Fotografía de la Calle El Calvario de la Villa de La Orotava, al
principio del siglo XX, año 1905. Vemos la casa de Pepe Pérez y Aida Pérez,
padres de Ana María, NInina, Chicha y Pepe Pérez y Pérez, con sus clásicos
escalones para entrar en ella. Al fondo el templo conventual de San Agustín,
del convento agustino de Nuestra Señora de Gracia.
Los años de 1808 a 1812, fueron calamitosos para Canarias, y la
isla de Tenerife, que era la más poblada del Archipiélago, fue una de las que
más sufrieron en este lapso de amarguras y sufrimientos, que fueron durante
mucho tiempo, de triste recordación. La Guerra de la Independencia
marcaba el comienzo del siglo XIX. En las islas, la constante lucha entre las
fuerzas políticas de liberales y conservadores venía acompañada por la estéril
rivalidad entre Gran Canaria y Tenerife, por hacerse con la capitalidad y
hegemonía del Archipiélago. En el plano económico, la promulgación de la ley de
Puertos Francos y el ciclo de la cochinilla determinaron el rumbo de la
economía isleña. La
Constitución de Cádiz, aprobada en el año 1.812, a cuyas sesiones
acudieron los diputados por Canarias, Ruiz de Padrón, Gordillo, Key Muñoz y
Llarena, donde tuvieron una destacada actuación. En las cortes de Cádiz se
abordaron temas tan importantes para las islas como la disolución de los
señoríos, el reparto de los terrenos baldíos entre los campesinos, la no
exclusión de los canarios de empleos y cargos en el Archipiélago. Pero el hecho
que acarreó más polémica fue la creación de una provincia en Canarias con
Capital en Santa Cruz de Tenerife, decisión parlamentaria que encontró la más
viva oposición en el diputado por Gran Canaria, que aspiraba lograr la
capitalidad para su isla.
Un legajo de aquella época nos dice. Al pie de la letra, que
Dios, por nuestros pecados, mandó hambre, langosta, guerras, fuegos, la peste,
tumultos y levantamientos. No se tenía la seguridad, de que padeciesen peste
las Islas; pero sí que, en 1.810, Santa Cruz de Tenerife fue invadida por la
fiebre amarilla, que causó allí grandes estragos y sembró la alarma y el pánico
en todos nuestros pueblos. Entre las víctimas señaladas en la Capital se encontraban
todos los asesinos que, en el Carnaval de aquel año, dieron muerte en el Puerto
de la Cruz, a
los desventurados súbditos franceses Luís B. Bronal y José Bressa. Fallecieron
en el Castillo de Paso Alto y no quedó uno que pudiera comparecer al juicio
oral que en breve iba a celebrarse. Como muestra de ello, y sujetándonos a ese
documento citado, se estipularon los siguientes precios: trigo 10 pesos ( de
3,75) y 10 reales plata, la fanega, alcanzando el 14 pesos y 12 reales en
1.812; cebada, 8 pesos; maíz, 13 y 14; altramuces, 9; patatas, fanega, 20 pesos;
vino, 2 reales, pesos cuartillo; huevos, 3 por fisca; carne de carnero, 4 real,
pesos la libra; de vaca, 4 ídem; cerdo, 4; pescado salado, 12 reales pesos;
gallinas, a 2 pesos, y la menos flaca a 14; aceite, un duro el cuartillo;
cebollas, una pequeña, un cuarto; y lo de más, muy caro.
Pero lo que puso en sobresalto a los vecinos de nuestro Valle
orotavense fue la aparición de la plaga de la langosta. Si la fiebre amarilla
causó pánico en el vecindario, el aislamiento y la vigilancia resguardaban un
tanto del contagio, así como la altura de las zonas inmunes a la enfermedad. En
cambio la langosta tenía el campo libre y su movilidad era permanente,
coincidiendo su aparición, en 1.812, cuando mayor era la escasez de alimentos,
año tope de la subida de precios, y los ánimos se hallaban muy decaídos bajo el
peso de las calamidades ininterrumpidas.
