Nace en Breslau, ciudad que en aquellos años pertenecía a Alemania
(actualmente a Polonia), en el mes de Noviembre de 1890, en el seno de una
familia de la burguesía alemana; su padre era secretario del Ayuntamiento, y su
madre profesora de música. Desde muy corta edad van sobresaliendo sus dotes
hacia la repostería y la cocina. Cursa sus primeros estudios en un Colegio
Evangelista, pasando más tarde a especializarse en Repostería y Cocina,
obteniendo, a la corta edad de diecisiete años, la titulación en el grado de Oficial.
Durante los primeros años de su profesión, EGON trabaja en distintos
hoteles y restaurantes de Breslau donde poco a poco va perfeccionando sus
habilidades dentro de esta rama, llegando a conseguir en varias ocasiones
algunos premios, con lo cual fue ganando mucho prestigio entre los empresarios
de Breslau. Animado por varios compañeros, a principios del año 1914 decide
enrolarse en un barco rumbo a las colonias que poseía Alemania en África.
Santa Cruz de Tenerife, con su ya importante Puerto, era en aquellos
momentos sitio obligado de aprovisionamiento para los barcos que seguían rumbo
a América o hacia África. Fue entonces cuando la primera Guerra Mundial
sorprendió a estos jóvenes marinos en aguas del Archipiélago Canario, y tras
varias semanas de conversaciones con las autoridades españolas, optan todos
por quedarse en la ciudad de Santa Cruz de Tenerife.
Don Egon comienza sus primeros contactos en la Isla con su profesión, al
servicio de un Oficial del Ejército español en el Barrio del Toscal de la
capital tiñerfeña; este Sr. militar sería meses más tarde una de las llaves que
le abrirían algunas puertas para la instalación de su propio negocio. A
principios del año 1915, don Egon decide establecer su propio negocio y
elige la Ciudad Universitaria de San Cristóbal de La Laguna, y como actividad
una pequeña lechería en la céntrica calle de la Carrera. Compraba leche a las
lecheras que venían de la Esperanza y de Las Mercedes, y en su pequeño obrador
la transformaba en deliciosa nata y mantequilla; con algunas pastas, que ya
elaboraba, vendía estos productos en un pequeño despacho anexo al obrador.
Esta tarea era compartida, con la de repostero y cocinero en bodas y banquetes
en el ya desaparecido "Hotel Camacho" de la ciudad de Tacoronte. No
estando satisfecho con lo que en aquellos momentos se encontraba realizando y
animado por unos compañeros establecidos en la Villa de la Orotava, en la
primera mitad del año 1916, don Egon decide probar fortuna en dicha ciudad y
elige como lugar de trabajo un pequeño local en la calle del Tejar.
Después de algunos meses de intenso trabajo y siendo bien aceptado por los
habitantes de la Villa, su pequeño obrador se le va quedando corto y decide, en
el mes de Diciembre de 1916, trasladarse a la calle de la Quinta, esquina con
Tomás Zerolo o calle del Agua, donde comienza a utilizar mano de obra de la
Villa; entre algunas de las personas que contrató, y sin que él se pudiera
imaginar, (ya que en aquellos momentos tenía otra villera como pretendiente),
se encontraba la que fuera más tarde su compañera sentimental por todo el resto
de su vida: Luisa Rocío Báez. Y de esta forma es como queda constituida lo que
actualmente es la CONFITERIA "TAORO". Por aquellos años don Egon
revolucionó lo que era hasta entonces la Repostería y Cocina en el Valle de la
Orotava. Aquel joven alemán, con muchas ganas de trabajar, introdujo productos
que en aquella época muy poca gente había tenido la oportunidad de conocer, ya
que viajar a Europa en los tiempos que corrían era un privilegio de muy pocas
personas.
Es en la Navidad de 1917 cuando don Egon tiene ya por las calles del Valle
de La Orotava a tres vendedores. Una vendía en la Villa, otra se trasladaba al
Puerto de la Cruz y la tercera lo hacía a nuestro vecino pueblo de Los Realejos.
Cada una de ellas, con su "caja" sobre la cabeza, iba de puerta en
puerta ofreciendo los deliciosos dulces y pastas que la CONFITERIA
"TAORO" elaboraba diariamente. Después de algunos meses residiendo en
varias pensiones de la Villa, opta por fijar su residencia en la calle Verde,
actualmente Nicandro González, junto a sus compatriotas Germán, Otto y Enrique.
