Declarado
Monumento Histórico Nacional el 2 de Febrero del año 1983. Muchos han sido los
autores que durante siglos han sostenido que esta Parroquia fue la primera en
fundarse en la Isla de Tenerife tras darse por finalizada la etapa bélica de la
conquista, lo cierto es que teniendo en cuenta la mentalidad de la época y los
motivos que hicieron posible la empresa conquistadora, no sería extraño que
Alonso Fernández de Lugo y su comitiva decidieran edificar un templo a Santiago
Apóstol como muestra de agradecimiento. Además, avala esta idea la
participación en este proceso conquistador de grancanarios del actual municipio
de Gáldar, población que desde sus orígenes, estuvo bajo la protección del
mencionado santo y que, establecidos en esta comarca de Taoro, se afanaron,
inmediatamente, en la puesta en marcha del negocio de la caña de azúcar. Es por
ello, que la idea de Iglesia que surge a raíz del mencionado suceso, no se
puede entender desde un concepto meramente físico, por el contrario hay que
entenderla desde un aspecto catequético y evangelizador que desembocara en la
erección del primitivo Templo del Apóstol Santiago. Aquel 25 de Julio de 1496 se
llevó a cabo el bautismo de los nueve menceyes guanches que recibieron nombres
cristianos, pasando a constituir una muy básica comunidad que exigiría, como
tal, de un lugar para poder celebrar su nueva fe. Por ello, Santiago del
Realejo, tiene que ser entendido como una comunidad básica que más tarde
pasaría, según lo dispuesto en las Visitas Sinodales a ser considerada
definitivamente como parroquia en 1498.
Aunque
el primer libro de fábricas lamentablemente desapareció en el siglo XVII, se
cree que en fechas inmediatas a la conquista ya debió de existir un lugar
físico destinado al Culto Divino ya que en 1542, las Sinodales del obispo Don
Diego de Muros mencionan la donación de tierras a la iglesia de “…Santiago del Realejo de arriba” pasando a ser el primer
beneficio de la comarca de Taoro y, encontrándose bajo su jurisdicción los
embriones de las comunidades parroquiales de Nuestra Señora de la Concepción de
La Orotava, elevada a categoría de parroquia en 1516, de San Marcos Evangelista
de Icod de Los Vinos, en 1515, San Pedro de Daute en Garachico, en 1515, Santa
Úrsula e Adeje, en 1573, San Pedro de Vilaflor, convertida en parroquia en
1530, y Nuestra Señora de la Concepción del Realejo Bajo, en 1533.
Por
todo ello es lógico pensar que en 1496 se erige un sencillo recinto sacro
cubierto de un sencillo techo pajizo, lo que hace del Apóstol Santiago, el
primer templo cristiano de la Isla de Tenerife. Las obras para adecentar la
fábrica serían prácticamente inmediatas, prolongándose a lo largo del siglo XVI.
Como muestra de la calidad que debió tener aquella primera fábrica es la
factura de la que fuera portada principal del Templo, labrada en 1570 por Juan
Benítez, que actualmente da acceso al templo por la cara norte, la conocida
como “portada jacobea”, estudiada ampliamente en el artículo titulado "Las
portadas jacobeas del Beneficio de Taoro, en la isla de Tenerife" por
Lorenzo Santana Rodríguez.
En
referencia al interior del templo, el inventario redactado en 1591 nos dice que
existían tres altares principales, el mayor, en el que recibía culto la
primitiva imagen del Apóstol Santiago, en su versión de peregrino; la de San
Benito y San Antonio de Padua. En lugar destacado se hallaba la primitiva
imagen de Ntra. Sra. de Los Remedios. Se citan también una imagen de San
Sebastián mártir, y otra de San Miguel Arcángel que muy posiblemente sean las
que aún hoy se conservan recibiendo culto en el Retablo de Ánimas. Pinturas, y
numerosas piezas de orfebrería completaban un patrimonio que ya por aquel
entonces era considerable. Contaba ya el templo con su coro de madera, su
órgano y su púlpito. Sin embargo la aportación más importante al patrimonio
parroquial sería el conjunto de pinturas que recogía la vida del Apóstol
Santiago y que presidía el presbiterio. De ellas subsisten apenas una parte que
se conservan en la actual capilla de los Remedios. Hasta épocas muy recientes
se venía atribuyendo la autoría de estas tablas a la Escuela pictórica de
Amberes, pero investigaciones más recientes las asocian al arte del Maestro de
Delf, pintor holandés que se encontraba activo hasta principios del siglo XVI.
