Fotografía referente a dos panorámicas del principio de la década de los
años cincuenta del siglo XX, donde vemos un centenario árbol laurel de india
encima de la pila central de la plaza, a consecuencia del temporal del 15 de
enero del año 1953, en la otra un pequeño muchacho sentado en la mencionada
pila, fotografiado con la belleza que caracterizó la histórica plaza portuense.
El amigo del Puerto de la Cruz; JOSÉ MELCHOR HERNÁNDEZ CASTILLA, remitió entonces (20/10/2013)
estas notas que tituló; “LA PLAZA DEL CHARCO DEL PUERTO DE LA CRUZ”.
Publicadas
el domingo día 20 de octubre de 2013, en el suplemento “LA PRENSA”, matutino EL DÍA::
“…El militar Próspero Casola, fue uno de los primeros en nombrar
al “Charco de los Camarones” (Plaza del Charco), 1634-35, que tenía al oeste
dos charcos más pequeños (1). El alcalde
del Puerto de la Cruz, Pedro José de Mesa Benítez de Lugo, proponía, en 1722,
que se hiciese una pila en la Plaza del Charco, algo que no se realizó en ese
tiempo (2). “El Charco de los Camarones” se comunicaba con el mar. En 1746, se
mencionaba que el charco menguaba y crecía con la mar (3).
En 1775, La Casa Blanco (actual edificio
Olympia) tenía una empresa dedicada a la fabricación de aguardientes, que
vertía sus aguas a través de un conducto abierto hasta el charco que se formaba
en el costado oeste de la plaza. La Casa Blanco había construido dos muros, en
forma de rectángulo, como si fuera la esquina norte-oeste de la actual Plaza
del Charco, para evitar que el agua acumulada llegase hasta la actual calle de
San Felipe (4).
En 1821, “la noche del cinco al seis de
noviembre desfogó un aluvión que entulló la Plaza del Charco, entrando el agua
en sus casas del poniente a la altura de tres cuartas” (5). Un año después, en
1822, “a la Plaza del Charco se nombró ahora Plaza Constitucional” (6), también
llamada Plaza Real.
“En los comienzos del año 1835 y por
iniciativa del señor Alcalde Real don Francisco Gervasio Ventoso, el pleno del
Ayuntamiento acordó el arreglo de la Plaza Real. Lo primero fue levantar el
piso en una longitud de unos 94 metros de largo, que luego se amplió en 10 más
–cuyos diseños se debían al primer Diputado don José Agustín Álvarez Rixo-,
embaldosados y escaleras para el acceso a la misma, todo de cantería del país”
(7).
Se recomponía uno de los paseos de la Plaza
del Charco en 1860 (8). En 1862, hubo música, fuegos artificiales e iluminación
en dicha Plaza (9).
En 1863, domingo 31 de mayo, “se hizo
función en la parroquia en acción de gracia por la Divina providencia de
habernos librado de la fiebre amarilla que tanto se temió llegase aquí. Hubo
majestad manifiesta y procesión que dio vueltas conforme a algunas de Semana
Santa: es decir, bajó por la calle Quintana hasta la Plaza del Charco, subiendo
por la de Las Cabezas, dando vuelta por la de Venus, la de San Juan y La
Soledad, hasta restituirse a la iglesia… Septiembre.- se habían encargado a
Francia los faroles para alumbrar la Plaza Constitucional y algunas calles;
llegaron en este mes y se dio al alumbrado, situándose en la plaza y otros
pocos en algunas de las calles principales” (10).
Se mejoró el Paseo del Poniente de la Plaza
del Charco, poniéndole piso de hormigón en lugar de baldosas en 1868 (11).
En 1869, siendo Alcalde Popular don
Wesceslao Luis Delgado, día 6 de julio, domingo, “a las doce del día salió de
las Casas Consistoriales el señor Alcalde, dos Regidores y el Secretario en
comisión, el Gobernador Militar, cuatro artilleros, los empleados de hacienda y
maestros de escuela, todos los cuales se constituyeron en la Plaza
Constitucional; el Secretario leyó la nueva Constitución, se dieron las vivas
oficiales, retirándose enseguida con orden” (12).
Se estableció, en 1873, se construyera en
el extremo inferior de la Plaza del Charco una arquilla de hierro, y que se
mejorase la calle por esa parte, quitándole los hoyos y empedrándola (13). Se
decidió arreglar la parte baja de la Plaza y plantar árboles en ella en 1878
(14).