La Orotava,
que siempre estuvo en guardia ante estas plagas, movilizó todos los elementos
que eran necesarios para la extinción de la langosta. Se formaron comisiones por
barrios y se nombraron jefes, de cuadrillas, a las que se les señalaban los
sitios a que debían acudir. Fueron designados como jefes de esas cuadrillas los
sargentos Don José Gobea y Don José de Mora. El día cinco de Febrero dio
comienzo la primera batida contra el voraz insecto. En esta fecha se encontraba
en la Orotava,
alojados en la casa Ayuntamiento (hoy propiedad de los herederos de los Señores
Brier) los prisioneros franceses que correspondieron y fueron enviados a esta
localidad. Todos fueron también movilizados para operación que se iba a
efectuar. 64 aparecen nombrados en la lista. A toque de campana todos acudían a
los puestos señalados por la Superioridad. Don Laureano de Araux, que era el
jefe principal del estado mayor, decía en un comunicado, que verbalmente hacía
público; que de los de la partida no solo se emplearon en coger la cigarra,
sino otras diligencias que se ofrecían, con particularidad el sargento Gobea y
Agustín Hernández. A los franceses, consideró que con un real de gratificación,
a cada uno, y lo que han recibido ya, quedaran estimulados para cuanto se
ofrezca, debiendo hacer alguna distinción con el intérprete, por ser él que los
nombraba y les servía de jefe.
El periódico “La
Asociación” del año 1.869, en su sección local, informaba
varias noticias relacionada con la vida municipal de La Orotava. El doctor Don
Pedro J. Vergara había sido absuelto libremente de la acusación criminal que
contra él hicieron los representantes de la Sociedad “El Porvenir de las familias” por supuesta
injurias en los artículos que dicho Sr. dio a la prensa patentizando el engaño
que sufría el público al hacer allí imposiciones. Según una hoja suscrita por
el citado doctor, en la cual se insertaba el fallo pronunciado definitivamente
en dicha causa, parece que se procedió contra la misma compañía por el delito
de estafa. La calle del Marqués se acabó de embaldosar quedando solo el espacio
que ocupaba la posesión de un individuo. La Asociación preguntaba,
¿que prerrogativa tenía su dueño sobre los demás para que no acate las
disecciones que la autoridad ha dictado respecto del particular? La comisión de
ornato público se descuidó mucho en esta parte, proceso no obedecido por el
interesado, de inmediato se puso remedio a una falta que el público censuró con
sobrado fundamento, sin embargo se llevó a efecto la obra para que no se mirara
con desprecio las ordenes convenientes al fomento de la población. Los Sres.
Don José Llarena Conde del Palmar, Don Luís Benítez de Lugo Marqués de la Florida y Don Diego Ponte
del Castillo se suscribieron para el costo del alumbrado de la escuela nocturna
de esta Villa sostenida por republicanos. Don Gabriel Pimienta regaló para el
mismo objeto ochenta reales vellón. Celosa la Alcaldía de esta Villa
por todo lo que es de interés publico, envió comisiones de individuos del
Ayuntamiento y empleados del mismo, a visitar todos los caminos vecinales para
su limpieza, previniendo a los colindantes que quitaran las piedras y rociaran
las zarzas, pues volvería a pasar la comisión, y podría imponer multas de dos
reales vellón hasta sesenta al que no lo haya verificado. Asimismo se visitaron
los tomaderos que arrojaban las aguas a los barrancos, para evitar que estando
obstruidos se causen los perjuicios consiguientes a las propiedades.
La redacción de “La Asociación”, manifestaba, que había llegado a La Orotava, el cirujano
dentista Don Antonio Tomás Vella, que se hallaba en la capital tinerfeña, y
había hecho algunas curas importantes que acreditaban su inteligencia y pericia
en su profesión, de la que se había ocupado varios periódicos extranjeros. Se
le recomendaba al Señor Vella a todas las personas que padecieran de escorbuto
y otros males de la boca, que aunque estuviesen reputados de crónicos,
encontrarían en el Sr. Vella pronto y eficaz curación. Con los trescientos
veinte reales vellón, ofrecidos por los Sres. Don Antonio Lugo y García y Don
Ignacio F. Llarena para la composición del piso de uno de los paseos del centro
de la Plaza de la Alameda se pensó emprender
dicho trabajo, también con el auxilio del carro ofrecido por Don Sixto Regalado
para la conducción de arena.
