Fotografía
referente a la desaparecida e inolvidable recova de la Villa de La Orotava, que
fue el claustro conventual del ex convento de San Nicolás de la monjas
catalinas y dominicas.
A partir de la desamortización de Mendizábal
(1836-1837), ministro de la regente
María Cristina de Borbón, en 1836, tuvo unas consecuencias muy importantes para
la historia económica y social del país. Concretamente el claustro dominico
orotavense, pasó a albergar; la recova, campo de fútbol del Sporting Orotava, e
incluso corridas de toros y otras clases de espectáculos.
La
demolición en la década de los cincuenta del siglo XX del templo, convento y
finalmente del claustro de San Nicolás. En donde sobresalía la espadaña de
piedra molinera, gemela total a la del convento agustino de Nuestra Señora de
Gracia que se conserva actualmente. Similar atentando patrimonial se produjo al
final del siglo XIX, con el convento de San José de monjas Claras
(franciscanas), ubicado donde hoy está la plaza del Ayuntamiento, edificio
Consistorial y la Hijuela del Jardín Botánico, en donde destacaba la portada
del templo (actualmente en la capilla del Campo Santo orotavense) y el mirador, similar al de las claras de La
Laguna, ubicado en la esquina de las calles La Carrera y Tomás Pérez antigua de
Home.
Siempre
me he preguntado, y he preguntado, no había otros solares, tanto al final del
siglo XIX y en los cincuenta del siglo XX, donde fabricar la Casa Consistorial,
Correo y Telégrafo, centro de salud (seguridad social), Juzgado, Central
Telefónica y Colegio Público. Era necesario atribuir sin el sentimiento
histórico y patrimonial de dos grandes inmuebles conventuales de la villa, dos
interesantes templos religiosos.
De los
tres restantes edificios conventuales, el que más y mejor se conserva es el
dominico de San Benito, puesto que el agustino de Nuestra Señora de Gracia
(modificado el claustro por el acuartelamiento) y el de San Francisco, por la
ampliación del Hospital de la Santísima Trinidad (a pesar del incendio que
sufrió en el año 1801, y lo dejo en una cuarta parte de lo que Viera llamó el
Escorial de Las Canarias). Lamentable, pero cierto, en el caso de esta
magnífica fotografía, es totalmente inaplicable destrucciones.
El Convento de las monjas dominicas de San Nicolás, se fundó
según Viera y Clavijo, por los años de 1626. Siendo su instaurador Don
Nicolás de Cala, clérigo presbítero, deseoso de fundar en La Orotava un
monasterio de monjas dominicas, donde pudiesen profesar, solicitó pasasen
a la Villa norteña algunas religiosas de la Laguna, a quienes
daba vivienda en sus propias casas. Pero aconteció la desgracia de que apenas
se habían apeado las fundadoras, cuando el devoto presbítero murió de repente
y, no queriendo sus herederos continuar las piadosas ideas del difunto,
padecieron las religiosas notables incomodidades, pues sólo libraban su
subsistencia y los adelantamientos del edificio en las limosnas de los fieles,
de modo que éste no tuvo su complemento hasta que, habiéndose conferido el
patronato, en 1632, a Don Diego Benítez de Lugo, les fabricó la
capilla mayor con todo esmero. Desde entonces este célebre monasterio de San
Nicolás obispo y su digna comunidad lograron toda suerte de conveniencias,
estando bajo la dirección y obediencia de los religiosos dominicos. Pero llegó
a los principios del siglo XVIII una época memorable, en que mudaron de
semblante las cosas. Viera hablaba del tiempo en que, habiendo declinado las monjas
de esta sujeción a aquellos padres, se entregaron a la ordinaria del obispo,
suceso famoso en que sin duda mediarían grandes divisiones, grandes revueltas y
recursos. Se encontraba cerca del monasterio, con cuya iglesia comunicaba por
una tribuna, la casa de los marqueses de Celadas, sus patronos, edificio el más
bello y suntuoso de la Villa y se había espaciado en varias ocasiones
el rumor popular de que por allí se les había de quemar a las monjas el
convento. Este pronóstico, que unos despreciaba y otros temían, asegurando que
por las noches se solía observar en el cielo el fenómeno de no sé que llama
sobre la casa del marqués, se edificó en la referida del 31 de Agosto, entre
doce y una, incendiándose súbitamente, con increíble voracidad, y en cuatro
horas, a tiempo que todos dormían. Por más prisa que se dio el pueblo, nada
perezoso en tales casos, ya el fuego se había apoderado del monasterio, de
donde apenas pudieron escapar las religiosas, quemada alguna y casi todas
chamuscadas. El vicario Don Juan Delgado Temudo las recogió en una casa
inmediata al colegio de los jesuitas, en cuya iglesia colocó las especies
sacramentales. Allí estuvieron algunos meses, excepto unas cuantas de la
antigua parcialidad de los frailes que, con beneplácito del obispo y del
provincial, pasaron a albergarse al monasterio del Puerto de La Orotava,
que es de la misma orden. Pero como las otras no habían encontrado en la casa
que habían ocupado ni la comodidad ni la seguridad precisa, resolvieron echarse
sobre el inmediato colegio de los jesuitas, desalojarlos y apoderarse de él,
hasta que se reedificarse su convento. Subió, pues el monjío con los jesuitas y
toda la nobleza a tomar posesión de la casa, donde se acomodaron del mejor modo
que pudieron, y permanecieron en ella más de un año. El marqués de Celada, el
obispo Don Lucas Conejero y varios caballeros deudos de las monjas
contribuyeron para la pronta reedificación del convento; de modo que antes de
un año de la quema pudieron volver a habitarle, bien que se quedaron las otras
en el del Puerto. Tardo algunos años en perfeccionarse el edificio,
especialmente la iglesia, que por último se dedicó con memorables regocijos en
1737. Pero tuvo muy corta duración este segundo monasterio, pues aquellas
vírgenes religiosas, que parece que se dormían con las lámparas encendidas,
despertaron otra vez atónitas en medio de las llamas, la noche del 27 de julio
de 1761, saliendo apresuradamente de entre ellas. Ardió todo el convento, y
después de haber andado errantes, se retiraron a las casas del coronel Don Juan
Bautista de Franchi. Era vicario Don Domingo Delgado, sobrino del otro vicario
de la quema anterior. Estuvieron allí alojadas, hasta que a solicitud del
coronel Don Juan de Franchi Grimaldi, su inmortal bienhechor, se reedificó el
tercer monasterio que tuvieron ya por fin, del cual tomaron posesión el día 8
de Junio de 1769, habiendo vuelto de aquel retiro en procesión solemne, a
tiempo que su iglesia, ya reparada, servía interinamente de parroquia, con
motivo de estarse fabricando el nuevo templo de la
Concepción de la Orotava. Al final del siglo XIX, el monasterio
ocupaba una gran manzana, así nos indican los historiadores Alloza Moreno y
Rodríguez Mesa: En un plano levantado en los primeros años del siglo XIX, se
comprueba la superficie y los limites que llegó a tener después de sucesivas
ampliaciones el ex-convento de San Nicolás, alcanzando a cubrir una manzana de
considerables proporciones. Tras la exclaustración de órdenes religiosas en
1835 el monasterio pasa al Ayuntamiento de La Orotava, colocándose allí el
Teatro Power.
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
No hay comentarios:
Publicar un comentario