Natural de la Villa de La Orotava y
vecino de Los Realejos en donde se casó. Fue un destacado ebanista orotavense,
trabajó en la carpintería de don Julián Ananías Hernández Pérez, hijo de don Antonio Hernández que fue
betunero de la plaza de la Constitución, de La Alameda o del Kiosco de la
Música de la Villa de La Orotava.
Un artista totalmente desconocido
para los orotavenses, con una calidad humana y pictórica de una extraordinaria
vanguardia. Tal como lo demuestra en estos dos magníficos y extraordinarios
cuadros en óleo referentes a paisajes típicos y tradicionales centro - europeo,
realizados en el año 1953 cuando comienza su andadura en el mundo del arte. Los
cuales están expuestos en el salón domiciliar de su compañero, también ebanista;
don Domingo Hernández Pérez.
Fotografías en color que remitió
entonces el amigo de la Villa de La Orotava; Domingo Eduardo Hernández y
Hernández. El cual nos cuenta (según datos que le facilitó su padre don Domingo
Hernández Pérez), como entró este
orotavense en el difícil arte, vanguardista y quehacer pictórico, ya que para
muchos sus pinturas son inéditas y sus trabajos artísticos aparecen en la
trastienda de lo que pudo y debió ser un artista de vanguardia: “…
aprendió un poco con la pintura porque su madre estuvo enferma y la ingresaron
en el Hospital Civil de Santa Cruz de Tenerife, y a Fernando lo tenían las
monjas en el hospital mientras su madre estuvo hospitalizada. Al parecer una de
las monjas aficionada a la pintura para entretenerlo lo ponía a pintar. Fue
tanto lo que le gustó y sintió que le dieran el alta a su pobre madre porque
pudo haber aprendido mucho más. Al regreso a la Villa de La Orotava con su
madre, se dedicó a repartir el periódico de la centenaria Librería Miranda,
pasaba por la carpintería y ebanistería de don Ananías Hernández Pérez a dejar
el periódico. Fue cuando el ebanista don Domingo Hernández Pérez que trabajaba
en ese taller, le dijo que trabajase con él. Empezó como aprendiz del oficio
que desarrolló durante su vida, además fue muy aficionado a hacer herramientas
con extraordinaria facilidad. También era muy aficionado a las motos que usaba como medio de transporte.
A título anecdótico y debido a la vida de
otra época, donde era muy frecuente ponerle sobrenombre o mote a las gentes y
máxime entre compañeros de trabajo. Como Fernando, fue un gran amante de los
animales y cariñosamente en el taller de carpintería y ebanistería donde
trabajó, le llamaban Fernando “EL POLUNO”, porque él estaba muy orgulloso de su
abuelo materno don Nicolás González, que era zapatero y vivía en la calle
Salazar donde también tenía la zapatería, que tuvo un perro de raza POLUNA y
como siempre lo nombraba, los compañeros empezaron a llamarlo “POLUNO”.
A título personal, he observado, al
pasar su pintura de color al blanco y negro, sus dibujos son de calidad
exquisita, con exactas perspectivas. Lo que me hace pensar que Fernando, como
todos los ebanistas orotavenses, supuestamente tuvo que asistir a clases de
dibujos en la histórica Academia Municipal de don José María Perdigón.
El amigo de la Villa de La Orotava;
MANUEL LUIS MÉNDEZ Y MÉNDEZ remitió entonces (13/02/2017) estas notas: “…Tenemos
en casa cuadros de Fernando con los molinos de la Orotava. El recogía cosas que
la gente tiraba y después aprovechaba para hacer artilugios. La pintura era una
de sus facetas y quizás la más conocida...”.
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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