lunes, 4 de diciembre de 2017

MARGARITA Y PERICO



Si hay algo que ha marcado en la memoria de los orotavenses la creación literaria popular es sin duda la poética, de estos dos recordados personaje populares e indigentes, que frecuentaban las calles, callejones y caminos de La Villa de La Orotava.
Margarita y Perico, su poética parece concretar la cita  de ellos en el tiempo viviendo en la calle, a la intemperie y luchando por conseguir lo imposible de la vida, el pan de cada día. Prefiero centrarme más bien en explicar la realidad, que tengo almacenada en el cerebro. Una realidad de mi niñez, de mi primera juventud, cuando era colegial. De ver a Margarita casi siempre en una de las esquinas de la zona norte de la plaza de la Constitución, de la Alameda, del Kiosco de la Música o de Los Soldados del Acuartelamiento de San Agustín. A la espera de algo que ella necesitaba, característico de un indigente. Usaba un bastón que casi sobresalía su estatura, y daba un paso adelante y dos hacía atrás. Su único techo en principio fue el convento de San Benito dominico orotavense, en un cuartito, que solo cabía ella, simplemente ella. Para finalizar su vida en el Hospital de la Santísima Trinidad de la Villa.
A Perico lo conocíamos cariñosamente “Por El Culo Goma”. Su poesía era sin techo, al menos yo le recuerdo, su única habitación de descanso era la calera del camino de Los Cuartos (actual avenida de Emilio Luque Moreno), muchos disgustos se llevó, cuando utilizaba la cal para huir del frio, de los inviernos lluviosos, quemaduras en su pobre piel. Calenturas que filosóficamente reprendía con el tirar una piedra a aquella chiquillada ignorante de los juegos colegiales y juveniles de muchachos orotavenses de turnos que lo hacían transigir, para verlo fogoso.
La fotografía es una boda real, la boda orotavense del siglo XX, parece una parodia simplemente por los protagonistas, pero es más real que la de un rey de cualquier nación. Se produjo al final de sus vidas, cuando convivían en el desaparecida Hospital de la Santísima Trinidad del ex convento de San Lorenzo, que Viera le llamó el Escorial de las Canarias. Una foto inédita tomada en la plaza de San Francisco por el costado sur, puesto que entre ellos vemos la famosa pila de piedra charnera exportada de Aruca (Gran Canaria), que siempre ha adornado la mencionada e histórica plaza orotavense.
Margarita y Perico, cumplieron su misión, vivieron entre nosotros siempre en busca del pan de cada día y del techo que lo hicieran disfrutar de la vida y se fueron feliz cumpliendo con razón lo que es el lapso de la humanidad, un matrimonio real, de caridad, de misericordia y de paz.

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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