La construcción del templo tal y como se conserva hoy en día se
prolongó en el tiempo hasta el siglo XVII, pues el edificio del XVI presentaba
un estado ruinoso al inicio de aquel siglo. Así, en 1604, el mismo maestro que
había fabricado la primera portada de cantería en 1570, es encargado de
desmontar la que pasó a llamarse “Yglesia
vieja” y levantar la nueva, aprovechando algunos materiales de la
capilla mayor, pero consolidando y ampliando su única nave y abriendo capillas
a ambos lados del crucero. La piedra sería extraída de las canteras de Tigaiga,
mientras la teja se fabricó en el “Realejo en el heredamiento”.
En 1610
aparece ya configurada la nave del Evangelio, o del lado norte, presidida por
la capilla de Nuestra Señora del Rosario, actual capilla de Los Remedios. Como
puerta de acceso a esta nave, se coloca la que hasta entonces había sido puerta
principal del Templo.
Por su
parte, la nave del lado sur, o de la Epístola, tiene su origen en 1626, siendo
Beneficiado y mayordomo el Licenciado Llanos, y estando encargado de la obra
Manuel Perdomo, cantero de origen portugués que, tras derribar la
correspondiente pared exterior, edificó la nueva nave con piedra de las
canteras de Acentejo. Todas estas obras, obligaron a que en 1667 se tuviera que
reedificar el presbiterio, desapareciendo así los restos de la “iglesia vieja”.
Para
fabricar las cubiertas se contó con maderas de Tigaiga, dándose mayor
importancia a la capilla mayor, la cual fue concebida con una “armadura organizada
en ocho faldones y cubierta de lacería, con un alargado almizate del que penden
sendos pinjantes”. El dorado y policromía que la decoran fueron obra del maestro
Andrés Gómez. Las cubiertas de las capillas laterales fueron concebidas a
semejanza de la central, pero con una mayor sencillez. En cuanto a las que
cubren las naves presentan forma de artesa invertida; “la central, de par y
nudillos, y las laterales, de parhilera con motivos decorativos que se repiten
en los tierantes".
En lo
que a la torre respecta, esta fue realizada en 1774, siendo mayordomo Pedro
González Regalado, quien sustituyó el campanario que ocupaba el mismo lugar, al
lado izquierdo de la fachada. Su chapitel, cubierto con escamas de cerámica, ha
hecho de la torre un elemento característico del paisaje de Los Realejos,
elemento que, tras la restauración a que fue sometida durante los años 2005 -
2006, recuperó, quizás de forma poco acertada, su aspecto original, perdiendo es
sabor que le daba el color que había ido adquiriendo con tantos y tantos
inviernos sobre sus muros. Por lo tanto, al finalizar el siglo XVIII, la
iglesia ya presentaba la configuración actual, con las características propias
de los templos canarios: tres naves de igual altura, rematadas por sendas
capillas, y cubiertas por armaduras de tradición mudéjar.
El
siglo XX trajo consigo importantes modificaciones al interior del templo. Así,
en 1922 hubo de sustituirse el total de la cantería de los arcos y columnas ya
que en algunos lugares, la mala calidad de la piedra utilizada en la fábrica,
había originado graves deterioros poniendo en peligro la conservación del
conjunto. Se colocaron arcos y columnas de hormigón, introduciéndose el uso del
capitel de gusto jónico.
Ya, en
la década de los sesenta del pasado siglo XX, se procedió a añadir un nuevo
cuerpo al edificio. Siguiendo la dirección de las naves hacia el poniente, se
añadieron dos capillas laterales, de igual tamaño que las dos naves, mientras
en el centro, se añadió una tercera capilla, de mayor altura que la nave
central. Estas obras ocasionaron la pérdida de dos importantes elementos
muebles. Por un lado el coro, conjunto lineo que presentaba una serie de
pinturas de arquitecturas fingidas, y una gran puerta por la que se accedía a
su interior, lugar en que se encontraba la sillería labrada en madera de
barbusano. En un segundo cuerpo, se hallaba un órgano del siglo XVII.
Como hemos visto el
siglo XVII trajo consigo grandes obras en el conjunto del edificio, hechos que
motivaron el surgimiento de diferentes iniciativas encaminadas a mejorar la
decoración interior. En 1630, el beneficiado Bernabé González Llanos acomete
las primeras obras en la entonces capilla de Ntra. Sra. del Socorro, hoy
capilla del Nazareno. Hacia 1669, Francisco Yánez Barroso costeó el Retablo de
las Ánimas el cual debió de constar únicamente del lienzo principal, obra que
está considerada una de las mayor antigüedad de los que en su género se
conservan en Canarias, así como un claro exponente de las ideas
contrarreformistas.