Cuando por las mañanas subía a trabajar hacia la CONFITERIA, los chiquillos de
la calle le cantaban una canción que le ponía muy furioso; "Alemán con
chivere, camina como un chivere, mató a su padre y el que por su gusto muere,
hasta la muerte le sabe a dulces".
A principios del año 1919 realiza un viaje y permanece durante varias
semanas fuera de la isla. Aún no está claro el motivo de dicho viaje, pero,
según parece, éste se debió a un fracaso amoroso con una novia que tenía por
aquella época. Una vez incorporado en la tarea, decide abrir un despacho de
dulces y un café en la calle de la Carrera, pero al no llegar a un acuerdo con
el dueño del inmueble, decide posponer dicha empresa.
En la Parroquia Matriz de Nuestra Señora de la Concepción y en el verano
del año 1920, Egon y Luisa contraen matrimonio. Fue aquel un gran
acontecimiento para la Villa, ya que en muy pocas ocasiones los villeros habían
tenido la oportunidad de presenciar la celebración de una boda entre una joven
villera y un Sr. alemán; imagínense Vds. la cantidad de personas, aparte de
los invitados, que quisieron ser testigos de aquella unión. Por circunstancias
ajenas a su voluntad, y en un corto espacio de tiempo, Egon se ve obligado a
trasladar su industria, entonces ubicada en la calle de la Quinta, a su
domicilio particular, en la calle de León 55. Corre el año 1921 y es cuando
establece en la calle de la Carrera n° 8 un pequeño despacho de dulces y un
café, que aparte de atender a su ya significativa clientela, también surte a la
Sociedad Recreativo Cultural "Liceo de Taoro", que se encontraba por
aquellas fechas en la parte alta del local. En el año 1925 y tras recibir una buena
oferta, EGON decide centralizar todo su negocio en la calle de León n° 5,
incluso su vivienda. Este inmueble despertó en EGON gran interés, ya que se
trataba de una casona del año 1700 y su ilusión siempre fue la de instalar su
negocio en una finca urbana con estas características. Es importante reseñar
que parte del mobiliario de la Confitería y de la propia vivienda, fue comprado
al Sr. Marqués de Casteja. Esta familia de la nobleza española se encontraba
afincada en el Puerto de la Cruz por los años veinte. Una vez establecido en
este nuevo domicilio y debido a la gran demanda que ya existía por entonces,
EGON se dedica con mayor fuerza a comprar grandes cantidades de leche a
distintos ganaderos del Valle, para luego, en una pequeña máquina manual,
desnatarla, separar la grasa para hacer mantequilla y nata, y luego, con la
leche desnatada, elaborar helados, usarla en la confitería o bien venderla para
la calle. Todo este proceso que se hacía con la leche duraría hasta finales de
los años sesenta. En el año 1926 pasa por una situación muy desagradable. Su
señora doña Luisa da a luz un precioso niño, pero por circunstancias de la
vida la criatura fallece a los pocos días de su nacimiento. Este desagradable e
inesperado acontecimiento los conduce a suspender las tareas de la confitería y
café "TAORO" durante algunas semanas. En aquellos años poseían una
vivienda en Santa Cruz y optan por desplazarse hasta la capital de la isla,
para ir olvidando aquel mal trago. En el verano de 1927, empiezan a verse por
las calles del Valle de la Orotava los primeros vendedores de helado de la
CONFITERIA y CAFE "TAORO". Con las garrafas al hombro, estos
heladeros iban ofreciendo aquel manjar para hacer un poco más llevadero el
calor estival. En la plaza de la Alameda (hoy de la Constitución), todos los
domingos y festivos, don Egon instalaba, siempre que el tiempo se lo permitía,
un pequeño puesto donde vendía dulces, frutos secos, caramelos, refrescos,
helados..., etc., etc. Esto era un gran aliciente para los paseantes
domingueros y festivos de la plaza. En las bodas, banquetes, fiestas, etc., de
los más pudientes de la Villa, nunca faltaban los dulces, pastas, helados,
etc., de la CONFITERIA y CAFE "TAORO". En la Navidad del año 1927,
don Egon hace sus primeros pinitos con un pequeño restaurante dentro del mismo
local, y por el número de clientes que acudían a degustar sus exquisitos platos
diríamos que fue un gran éxito. Al principio sólo funcionaba al mediodía y los
sábados y domingos; luego, ya por el año 1930, lo hacía durante todos los
días. En los primeros años de la década de los treinta, LA CONFITERIA y CAFE
"TAORO", va adquiriendo un gran renombre dentro de la Isla y día tras
día la plantilla va aumentando. Por aquellos años se vendían dulces, pastas,
mantequilla, helados, frutos secos, bombones, nata, tartas, leche desnatada...
