sábado, 22 de julio de 2017

EL CHOCOLATE Y LAS CRIADAS DEL CONVENTO DE LAS MONJAS AGUSTINAS.



El amigo de La Villa de Los Los Realejos; JERÓNIMO DAVID ÁLVAREZ GARCÍA  remitió entonces (2011) estas notas que tituló; EL CHOCOLATE Y LAS CRIADAS DEL CONVENTO DE LAS MONJAS AGUSTINAS”.
Publicadas en el Programa de las Fiestas del Carmen del año  2011 y la fotografía adjunta pertenece al Archivo Municipal de Los Realejos: “…El Convento de Agustinas Recoletas de San Andrés y Santa Mónica fue fundado por don Juan de Gordejuela. Este “antiguo asilo de vírgenes” (1) dejaría su impronta en la vida religiosa y social de San Agustín y ambos Realejos. Dictada su fundación en testamento un siglo atrás, el Convento abrió sus puertas a las primeras religiosas el 25 de marzo de 1713. Fueron recibidas a su llegada a la isla con repique de campanas y seis docenas de voladores, (2) estas y las sucesivas religiosas serían protagonistas de innumerables anécdotas, hoy nos disponemos a narrar algunas.
Durante la Época Moderna, los dos Realejos experimentaron un auge de fundaciones y vocaciones monacales al igual que el resto de España (3). En el Seiscientos y aún el Setecientos estos centros sirvieron para acoger a las mujeres no destinadas a casarse que provenían de la Aristocracia, con el tiempo también ingresarían las de extracción humilde. El Mayorazgo canalizaba de esta forma los excedentes de mujeres y el control de la natalidad. También como vía de escape para jóvenes que rechazaban un pretendiente a matrimonio previamente pactado por sus familias. Sus tocas negras y blancas las diferenciaban, pues el convento era reflejo de cada estamento social. Las de élite elegían entre ellas a las abadesas y su dote las exoneraba de los trabajos manuales. Estos eran asumidos por las de velo blanco, cuya dote era menor, y por el quehacer de las criadas e incluso esclavas propias con las que compartían la clausura (4). Las nobles tenían pues, mejor alimentación, condiciones de habitabilidad y servicio. Estos asilos preservaban el nivel de vida de determinados estamentos. No extraña pues, ese afán por controlar las entradas y salidas de personas, bienes o correspondencia del recinto, en la más estricta observancia de su Regla.
La carta(5) que reproducimos debe ser analizada con la mentalidad de esa época. El nivel de instrucción de la religiosa, unido al estado de emoción que debió suponer la entrega de la preciada fineza, obsequio de tan ilustre personaje, y su preocupación por su estado de salud (6), justifican los términos en los que es redactada la misma. El cambio de los tiempos y las carencias de toda índole, incluidas las humanas, arribaron en estas Instituciones. Por estas fechas el Convento ya había comenzado su declive, amenazado tanto por el descenso de vocaciones como por las restricciones económicas y las presiones políticas. El fin del comercio vinícola con Europa y las nuevas corrientes políticas Liberales harían mella en estos institutos. Los monasterios no siempre gozaron de una envidiable holgura económica. Su administración anclada en los principios del Antiguo Régimen y la llegada de la nueva economía burguesa y capitalista les llevó a la ruina. No es de extrañar que un alimento tan exquisito para la época, a la vez que elitista, como el chocolate sobresaltara a la protagonista.  (7) Carta de agradecimiento de Sor Luisa al obispo Folgueras que se redactó en estos términos:
      “Ilustrísimo y Dignísimo Sr. Obispo D. Luis Fogueras Sión(8)
      Convento Recoleto 1 de noviembre de 1829
      Muy venerado prelado de mi mayor respeto. Recibí por mano del Sr. [Párroco González] Acevedo (9) la fineza que Vs Ilustrísima me envió, la lata [de] chocolate la que estimo con mi corazón. La vida de un prelado tan caritativo y recomendable, también doy a V.S. Ilustrísima los debidos agradecimientos por lo que se interesa en la conservación de mi salud en la vida monástica. Dios es poderoso y puede curarme si me conviene aquí, y como la voz del prelado superior es la voz de Dios, me rindo a la obediencia de V.I para cuanto sea de su agrado.
      Dios nuestro Señor guarde la importante vida de V.I muchos años que le desea esta afectísima y humilde súbdita. Sor Luisa de San José de la Soledad Cabeza y Viera.”
      Nuestra protagonista falleció hacia 1847 a los setenta años y fue una de las últimas religiosas que habitó el Convento según relató su última moradora.
      Cartas de solicitud y aceptación de las criadas que se redactaron en estos términos:(10)
      “Sor Jesús María de San José, Priora del Convento de Agustinas Recoletas del Realejo.
