Fotografía referente a la despedida al hermano Teodosio en el
Aeropuerto de Los Rodeos, por parte de antiguos alumnos Lasalianos de la Villa:
Domingo Luis Estrada, Modesto Torrents, Casimiro González, Manuel Vivas y
Isabelino Martín.
¡En remembranza a mi estimado padre Juan Álvarez Díaz y a todos
sus compañeros de la Salle
villera, que descansan en el paraíso infinito ¡
Los antiguos alumnos de la recordada y desaparecida congregación
de La Salle en La Orotava, anhelante de acentuar los anales de su paso por la Villa, de la tan alabada
querida Congregación cristiana de pensamiento liberal y estilo progresista,
ofrecieron un merecido homenaje a tal institución. Y hablando de la enseñanza
villera, el hecho más llamativo, según el Catedrático Juan J. Martínez Sánchez
es el relativo a los centros privados de La Orotava de principios de siglo, el cierre del
Colegio Taoro, en 1902. Este Colegio se
fundó en 1895 con el apoyo y protección de las gentes acomodadas de la Villa. La Corporación
municipal colaboró en la creación y sostenimiento del Colegio facilitándole el
local destinado a escuelas públicas en la planta baja del Ayuntamiento y
dándole una subvención anual de mil pesetas. Pasados los primeros años de
euforia el Centro decae gravemente. El Alcalde intenta ayudar a su salvación,
dirigiéndose al Ministerio de Instrucción Pública en demanda de ayuda, pero no
se consigue nada y en Junio de 1.902 los dirigentes del Colegio presentan a la Corporación Municipal
las bases indispensables para que pueda seguir funcionando: continuar
utilizando los locales de toda la planta baja del Ayuntamiento y mantener la
subvención de las mil pesetas anuales. Las condiciones no son aceptadas en su
totalidad. Se le cederá sólo el local que mira al Naciente y quinientas pesetas
de subvención, con la obligación del Colegio de dar clases de adultos
gratuitas. Ante esta situación el Director del Centro, D. Manuel Cabrera envía
escrito al Alcalde comunicándole el cierre del Colegio a partir de Octubre de
1.902.
No podía permanecer La Orotava sin una institución escolar de tipo
elitista. La minoría culta orotavense lleva hasta Irlanda la noticia de las
inquietudes culturales de sus conciudadanos.
Juan Stirling, desde el citado país, se dirige al Alcalde de La Orotava para exponerle que
una congregación religiosa, establecida en Irlanda, desea instalar una escuela
de varones en La Villa;
ruega se le exponga la filantrópica idea a la Corporación, pues la
congregación desea contar con la verdadera opinión del pueblo al respecto, ya
que "dadas las actuales circunstancias, pudiera este traslado dar origen a
comentarios"; el inmenso adelanto moral e intelectual que este
establecimiento docente proporcionaría a La Villa, no necesita ponerse de relieve. La orden
religiosa ya tiene establecida otra casa en la Península. La
anterior carta fue el primer contacto que el Sr. Stirling realizó como
intermediario entre la
Congregación y el Ayuntamiento de La Orotava. El reverendo
R.M. Ryan, director de la comunidad de religioso de los Hermanos de las
Escuelas Cristianas, que reside en Eufield(Irlanda) muestra cierta reservas al
establecimiento en la Villa,
ante la posibilidad de que una Ley de Asociaciones, cuyo proyecto está en las
Cortes españolas, se apruebe y sean expulsados de España, recién instalados.
Pero el Alcalde de La Orotava
disipa sus dudas: es muy difícil que tal Ley sea aprobada y más con el actual
gobierno, opuesto a la misma (según Martínez Sánchez en 1.907 gobierna en
España el conservador Maura), sigue diciendo el Alcalde, los hermanos serían
acogidos con aplauso de todo el pueblo; y si renunciaran por otras causas, le
quedaría agradecido que hiciere gestiones ante otra Orden religiosa porque hace
falta en el pueblo un centro de educación de principios generales.
