Fotografía referente a la rondalla LA EUTERPE de la Villa de La Orotava,
tomada frente al mausoleo del marquesado de la quinta Roja; don Diego Ponte del
Castillo, conocido por el sepulcro vació en homenaje a la tolerancia del final
del siglo XIX.
Visto los famosos Carnavales de La Orotava de la década de los años diez
del siglo XX, concretamente los acaecidos en el año 1914, y proseguir con el
estudio de archivos periodísticos de posteriores décadas, para exhibirle a los
villeros el esplendor de aquellos carnavales tan categórico que los fueron en
los prolegómenos del siglo XX.
Unos legajos venerados en las páginas del “El Heraldo de Orotava”,
periódicos ilustrativos independientes, de la grandiosa péndola del ensayista
portuense Sebastián Padrón Acosta, en el que escribía en prosa y en poema
nociones del razonamiento literario-filosófico.
Un desaparecido rotativo de difusión comarcal, que nos ha servido, para
curiosear los programas del carnaval de una etapa norteña, en la que sobresalía
la música del romanticismo, coincidentemente con las prendas confeccionada a
través del talento renacentista, formando una miscelánea tan apasionada en el
mundo de lo clásico, avistándose unos síntomas, de los que pareció un retorno
de los clásicos. Unos clásicos que contenían una vulgarización, que no había
que imaginarse, sino redescubrirse. Lo cual quiere decir indudablemente, que
los clásicos están siempre vivos y son actuales, no porque sean iguales a
nosotros sino porque son distintos. Ahora que se habla tanto del otro, de la
heterogeneidad, los clásicos, a la vez que mantienen ese elemento de
continuidad, nos ofrecen, en esta vida moderna, - que es demasiado monocorde -,
las mejores versiones de ese extremo. Por eso fueron tan interesantes aquellos
esplendorosos carnavales villeros, inspirados en varios proyectos de los
clásicos, proyectos tan antecedentes y críticos, que siempre sirvieron como
bártulos bien conocido e imprescindible para la prosperidad de la humanidad
bajo su talante de alto nivel sociológico y científico. Hay situaciones que es
preciso observar desde antaño, sin implicarse directamente, aunque formemos
parte descendente de los protagonistas, que intervinieron en aquellos
carnavales. Algo así como sucede en los sueños; parece que a través de
informaciones escritas, fotográficas y testimoniales, estamos allí,
participando de su alegría y de su decepción, y a la vez somos los espectadores
de excepción, los únicos. A veces hay que escribir también de esa manera,
poniendo tierra por medio, desentendiéndonos nosotros mismos para contemplar
con mayor claridad el desaparecido escenario. En esto aún no se cuanto hay de
impresionismo y cuanto de maestría, pero es curioso, incluso necesario para el
análisis artístico de los carnavales del comienzo del siglo XX en La
Villa de La Orotava. El Heraldo de Orotava, publicaba en Febrero del año 1921,
que pocos domingos de Carnaval se habían visto en esta Villa tan concurridos y
animados como el de ese año. Y, en verdad que la clase de festival que se
celebraba, no era para menos, aun teniendo muy en cuenta, que fue improvisado,
casi con una semana de anticipación. Pero el resultado que fue un éxito
resonante, altamente satisfecho estuvieron sus organizadores, los entonces
jóvenes que integraban la Comisión Gestora de la desertora Sociedad Cultural
“Circulo Amistad 1º de Mayo”, y en particular al apreciable paisano villero Don
Antonio Herreros, su iniciador. Desde el mediodía del domingo de Carnaval del
año 1921, empezaba a reunirse numerosos grupos, que de los campos y de otros
