Fotografía referente al monumento alzado por sus añejos y queridos vecinos
de San Nicolás, Piedra Redonda y Cruz de los Martillos en el centro del Valle
de La Orotava, en homenaje de solidaridad, cariño y agradecimiento a doña Lola
Barroso.
San Nicolás – Los Martillos es el lugar fronterizo entre el Puerto de la
Cruz y La Orotava, franqueados por los Barrancos Tafuriaste y las Carretas.
Sus vecinos lo componen dos núcleos de población diferenciados entre Los
Martillo en la parte de La Orotava y San Nicolás en la parte del Puerto de la
Cruz.
Al estar enclavada en una zona totalmente agrícola la mayoría de sus
habitantes hasta hace apenas treinta años, trabajaba en este sector, siendo a
partir de esa fecha con la llegada del turismo cuando se inician otros trabajos
de servicios, como carpintería, albañilería, hostelería entre otros.
El nombre de San Nicolás irrumpió fuerte en el valle en los años cincuenta
con el alumbramiento de la galería de agua del mismo nombre situada en el
Barranco de la Carretas, en la zona conocida como la Majada.
También San Nicolás a diferencia de otros Barrios cercanos de La Orotava
tenía escuela para niñas, y en el Durazno para niños.
El teléfono, un artilugio muy necesario en ese tiempo se instaló en dicho
barrio siendo de los primeros de la zona baja de La Orotava. Asimismo siempre
ha existido venta de comestibles y bar, sirviendo de reunión de chicos y mayores,
también la cartelera del cine La Vera llegaba hasta el barrio, lo cual aparte
de anunciar las películas, era una novedad para los vecinos, acostumbrados a
una rutina diaria de muchos trabajos.
Todo esto terminó con la ampliación de la autopista, el polígono
industrial, (hoy flamante comercial….), donde desaparecieron todas las casas
antiguas del barrio en su mayoría de La Orotava, quedando en pies dos flamantes
casonas con capillas probablemente del siglo XVII una de ella reconvertida en
restaurante.
Actualmente esta zona ha tenido una expansión muy grande tanto la parte del
Puerto de la Cruz, con la urbanización San Nicolás, como la zona de La Orotava
con el parque Temático Pueblo Chico, y la zona industrial de San Jerónimo. Los
vecinos que en su momento residieron en esa zona le rindieron un homenaje a
algunas personas trabajando muchas veces en unas condiciones muy precarias, con
su generosidad y en tiempos de escasez y de penuria fueron capaces de luchar
por la causa gusta para que sus hijos estudiaran o aprendieran un oficio.
Estos hijos han formado una comisión para agradecer el esfuerzo de muchas
madres y lo han querido plasmar en la figura del matrimonio Barroso, en
especial a doña Lola Barroso por su dedicación totalmente humanitaria. ¿Por qué
una mano?, podría haber sido una escultura, un busto, una losa, los vecinos
pensaron que en esa mano están representadas todas las dificultades de muchas
madres que tenían que tener mucha generosidad para aguantar el peso que suponía
en ese tiempo una familia, normalmente con muchos hijos, falta de alimentos,
enfermedades, siempre con gente mayor en sus casas dado que no existían
geriátricos, y los abuelos vivían también en las casas y al vivir la mayoría en
fincas, tener que cuidar también a los animales, al mismo tiempo ejercer de
padres, por tener muchas a sus maridos fuera, llámese emigración, o tener
trabajos muy esclavizados donde prácticamente no estaban en la casa. Los
vecinos de San Nicolás han tenido la suerte de contar con un terreno en
la misma entrada a la Orotava, gracias al ayuntamiento de la Villa, y a la
cesión que ha hecho el Cabildo ya que es propiedad de este estamento.
Se creó una zona bonita, con plaza a la que le denominaron “Entre pueblos”,
y un pequeño parque que se inauguró el día cinco de diciembre del 2004.
Presidiendo todo este solar una mano agradecida, como homenaje a todas estas
mujeres y en especial a esta Villera Ilustres doña Lola Barroso. A título
anecdótico se relata que en el lugar falleció el primer agente de tráfico de
Tenerife, el cariño de doña Lola Barroso fue tan licencioso como lo fue en toda
su vida, colocar una Cruz en homenaje al agente y asediarla de flores en su
memoria.