En la plaza de San Francisco se colocó la fuente para surtir de
agua limpia al vencidario que la prefiera a la de la acequia pública. A
propósito de ello, la comisión de camino del Ayuntamiento orotavense sorprendió
a dos mujeres lavando en dicha acequia ropa sucia antes de la hora de las
nueve. Pues se le multó con arreglo al bando de policía. Siendo de interés
publico el conocer los términos en que el Gobierno civil de esta provincia ha
oficiado a la Alcaldía
de la Villa, en
resolución a la consulta hecha acerca de la circulación de la moneda agujerada,
inmediatamente se le comunica, que; la antiquísimo circulación en estas islas
de la moneda agujereada, y su corriente admisión en las oficinas públicas, la
hacen sin duda alguna de uso obligatorio o forzoso, y por consiguiente se podía
obligar al recibo de dicha moneda, con abono en la de oro de la falta de granos
en los términos que están prevenidos, exceptuando la de plata que se encuentre
en el caso indicado por esa alcaldía, esto significaba que tuviera el agujero
demasiado grande. Únicamente en la moneda nueva de oro y plata, que estuviese o
no agujerada, del cuño de 1.848 en adelante, se atendría a lo dispuesto en el
Decreto del 15 de Abril de 1.848, inserto en el numero 59 del Boletín Oficial
del 17 de Mayo del mismo año, en cuyo decreto se determina el permiso de
admitir o rehusar legalmente esta moneda según la falta o exceso de su
respectivo peso. La sección local de noticias finalizaba con una lista de los
Sres. que contribuyeron en donar reales de Vellón, a la prolongación del muelle
del Puerto de la Cruz,
en el año 1.868: Juan Suárez 230, Bernardino Coradini 50, José María Nardony
40, Belarmino Aguilar 20, Vicente Díaz y Fuentes 20, Isidoro María La Luz 60, Domingo López Soto 20,
Lorenzo Cáceres 100, Francisco Aguilar Guadarrama 50, José María de Arroyo 50,
Miguel Fernández Montañés 60, José Hernández Barrio 40, Augusto Gachon 100,
Francisco Trujillo Ferraz 40, Juan Nieves y Ascanio 100, Víctor Pérez 260, y
José Gobea 20. Una etapa, que en España fue revolucionaria, que en 1.868 un
grupo de generales ponían fin a la monarquía de Isabel II, formándose un
gobierno provisional, que nombra gobernador civil de Canarias a Don Camilo
Benitez, quien reprimió duramente al partido republicano de las Islas. Al
proclamarse la república en 1.873, este gobernador es cesado, y despedido de
Santa Cruz de Tenerife con una descomunal silba. Durante la I República ocupan; el
gobierno civil Don Miguel Villalba Hervás y el subgobierno de Las Palmas Don
José María Pulido. Los diputados a cortes se comprometieron bajo la tutela del
canario Don Nicolás Estévanez, ministro de la Guerra, crear dos Sub - Estado o cantones en
Canarias, proyecto que no llegó a cuajar. Con la restauración de la dinastía
borbónica en la persona de Alfonso XII, la gobernación de las islas pasa a ser
ocupada por el tinerfeño Don Vicente Clavijo que prohibió toda la manifestación
política cultural. Es la época en que ocupa la comandancia el general WEYLER,
artífice de los palacios militares de ambas islas. Durante su mando las islas
se unieron a la Península
por cable telegráfico. En este ultimo tercio de siglo, destacaba la
personalidad política de Don Fernando León y Castillo que ocupó la cartera de
Ultramar con el Duque de la
Torre como presidente del gobierno.
El 20 de Abril de 1.902, se celebró en el Teatro de La Orotava una función
Dramática - Literaria Musical, por el Colegio de Educación que regentaba Don
Francisco Torréns y sus hijas. El programa se desarrolló con una primera parte
musical - literaria a cargo de los alumnos del mencionado colegio; Discurso
inaugural por la
Señorita Carmen Torréns. Sinfonía Marta a 4 manos del maestro
Flostow, por las Srtas. Glelia García y Concha Codina. ¡Quien supiera leer!
