Nombre de una calle o callejón
histórico de la Villa de La Orotava, ubicada por detrás del tercer molino de la
ruta “La Piedad” (el de la Cruz Verde,
o de las Cruces que se hallaba en pleno uso y ha llegado hasta nosotros. Había
pertenecido al colegio jesuita de La Orotava por herencia de Juan de Llarena.
Con su expulsión en 1767 fue subastado, pasando su propiedad a los Cólogan. En
ese momento estaba arrendado a Juan Ximénez), desde la Mansión de los herederos de
don José del Campo y Llarena (entonces magistrado del Tribunal
Supremo y jefe de la Inspección Central del Alto Tribunal de la Nación)
hasta la capilla de Santa Catalina (Situada en el eje del camino viejo a
Aguamansa, levantada en 1574 por el capitán y regidor Antonio de Franchi
Luzardo y su esposa, Inés López Doya. Este patronato fue adquirido, en los
primeros años del siglo XIX, junto al predio contiguo, por José Cúllen y Ferraz
(1784 – 1856)).
Curiosamente se puede decir, que un
altísimo número de orotavenses jamás la han pernoctado, ni siquiera saben dónde
queda.
Parece un cuento de hada, se trata de un
mágico lugar que esconde su encanto por la parte alta de lo que es el casco
histórico orotavense, próximo a ser Patrimonio de la Humanidad.
Al igual que el de Zacatín, llama la
atención, el habitar de varias familias villeras, y el colorido de sus casitas,
sobre todo su embellecimiento con plantas y flores delante de sus pintorescas fachadas
tradicionales de nuestro terruño.
Un colorido efímero y mágico muy
parecido, a los celebres callejones de las principales ciudades andaluzas, como
la calle de las Flores en Córdoba, o alguna que otras del Barrio de la Santa
Cruz de Sevilla.
Esa zona de la Villa de La Orotava,
antes del año 1916, fue el centro neurálgico de entrada y salida hacía la
capital Tinerfeña, a través del histórico camino Real conocido por el Camino
Polo, conectaba por la Florida, Pino Alto, La Corujera, Ravelo etc.
A partir del año 1916, con la
construcción de la carretera del Pinito, que conectó La Villa de La Orotava con
Vilaflor a través de Las Cañadas, cambió la vida de los orotavenses, por lo que
las entradas y salidas a la Villa, se concentraron en la parte baja de la
ciudad.
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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