El amigo de La Villa de Los Los Realejos; JERÓNIMO
DAVID ÁLVAREZ GARCÍA remitió entonces (2011) estas notas que tituló; “EL CHOCOLATE Y LAS CRIADAS DEL CONVENTO DE LAS MONJAS
AGUSTINAS”.
Publicadas
en el Programa de las Fiestas del Carmen del año 2011 y la fotografía
adjunta pertenece al Archivo Municipal de Los Realejos: “…El Convento de Agustinas Recoletas de San Andrés y Santa Mónica fue fundado
por don Juan de Gordejuela. Este “antiguo
asilo de vírgenes” (1) dejaría su impronta en la vida religiosa y social
de San Agustín y ambos Realejos. Dictada su fundación en testamento un siglo
atrás, el Convento abrió sus puertas a las primeras religiosas el 25 de marzo
de 1713. Fueron recibidas a su llegada a la isla con repique de campanas y seis
docenas de voladores, (2) estas y las sucesivas religiosas serían protagonistas
de innumerables anécdotas, hoy nos disponemos a narrar algunas.
Durante la Época Moderna, los dos Realejos experimentaron un auge de
fundaciones y vocaciones monacales al igual que el resto de España (3). En
el Seiscientos y aún el Setecientos estos centros sirvieron para acoger a las
mujeres no destinadas a casarse que provenían de la Aristocracia, con el tiempo
también ingresarían las de extracción humilde. El Mayorazgo canalizaba de esta
forma los excedentes de mujeres y el control de la natalidad. También como vía
de escape para jóvenes que rechazaban un pretendiente a matrimonio previamente
pactado por sus familias. Sus tocas negras y blancas las diferenciaban, pues el
convento era reflejo de cada estamento social. Las de élite elegían entre ellas
a las abadesas y su dote las exoneraba de los trabajos manuales. Estos eran
asumidos por las de velo blanco, cuya dote era menor, y por el quehacer de las
criadas e incluso esclavas propias con las que compartían la clausura (4). Las
nobles tenían pues, mejor alimentación, condiciones de habitabilidad y
servicio. Estos asilos preservaban
el nivel de vida de determinados estamentos. No extraña pues, ese afán por
controlar las entradas y salidas de personas, bienes o correspondencia del
recinto, en la más estricta observancia de su Regla.
La carta(5) que reproducimos debe ser analizada con la mentalidad de esa
época. El nivel de instrucción de la religiosa, unido al estado de emoción que
debió suponer la entrega de la preciada fineza,
obsequio de tan ilustre personaje, y su preocupación por su estado de
salud (6), justifican los términos en los que es redactada la misma. El
cambio de los tiempos y las carencias de toda índole, incluidas las humanas,
arribaron en estas Instituciones. Por estas fechas el Convento ya había comenzado
su declive, amenazado tanto por el descenso de vocaciones como por las
restricciones económicas y las presiones políticas. El fin del comercio
vinícola con Europa y las nuevas corrientes políticas Liberales harían mella en
estos institutos. Los monasterios no siempre gozaron de una envidiable holgura
económica. Su administración anclada en los principios del Antiguo Régimen y la
llegada de la nueva economía burguesa y capitalista les llevó a la ruina. No es
de extrañar que un alimento tan exquisito para la época, a la vez que elitista,
como el chocolate sobresaltara a la protagonista. (7) Carta de
agradecimiento de Sor Luisa al obispo Folgueras que se redactó en estos
términos:
“Ilustrísimo y
Dignísimo Sr. Obispo D. Luis Fogueras Sión(8)
Convento Recoleto 1 de
noviembre de 1829
Muy venerado prelado de
mi mayor respeto. Recibí por mano del Sr. [Párroco González] Acevedo (9) la
fineza que Vs Ilustrísima me envió, la lata [de] chocolate la que estimo con mi corazón. La vida de un prelado tan
caritativo y recomendable, también doy a V.S. Ilustrísima los debidos
agradecimientos por lo que se interesa en la conservación de mi salud en la
vida monástica. Dios es poderoso y puede curarme si me conviene aquí, y como la
voz del prelado superior es la voz de Dios, me rindo a la obediencia de V.I
para cuanto sea de su agrado.
Dios nuestro Señor
guarde la importante vida de V.I muchos años que le desea esta afectísima y
humilde súbdita. Sor Luisa de San José de la Soledad Cabeza y Viera.”
Nuestra protagonista falleció hacia 1847 a
los setenta años y fue una de las últimas religiosas que habitó el Convento
según relató su última moradora.
Cartas de solicitud y aceptación de las
criadas que se redactaron en estos términos:(10)
“Sor Jesús María de San
José, Priora del Convento de Agustinas Recoletas del Realejo.
Digo, que en dicho
Convento se hallan únicamente seis (11) hermanas legas profesas para el
servicio de la Comunidad, y como actualmente las cuatro de ellas están muy
ancianas y enfermas y las otras dos también suelen padecer sus indisposiciones
de salud, no puede el Convento ni sus religiosas [ser] atendidas como es debido,
por cuya causa, tanto yo como la Madre Sacramento(12) (estamos) haciendo este
servicio a que no estamos acostumbradas ni criadas con el, hemos padecido y
padecemos graves enfermedades(13) y por estas y otras razones se permitió por
el Iltmo Sr Obispo D. Manuel Verdugo (14), que tuviéramos criadas, pero como
estas no son duraderas es preciso entrar ahora dos principalmente para el
servicio mío y de la madre Sacramento, y no pudiendo ejecutarla sin expresa
licencia de V.I. por lo tanto a V.S. Suplico que sirva conceder la
correspondiente licencia, merced que espero de V.S. Sor Jesús María de San
José, Priora.