(Dolora de Campoamor), representada por los niños Elvira y Melchor Zarate y
Méndez. La ramilletera ciega (Poesía por Maury), por la niña Margarita Cháves
Estrada (De la escuela del Realejo Bajo). Contra Soberbia Humildad (Dialogo),
por las niñas Armanda y Ester de Ponte y Codesido. ¡Caridad! (Coro para niños
por I. Hernández); niños del Colegio de Educación. ¡Pobre María! (Homologo por
Miguel Echegaray); niña Luisa Méndez Borges. Bolero Brillante, Op. 26 de
Leybach, por la Srta.
Clelia García. Cosas de la edad (Dolorosa de Campoamor), por
las niñas Valentina y María Hernández y Díaz Flores. Las dos muñecas (Monologo
por J. de Dios Peza); Ester de Ponte y Codesido. Amor Filial (Coro por A.
Widaurreta); Srtas. Y niñas del Colegio de Educación. A Obtavia (Dolora de
Campoamor), por las niñas Luisa Méndez Borges y Concha Bethencourt. En el cielo
y en la calle (Fragmento de un poema inédito por J. de Dios Peza); por la Señorita Josefa
Torréns y Pérez. El primer actor (Monologo por P.S.S.); por el niño Joaquín
Estrada y Pérez Martel. En la segunda parte se escenificó dos obras: “La Cruz de Plata”, comedia en
dos actos, por Don José Nicasio Casal, en la que tomaron parte las Señoritas
Pilar Bethencourt y del Río, Magdalena Méndez y Lugo, Valentina Hernández y
Díaz Flores, Matilde Tugores y Rojo, Concepción Codina y Ochoa, Cándida Jacinto
del Castillo y González, Carmen Torréns y Pérez, Clelia García y González y
Josefa Torréns y Pérez; las niñas Eugenia Lercaro y Muret, Armanda de Ponte y
Codesido y Concepción Bethencourt y del Río; el niño Juan Bethencourt y del Río
y Don José Codina y Ochoa. “Tirar la llave”; Monólogo por Juan de Dios Peza,
desempeñado por la Srta.
Carmen Torréns y Pérez. Los precios de las localidades
estaban distribuidos; Plateas y palcos principales sin entradas, 6 pesetas;
sillas de palcos altos, 1 pesetas, lunetas 1,25 pesetas; entradas general 0,75
pesetas, paraíso 0,50 pesetas.
El desaparecido periódico independiente, Araútapala del Puerto
de la Cruz, en su edición del 27 de Noviembre del año 1.909, manifestaba una
noticia bastante angustiosa y desagradable, de un crimen cometido en el barrio
orotavense de "Aguamansa", un drama sangriento acontecido, por el
hecho de que un marido mataba brutamente a su mujer. La noticia se recibió en
la redacción por vía telefónica, en principio con pocos detalles, con laconismo
exagerado, un acaecimiento transmitido desde la Villa de La Orotava, que contenía el
siguiente memorando: "Anoche, en el camino de Aguamansa, se cometió un
horrible asesinato; un hombre mató a su esposa, después de cruel martirio. La
desgraciada víctima se hallaba en el quinto mes de embarazo.” A muchas
consideraciones se prestaba la inesperada noticia de este crimen. Apenas hacía cinco meses,
recientes aun los resultados de aquel famoso proceso instruido a consecuencia
de la batalla campal que se desarrolló en la Plaza de los Remedios del pueblo de Buenavista,
donde perecieron dos conocidas personas. Incluso se escribía sobre la referencia
de otro crimen cometido la víspera de San Juan del mismo año, en el pago de la Perdoma. “De nuevo el
puñal homicida ha venido a turbar la tranquilidad de la florida región
orotavense; y una desconsolada familia llora amargamente la desaparición de un
ser querido”. “Y ahora, en término horribles, pues un hombre fiera, enloquecido
sólo por los celos, se arrojó sobre su pobre e indefensa esposa, y la asesinó
de una manera trágica”.