Aceptaron los Hermanos venir a la Villa y se formó una
comisión (Noviembre de 1.907) encargada de poner en funcionamiento el nuevo
Colegio de los Hermanos de las Escuelas Cristianas. Dicha Comisión estaba
presidida por Don Luís Llarena y Monteverde, Don Manuel Martín (párroco de La Concepción), Don
Serafín Celorrio (párroco de San Juan), Don Fernando Méndez, Don Juan Cullen
(por el Casino Orotava), Don Ismael Guardia (Liceo Taoro), Don Lorenzo Machado
(padre de familia) y Don Juan Stirling (el mediador). En el año 1.908 la Comisión desarrolla una
actividad inusitada y el nuevo Colegio "San Isidro" está a punto para
comenzar sus tareas el 1 de Enero de 1.909, en un edificio de la Calle de La Hoya nº 13(hoy Hermano
Apolinar).
La Comisión había conseguido del Ayuntamiento una subvención de cien
pesetas mensuales para un profesor que instruyera a cincuenta niños pobres,
pertenecientes a las clases menesterosas; también se consignan en los
presupuestos municipales ochocientas veinte y siete pesetas para mobiliario y
otro material. La apertura del Colegio San Isidro tiene lugar oficialmente el
domingo 17 de Enero de 1.909. Se rodea el acto de gran beato religioso: a las
diez de la mañana misa solemne en La Concepción; posteriormente bendición de la imagen
de San Isidro, patrono del Colegio; a continuación procesión desde la Iglesia hasta el oratorio
del Colegio; inauguración del mismo. Iniciada la actividad docente, el número
de alumnos que asisten al Colegio en el primer curso regular (1.909-10) es de
setenta y cuatro. El Ayuntamiento está presto a atender cualquier petición del
nuevo centro: en ese primer curso de funcionamiento, el presidente de la Junta del Colegio (Tomás
Salazar) pide a la
Corporación material escolar para un aula nueva que desean
abrir y el mismo día se acuerda, por el Ayuntamiento, que se le faciliten los
utensilios pedidos; el Hermano Apolinar pide, como donativo, ayuda para montar
un laboratorio de química y se le conceden de inmediato 250 pesetas. Sería el
desbordado optimismo por el éxito del Colegio San Isidro la causa de que el
eminente médico de La
Orotava Don Tomás Zerolo tomase la iniciativa para la
creación, en el pueblo, de un nuevo centro modélico: una GRAN ESCUELA. El año
1.916 marca un hito en la historia escolar de La Orotava. Muere Don
Nicandro González Borges, hombre potentado de La Villa, y se conoce su
testamento. En el mismo queda constancia del legado que hace al pueblo del
edificio que se construye en la Plaza Franchi Alfaro, de la finca Viña de los
Frailes(5 Has. 77 a.
11 cas.), de ochenta pipas diarias de agua del Heredamiento de La Orotava, de un día o dula
de la misma, que representa otras ochenta pipas; en metálico deja la cantidad
necesaria para terminar la construcción del citado edificio-colegio y para
dotarlo del mobiliario preciso; para los gastos de funcionamiento del colegio
patrocinado deja gravada la finca de Los Orovales del Puerto de La Cruz(6 Has. 97 as. 9 cas.) y
dos días de agua o dulas; equivalente a ciento sesenta pipas.
Para la representación y administración del citado legado se
instituye una Junta Patronal compuesta de cinco miembros, a la cual concede el
fundador completa libertad para determinar la clase y grados de enseñanza en el
Colegio a fundar (con la sola condición de que se den clases diarias teórico
prácticas de agricultura); si la enseñanza ha de ser remunerada, gratuita o
mixta; etc. La finalidad de la fundación es la educación de los jóvenes
inspirada en los principios de la Religión Cristiana y la enseñanza de la
agricultura, en el orden práctico. La fundación habría de quedar establecida
bajo el patrocinio y advocación de San Isidro Labrador. Y se da el caso
doloroso de que la
Fundación Nicandro González, que vino a romper "el
anquillosado bloque egoísta de gente potentado", no funciona conforme a
las normas que inspiraron su creación.