Laguna 7, junio 1821
Mediante la suplica que
hace la Reverenda Madre Superiora del Convento de Agustinas Recoletas del lugar
del Realejo, por que le concedemos con el fin de entrar dos criadas para el
servicio suyo y de la madre Sacramento, por las causas y razones que expresan y
que con otras conocidas a este tribunal. Desde luego se concede licencia a
dicha Reverenda Madre Superiora para que pueda entrar y usar de una criada
solamente,[y] una de la
Madre Sacramento y a costa de las mismas y no del Convento, con tal de que
llevando informes del Venerable Vicario de partido a cerca de la conducta de
dicha criada a quien se le manifestará por la prelada su nombre y apellido, o
sea ser de las calidades correspondientes y consienta en su entrada vistiendo
en su consecuencia trajes decentes y que si sale del Monasterio no puede volver
a entrar sin licencia del tribunal. Dr. [José Hilario] Martinón”
Sor Jesús María de San José Álvarez de
Castro fue la última monja que habitó el Convento. A mediados de siglo recibió
la visita de la viajera inglesa Elisabeth Murray (1815-1882), quien la retrató
en su obra literaria y pictórica. En sus conversaciones con dicha dama se
lamenta de la situación a la que había llegado su convento, tanto por la huida
de algunas de sus compañeras hacia otros, como por el fallecimiento del resto.
Sin dejar de lado al abandono y grado de secularización (15) en el que se
encontraba el edificio y de como había empeorado su calidad de vida.(16)
Falleció el 25 de diciembre de 1861, a los ochenta y siete años, siendo
enterrada en el cementerio del Realejo Bajo. (17)
(1)Según consta en la carta de la última religiosa a la Reina Isabel II, en
Siverio Pérez, José, Los Conventos del
Realejo
(2)Siverio Pérez, José, Op Cit,
p 126.
(3) Remitimos para más información sobre el tema a Atienza López, Ángela
en Tiempo de Conventos.
(4) Hernández González, Manuel en La
Iglesia en Canarias 1691-1816, pp
79-80.
(5) Este documento se cataloga en el Archivo Histórico Diocesano Tenerife
(A.H.D.T) con la Signatura 1434 Doc. 21 titulado, Carta de Sor Luisa de San José de la Soledad Cabeza de Vaca y Viera del
Monasterio de S. Andrés y Santa Mónica del Realejo Bajo, al Obispo Folgueras
dándole las gracias por preocuparse por ella y enviarle chocolate.
(6) El documento catalogado con Signatura 1434, Doc 22 en A.H.D.T fechado ese
año nos desvela que esta religiosa ya había solicitado licencia para abandonar
por cinco meses el Convento y recuperar su salud, como se aprecia,
regresó.
(7)Para más detalles sobre economía conventual véase; Hdez Glez, Manuel, Los Conventos de La Orotava, pp
299-356
(8) Primer obispo de la Diócesis Nivariense (1824-1848), durante su pontificado
se produjeron la Desamortización y Exclaustración de los religiosos.
Falleció en Granada el 26.10.1850.
(9) Don Pedro Próspero Glez Acevedo fue Beneficiado en 2º ascenso de Ntra. Sra.
Concepción del Realejo Bajo desde 1818 a 1836 y párroco de 1837 a 1859. Falleció
el 04.05.1863 según reza en el Libro
7º de Difuntos de la Parroquia.
(10) Documento catalogado en A.H.D.T. con Signatura 1434, Doc 13 y título “Expediente de la priora del Convento de
Agustinas Recoletas del Realejo, solicitando permiso para dos criadas debido a
la edad y poca salud de religiosas”
(11) El documento nos ofrece esta valiosa información; en 1821 sólo quedaban en
el Convento seis religiosas. Hacia 1845, por referencias de su última moradora,
quedaban cuatro y en 1861una única religiosa.
(12) La Madre Juana del Sacramento y Ponte falleció a los 84 años, el día de la
Ascensión de 1846, según declaró la autora de esta misiva ante el Vicario
Capitular de la Diócesis en 1849, en Siverio Pérez, José, Op Cit p132.
(13) En 1821 fecha de la carta, la Priora Alvarez de Castro tenía sólo 47años.
Dudamos de las graves enfermedades que según ella padecía. Probablemente como
dijo:“no estaba acostumbrada ni criada
con estos servicios” pues procedía de sectores sociales privilegiados,
al igual que la Madre Juana del Sacramento y Ponte de 59 años.
(14) Este obispo ilustrado rigió la Diócesis Canariense entre 1796 y 1816, en
Hernández González, Manuel Op. Cit.
(15) Algunas estancias del Convento se habilitaron como dependencias
municipales.
(16) Murray, Elisabeth en Recuerdos de
Tenerife, pp 169-170.
(17) Inscrita en el Libro 7º de
Difuntos de la Parroquia de Ntra. Sra de la Concepción del Realejo Bajo...“
BRUNO
JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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