Comienzan las diligencias. A las doce de la noche de un domingo
del mes de Noviembre del año 1.909, se presentaron en el Cuartel de la Guardia Civil de La Orotava, cuatros
campesinos, dando allí el parte de que muy cerca del camino de Aguamansa, y
sitio conocido por Bebedero - Alto, se había cometido un asesinato. A los pocos
momentos y con gran actividad, se pusieron en marcha, con dirección al lugar
del suceso, dos parejas del Benemérito Instituto, comenzando a su llegada por
buscar al feroz criminal que había huido, y a levantar el correspondiente
atentado.
Los protagonistas. En el sitio anteriormente indicado, y en una
finca de Dª. María Antonia Marreros, vivía Rosendo Pacheco Gutiérrez, de 26
años de edad; su esposa, Casimira Yánez Fariña, de 24 años, y una niña de corta
edad, fruto de aquel matrimonio. Según versiones de aquellos vecinos, Rosendo
había estado en ocasiones oscurecido, tomando una o dos copas de vino en una
venta contigua a su casa con dos amigos; y, sin que estos observaran nada
anormal en el citado Rosendo, se despidieron de él frente a su casa.
En la casa de Rosendo. Cuadro horrible. De las noticias que
circulaban por la población, se obtuvieron las siguientes notas: Que los
vecinos de Rosendo y Casimira calculaban que la agresión del primero a su
esposa, debió haber tenido lugar entre ocho y media y nueve de la noche. El
Rosendo, después de consumado el crimen, huyó, sin saberse su paradero. La
infeliz Casimira fue encontrada dentro de un pajar que le servía de cocina, con
la cabeza caída sobre el hombro izquierdo. Los brazos extendidos a lo largo del
cuerpo, y las piernas encogidas. Tenía la camisa completamente destrozada y su
pecho estaba acribillado de puñaladas. Asimismo lo estaban las manos y el
cuello. La mano izquierda estaba totalmente destrozada. El suelo donde yacía el cuerpo de la infeliz víctima
estaba inundado de sangre y también aparecían grandes manchas en las ramas de
castaño que cubrían los lados del pajar, como si la pobre Casimira se hubiese
apoyado en ellas en su terrible agonía. Al día siguiente se personó en el
Bebedero Alto el juzgado correspondiente, compuesto del inteligente y celoso
Juez de primera Instancia de este partido, Don Manuel de la Cueva Donoso, y del
Secretario del Juzgado Municipal, Don Romualdo Panasco, en substitución, este
ultimo, del actuario Don Rafael Hernández Valencia, que se encontraba enfermo
en cama.
El criminal en su huida. A las dos de la tarde fue practicada
por el médico Don Miguel Fernández, acompañándole Don Tomás Zerolo y Don
Osmundo Lercaro, y el practicante Don Nicolás Hernández.
El Sr. Fernández en su informe manifestaba, que el cadáver de
Casimira Yánez Fariña, presentaba tres heridas en la cabeza de forma
estrellada, producidas probablemente con piedra o palo y varias contusiones en
la cara; dos de arma blanca en el cuello, una de ellas tan importante, que
penetraba en el tórax hiriendo una de las venas que salen del corazón; cinco en
el pecho izquierdo, todas ellas penetrantes y producidas por arma blanca, con
herida del pulmón del mismo lado; dos en el brazo izquierdo, de grandes
dimensiones, que penetraban hasta el hueso, y una grande en la nalga izquierda
que asimismo penetraba hasta la pelvis, hiriendo el intestino recto; una
pequeña en un dedo de la mano derecha, y
una también pequeña, en la barba, de igual forma producidas por arma blanca. De
las heridas del pecho dos de ellas cortaron tres costillas cada una. Al final
se observó, que Casimira tenía alojado en el vientre materno, un pequeño feto,
que parecía ser de cinco meses.