y, además, no sólo se servía comida en el "restaurante" sino que
también se recogían encargos de comidas para servir en las casas, y al tratarse
de una pequeña industria de tipo artesanal, era imprescindible un gran número
de personas para llevar a cabo estas tareas. Además ya la CONFITERIA
"TAORO" comienza a introducir sus productos en hoteles y
restaurantes, no sólo del Valle de la Orotava, sino también de Santa Cruz, La
Laguna, etc...; entre los clientes de mayor, podemos destacar hoteles como
Gran Hotel Taoro, Hotel Monopol, Hotel Marquesa, antiguo Hotel Martiánez, Hotel
Mencey, Hotel Orotava, antiguo Hotel Victoria, Hotel Suizo, etc... Llegan los
tristes años de la guerra civil: las materias primas empiezan a escasear y don
Egon, con mucha tristeza, se ve en la obligación irremediable de tener que
despedir algunos de los empleados de su CONFITERIA, ya que las ventas, por los
circunstancias que se viven, han disminuido notablemente, y entre algunas de
estas personas se encontraban algunos familiares de su Señora Luisa. Concluida
la guerra civil, Y en la Navidad del año 1942, aprovechando la tarea de esta
época, don Egon y su señora esposa le ofrecen la oportunidad de trabajar y convivir
en su domicilio a su sobrino Benigno Rocío, quien años más tarde y tras la
muerte de don Egon sería el sucesor de la empresa. El "restaurante" a
buen ritmo va tomando su cauce normal y ya a finales de los años cuarenta se
está convirtiendo en uno de los centros de tertulia más importantes del Valle
de la Orotava, llegando a participar en frecuentes ocasiones contertulios de
otros pueblos y ciudades de la isla, quienes más de una vez fueron
sorprendidos, y en alguna ocasión detenidos, por las autoridades, pensando que
estaban tramando alguna acción política, cosa que, evidentemente, en la
dictadura estaba terminantemente prohibido. También por estos años era bastante
normal ver en las mesas del "restaurante" botellas de vino blanco,
tinto, rosado o moscatel con la etiqueta "VINO DE LA CONFITERIA y CAFE
TAORO". La procedencia del mismo era de una pequeña finca en el barrio de
La Perdoma propiedad de don Egon, y cuyos productos eran consumidos en la CONFITERIA
"TAORO", como aún se sigue haciendo. En el año 1952 intenta arrendar
la CONFITERIA a un colega suyo alemán, y digo intenta arrendar, porque dicho
cometido nunca se llevó a cabo; incluso se conserva el documento que por
aquellas fechas se extendió. Aún no se ha podido saber qué le motivó a don Egon
el intento fallido de aquel arrendamiento. El miércoles era el día elegido para
desplazarse a Santa Cruz a realizar algunas compras. Solía ser muy normal
encontrarlo por alguna calle de la capital con su inseparable maletín de piel,
repleta hasta los topes de pequeños artículos para su CONFITERIA. A su regreso
a la Villa en la guagua o en algún coche pirata, por los alrededores de la
estación, los chicos se peleaban por traerle su maletín hasta la CONFITERIA, ya
que sabían que serían bien recompensados con un buen papelón de recortes de
dulces. Siempre que había en Santa Cruz el estreno de alguna película u obra de
teatro, don Egon y su señora se desplazaban hacia la capital, y si la función
se prolongaba o el tiempo lo requería, ellos tenían un pequeño ático siempre
disponible, en el barrio de La Salud - bajo, donde pasaban la noche y a la
mañana siguiente muy puntuales regresaban a la Villa. Como el día señalado para
acudir a visitar los terrenos en el barrio de La Perdoma era el lunes, la
inseparable pareja se desplazaba por la mañana, y, siempre en compañía de
algún sobrino - nieto, pasaban el día en su pequeña casita de campo habilitada
para la ocasión. Ya al anochecer, bien en la guagua o en el auto de su sobrino
Benigno, regresaban a la CONFITERIA repletos de productos de la finca. Don
Egon siempre iba en estas ocasiones ataviado con sus botas, bastón, prismáticos
y cámara fotográfica. Cada año por las Fiestas Navideñas, preparaba en el
comedor privado de su vivienda un gran abeto adornado con los motivos navideños
y además muy iluminado, y todos los vecinos y clientes más asiduos a la
CONFITERIA subían a contemplar aquel novedoso árbol, y en algunas ocasiones
eran brindados con una copita de delicioso moscatel, cosecha propia de su finca
de "Los Nateros" en La Perdoma. Por Pascua de resurrección, el
mostrador de la CONFITERIA siempre fue, y de hecho es, una pequeña exposición
de figuritas de chocolate: conejos, osos, arlequines, patos, huevos... En
principio esta costumbre sólo la practicaban los extranjeros residentes en la
isla, pero a través de los años se ha ido introduciendo en nuestras costumbres
y ya son muchos los clientes que acuden a la CONFITERIA a comprar en este día
las figuritas de chocolate.