Debido a las grandes lluvias acontecidas en
el año de 1880, se resolvió componer el piso de los paseos de la Plaza del
Charco (15). “En el mes de mayo de 1880 se pavimentó el paseo (costado oeste) y
se comenzó a profundizar en el centro para hacer la pila con un juego de aguas,
a cuya obra, junto con el Municipio, contribuyeron varias personas amantes del
embellecimiento del pueblo” (16).
En sesión de 20 de marzo de 1881, “se
acordó poner un aparato de metal, para la salida de la agua de la fuente
pública de la Plaza de la Constitución, a fin de que esté colocada para las
fiestas de las próximas pascuas” (17). Se manifestó, en sesión de 28 de agosto
de 1881, componer el piso de los paseos de la Plaza de la Constitución,
colocando en ellos la tosquilla necesaria para hacer desaparecer los hoyos que
hoy tienen pasándoles luego cilindro a fin de regularizar el suelo” (18). “Se
colocó un aparato de metal para la salida de las aguas de la fuente pública, y
en ese mismo año por iniciativa de varios vecinos se reunieron fondos para hermosear
la plaza, plantando nuevo árboles y trayendo tierra” (19).
La escritora británica Olivia Stone, que se
alojó en el hotel Turnbull (actual casa Tita Bazo), cerca de la plaza,
describía la Plaza del Charco en 1883, en su libro “Tenerife y sus seis satélites”
(20). Esta es su descripción: “sábado 27 de octubre. Después del desayuno esta
mañana fuimos a pasear por la ciudad y sus alrededores. Dirigiéndonos hacia el
mar, entramos en la plaza, que tiene abundantes plataneras, eucaliptos,
tamariscos, palmeras, naranjos, acacias y enebros. Una zanja en la tierra, de
tres o cuatro pulgadas de profundidad y ancho, rodea la plaza cerca de los
árboles, y la utilizan para regarlos; en el centro hay una fuente llena de
grandes carpas doradas” (21).
El británico A. Burton Ellis, entre 1881 y
1884, en su libro “Islas de África Occidental (Gran Canaria y Tenerife)”, nos
relataba sus impresiones sobre la Plaza del Charco: “como Santa Cruz, el Puerto
de La Orotava también tiene una Plaza de la Constitución, a veces conocida por
el nombre menos aristocrático de los Camarones. Es un lugar bastante agradable
que tiene la forma de un rectángulo, del que tres lados están rodeados por
casas bien construidas y pintorescas, y el cuarto se encuentra abierto al mar;
el paseo está sombreado por árboles y provisto de numerosos asientos de piedra
para el uso de los holgazanes. Retirándose hacia el paseo marítimo, donde un
oleaje rompe fuertemente debajo de una vieja batería con un cañón oxidado, a
ambos lados se ve una pequeña bahía con una playa de brillante arena negra.
Estos son los fondeaderos del puerto y están tan expuestos a las tormentas
repentinas, que no es probable que el curioso y pequeño fuerte que protege uno,
ni el baluarte de infantería que defiende el otro, entren en acción para
rechazar un armamento enemigo. En los días de fiesta y de los santos, esta
plaza se halla atestada por los campesinos de los alrededores, quienes después
de misa exhiben en ella sus pobres vestidos a sus vecinos y a los ciudadanos.
En estas ocasiones se montan casetas en la plaza, en la que se venden
comestibles, bebidas, santos de hojalata y tonterías parecidas” (22).
Se hicieron varias actuaciones en la Plaza
del Charco en 1884. El 4 de mayo, “acordóse comprar dos bancos de madera y
hierro para colocarlos en la Plaza de la Constitución”; el 19 de octubre, “se
presentó una cuenta de gastos hecha en la reparación de los paseos de la Plaza
de la Constitución y arreglo de su arbolado, que asciende a veintidós pesetas
noventa y cuatro céntimos”; el 14 de diciembre, acordóse seguidamente se
verifiquen plantaciones de arbustos y otros matos en la Plaza de la
Constitución a fin de darle mayor embellecimiento” (23).
Se decidía, en sesión de 15 de junio de
1890, “reparar los paseos de la Plaza de la Constitución poniéndoles una capa
degranzón de piedra de cal” (24). Se acordaba, en sesión de 11 de enero de
1891, que se pagara “al peón que está al cuidado y conservación de los jardines
de la Plaza de la Constitución, se sufraguen los gastos de abonos, reparaciones
de acueductos, arreglo de paseos y jornales que sean necesarios” (25). El
Concejal señor Andrés Torrénts y Solá, en sesión de 13 de enero de 1900, “hizo
presente la necesidad de practicar una poda general en el arbolado y plantas de
la Plaza de la Constitución” (26).
