sábado, 17 de febrero de 2018

HIJOS ILUSTRES DEL PUERTO DE LA CRUZ VISTOS POR EL PERIODISTA TINERFEÑO LEONCIO RODRÍGUEZ



Fotografías de dos grabados a plumilla don Juan de Iriarte y don Tomás de Iriarte  publicados en la revista Hespérides correspondiente al mes de septiembre año 1926. Página 20 y 21.

Don Juan de Iriarte y sus sobrinos Don Bernardo y Don Tomás, ilustres hijos del Puerto de la Cruz, figuran como los Anchieta entre los tinerfeños que más notoriedad han alcanzado en el mundo de las letras.
El primero discípulo de los célebres religiosos franceses el P.  Porce y el P.  La Santé, llegó a los más altos puestos oficiales.
Fue Bibliotecario del Rey Fernando VI y más tarde perteneció a la Real Academia Española.
Ante la docta Corporación leyó trabajos que le dieron una gran reputación. Esta la consolidó después con sus famosos epigramas, refranes y poemas, la mayoría de ellos en latín, en cuya lengua hallábase sumamente versado. Su obra maestra, a la que se dice dedicó más de 40 años de labor constante fue su «Gramática Latina», en verso castellanode la que se han hecho numerosas ediciones.
Iba á escribir una «Historia de las Canarias» cuando, para desgracia de las islas, le sorprendió la muerte en Madrid, aunque a edad ya bastante avanzada. Perdió el país al que acaso hubiera sido su mejor historiador.
La gran competencia y los vastísimos conocimientos de D. Juan Iriarte le capacitaban como á ninguno para la ardua empresa que luego había de realizar el glorioso D. José de Viera y Clavijo.
Don Bernardo Iriarte siguió: las huellas de su tío D. Juan y fue como éste un académico de fama. Su labor literaria, aunque más modesta que la de su tío, mereció también grandes elogios.
Pero a todos superó en fertilidad de ingenio D. Tomás, el celebrado autor de la “Música Poema" y de las 'Fábulas literarias' que le conquistaron uno de los primeros puestos entre la brillante pléyade  de escritores del siglo, XVIII.
Este esclarecido tinerfeño fue uno de los poetas más discutidos en su época, pero la posteridad ha terminado por hacerle  justicia y reconocer sus grandes valimientos, particularmente como poliglota, crítico y escritor satírico. En el Teatro, en la Música, en la Poesía brillaron por igual las portentosas facultades de D. Tomás de Iriarte, que coronó su copiosa labor con una de las mejores traducciones que se han hecho de la «Eneida».
El siguiente detalle delata el temperamento del célebre fabulista. Cuando publicó la “Música Poema", obra que fue objeto de universales elogios, recibió felicitaciones de los autores más eminentes de Europa, Entre esos elogios figuraban los del gran poeta italiano Metastasio, cuya opinión se tenía entonces en grande estima. Pues bien, para defenderse de los críticos que tanto mortificaban y sacaban de quicio a D. Tomás, decía a sus incansables detractores que el “canarios” (él) había sido elogiado por el ruiseñor extranjero…
Son éstas debilidades de los grandes hombres, achaques muy disculpables en todos aquellos que para elevarse sobre el nivel social, se sustraen al ambiente humano y olvidan las realidades de la vida para vagar por la región de los ideales y los ensueños.
La obra literaria de D. Tomás Iriarte le absuelve de todos los defectos personales y le coloca entre los primeros en nuestra admiración y nuestro elogio.
Añadiremos a éstos los nombres del Padre Guzmán, confesor del rey Carlos IV y autor de varias obras notables; Esteban de Herrera, Vicario general de la  Diócesis de Toledo; Agustín de Bethencourt, teniente general de gran prestigio, muerto en Rusia en 1824; Manuel de la Cruz, repujador  y  rallador de fama, padre de Luis de la Cruz y Ríos, pintor de Cámara, también notabilísimo artista que se conquistó gran renombre con sus miniaturas.      
y entre otro no menos distinguidos y famosos porteños. Narciso Piñeyro, inspirado poeta y catedrático de la Universidad de la Habana: Isidoro Banarlas, bizarro general fallecido en Orleans; Sebastián de Miranda, capitán de Ia célebre compañía de Blancos Isleños» en Venezuela, padre del prócer de la Independencia en aquella República, Francisco Miranda; D. Agustín Ricardo Madan, célebre canonista, primer catedrático de hebreo de los Reales estudios de San Isidro, Diputado en la Corte, sabio y virtuoso a la vez; D. Bernardo Cólogan, distinguido diplomático, y D. Feliciano Pérez Zarnora, Diputado a Cortes, a quien llamaban en Madrid «El canario parlante» .

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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