sábado, 22 de julio de 2017

CONSTRUCCIÓN DEL SANTUARIO DE NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN DE LOS REALEJOS DESPUÉS DEL INCENDIO



Según la revista digital “LOS REALEJOS A TRAVÉS DEL TIEMPO”: “…Levantado sobre el solar del convento de monjas agustinas de San Andrés y Santa Mónica en el Realejo Bajo, tras haber desaparecido en un terrible incendio que lo destruyó por completo en 1952, este edificio fue proyectado por Tomás Machado en 1954, quedando abierto al culto en 1965.
Posee planta de salón con ábside en la cabecera, adosándose el frontispicio al cuerpo de la iglesia, conformando un vestíbulo en la holgura que los separa. Se accede a la nave a través de un pequeño graderío, apreciándose una galería a doble altura, que sugieren la idea de un templo de tres naves, si bien se trata de simples pasillos laterales. Al cabo de la nave principal, un gran arco de medio punto enmarca el presbiterio concebido a dos niveles. En el primero de ellos se encuentra el altar mayor; en el segundo, el nicho de la Virgen. La cubierta, ejecutada en yeso, imita las mudéjares de par y nudillo, con tirantes y en forma de artesa.
De líneas clásicas en su exterior donde se incorpora la portada realizada por Diego de Miranda para el antiguo convento, su interior se diseña siguiendo un esquema de amplio espacio libre, que sólo se ve interrumpido por la prolongación del coro en una galería superior, mientras en la parte inferior se presenta a manera de arcada. La imagen titular, Nuestra Señora del Carmen, es obra atribuida al escultor genovés Antón Maria Maragliano (1726), destacando sobremanera el bello rostro y la talla del Divino Infante.
La pronta aceptación devocional de los habitantes de la comarca a esta efigie, ha conllevado que la consideren Patrona del Valle de la Orotava. Además, el edificio conserva otras obras procedentes de las fundaciones agustinas de la localidad, como la talla de San Andrés, obra del imaginero Lázaro González de Ocampo (c.1706), San Agustín, salida del taller de Rodríguez de la Oliva (siglo XVIII), el Señor del Huerto (siglo XVIII) o el magnífico Cristo de marfil llegado de Madrid en 1701…”

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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