      Digo, que en dicho Convento se hallan únicamente seis (11) hermanas legas profesas para el servicio de la Comunidad, y como actualmente las cuatro de ellas están muy ancianas y enfermas y las otras dos también suelen padecer sus indisposiciones de salud, no puede el Convento ni sus religiosas [ser] atendidas como es debido, por cuya causa, tanto yo como la Madre Sacramento(12) (estamos) haciendo este servicio a que no estamos acostumbradas ni criadas con el, hemos padecido y padecemos graves enfermedades(13) y por estas y otras razones se permitió por el Iltmo Sr Obispo D. Manuel Verdugo (14), que tuviéramos criadas, pero como estas no son duraderas es preciso entrar ahora dos principalmente para el servicio mío y de la madre Sacramento, y no pudiendo ejecutarla sin expresa licencia de V.I. por lo tanto a V.S. Suplico que sirva conceder la correspondiente licencia, merced que espero de V.S. Sor Jesús María de San José, Priora.
      Laguna 7, junio 1821
      Mediante la suplica que hace la Reverenda Madre Superiora del Convento de Agustinas Recoletas del lugar del Realejo, por que le concedemos con el fin de entrar dos criadas para el servicio suyo y de la madre Sacramento, por las causas y razones que expresan y que con otras conocidas a este tribunal. Desde luego se concede licencia a dicha Reverenda Madre Superiora para que pueda entrar y usar de una criada solamente,[y] una de la Madre Sacramento y a costa de las mismas y no del Convento, con tal de que llevando informes del Venerable Vicario de partido a cerca de la conducta de dicha criada a quien se le manifestará por la prelada su nombre y apellido, o sea ser de las calidades correspondientes y consienta en su entrada vistiendo en su consecuencia trajes decentes y que si sale del Monasterio no puede volver a entrar sin licencia del tribunal.  Dr. [José Hilario] Martinón”
      Sor Jesús María de San José Álvarez de Castro fue la última monja que habitó el Convento. A mediados de siglo recibió la visita de la viajera inglesa Elisabeth Murray (1815-1882), quien la retrató en su obra literaria y pictórica. En sus conversaciones con dicha dama se lamenta de la situación a la que había llegado su convento, tanto por la huida de algunas de sus compañeras hacia otros, como por el fallecimiento del resto. Sin dejar de lado al abandono y grado de secularización (15) en el que se encontraba el edificio y de como había empeorado su calidad de vida.(16) Falleció el 25 de diciembre de 1861, a los ochenta y siete años, siendo enterrada en el cementerio del Realejo Bajo. (17)
(1)Según consta en la carta de la última religiosa a la Reina Isabel II, en Siverio Pérez, José, Los Conventos del Realejo
(2)Siverio Pérez, José, Op Cit, p 126.
(3) Remitimos para más información sobre el tema a  Atienza López, Ángela en Tiempo de Conventos.
(4) Hernández González, Manuel en La Iglesia en Canarias 1691-1816, pp 79-80.
(5) Este documento se cataloga en el Archivo Histórico Diocesano Tenerife (A.H.D.T) con la Signatura 1434 Doc. 21 titulado, Carta de Sor Luisa de San José de la Soledad Cabeza de Vaca y Viera del Monasterio de S. Andrés y Santa Mónica del Realejo Bajo, al Obispo Folgueras dándole las gracias por preocuparse por ella y enviarle chocolate.
(6) El documento catalogado con Signatura 1434, Doc 22 en A.H.D.T fechado ese año nos desvela que esta religiosa ya había solicitado licencia para abandonar por cinco meses el Convento y recuperar su salud, como se aprecia, regresó.  
(7)Para más detalles sobre economía conventual véase; Hdez Glez, Manuel, Los Conventos de La Orotava, pp 299-356
(8) Primer obispo de la Diócesis Nivariense (1824-1848), durante su pontificado se produjeron la Desamortización y  Exclaustración de los religiosos. Falleció en Granada el 26.10.1850.
(9) Don Pedro Próspero Glez Acevedo fue Beneficiado en 2º ascenso de Ntra. Sra. Concepción del Realejo Bajo desde 1818 a 1836 y párroco de 1837 a 1859. Falleció el 04.05.1863 según reza en el Libro 7º de Difuntos de la Parroquia.
(10) Documento catalogado en A.H.D.T. con Signatura 1434, Doc 13 y título “Expediente de la priora del Convento de Agustinas Recoletas del Realejo, solicitando permiso para dos criadas debido a la edad y poca salud de  religiosas”
(11) El documento nos ofrece esta valiosa información; en 1821 sólo quedaban en el Convento seis religiosas. Hacia 1845, por referencias de su última moradora, quedaban cuatro y en 1861una única religiosa.
(12) La Madre Juana del Sacramento y Ponte falleció a los 84 años, el día de la Ascensión de 1846, según declaró la autora de esta misiva ante el Vicario Capitular de la Diócesis en 1849, en Siverio Pérez, José, Op Cit p132.
(13) En 1821 fecha de la carta, la Priora Alvarez de Castro tenía sólo 47años. Dudamos de las graves enfermedades que según ella padecía. Probablemente como dijo:“no estaba acostumbrada ni criada con estos servicios” pues procedía de sectores sociales privilegiados, al igual que la Madre Juana del Sacramento y Ponte de 59 años.
(14) Este obispo ilustrado rigió la Diócesis Canariense entre 1796 y 1816, en Hernández González, Manuel Op. Cit.
(15) Algunas estancias del Convento se habilitaron como dependencias municipales.
(16) Murray, Elisabeth en Recuerdos de Tenerife, pp 169-170.
(17) Inscrita en el Libro 7º de Difuntos de la Parroquia de Ntra. Sra de la Concepción del Realejo Bajo...“

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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