Fotografías de dos grabados a plumilla don Juan de Iriarte y don Tomás de
Iriarte publicados en la revista Hespérides correspondiente al mes de
septiembre año 1926. Página 20 y 21.
Don Juan de
Iriarte y sus sobrinos Don Bernardo y Don Tomás, ilustres hijos del Puerto de
la Cruz, figuran como los Anchieta entre los tinerfeños que más notoriedad han
alcanzado en el mundo de las letras.
El primero
discípulo de los célebres religiosos franceses el P. Porce y el P.
La Santé, llegó a los más altos puestos oficiales.
Fue
Bibliotecario del Rey Fernando VI y más tarde perteneció a la Real Academia
Española.
Ante la docta
Corporación leyó trabajos que le dieron una gran reputación. Esta la consolidó
después con sus famosos epigramas, refranes y poemas, la mayoría de ellos en
latín, en cuya lengua hallábase sumamente versado. Su obra maestra, a la que
se dice dedicó más de 40 años de labor constante fue su «Gramática Latina», en
verso castellano, de la que se han hecho numerosas ediciones.
Iba á escribir
una «Historia de las Canarias» cuando, para desgracia de las islas, le
sorprendió la muerte en Madrid, aunque a edad ya bastante avanzada. Perdió el
país al que acaso hubiera sido su mejor historiador.
La gran competencia y los vastísimos conocimientos de D. Juan Iriarte le capacitaban como á ninguno para la ardua empresa que luego había de realizar el glorioso D. José de Viera y Clavijo.
La gran competencia y los vastísimos conocimientos de D. Juan Iriarte le capacitaban como á ninguno para la ardua empresa que luego había de realizar el glorioso D. José de Viera y Clavijo.
Don Bernardo
Iriarte siguió: las huellas de su tío D. Juan y fue como éste un académico de
fama. Su labor literaria, aunque más modesta que la de su tío, mereció también
grandes elogios.
Pero a todos
superó en fertilidad de ingenio D. Tomás, el celebrado autor de la “Música
Poema" y de las 'Fábulas literarias' que le conquistaron uno de los
primeros puestos entre la brillante pléyade de escritores del siglo,
XVIII.
Este
esclarecido tinerfeño fue uno de los poetas más discutidos en su
época, pero la posteridad ha terminado por hacerle justicia
y reconocer sus grandes valimientos, particularmente como poliglota, crítico y
escritor satírico. En el Teatro, en la Música, en la Poesía brillaron por igual
las portentosas facultades de D. Tomás de Iriarte, que coronó su copiosa labor
con una de las mejores traducciones que se han hecho de la «Eneida».
El siguiente detalle delata el temperamento del célebre fabulista. Cuando publicó la “Música Poema", obra que fue objeto de universales elogios, recibió felicitaciones de los autores más eminentes de Europa, Entre esos elogios figuraban los del gran poeta italiano Metastasio, cuya opinión se tenía entonces en grande estima. Pues bien, para defenderse de los críticos que tanto mortificaban y sacaban de quicio a D. Tomás, decía a sus incansables detractores que el “canarios” (él) había sido elogiado por el ruiseñor extranjero…
El siguiente detalle delata el temperamento del célebre fabulista. Cuando publicó la “Música Poema", obra que fue objeto de universales elogios, recibió felicitaciones de los autores más eminentes de Europa, Entre esos elogios figuraban los del gran poeta italiano Metastasio, cuya opinión se tenía entonces en grande estima. Pues bien, para defenderse de los críticos que tanto mortificaban y sacaban de quicio a D. Tomás, decía a sus incansables detractores que el “canarios” (él) había sido elogiado por el ruiseñor extranjero…
Son éstas
debilidades de los grandes hombres, achaques muy disculpables en todos aquellos
que para elevarse sobre el nivel social, se sustraen al ambiente humano y
olvidan las realidades de la vida para vagar por la región de los ideales y los
ensueños.
La obra
literaria de D. Tomás Iriarte le absuelve de todos los defectos personales y le
coloca entre los primeros en nuestra admiración y nuestro elogio.
Añadiremos a
éstos los nombres del Padre Guzmán, confesor del rey Carlos IV y autor de
varias obras notables; Esteban de Herrera, Vicario general de la Diócesis
de Toledo; Agustín de Bethencourt, teniente general de gran prestigio, muerto
en Rusia en 1824; Manuel de la Cruz, repujador y rallador de fama,
padre de Luis de la Cruz y Ríos, pintor de Cámara, también notabilísimo artista
que se conquistó gran renombre con sus miniaturas.
y entre
otro no menos distinguidos y famosos porteños. Narciso Piñeyro, inspirado poeta
y catedrático de la Universidad de la Habana: Isidoro Banarlas, bizarro general
fallecido en Orleans; Sebastián de Miranda, capitán de Ia célebre compañía de
Blancos Isleños» en Venezuela, padre del prócer de la Independencia en aquella
República, Francisco Miranda; D. Agustín Ricardo Madan, célebre canonista,
primer catedrático de hebreo de los Reales estudios de San Isidro, Diputado en
la Corte, sabio y virtuoso a la vez; D. Bernardo Cólogan, distinguido
diplomático, y D. Feliciano Pérez Zarnora, Diputado a Cortes, a quien llamaban
en Madrid «El canario parlante» .
BRUNO JUAN
ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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