Histórica
fotografía, que a muchos nos llama la atención, referente a la visita que hemos
realizado a lo largo del tiempo a la capital de la isla Bonita, Santa Cruz de
La Palma. La vemos sin la construcción aún de la avenida marítima con su playa
en el frente y sus balcones románticos, gloria de las visitas de muchos en el
tiempo.
Admirados
en sus libros por los distintos viajeros que visitaron la isla en el siglo XIX,
pintados a plumilla, al óleo y a la acuarela por artistas locales y
fotografiados por toda clase de profesionales y retratistas amateurs, los
balcones de madera de la avenida Marítima constituyen el mejor conjunto de
saledizos conservado en Canarias. Su peculiaridad viene dada, generalmente, por
las distintas tipologías de balcón que se reúnen en tan corto espacio, y, de
manera especial, por la cantidad y calidad de los llamados balcones
dobles, de influencia lusitana, que recuerdan las adufas portuguesas. Se trata, en realidad, de
un recurso ideado para la ventilación de las viviendas de dos o más plantas de
la calle principal (calles O’Daly y Pérez de Brito) por su parte trasera, el
lado de la marina o naciente, desde donde los moradores gozaban de la acción de
los vientos alisios inferiores, frescos y húmedos, de dirección norte o
noreste. Muchos de ellos cuentan en los extremos con un tablero de cubrición
donde se alojaban los escusados o retretes, cuyas aguas fecales caían a la
calle para desembocar en la orilla del
mar.
BRUNO
JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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