El testamento impone como condición ineludible "organizar una clase teórica y práctica
de agricultura" y el Patronato ha desvirtuado el espíritu constitucional,
pues no sólo ha encarecido el precio de las matrículas, convirtiendo el Colegio
en algo inaccesible a las gentes modestas, sino que ha arrendado las huertas y
suprimido las clases de agricultura. Pasados los años republicanos y los de la Guerra Civil, en el
año 1.941, surge y circula por La
Orotava la noticia de que los hermanos de las escuelas
Cristianas se marchan del pueblo, de que el Colegio de San Isidro cierra sus
puertas. Parte del vencidario se moviliza y en poco más de dos días se recogen
más de setecientas firmas, rubricando un escrito en el que dicen, entre otras
cosas: "Recurrimos a la
Corporación para que intervenga y no se lleve a efecto la
desaparición del Colegio, en el que se han desarrollado las Ciencias, las
Letras y las Artes. Los Hermanos de las Escuelas Cristianas han sabido forjar a
nuevas generaciones en el amor al trabajo y al estudio, poniendo el mayor
cuidado en instruir deleitando el espíritu en las diversas doctrinas de nuestro
Redentor que dignifica las almas. El Hermano Guillermo Félix escribe una carta
al Alcalde de la Villa
en la que dice: Nuestra Comunidad de La Orotava y toda la Congregación quedan
agradecidas por el afecto y consideración de que han sido objeto en ese pueblo.
No se borrará de la memoria de los hermanos el sacrificio de los orotavenses
para impedir el cese de nuestra Congregación al frente del Colegio; pero no
siendo sólo cuestiones económicas las que nos fuerzan a dejar una obra
emprendida con tanto cariño durante treinta y dos años, sino diversas causas de
diversas índole, los superiores se ven obligados a mantener su resolución de
alejarse de La Orotava.
Más si pasado el tiempo desaparecieran esas dificultades a
tan dolorosa resolución, gustosísimo volveríamos a este hermoso Valle.
En el mes de abril del año 1.956, publicaba el desaparecido
“Canarias” de La Orotava,
el homenaje que los ex-alumnos dedicaron al Hermano Teodosio, de la Congregación de las
Escuelas Cristianas y antiguo profesor del colegio de San Isidro de La Orotava. Primeramente
los ex-alumnos, con el homenajeado e invitados, asistieron a una misa en la
iglesia de Santo Domingo de La Orotava. Seguidamente en el salón de actos del
Ayuntamiento le fue entregado un artístico pergamino, obra del artista Don
Emilio Luís Pérez Delgado, con la firma de todos sus alumnos pronunciando unas
palabras en este acto, el entonces Alcalde de la Villa Don José Estévez
Méndez, a las que contestó el Hermano Teodosio: Mis queridos y apreciados
antiguos alumnos. Bien sabéis vosotros que los Hermanos de las Escuelas
Cristiana no ambicionamos honores, gloria ni nombradía; nada de incienso sino
más bien trabajo y sencillez; bien patente está ante vosotros, mis queridos
antiguos alumnos y amigos todos de esta ilustre Villa de La Orotava, nuestra manera de
proceder. Pero pensando en el dicho de la Sagrada Escritura
“no a nosotros, Señor sino a Ti sea dada la gloria”, os diré que no a mí sino a
la Congregación
y a San Juan Bautista de la
Salle sea tributado este honor y este homenaje. En nombre,
pues de la Congregación
de Hermanos de las Escuelas Cristianas os doy infinita gracias. Con muchos de
vosotros trabajé, os inculqué las máximas del Santo Evangelio, os encaminé por
el sendero de la ciencia, de la virtud, del deber y de la honradez. Todo ello
os induce ahora a recordar a los Hermanos de aquellos tiempos en que erais
niños y al encontrarme casi solo, sólo de mi os habéis acordado en este acto
simpatía, de recordación y de gratitud hacia mi amada Congregación. ¡Pocos años
estuve entre vosotros: sólo seis y algunos meses; pero de ellos, cuantos
recuerdos, detalles y mociones acuden a mi memoria..¡Entre todos vayan mis
palabras de recordación para vuestros queridos padres, muchos de los cuales
habrán pasado ya a mejor vida y estarán ya gozando de la vista del Señor. Un
recuerdo también para aquellos Hermanos que como el Hermano Apolinar dejó
imborrables huellas de su talento y de su virtud, al que hace pocos años
tributasteis el insigne honor de dar su nombre a una de vuestras calles, honor
que no olvidará nunca mi amada Congregación.