El Concejal don Domingo Aguilar y Quesada,
en sesión de 3 de febrero de 1900, “manifestó que creía sumamente perjudicial a
la salud pública los depósitos existentes en los cuatro ángulos de la Plaza de
la Constitución, proponiendo… que el riego de los árboles y arbustos de la
misma Plaza se verifiquen por medio de tubería de hierro con manguera; y la
municipalidad acordó verificar sin demora la reforma propuesta” (27).
En sesión de 23 de abril de 1900, “se
acordó formular su más enérgica protesta por el hecho vandálico ocurrido en la
Plaza de la Constitución en la noche del 22 al 23 de abril actual en la que
fueron cortadas siete de las palmeras recientemente plantadas en aquel sitio”
(28).
En sesión de 30 de agosto de 1902,
“viéronse las facturas de las maderas y pinturas invertidas en el Kiosco de la
Plaza de la Constitución; y que el Cabildo acordó que del importe de las mismas
tan solo se pague la cantidad de doscientas cincuentas pesetas que para estos
gastos figuren en el presupuesto adicional” (29). El ayuntamiento determinó, en
sesión de 26 de septiembre de 1903, “satisfacer a don Gustavo Wildpret la
cantidad de trescientas cuarentinueve pesetas cincuenta seis céntimos, importe
de las maderas y tela impermeable invertidos en el kiosko de la Plaza de la
Constitución” (30).
En sesión de 23 de agosto de 1904, por
mandato del mismo señor Alcalde, “se dio cuenta de plano y presupuesto formador
para la reforma y embellecimiento de la Plaza de la Constitución; y la
Municipalidad acordó quedar interesada y que ya se resolverá lo que crea más
oportuno sobre el asunto” (31).
A propuesta del Concejal señor Vicente
Cartaya Cairós, en sesión de 1 de mayo de 1907, se resolvió “repasar el Kiosko
que se halla situado en la Plaza de la Constitución, dándose las
correspondientes manos de pintura” (32).
En sesión de 23 de febrero de 1910, “en lo
referente a reformas y embellecimiento de las plazas del pueblo; y el Cabildo
acordó que dicho asunto pasara a la Comisión nombrada para formular el plan de
obra”. Las obras municipales eran responsabilidad de los señores concejales:
Pedro Cruzat y Espinosa, Antonio Perera y González, Marcos Baeza y Carrillo”
(33).
Se calculó, en sesión de 18 de enero de
1911, que las reformas de La Plaza del Charco “sujetándose al plano de don
Marcos Baeza y Carrillo” se elevarían a
6.000 pesetas” (34). En sesión de 5 de abril de 1911, “deliberóse
ampliamente respecto a la instalación en la Plaza de la Constitución de la
tubería de hierro para el riego de jardines y arbolado; y la Municipalidad
acordó que los gastos que importe la expresada tubería se abonen con cargo a la
cantidad que para obras y reformas en dicha Plaza, se halla consignado en el
vigente presupuesto” (35). Se estableció, en sesión de 7 de junio de 1911, “que
los cincuenta barriles de cemento postham adquiridos últimamente para el
hormigón de los paseos Norte, Este y Sur de la Plaza de la Constitución… la
cantidad de novecientos noventa y nueves pesetas para el pago de reformas y
mejoras que se está verificando en la misma (36).
Se dictaminó, en sesión de 14 de junio de
1911, que “cada una de las personas que deseen enchufar la tubería para el
abasto de agua en el acueducto que conduce las del común vecindario por la
calle Blanco; el que solicitase dichas personas, habría de satisfacer la
cantidad de treinta pesetas por cada uno de los enchufes que le conceda, siendo
de su cuenta todos los demás gastos que para la instalación se les ocasionen…,
y por el momento tan sólo tendrán derecho las casas que den sus frontis a las
calles Blanco, Plaza de la Constitución y Marina” (37).
Se solicitó crédito para la Plaza del
Charco, en sesión de 5 de julio de 1911, con el objeto de poner “adoquinado de
la parte del Naciente de la Plaza de la Constitución. También acordó el Ayuntamiento
votar los siguientes créditos, uno de novecientas noventa y nueve pesetas para
atender los gastos de reformas de la Plaza de la Constitución” (38).
En 1911, se aprobó la poda de los árboles y
del aprovechamiento de la madera de los
mismos de la Plaza del Charco (39).
