El amigo de la Villa de La Orotava; JAVIER LIMA
ESTÉVEZ. Graduado en Historia por la Universidad de La Laguna remitió entonces
(25/03/2020) estas notas y fotografía que tituló “EL PUERTO DE LA CRUZ
EN 1820”: “…Me confieso un admirador
absoluto de la obra del polígrafo portuense, José Agustín Álvarez Rixo (1796-1883).
Entre las páginas de Anales del Puerto de la Cruz de La Orotava (1701-1872), realiza
una amplia descripción de su lugar de origen y la conexión, desde diversos
puntos de vista, con personas, lugares, actos o efemérides dignas de
consideración. Una muestra de ello sería el año 1820. El escenario portuense
aparece marcado por la presencia del alcalde Tomás Amstrong. Los primeros meses
se suceden sin grandes novedades hasta que un hecho rompe con la monotonía. El
30 de abril, Juan Cólogan Fallon recibe una carta donde se le informa de la
llegada del bergantín Ligero, con origen en Cádiz, con el fin de notificar la
noticia de que el rey había jurado la Constitución. La noticia se extendió
pronto y a ello se unieron otros vecinos, se repicaron las campanas, se hizo
saludo en el muelle fijándose la bandera y se tañó música por el pueblo, puesto
que todos esperaban de buena fe grande y utilísimas reformas y consecuente
prosperidad individual y general. Desde los balcones y las ventanas se
colocaron numerosos elementos de adorno. Además, en el centro de la Plaza del
Charco, se erigió una columna de madera de orden toscano y catorce varas de
alto, rematado éste de una pilastrita sobre la cual descansaba un libro doblado
con el rótulo «Constitución». Todo este monumento estaba pintado de blanco
marmolado y costó más de 400 pesos corrientes. Por el lado Norte de su pedestal
se escribió su dedicatoria a dicha Constitución del año 1812. A corta distancia
de cada ángulo de la columna se colocó una pirámide de muselina blanca,
guarnicionada, la cual se iluminaba. Y al testero que formaba la entramada de
la plaza al Norte se construyó una vistosa casilla para los músicos. La
meticulosa descripción de Rixo advierte, al mismo tiempo, de los bellos arcos
triunfales dispuestos a lo largo de las siete avenidas que daban a la plaza.
Describe aspectos relacionados
con el acto de celebración en la Iglesia, con misa solemne en la que predicó el
venerable Beneficiado de Chasna, Antonio Peraza de Ayala y se leyó la
Constitución desde el púlpito por el diácono José Álvarez de Ledesma.
Se adornó la
Parroquia en su interior y exterior, al igual que llegó a suceder con la pila
situada en medio de su plaza, cubierta de una rotonda formada de madera, rama y
flores y la figura del heroísmo encima, muchos faroles en su interior para
iluminación, que unida al contraste de la caída de los chorros de agua,
formaban una agradable perspectiva. Tales adornos llegaron a tener un coste de
ochenta pesos corrientes, tal y como apunta Rixo, correspondiendo la idea y
dibujo a su autoría.
La iluminación fue
única y para su materialización contribuyeron numerosos vecinos. Sin embargo,
la suscripción popular no terminó de ser aceptada por todos. Por ello, se
expandieron sátiras e indolencias contra los que no colaboraron al respecto y
se generalizaron pasquines, no contra el Rey y la Constitución, sino entre los
mismos habitantes que se agriaban unos contra otros, por sus disparates y
abusos que hacían la voz LIBERTAD.
También deja
constancia de las elecciones municipales celebradas durante el mes de mayo y
los cargos que quedaron al respecto.
Interesante sería
advertir el aumento en el número de documentos como resultado de nuevos
trámites y la actuación, al respecto, del propio alcalde Juan Cólogan Fallon,
que decidió donar un estante nuevo con el fin de colocar papeles y protocolos
del Ayuntamiento. Un síntoma de preocupación por el patrimonio documental, tan
sufrido y abandonado en otros momentos.
La anécdota
protagonizada por Diego Barry y Miguel de Arroyo no tiene desperdicio. Ambos,
junto a otro joven, salieron desde Londres con destino París. Allí subsistieron
gracias a la publicación de un folleto redactado en francés por dicho Barry,
teniendo como temática las mujeres. Lo curioso es que, ante dificultades
económicas, Barry y el otro individuo abandonaron el lugar y se trasladaron a
España. El tiempo transcurría mientras Arroyo seguía en París. Por ello, unos
amigos desde Londres decidieron rescatarlo.
En diciembre se
organizaron nuevamente elecciones de empleados para el año siguiente. Sin
embargo, se suscitaron muchos aleluyas y animosidades contra algunos vecinos
que en nada se mezclaban; hechos demostrativos, de que cuando se les da soltura
a los hombres son pocos los que saben ser comedidos y muchos los que abusan de
ella.
Aspectos y anécdotas
curiosas de un pasado que, en el relato de José Agustín Álvarez Rixo, nos
aproxima ante el conocimiento del núcleo portuense doscientos años atrás…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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