Un recuerdo para los Hermanos Directores que en esos mismos años
de mi estancia en esta recordada Villa dirigieron el colegio de San Isidro, los
Hermanos Dionisio y Andrés. Sin duda que también os será muy grato oír los
nombres del Santo Hermano Cirilo, artista, filosofo y músico del colegio en los
años de 1.909-1.933, así como de aquel jovial Hermano Pablo que ejercía el
cargo de ecónomo y acabó su peregrinación en esta tierra en la Ciudad de Santa Cruz el año
1.921; y en fin de los Hermanos Eugenio, Salustiano y otros muchos que a pesar
de su avanzada edad continúan incansables su labor educadora(año 1.956) en
Argelia, Túnez y Marruecos, a los que será muy grato comunicarles las noticias
de este cariñoso acto. Después de estas recordaciones ¿que diré de vosotros
organizadores y promotores de este hermosísimo acto? Las palabras sobran al ver
los hechos. Nuestra sola presencia os hace distinguir entre los cientos de
orotavenses que pasaron por el colegio de San Isidro; por otra parte sabemos
que si a muchos les ha sido imposible el acompáñanos en estos momentos, esta
muy satisfecho de este homenaje que vosotros nos tributáis. A todos, pues,
presentes y ausentes, una frase de cariño y agradecimiento. Que este acto sea
un lazo más de unión entre alumnos y profesores. Los Hermanos, y especialmente
los aquí presentes, no olvidaremos nunca este espontáneo homenaje y el afecto
que en él nos demostráis.
Esto no animará para seguir trabajando con entusiasmo en la
nobilísima misión de elevar a la juventud tinerfeña de todas las categorías
sociales a un plano superior en esos órdenes que anhelamos de ciencia, honradez
y virtud tan preciadas por vosotros. ¡Gracias, pues mil gracias. Que nuestro
inclino Fundador San Juan Bautista de la Salle bendiga a esta querida Villa de La Orotava y a cada uno de
nosotros en particular y haga que fructifique más y más la semilla que él no ha
encargado de Sembrar¡.
En el desaparecido restaurante Florencio de la Cuesta de La Villa, se sirvió un
espléndido almuerzo, que hizo honor a la justa fama que goza este
establecimiento, reinando en él, la mayor cordialidad y camaradería. A los
postres hicieron uso de la palabra: los ex-alumnos Don Alonso Hernández García,
Don Álvaro Martín Díaz(Almadi), el entonces director del colegio de San Isidro,
reverendo Don Pacifico Medina Sevillano, de la Congregación Salesiana
y agradeciendo el homenaje lo hizo el Director del Colegio de San Idelfonso de la Capital Tinerfeña,
Hermano Martín Rueda: Hacen falta palabras, para rubricar la
emoción que todos sentimos. Ha sido, ésta, una mañana llena de mensajes. Todos
nosotros, cada cual a su modo, hemos revivido estampas de un ayer que, aunque
todavía somos jóvenes, ya está a treinta años de distancia(año 1.956), unido
indisolublemente a los mejores recuerdos de los mejores años. Un ayer precioso,
que para nosotros era la infancia y para el maestro, seguramente, la iniciación
en esos caminos de apostolado que desveló San Juan Bautista de la Salle. He dicho desveló
y todo se me llena de esencias de isleñas. Yo aprendí ese verbo, el desvelar en
pleno monte, en la majestad silenciosa y olvidada de las cumbres de Anaga,
junto a un viejo guardia forestal que me iba dictando el secreto del bosque.