En sesión de 12 de febrero de 1912, “fue
acordado por unanimidad, construir una nueva valla para evitar daños que
pudieran causarse a los cuarteles sembrados de césped en la Plaza de la
Constitución… Se acordó unánimemente autorizar a la Presidencia para que
gestione la adquisición de veinticinco bancos para colocarlos en la citada
Plaza de la Constitución” (40).
Se presentó, en sesión de 20 de noviembre
de 1912, “una cuenta de cuarenta y siete pesetas noventa céntimos suscrita por
el Sr. Comisario de Policía, por un importe de gastos ocasionados en la
reparación de los desperfectos causados en la Pila de la Plaza de la
Constitución por el árbol que derribó el viento” (41). Se ratificaba, en sesión
de 15 de enero de 1913, “de dejar reformados, con jardines, parte de los
cuarteles de césped de la Plaza de la Constitución” (42). Se decidió, en sesión
de 24 de septiembre de 1913, “comisionar al Sr. Alcalde Marcos Baeza Carrillo y
al propio Luis Rodríguez Figueroa para que estudien y propongan las reformas y
mejoras que deben realizarse en la aludida Plaza de la Constitución” (43).
Se proponía, en sesión de 3 de enero de
1917, por parte de la presidencia “a la consideración del Concejo la urgente
necesidad y conveniencia de podar Los Laureles de los grandes que existen en la
Plaza de la Constitución, que por su altura y mucho ramaje fueron amenazados de
caerse en el último temporal de viento” (44).
Desde el año 1944, y de forma
ininterrumpida hasta 1961, se ha organizado una exposición de maquetas de
barcos en la Pila de la Plaza del Charco (45).
La Pila de La Plaza del Charco presenta en
su centro una Ñamera (Colocasia), posiblemente de principios del siglo XX. La
afamada escritora canaria, María Rosa Alonso (Tacoronte, 1909- Puerto de la Cruz,
2011) Premio Canarias de Literatura, escribía sobre la misma en el programa de
las fiestas de julio de 1951:
“Frondosa y verde emerge esa bombonera
redonda que es la Ñamera de la Plaza del Charco. Anchas y rotundas sus hojas
suplen una ausencia de flores que no tiene ni necesita. No precisa siquiera de
una voz poética que le cante, como la palmera, su esbelta delgadez, o, como el
drago, su milenaria tradición de catedral vegetal. La Ñamera de la Plaza del
Charco se basta a sí misma en su verdura esférica, y a veces me he preguntado
por las manos gigantes que le han dado su forma de búcaro artificial.
Ella se ha fabricado su redondez solitaria
y su ancho corazón nos sonríe en cada hoja a todos los que amamos la honda y
fresca delicia de su sencillez. La Ñamera nos mira en línea recta y nos invita
a la renuncia de la vertical y a huir de las estrellas y de la estremecida
tensión de las alturas.
Ancha, redonda, verde y satisfecha es
envidiable su felicidad jugosa de mujer feliz, su renuncia a lo alto, y su baja
sonrisa, humilde, casi a flor de tierra. Lección de suavidad serena la suya, de
rotundidad de lo mínimo y sencillo. Si tienes, caminante el alma seca porque el
dolor te haya bebido los jugos de su fragancia, aprende lo que Ñamera de la
Plaza del Charco te muestra en su vida simple, uniforme, sin pretensiones; pero
sí no quieres o no puedes renunciar a las estrellas, sólo te dará envidia y
agonía advertir que, mientras te quemas en la paramera de tus verticales
inalcanzables, ella te sonríe tranquila en su menudo y jocundo verdor de
horizontales sin riesgos ni ambiciones” (46).
BIBLIOGRAFÍA:
1.
Galindo Brito (2000). “La plaza del Charco
de Los Camarones (1)”. La Opinión de Tenerife. Santa Cruz de Tenerife. 21 de
abril 2000.
2.
Álvarez Rixo, José Agustín (1994). Anales
del Puerto de la Cruz de La Orotava (1701-1782). Ayuntamiento Puerto de la
Cruz. Páginas 35, 36.
3.
Galindo Brito, Antonio (2000). “La plaza
del Charco de Los Camarones (1)”. La Opinión de Tenerife. Santa Cruz de
Tenerife. 21 de abril de 2000.
4.
Ibídem.
5.
Álvarez Rixo, José Agustín (1994). Anales
del Puerto de la Cruz de La Orotava (1701-1782). Ayuntamiento Puerto de la
Cruz. Páginas 277, 278.
