martes, 6 de febrero de 2018

BODAS DE ORO MATRIMONIALES: (6/2/1959 – 6/2/2009) NAZARIO HERNÁNDEZ GARCÍA – LOURDES OLIVA HERNÁNDEZ



El amigo de la infancia de la Calle El Calvario de la Villa de La Orotava; JUSTO DÍAZ EXPÓSITO (profesor de Filosofía en 6º de Bachiller en el colegio de San Isidro de La Villa de La Orotava) y su esposa MARÍA DE LOS ÁNGELES LEY, remitieron entonces (06/02/2009) estas notas que titularon; “BODAS DE ORO: (6/2/1959 -  6/2/2009) NAZARIO HERNÁNDEZ GARCÍA – LOURDES OLIVA HERNÁNDEZ”: “…6 de Febrero de 1959. La parroquia matriz de Nuestra Señora de la Concepción se ha engalanado para recibir a la joven pareja de  novios que, delante de familiares y amigos, se darán el “sí quiero” y “hasta que la muerte nos separe”. En el ambiente se respira nerviosismo y una profunda alegría.
6 de Febrero de 2009. Son las siete y treinta de la tarde. Las flores y las luces ponen la nota festiva en el hermoso templo. Igual que entonces, aflora el nerviosismo, ahora, en los amigos y familiares. Han pasado cincuenta años. Y entre los que esperan, están sus hijas Mary Lourdes (Malule) y María Teresa (Maite). También sus nietos: Eva y Pablo, sí, los mismos que todos los años los abuelos nos envían en la tarjeta de felicitación navideña, como brillantes estrellas del cielo de la Orotava, símbolo de ilusión y esperanza.
Celebrar el aniversario de boda es una de las ocasiones más especiales para un matrimonio, que ve como su amor se fortalece año tras año. Los más importantes se celebran a los 25 años de casados, bodas de plata, y a los 50 años de matrimonio, bodas de oro. Recordando antiguas tradiciones, retrocedemos en el tiempo y descubrimos que, conforme el matrimonio cumplía años de casados, los allegados le regalaban diferentes objetos para celebrar y conmemorar esta unión. Según van pasando los años, los obsequios estaban confeccionados con diferentes materiales, progresando de los más frágiles a los más sólidos. Era la manera de simbolizar, de menor a mayor, la fortaleza de la relación conyugal. Y fueron los materiales con que se hacían los regalos, los que dieron nombre a los diferentes aniversarios tal y como hoy en día los conocemos: plata, oro, diamante…
Mis recuerdos de Chile y Lourdes siempre han ido unidos al agradecimiento,  al servicio a los demás, a saber ser amigos de sus amigos. Era a finales de febrero hace muchos años, mi madre había fallecido en La Orotava y desde Valencia, Mary Ángeles me acompañaba,  nos trasladamos inmediatamente a Tenerife. El aterrizaje fue en el aeropuerto Reina Sofía del sur de la isla. Y allí, esperándonos en su coche para trasladarnos a La Orotava, estaba Chile, haciéndonos un gran servicio. Más reciente, cuando mis hijos se acercaron a la Villa para celebrar un acontecimiento familiar, les hacía ilusión regresar a la Península con fotografías vestidos de mago. Y el trajecito de mi nieta no dudó en facilitárnoslo. Después nos vimos en Valencia, cuando en viaje de recreo visitaban la Comunidad Valenciana. Y recuerdo, como no, en la última estancia en mi pueblo, el cariño con que nos recibieron en su casa, el afecto con que nos acompañó por las calles de La Orotava resaltando, orgulloso, paso a paso, los cambios a mejor introducidos en la Villa y su disposición a ayudarnos ante cualquier imprevisto.
Pero, ahora, suena ya la música del órgano. Las puertas de la Iglesia se abren de para en par. Por la nave central hacen su entrada Lourdes y Chile para recorrer la alfombra roja que les lleva a los pies del altar. Van despacio. Y en su andar se suceden los recuerdos. Ahora van a renovar los votos que entonces hicieron de manera solemne ante Dios y ante su pueblo.
A Chile le viene a la memoria los años de trabajo diario en la FAST, cuyas oficinas estaban en una de las emblemáticas calles de La Orotava, la calle Calvario. Y, cuando al fallecer su padre, se hizo cargo de la imprenta Castro. Y su otro gran amor, el deporte. El fútbol lo había hecho muy feliz. Y recuerda el tiempo glorioso en el que era entrenador del Plus Ultra. Y sus paseos por todos los rincones del pueblo, que le sirven de inspiración para otra de sus ilusiones, el escribir. Nuestro amigo Bruno ha dado cabida en su Blog al Rincón Villero de Chile Hdez. Desde allí nos regala sus testimonios de recuerdos históricos, como “Los cien años del Colegio de San Isidro” o “Recuerdos de las pasadas Navidades en La Orotava”; trabajos musicales como el de “Un virtuoso del clarinete en la Semana Santa de La Orotava”; recuerdos deportivos como “Ante la 38º edición del Trofeo Teide”, eso sí, ¡Qué  noche la de aquel día! es una comedia británica del año 64, dirigida por Richard Lester y no tiene que ver con los Hermanos Marx; fue la primera película del grupo The Beatle; su crítico trabajo “El cabildo insular y sus olvidos” y su retazos poéticos como “De camino al parque de Doña Chana” o “El árbol de los pétalos amarillos”.
El órgano sigue sonando. Parece como si nunca llegaran a las gradas del altar.
Y Lourdes repasa el día a día en sus labores de casa, sabiendo que, tras las actividades del esposo, se encuentra siempre, en el silencio, la sombra de una gran mujer; que ha sido el motor de la casa, ocupada en cuidar de la familia, en educar a sus hijas; compartiendo las alegrías y los posibles sinsabores, olvidándose de sus propias preocupaciones para atender a los demás, mostrando cariño y comprensión a pesar de los menudos roces en los pequeños servicios de que está compuesta la convivencia diaria.
Los demás, recordamos los valores que han llenado sus vidas: La honradez, la discreción, la laboriosidad, el aprecio a los demás por lo que somos, y no por lo que tenemos.
Y Lourdes y Chile, al unísono: alegrías y dolores, esperanzas y tristezas, nacimientos y cumpleaños, aniversarios, partidas, alejamientos y regresos, muerte de personas queridas, todo ello como símbolo de la intervención de Dios en la pequeña historia doméstica.
Cuando acabada la cena en el Liceo Taoro llegue la hora del brindis, sabemos que Chile y Lourdes lo tienen, una vez más, muy claro: Amar es, como diría mi amigo y catedrático Dr. Bonet: “quitarle la culpa al otro”. Amar es, no sólo sentir que se ama sino, como han hecho en estos 50 años, sacrificarse por la persona amada. FELICIDADES…”

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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