de La Orotava, primero en el lugar donde lo expuso con anterioridad, en la antigua sede del extinto Banco Exterior, en plena calle Calvario. Pero sus propietarios lo arrendaron y tuvo que volverlo a montar en la Calle Sor Soledad.
Me causó profunda admiración el tejado canario por su belleza y amplio trabajo. Creo que contiene unas 30.000 tejas diminutas. Es un complejo muestrario de la arquitectura canaria. Balcones exteriores e interiores, ventanas, puertas mostrándose también las diferencias que existen entre la casa rural y la casa urbana. Así encontramos en la rural esos amplios espacios que se instalan en las traseras, a manera de amplios patios, donde encuentran todos aquellos instrumentos usados en la labranza. Los caminos de piedras por donde transitaban los rebaños.
Lagares en los patios resguardados de las inclemencias del tiempo también por tejados típicos y las casonas de la villa con sus fuertes y robustas columnas de madera, que sustentan el peso del edificio y que descansan apoyados en amplios cojinetes también de madera. Están presentes los oficios, las eras donde se almacenaba el trigo para su posterior trilla y las rutas del agua, aquellas que servían de fuerza motriz para mover las piedras, pesadas piedras de los molinos.
El portal de belén, es  una tradición quien, según cuenta la historia, fue San Francisco de Asís, tras su peregrinación a los Santos Lugares celebró la Eucaristía en la Nochebuena, allá por el siglo XIII. Preparó una representación de un pesebre con una mula y un buey, considerándose desde entonces esta representación como el origen del belenísmo.
Hasta el siglo XV sólo se representaba el nacimiento del Niño Jesús en el pesebre, pero a partir de entonces comenzó a conocerse la iconografía completa del belén.
Particularmente, en Canarias la tradición aún se mantiene y se ha venido realizando con la arquitectura tradicional de las islas. Lo que se intenta conseguir es representar las costumbres de sus habitantes, sus hogares, sus oficios y usos.
La Orotava fascina por la variedad y riqueza de su arquitectura patrimonial, por su disposición ascendente que aprovecha su desnivel para conducir el agua desde los manantiales de Aguamansa hasta las haciendas de su parte baja, tras proporcionar energía hidráulica a sus molinos y tenería y dar abasto público a sus habitadores. Por tales circunstancias, los molinos forman parte esencial de su trama urbana desde la misma conquista. Ya en 1594 el Padre Espinosa decía que existían 11 de a dos piedras movidos por una acequia que atravesaba todo el pueblo. 13 eran los existentes en 1813, de los que se conservan en la actualidad 9. Dos de  ellos, los de Monteverde, conocido por La Máquina y Lercaro serán objeto de esta exposición. De esa abundancia derivó esa pujanza económica que explica la conformación en el siglo XVII de su casco histórico tal y como ha llegado hasta nosotros. A caballo entre ellos emerge uno de los más notables edificios de esa centuria, objeto también de esta exposición, la Casa Ponte-Fonte, más conocida por  sus postreros propietarios, los Lercaro, y frente a ella la Monteverde. La primera fue construida con posterioridad a 1654. Su fachada principal es de huecos simétricos enmarcados con esgrafiados. Su puerta mezcla los tachonados y los cuarterones. Su balcón central de rejería tiene base de madera encasetonada con mocárabes y adornada con motivos vegetales, una decoración que repite en el de su tercera planta. El escudo familiar de balcón se ubica bajo aquél. La fachada lateral exhibe otros dos balcones con menor decoración. Su patio de tres lados tiene columnas corintias.
La Monteverde, que contó con notables jardines hoy desaparecidos, consta documental mente desde 1675, y siempre estuvo ligada a ese linaje. Su portada es de cantería en sus dos pisos, repitiendo su organización en ellos. Se encuadra entre dos columnas corintias ante pilastras cajeadas. El balcón de balaustres descubierto. El frontón está decorado con jarrones laterales en relieve. El patio con dobles zapatas en los pies derechos tiene totalmente cerrado con ventanas de guillotina el segundo cuerpo. Su fuente es del Sur de Francia, de donde llegó a fines del XVIII. El granero de la tercera planta sólo abarca su lado derecho.
