De constitución débil, prefirió siempre la lectura al ejercicio y al juego.
Estudió en el convento dominico de San Benito de La Villa de La Orotava, donde
destacó el las tesis de filosofía escolástica que más tarde aborrecería. Desde
niño versificaba con gran corrección y escasa sensibilidad. Hizo un gran número
de versos durante más de sesenta años.
En 1750 recibe las órdenes menores en La Laguna y poco más tarde las
órdenes mayores en Las Palmas de Gran Canaria. Tuvo diversos conflictos con el
Santo Oficio como pensador incómodo poco dispuesto a obedecer a la tradición.
Su carrera de autor e historiador quedó condicionada por la revelación que le
supuso la obra crítica de Feijoo.
De Bayle nos indica que a Viera a su falta de confianza para con lo que
dice y piensa la gente, su necesidad de convencerse por sus propios medios, su
afán de comprenderlo todo y de buscar el nexo lógico de todos los
acontecimientos y de todos los hechos naturales. De Feijoo deriva la
instauración y la coronación de la razón como único criterio de verdad...
Todo debe ser transparente a la razón y nada debe aceptarse antes de haber
sufrido esta prueba del fuego; por consiguiente, todo cuanto se considera
cierto puede no serlo y debe volver a verificarse, antes de poderse admitir.
Esta alianza de Montaigne con Descartes, este escepticismo frente a las
verdades adquiridas íntimamente mezclado con la fe ciega en las verdades
personalmente comprobadas por el método silogístico, son la principal
característica de Viera. (Alejandro Cioranescu)
En 1756 se traslada con su familia a la ciudad de La Laguna. Es acogido en
las mejores casas de la capital como la de don Tomás de Nava Grimón, marqués de
Villanueva del Prado, donde comparte tertulia con don Cristóbal del Hoyo
Solórzano, don Fernando de la Guerra, don Lope de la Guerra y don Juan Antonio
de Urtusáustegui. Como resultado de las tertulias recopiló 50 números de una
especie de gaceta confidencial titulada Papel hebdomadario, que no se conserva
y que algunos consideran el primer periódico de Canarias. El acceso a la
excepcional biblioteca del marqués le permitió leer a los grandes clásicos
franceses y a los filósofos y moralistas como el marqués d'Argens, Fontenelle,
Voltaire, Montesquieu y Rousseau. En 1763 comienza a escribir su Historia de
Canarias.
En 1770 le ofrecen trasladarse a Madrid como ayo del joven marqués del
Viso, hijo único de don José Joaquín de Silva Bazán Meneses y Sarmiento,
marqués de Santa Cruz de Mudela. En casa de este culto aristócrata, director de
la Real Academia Española, recibe un trato afectuoso. Viera retrata la vida
cortesana de forma similar a la del Goya desengañado. En 1772 publica el primer
tomo de la Historia de Canarias y el segundo un año más tarde. Posiblemente el
marqués contribuyó al pago de los gastos de impresión. En 1777 pasó a socio
supernumerario de la Academia de Historia, a propuesta de su director
Campomanes. Fue colega de Jovellanos como censor y como académico, padrino de
Meléndez Valdés y amigo entrañable del ilustre botánico Cavanilles.
Acompañando al marqués del Viso viaja por Europa y aprovecha la estancia en
París de casi un año para seguir conferencias y cursillos científicos. Asistió
a la recepción de Voltaire en la Academia, conoció a Condorcet y a d'Alembert.
Tras esta estancia parisina se renovó su interés por las ciencias a las que
ofreció una intensa dedicación. En 1779 fallece el joven y delicado marqués sin
descendencia. En 1780 acompaña al marqués de Santa Cruz en un viaje en el que
visitaron París, Turín, Roma, Nápoles, Venecia y Viena. Tras la boda del
anciano marqués visitan Alemania y los Países Bajos. En Roma obtiene documentos
importantes para su Historia y una licencia para leer libros prohibidos.
En 1782 es nombrado arcediano de Fuerteventura en la Catedral de Las
Palmas. En 1784 abandona Madrid y se embarca en Cádiz con destino a Canarias.
En 1790 Antonio Porlier, miembro del Consejo de Indias, le ofreció varios
empleos en Madrid que no aceptó. Vive bastante activo dedicado a las
ocupaciones de su cargo, de la Real Sociedad Económica, del colegio de San
Marcial y de sus trabajos literarios y traducciones. En 1797 conoce los relatos
de la derrota de Nelson por el general Gutiérrez en su intento de tomar Santa
Cruz de Tenerife. En 1799 escribe el Diccionario de historia natural de las islas
Canarias y un año más tarde El nuevo Can Mayor o constelación canaria,
colección de 13 octavas reales en las que elogia a canarios ilustres. La
publicación de su Historia de Canarias le acarreó numerosos disgustos. Murió en
Las Palmas el 21 de febrero de 1813. Sus restos fueron trasladados a la
catedral en 1860.
Síntesis de su vida; Don
José Viera y Clavijo. Su padre fue don Gabriel del Álamo y Viera y su madre
doña Antonia María Clavijo. Nació en Los Realejos el 28 de diciembre de 1731 y
con menos de 1 año ya residía en el Puerto de la Cruz. Falleció el 21 de
febrero de 1813 en su casa de Las Palmas, en su tumba en la catedral de Las
Palmas dice Ecce nunc in pulvere dormiam (Voy a dormir ahora en el polvo).
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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