pueblos, acudían a presenciar la fiesta y a tomar parte de ella. La numerosa
colonia extranjera que se hospedaba en los hoteles del Valle, prestó asimismo
su cooperación haciendo acto de presencia, y añadiendo con ello una nota de
mayor lucimiento. A las cuatro y media, partió la comitiva de la Plaza de la
Paz (El Calvario), formada por numerosos automóviles, llegados
expresamente a tal fin desde La Laguna, Santa Cruz de Tenerife, Tacoronte, La
Victoria, Puerto de la Cruz, San Juan de la Rambla, Los Realejos y esta Villa,
acompañado de la Banda Municipal de Música del maestro Calamita, y de un gentío
inmenso, recorriendo las calles del Calvario, Constitución, Tomás Zerolo y
Carrera hasta llegar a la plaza de Alfonso XIII (Ayuntamiento), en donde tuvo
efecto una muy lucida batalla de serpentinas y confeti, que duró largo tiempo,
y el anunciado concierto dado por el Orfeón “La Paz” de la Laguna. La nota
culminante la dio la mencionada Agrupación Coral cantando con gusto y afinación
los números del programa, entre los cuales sobresalía el coro de Repatriados, y
el magnifico coro de Bohemios. El público premió con insistentes y nutridos
aplausos la labor de esta notable Agrupación, que tan acertadamente dirigía el
maestro Don Francisco Rodríguez. Por la noche y como digno remate del día, se
celebró en el Teatro Municipal el anunciado baile de disfraz. La infinidad de
alegres y bulliciosas mascaritas, que pasaban de ciento, invadieron el salón,
que ofrecía un golpe de vista sorprendente por su artístico y original adorno.
En medio de la mayor animación se bailó hasta las primeras horas de la
madrugada del lunes. Contribuyendo a dar más realce y brillantez a este acto,
la Agrupación Lagunera del “Orfeón La Paz”, interpretando magnificas obras
musicales de su excelente repertorio. El Heraldo de Orotava, se pronunciaba
sobre este festival: que tomaba como reseña, la repetición de enhorabuena, y
que era una lastima que con mayor frecuencia no se verificaran actos análogos a
los celebrados el domingo de Carnaval en La Orotava en ese año, actos de
manifiesta cultura, ya que sobraban elementos y faltaba voluntad estimulando un
poco. En los siguientes días carnavaleros, hubo una gran desanimación debida,
principalmente, a la prohibición “rigurosa” del antifaz, cuando en otros
pueblos y en la misma capital, residencia de la primera autoridad de la
provincia, se toleró el uso del famoso antifaz. Sin embargo, en los expresados
días se improvisaron dos asaltos en las sociedades “Casino de Orotava” y “Liceo
de Taoro” que resultaron bastante concurridos y animados.
En el Puerto de la Cruz, también sus sociedades celebraron bailes
magníficos, sobresaliendo el del lunes en el Gran Hotel Taoro, en donde se hizo
derroche de buen humor y sana alegría: un éxito para el incansable Sr.
Wildpret. En el año 1925, los salones del mencionado hotel presentaban el lunes
de carnaval por la noche, el aspecto de la solemnidades artísticas, que en él
se celebraban antes de la guerra del catorce, y que tanta y tan merecida fama
le dieron. El baile de disfraces, organizado por la gerencia del
establecimiento, atrajo a los salones del Hotel a lo más distinguido de la
sociedad de Santa Cruz, La Laguna, la Orotava y el Puerto de la Cruz, y a la
colonia extranjera residente en el Puerto de la Cruz. La fiesta resultó en
extremo brillante y animada, figurando entre las concurrentes numerosas
personas que lucían vistosos disfraces. A la una de la mañana se sirvió una
cena prologándose después el baile una hora más, y saliendo los concurrentes
sumamente complacidos de las atenciones recibidas en el Gran Hotel Taoro.