El sábado 18 de Octubre del año 1.913, se estrenó en el teatro de
Orotava la función cinematográfica “La
Peña del mal consejo”, una creación sublime y trágica,
escenificada en la moderna cinematografía, integrada por 3.000 metros de
celuloide y divida en 4 partes, integrada por un inspiradísimo argumento,
tratado sobre la joven Nina, bella pastora semisalvaje que vive contenta y
feliz sin más preocupaciones que las que proporciona su peque o rebaño. Y Toto
un joven gentil, valeroso y audaz que con valor temerario ahuyenta y pone en
fuga a unos ladrones que intentan robar la cabaña en que habita. Ambos se
enamoran locamente, pero el amo, dueño del cortijo en que los dos habitan, es
un gran dueño de la ciudad, hombre vicioso dominado por el juego y la bebida.
Un día Nina sufre un accidente desgraciado y corre un gravísimo peligro, del
que le salva Toto valerosamente, quedando la joven muy agradecida. El amo que
se entera del percance ocurrido a Nina y de la acción de Toto felicita a este
elogiando mucho su conducta. Toto y su pastora están cada vez más enamorados el
uno del otro y un día que se encuentran los dos al borde de un principio en un
sitio conocido por “La Peña
del mal consejo”, Toto en un arranque apasionado le dice a la Nina: “Jura que serás mía
durante mi vida y después de mi muerte”, juramento que hace Nina solemnemente.
El amo invita un día a unos amigos a cazar y un cazador torpe hiere gravemente
a Nina. Con gran pesar de Toto el amo se la lleva a la Ciudad para que se cure.
Pasados dos meses queda Nina completamente restablecida habiéndole parecido a
la joven la casa del amo, el país de las hadas. La rústica belleza de Nina ha
impresionado también al amo, que ha perdido la tranquilidad. Le propone a Nina
quedarse con él en la Ciudad; pero ella que desea
volver al campo no accede. Sin embargo a la vista de la joya que le ofrece
siente una atracción irresistible, que no puede dominar, terminando por
rendirse a las caricias del amo, y por acceder a ser su esposa, convirtiéndose
de pastora humilde en gran señora y olvidando el sagrado juramento hecho al
pobre Toto, que allá en la montaña sueña con el amor de su Nina y cuenta uno a
uno los minutos que faltan para que vuelva su zagala. Desesperado Toto por la
tardanza de Nina envolver al cortijo, se decide a bajar a la Ciudad en busca de
noticias. Llega a la casa de su amo y allí dice a los criados: “Avisen a Nina
que aquí está su novio”. Los criados se burlan de él y avisan al amo de lo que
pasa. Este lo hace llegar hasta su presencia y después de escuchar sus
lamentaciones por la tardanza de Nina en volver al cortijo, le dice; “Pues mira
Toto, desde hoy Nina es tu ama”. Dos
años después nadie se acuerda de Toto, pero él ha cumplido su condena y vuelve
a la tierra en que nació con el firme propósito de vengarse de la autora de su
desventura. La ocasión no tarda en presentársele. Nina y su esposo han ido de
paseo al cortijo y Toto que está al acecho los ve y aprovecha una ocasión en
que el amo se aleja solo por el campo, para tirarle un certero lazo y apoderase
de él. Fuertemente atado y amordazado le lleva hasta la “Peña del mal consejo”
y allí le obliga a escribir un papel para su esposa que dice así: “Nina, te
espero en la cima de la roca del mal consejo; ven sola, te espero”. Roberto.
Este papel es entregado a Nina, la que sin sospechar lo que ocurre, monta a
caballo y se dirige al sitio que su marido le indica. Allí se encuentra con
Toto quien le muestra su marido amarrado a un árbol. Entonces Toto la coge por
la cintura y se arroja con ella por la terrible pendiente, en presencia del
marido, que ve horrorizado aquella trágica escena sin poder moverse ni hacer
nada para evitar tan tremenda desgracia. Toto se ha vengado, obligando a Nina a
cumplir parte de su juramento. Ya que no quiso ser suya durante su vida, lo
será después de la muerte. Todo un comentario de una cinta gramática,
comentario de la pluma del ilustre villero - palmero Don Antonio Lugo Massieu,
comentario magistral que pusieron en escena notables artistas, con vistas
panorámicas de sorprendente hermosura, soberbia fotografía, de una cinta que
tuvo sublime éxito en La Orotava.
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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