“Hay que desvelar el camino” me decía, por qué la vereda estaba inundada de
vegetación. San Juan Bautista de la
Salle tuvo que desvelar muchos caminos para que nosotros
podamos estar mirándonos cara a cara, tratando de identificar en cada uno de
los demás a aquellos chicuelos que jugaban con pelotas de trapo, o aquellos
otros que el hermano Teodosio -
desvelándonos el camino también - hacia
poner de cara a la pared. ¿Veis amigos, por qué ha sido esta una mañana
singular?... Yo he venido esperándola, desde que me la anunciaron, como si en
ella, necesariamente, hubiera de producirse algo deliciosamente insospechado.
No podría concretarlo, porque imaginar este acto, me ha hecho jugar con muchas
ilusiones, con innúmeros recuerdos. Una mezcla de paisaje y anécdotas se
amontonaba en mi imaginación. Tejadillo enano de la calle Verde, cajitas
redondas de cartón, rojas y amarillas que se abrían el embrujo negro del
regaliz, barbas venerables del Hermano Andrés, húmedas sonrisas del Hermano
Teodosio, y entre todo esto, nosotros, alborotando, aprendiendo las primeras
limitaciones y empezando a soñar en los primeros actos propios. Sabía el
Hermano Teodosio - y todos aquellos imborrables maestros - hacer la siembra necesaria para la
fructificación de tantos hombres honrados, de tantos nuevos padres de familia
que, por las horas de este día, queremos sentirnos, otra vez, bajo el paternal
mandato de su sonrisa, Hermano, de su bondad y de su ejemplo. ¿Que hemos venido
a homenajearle ?..No Hermano; ésa es una expresión alegre y profana que no
recoge, cabalmente, nuestra intención. No se rinde, ostensiblemente, homenaje a
los padres, porque nadie puede ver los altares que hemos levantado en nuestros
corazones. Se le rinde devoción, se le rinde amor, y en esa devoción y ese amor,
cuando nacen en aquel intimo altar, es
donde los hombres, mirándonos a los ojos, apuntalamos las columnas de nuestro
orgullo. Hemos venido a estar. Sencillamente a estar. Infinitivos elementales que no olvidamos Hermano.
Y estamos porque somos. Y somos porque Vd. está, porque Vd. fue
el abanderado en este ejercito de hombres sencillos que no querían ir a ninguna
parte, que no tenían mas ambición que la de formar grupo en unas legiones que antes, en el Colegio, llamábamos
Hombres de Provecho. ¿Somos en realidad, esos hombres de provecho?.... He aquí
su benéfico influjo, hermano. Esta mañana, le hemos consagrado, tiene algo de
brujería en el ambiente. Ante Vd. - porque no podemos olvidar - casi sentimos rubor a pregonarnos hombres
de provecho. ¿No seremos, todavía, unos escolares bulliciosos? ¿No quisiéramos
ser, por un momento, los ocupantes de aquellos regalices? ¿Los que iban de la
mano, dos a dos, por la calle Verde, a las novenas de Santo Domingo? Debemos
rebotar esas preguntas en nuestra intimidad; tratemos de rescatar los ecos que
despierten en nosotros y demos gracias a Dios, amigos, por habernos concedido
esta ilusión de ser niños otra vez. Usted, Hermano, lleva las de perder. No
puede usted emocionarse ante un examen oral. ¿Ve usted como somos egoístas?....
Mientras nosotros rebosamos de ilusión, usted, que sigue siendo el maestro, ha
de pensar en calificarnos. ¿Nos aprobará, como hombre de provecho?
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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