En 1776
Don Pedro González Regalado había comprado madera con la finalidad de modificar
dicho retablo. En 1757 se abona al imaginero Sebastián Fernández Méndez “el
joven”, quien aunque tenía su taller en el entonces Puerto de Santa Cruz,
actual capital de la Isla, pertenecía a una saga de artistas que desde el siglo
XVII habían mantenido relaciones artísticas y familiares con Los Realejos; la
cantidad de 480 reales por la imagen de San Pedro Papa, obra que pasaría a
ocupar la nueva hornacina central. A ambos lados de San Pedro, se colocaron las
imágenes de San Sebastián y San Miguel Arcángel, piezas que ya aparecen
mencionadas en el inventario de 1591. Antonio Álvarez merece un lugar de
importancia en la historia artística de Los Realejos. Retablista de calidad
comienza a trabajar para los diferentes templos realejeros por la década de los
sesenta del siglo XVII. En 1678 efectúa el Retablo de la Misericordia para la
parroquia. Su estructura se adapta a la necesidad de colocar en el nicho
central la escena de "El Calvario", dándosele mayor amplitud que a
los dos laterales.
En la
actualidad reciben culto en este retablo las imágenes del Cristo, pieza llegada
desde la iglesia de San Francisco de la Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria,
en cuya capilla de "El Calvario" recibiera culto hasta la
desamortización del siglo XIX. Fue por iniciativa del lagunero Don Manuel
Fragoso, al solicitar al entonces obispo de la Diócesis Canariense Monseñor
Judas Tadeo José Romo y Gambora, le fuera entregada dicha imagen para poder
ponerla al culto en nuestro templo parroquial. Así fue, en 1846 llegaba el
Cristo a Los Realejos.
Acompañan
al Cristo en las hornacinas central las imágenes de San Juan Evangelista y de
la Dolorosa, pieza, esta última, que recibiera originalmente culto en el
desaparecido convento agustino de San Juan Bautista de esta localidad de Los
Realejos. Tras la desamortización esta pieza había quedado en depósito, con
todo su ajuar, en casa de Don José Álbelo Ramírez hecho que fue aprovechado en
1849 por los beneficiados Don Antonio Santos Barrios y Don Domingo Chávez para
solicitar a la autoridad eclesiástica que les fuera entregada dicha imagen. Ese
mismo año, la pieza pasó a engrosar el patrimonio del templo del Apóstol
Santiago.
En las
otras dos hornacinas laterales reciben culto una Santa Verónica que puede haber
sido la Soledad que adquiriera en 1769 don Agustín García de Chaves y una Santa
María Magdalena de principios del siglo XX.
La
parte baja de este Retablo de la Misericordia ha sido adaptada recientemente
para albergar la Imagen del Señor Difunto, con su urna dorada. El Cristo debió
de ser un antiguo crucificado del tipo de los articulados tan comunes en
nuestros templos y que eran utilizados para las representaciones del
descendimiento en la tarde del Viernes Santo. En 1767, la cofradía de
Misericordia construyó una capilla con camarín y retablo para colocarlo. Esta
se encontraba frente a la fachada principal de la parroquia y fue demolida para
pasar la carretera que conduce al barrió de Icod el Alto a mediados del pasado
siglo XX. El retablo fue montado en la antigua capilla del socorro y más tarde
nuevamente desmontado desapareciendo definitivamente.
La parroquia se volcó para logar un retablo
mayor digno. En 1680, Diego Díaz de Armas y Francisco Acosta Granadilla,
finalizaban los trabajos de tallado de la madera de viñátigo y pinabete. A
ellos se unió la labor de dorado y policromada llevada a cabo por tres
artífices de importancia como fueron María de Puga, Andrés Gómez y el agustino
fray Miguel Lorenzo. En cuanto a los imágenes que reciben hoy día culto en el
retablo mayor decir que el Santiago procede de uno de los conventos de la
vecina localidad del Puerto de la Cruz y que, aunque muy posiblemente fue una pieza
de vestir que representara a Santiago Peregrino, hoy en día, y tras los
trabajos de remodelación realizados en la década de los años 20 del siglo
pasado en los talleres que la familia Perdigón tenían en La Orotava, se nos
presenta al apóstol montando en caballo blanco, y sosteniendo en su mano
izquierda un estandarte y en la derecha una espada de plata.
Destinado
a coronar el Manifestador para el Santísimo Sacramento que a principios del XIX
se manda a construir, se adquiere la imagen de un Cristo, de tamaño académico,
menor del natural, obra del insigne imaginero grancanario José Luján Pérez. Hoy
en día, esta pieza se halla, fuera de culto, en una de las sacristías de la
parroquia.
En la
otra hornacina se expone la imagen de San Isidro Labrador obra que data de
1676, y que está considerada la primera representación iconográfica de este
santo madrileño que se conserva en la isla de Tenerife. En honor a él, y por su
calidad de protector de los agricultores de la comarca, se celebra cada año, el
último domingo del mes de Mayo, la Romería Regional de San Isidro Labrador.
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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