En las páginas del matutino El Día fechado el 28 de noviembre 2006,
víspera de las festividades de San Andrés y el correr de los cacharros, mi
amigo ANDRÉS CHAVES DE SOTOMAYOR, vecino de infancia de ese lugar que pernoctó
doña Lola, dedica un pequeño y simpático escrito con su pluma en Superconfidencial: “…Lola Barroso, una
mano enorme, al lado de la autopista del norte, a la altura de San Nicolás, La
Orotava, recuerda a Lola Barroso. Los poetas nunca la cantaron. Puede que en
aquellos años todos los poetas estuvieran muertos. Los vecinos la recuerdan
como una mujer que siempre dio a los demás todo lo que tenía. Lola ayudaba a
los necesitados, inyectaba a los enfermos la penicilina que el médico recetaba,
ejercía de alcaldesa pedánea de la solidaridad en un caserío que tenía ermitas
con pinturas del siglo XVII, santos que te miraban fijamente y barrancos
arenosos o empedrados, daba igual, en cuyos fondos los niños jugábamos al
fútbol. La mano santa y blanca de Lola quedó inmortalizada, al borde de la
carretera, a la entrada de lo que hoy le dicen Pueblo Chico. El ocho de
diciembre próximo, allí, en ese pueblo pequeño de réplicas y de monumentos en
miniatura, los vecinos y los que tanto recibieron de Lola se quieren reunir
para festejar sus recuerdos, que es una acción saludable y limpia. Mi buen
amigo Máximo lleva la batuta de este nuevo homenaje, que estoy seguro caerá
bien en el Valle. Yo jugaba, los veranos, con los niños de San Nicolás; con
ellos bajaba a los barrancos y con ellos abríamos las puertas de las ermitas
para ver la seriedad de los santos y los resplandores de luz que penetraban por
los ventanillos rotos. En la cercana lejanía estaba Lola, visitando a un
enfermo, curando sus heridas o rezando por él. Todas las dimensiones se alteran
con el paso del tiempo. Entonces mi pequeño mundo me parecía enorme; el otro
día fui a San Nicolás y a La Vizcaína y recorrí las distancias de dos zancadas;
incluso llegué a La Boruga, que era donde paraba la guagua, creo que bajo la
fronda de un eucalipto. Entiendo que esos paisajes todavía provoquen nostalgias
en todos los amigos de antañazo. Toqué la mano de Lola Barroso, tan grande como
su amor por los demás. Y recordé a Chicho y a todos aquellos que pululaban por
los alrededores. Mi primo Pedro Ascanio tiene que ver con el homenaje. Porque,
a pesar de sus boutade, tiene tanto corazón como ella. Pero le gusta
disimular…”
El amigo de la Villa de La Orotava; CARMELO SANTANA MACHADO, remitió
entonces (05/12/2013) estas notas: “…Felicidades don Bruno por recordarme a
esta madre de todos los que fuimos vecinos de ella que la veíamos todos los
días y nos visitaba a casi todos cuando salía aponer una inyección ,todo el
mundo que la veía entra LOLA toma te el café y seguía y la volvían a llamar eso
era de un barrio que éramos como familia todos y LOLA te pasaba la mano y ya se
te olvidaba todo, LOLA Barroso donde quieras que estés en el cielo te seguimos
recordando y queriendo ,siempre que paso por la ultima casa en la que vivió
enfrente de PUEBLO CHICO me acuerdo de LOLA como la llamábamos, gracias a todos
por ese homenaje a MAXIMO MI PRIMO, A LOPEZ, JOSÉ MANUEL, JUAN CARLOS,
JUANITO EL DE ELACRIO, toda esas gentes que puso su tiempo para hacer lo que
hicieron ahí en mi barrio los MARTILLOS, ya ninguno vivimos ahí pero es nuestro
barrio y el de LOLA BARROSO…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
Muchas gracias D. Bruno por esta aportación.
ResponderEliminarHemos enlazado esta entrada en una publicación del grupo Amigos de la provincia de Santa Cruz de Tenerife para complementar la respuesta a una publicación de una fotografía del lugar:
Fotografía publicada en el grupo