La casa Molina y el convento dominico de San Benito son testimonios fehacientes de ese florecimiento y fueron construidos en la última década del siglo XVI.
La primera es una de las mansiones más antiguas que han llegado hasta nosotros. Perteneciente a los Marqueses de Villafuerte y sita en la calle de San Francisco, es de dos plantas de organización similar: Su portada es simple con  pilastras cajeadas, sobre las que aparecen círculos. En el plinto y extremos del friso se enmarca una decoración vegetal encerrada en óvalos. Su balcón descubierto, de balaustres torneados, tiene base de cantería con dos remates laterales. El segundo convento de la villa nació en una ermita de labradores erigida en 1590 a su patrono San Benito, cuyo patronato fue cedido a los Mesa, que costeó su capilla mayor, inaugurada en 1670. Fue una familia de la oligarquía que detentaría los títulos de Marqués de Torrehermosa y de Asialcázar por enlace con los L/arena. El convento contaba con cátedra de teología y filosofía gracias a la donación por su testamento en 1680 por Juan Jovel de Carmenatis de las tierras que todavía llevan su nombre. La estructura de su iglesia es de cruz latina, pero multiplicando a uno y otro lado hasta diez capillas, más una exterior, la de Ánimas, que fue la última, levantada en 1747. Su característica torre, erigida sobre 1810, tiene dos cuerpos, uno prismático triangular y otro ochavado abierto con arquerías en todas sus caras. Su cubierta es de cúpula nervada, de gajos, que se corona con una especie de buIba. Sobre su portada pueden apreciarse los símbolos dominicos del perro  con la antorcha, símbolo de la fe, y el globo terráqueo sobre el que se propaga. Su claustro, ruinoso durante décadas, fue objeto de una notable restauración y reconstrucción. En él se puede apreciar sus columnas toscanas de rara estilización. A él se le añadieron en su exterior lateral las antiguas balconadas perdidas desde hacía mucho tiempo. En la actualidad alberga el Museo de Artesanía Iberoamericana.  
Pero esa riqueza no sólo se plasmó en su casco, sino que se expandió por su extrarradio. En el límite norte del antiguo casco se alza la hacienda y ermita de San Felipe Neri, erigida por Luis Rixo Grimaldi en 1675 en el camino de La Boruga. Su ermita se caracteriza por su portada de cantería con su frontón que alberga un escudo de mármol. Junto al barranco que le da nombre, se encuentra la de Tafuriaste, que albergó un oratorio de la Virgen de los Remedios, de esa misma centuria, perteneciente a la familia Franchi con  su planta en forma de L, con escalera de piedra y balcón  cubriendo la fachada.
No obstante, la mayor singularidad que presenta la arquitectura villera es la integración dentro de ella en perfecta convivencia y simbiosis de elementos artísticos de diferentes épocas y culturas. Bien ilustrativo de ello es la casa de la calle León que se muestra en esta exposición, con su arquitectura mudéjar del siglo XVII, a la que se agrega su singular mirador de tres pisos con tres paredes de tea y la restante de argamasa. De estilo inglés colonial fue levantado a principios del siglo XX por José Gutiérrez Barlet  con madera procedente del derribo de una mansión de la Carrera. Todas estas edificaciones mostradas con minuciosidad en esta Exposición son testigos de la multiplicidad y el sincretismo que reviste la Arquitectura patrimonial de La Orotava.
En esta IV  edición 2011 podremos apreciar las diversas tipologías Arquitectónicas y la confluencia de tradiciones del Centro Histórico de la Villa de La Orotava, diseñado y realizado por el amigo y convecino de toda la vida en la Villa de La Orotava José C. García Hernández.
El autor ha querido reflejar de   la manera más fehaciente las representaciones de la arquitectura, la forma de vida y los oficios de sus gentes, cuidando hasta el más mínimo detalle en su trabajo a lo largo de este último año.

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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