En el recordado Teatro Municipal “Pówer” de La Orotava, que ocupaba la
gloriosa capilla del desaparecido convento de las monjas catalinas, en cuya
pila bautismal recibió el sacramento del Bautismo el gran escultor orotavense
Fernando Estévez del Sacramento. Se desarrolló con verdadero abarrotado, la
representaciones de las obras “Malvaloca”, “Rosas de Otoño”, “Sacramento”, “La
Pasionera” y “El Corazón en la mano” de los ilustres comediantes Benavente y
Álvarez Quintero, por la compañía que dirigía la eminente actriz Rosario Pino,
todas constituyeron para esta actriz y demás intérpretes unos impresionantes
éxitos, pues el publico satisfechísimo del arte derramado a manos llenas en las
cuatros funciones que se dieron, no cesaba en aplaudirles. El Heraldo de
Orotava, expresaba a la citada compañía, que llevase de nuestro pueblo villero
la más grata evocación, dándole a la empresa la enhorabuena más entusiasta por
haber conseguido que en el calendario del teatro orotavense figure el nombre de
la artista tan eminente Rosario Pino. En el “Heraldo de Orotava”, del mes
de Febrero del año 1923, escribía el dramaturgo Sebastián Padrón Acota, una
estrofa que decía; La Sonrisa viene a ser una revelación. Es tan expresiva,
como la mirada y como el gesto. Cada edad tiene su peculiar sonrisa. La
infancia, desflora una sonrisa, en la que hay promesas de primavera. La Sonrisa
de la niñez es la sonrisa de la inocencia, que se entrega en un homenaje de
sinceridad. La juventud tiene, casi siempre en sus labios una sonrisa de
optimismo. La juventud es la ilusión, aromando la existencia..... Y hablando
del Carnaval orotavense de ese año, el “Heraldo de Orotava”, publicaba, que el
Liceo de Taoro, había organizado la fiesta de Piñata, con un gran baile en sus
salones. Por la tarde del domingo de Piñata, salía de dicho centro cultural una
cabalgata anunciadora del mismo, en la que figuraba una carroza alegórica
seguida de automóviles engalanados ocupados por bellas y simpáticas señoritas
que recorrían las principales calles de la Villa, sosteniendo reñidas batallas
de confetis y serpentinas. A este acto concurrió la laureada Banda Municipal de
Música, que dirigía el vallisoletano Don Tomás Calamita y Manteca. En el pueblo
de San Juan de la Rambla se verificaron lucidos festejos con motivo de los Carnavales.
El domingo de piñata por la tarde, la Banda de Música de dicha localidad
ejecutó varias obras entre las que se encontraron los Cantos Canarios de Pówer,
en la plaza principal, en cuyo acto se desarrolló espontáneamente una batalla
de serpentinas y confeti. Posteriormente se desarrolló en los salones del
Centro una gran fiesta. Y por la noche en el mismo centro se desarrolló
un baile de Piñata, en el que se hicieron unos preparativos en todas las
familias que a él asistieron, lo que supuso un imborrable recuerdo para todos
los danzarines que hicieron su participación. Y de vuelta a las fiestas de
Piñata de La Orotava, El Heraldo de Orotava informaba, que el maestro Don Tomás
Calamita y Manteca, había formado un sexteto para amenizar el baile en el Liceo
de Taoro, un baile que contó con una gran animación y entusiasmo, constituyendo
un verdadero éxito para el gran Liceo orotavense, a cuya directiva y
organizadores del simpático festival se le anticipó la enhorabuena del diario
anunciador. El Heraldo de Orotava, del año 1922, informaba, que la notable
pianista Luisa Stauffer realizaba una torneé artística por la isla de Tenerife.
La Señorita Stauffer había convivido largo tiempo en la Orotava, donde empezó a
formar su alma de artista. El concierto que se celebró en el teatro municipal,
le acompañó el joven y afamado violinista Sr. Soler. Así mismo en el mismo
teatro se celebró otro concierto a cargo de los notables artistas tinerfeños
Matilde Martín, Victoria L. Carvajal u Jorge Sansón. Y por último la Banda
Municipal de Música, ejecutaba en un concierto en la Plaza de Constitución, por
primera vez una selección de la revista “Arco Iris”, instrumentada para dicha
banda por su director Sr. Calamita.
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
No hay comentarios:
Publicar un comentario