6.
Ídem. Páginas 279, 280.
7.
Ruiz Álvarez, Antonio (1949). “Estampas
históricas del Puerto de la Cruz, “La Plaza del Charco”. Diario La Tarde. Santa
Cruz de Tenerife.
8.
Álvarez Rixo, José Agustín (1994). Anales
del Puerto de la Cruz de La Orotava (1701-1782). Ayuntamiento Puerto de la
Cruz. Páginas 428-433.
9.
Ídem. Páginas 452, 453.
10.
Ídem. Páginas 457-461.
11.
Ídem. Páginas 477-478.
12.
Ídem. Páginas 484-446.
13.
Libro de Actas del Ayuntamiento del Puerto
de la Cruz (1873).
14.
Libro de Actas del Ayuntamiento del Puerto
de la Cruz (1878).
15.
Libro de Actas del Ayuntamiento del Puerto
de la Cruz (1880).
16.
Ruiz Álvarez, Antonio (1949). “Estampas históricas
del Puerto de la Cruz, “La Plaza del Charco”. Diario La Tarde. Santa Cruz de
Tenerife.
17.
Libro de Actas del Ayuntamiento del Puerto
de la Cruz (1881).
18.
Libro de Actas del Ayuntamiento del Puerto
de la Cruz (1881).
19.
Galindo Brito (2000). “La plaza del Charco
de Los Camarones (10)”. La Opinión de Tenerife. Santa Cruz de Tenerife.
20.
Íbidem.
21.
Stone, Olivia (1887; 1995). Tenerife and
its six satellites (Tenerife y sus seis satélites). Ediciones Cabildo Insular
de Gran Canaria. Las Palmas de Gran Canaria. Página 479.
22.
Ellis, A. Burton (1885; 1993). West African
Islands (Islas de África Occidental -Gran Canaria y Tenerife-). Edita: J.A.D.L.
La Orotava. Páginas 91-92.
23.
Libro de Actas del Ayuntamiento del Puerto
de la Cruz (1884).
24.
Libro de Actas del Ayuntamiento del Puerto
de la Cruz (1890).
25.
Libro de Actas del Ayuntamiento del Puerto
de la Cruz (1891).
26.
Libro de Actas del Ayuntamiento del Puerto
de la Cruz (1900).
27.
Libro de Actas del Ayuntamiento del Puerto
de la Cruz (1900).
28.
Libro de Actas del Ayuntamiento del Puerto de
la Cruz (1900).
29.
Libro de Actas del Ayuntamiento del Puerto
de la Cruz (1903).
30.
Libro de Actas del Ayuntamiento del Puerto
de la Cruz (1903).
31.
Libro de Actas del Ayuntamiento del Puerto
de la Cruz (1903-1905).
32.
Libro de Actas del Ayuntamiento del Puerto
de la Cruz (1906-1907).
33.
Libro de Actas del Ayuntamiento del Puerto
de la Cruz (1909-1910).
34.
Libro de Actas del Ayuntamiento del Puerto
de la Cruz (1910-1911).
35.
Libro de Actas del Ayuntamiento del Puerto
de la Cruz (1910-1911).
36.
Libro de Actas del Ayuntamiento del Puerto
de la Cruz (1910-1911).
37.
Libro de Actas del Ayuntamiento del Puerto
de la Cruz (1910-1911).
38.
Libro de Actas del Ayuntamiento del Puerto
de la Cruz (1910-1911).
39.
Informe sobre la Poda de Árboles y su
aprovechamiento. Ayuntamiento del Puerto de la Cruz, 1911.
40.
Libro de Actas del Ayuntamiento del Puerto
de la Cruz (1911-1912).
41.
Libro de Actas del Ayuntamiento del Puerto
de la Cruz (1912-1913).
42.
Libro de Actas del Ayuntamiento del Puerto
de la Cruz (1912-1913).
43.
Libro de Actas del Ayuntamiento del Puerto
de la Cruz (1912-1913).
44.
Libro de Actas del Ayuntamiento del Puerto
de la Cruz (1916-1917).
45.
González, Agustín (2002). “Vecinos de La
Ranilla recaudan fondos para comprar un lanchón a la Virgen”. Diario de Avisos.
Santa Cruz de Tenerife. 5 de mayo de 2002.
46.
König, Hans (2002). Puerto de la Cruz.
Historia y Anécdotas. Puerto de la Cruz. Páginas 27, 28 …”
BRUNO JUAN
ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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