¿Cuántas anécdotas tendrán un negocio con casi un siglo de historia? La
verdad es que pueden ser innumerables; pasaré a resecarles algunas. En cierta
ocasión le pregunta un cliente amigo de la casa a don Egon: "¿Cómo es su
segundo apellido, don Egon?", y responde: "Mi segundo apellido es
Bard”. El cliente responde: "En vez de Bard, Vd. debería llamarse don Egon
Wende Caro". En aquella ocasión fue tal el cabreo que cogió, que puso a
aquel cliente en la puerta de la calle y estuvo durante algún tiempo sin
permitirle la entrada en el establecimiento. En otra ocasión le mandaron la
funeraria. Imagínense Vds. cómo se pondría aquel hombre cuando ve aparecer al
Sr. de la funeraria, ya preparado con todos los enseres para un servicio.
Cierto día se encontraba su señora ausente y don Egon, como era habitual, a la
una y media se sentó a comer en el Restaurante. -Acababan de servirle el
segundo plato cuando en ese justo momento aparecen dos clientes, uno de ellos
lo llama hacia el jardín, mientras el otro ocupa el sitio de don Egon y se come
aquel delicioso solomillo con papas salteadas. O aquella vez que un cliente,
después de haber almorzado, se tomó una veintena de "tambores" y,
cuando iba por la Cuesta de la Villa, tuvieron que parar el coche y llamar a
una ambulancia porque era tal el estado en que se encontraba que hubo que
ingresarlo urgente en el antiguo hospital de Santa Cruz. Un domingo por la
mañana viene un Sr. a comprar una bandeja de dulces, y en el momento de pagar
no encuentra su cartera; al Sr. se le ve bastante preocupado ya que no sabe si
ha perdido su cartera o la ha dejado en su casa, el caso es que se le dan los
dulces y queda en mandar una transferencia bancaria. A los pocos días se recibe
una carta con un ingreso del banco y una nota que dice: "Estimados amigos:
Soy el del "SABLAZO" del pasado domingo.
Afortunadamente encontré la billetera en casa. Fueron vds., muy gentiles y
muy amables. Les repito una vez más mi agradecimiento". En otra ocasión se
encontraba un Sr. pelándose en la barbería de don Antonio Díaz y, había dejado
su burro por fuera de la puerta; en un descuido dos clientes habituales de las
ruindades, cogen el burro y lo introducen dentro del despacho de los dulces.
Antero el empleado, cuando vio el burro dentro de las dependencias de la
CONFITERIA, llamó rápidamente a don Egon; fue tal el enfado que cogió que salió
corriendo por media OROTAVA a ver si encontraba a los autores del hecho. Un día
28 de diciembre día de los inocentes, llaman a don Pedro Melián, (practicante
oficial de la casa), pidiéndole por favor que acuda urgentemente a casa de don
Egon, porque tiene un fuerte dolor y don Máximo Martín y Martín (médico de la
familia), le había recetado unas inyecciones muy fuertes y tenía que ponerle
una rápidamente; cuando el Sr. Melián acude a la CONFITERIA encuentra a don Egon
sentado con unos clientes en el jardín. Sin lugar a dudas, se dan cuenta los
dos de que se trataba de una inocentada.
Don Egon fue un personaje bastante interesado por las costumbres y
tradiciones de nuestra Villa, tanto en Semana Santa como en las Fiestas
Patronales, siempre buscaba un pequeño espacio de su tiempo para hacer acto de
presencia en estos eventos locales, lo cual le llenaba de gran satisfacción.
Durante el tiempo que su cliente y amigo don Pedro Hernández Méndez, llevó a
cabo la confección de las alfombras de la plaza del Ayuntamiento, don Egon se
acercaba cada día hacia dicho lugar y, contemplaba la obra de arte que su amigo
realizaba.
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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