sábado, 2 de diciembre de 2017

GILBERTO RODRÍGUEZ (TITO) EN EL RECUERDO.



Fotografía del archivo particular referente al cambio de aceite a un OPEL KADETT de la época en el salón industrial de suministros de mi padre Juan Álvarez Díaz en la calle El Calvario de La Orotava, año 1956, de izquierda a derecha; Florencio, Carlos, Tito y Efraín.

Aniversario de su fallecimiento. Recuerdo cuando nos conocimos, trabajaba en los suministros de mi padre Juan Álvarez Díaz en la calle El Calvario de La Orotava, donde aprendiste a ser hombre de provecho, aprendiste a conducir vehículos, aprendiste al trabajo, aprendiste la teneduría de libro que aun con pantalones cortos recibiste del gran maestro don Inocencio Sosa Hernández. En ese emblemático lugar de la villa a olor de petróleo y aceites de automóviles te conocí cuando solo tenía 4 años, me traía desde tu barrio El Ramal a Oscarito ya fallecido para que jugara conmigo en mi casa de la calle El Calvario número 34, ojalá te encuentre con él en ese lugar desconocido.
Aquel invierno, allá por el año 1958  recuerdo que era un día frio, te vino a buscar otro excelente  industrial de La Orotava don Miguel Herreros González de Chaves para que te fuera a trabajar a su industria de la calle  La Carrera del Escultor Estévez como chofer de una furgoneta de su propiedad, recuerdo que era de color azul.
En la industria de mi padre hiciste la mili, que con el reclamo de mi progenitor, tuviste permisos para estar trabajando en la industria de suministro y gasolinera.
En ese mismo verano del año 1958, aprovechando tu trabajo de repartidor por los pueblos del Sur de la isla, nos invítate a un servidor (8 años de edad), a mi hermana Carmilla y a la tía Consuelo(mi segunda madre) a conocer el entonces desierto Sur de Tenerife, recuerdo que salimos hacía Icod de los Vinos, pasamos el antiguo tune natural y subimos a Santiago del Teide a través del Tanque, bajamos a Guía Isora, continuamos a Adeje, donde visitamos la playa Los Bobos (actualmente playa de Las Américas), y luego nos bañamos en la Playa de Los Cristianos, aquello si que era una gran playa, solitaria de aire puro y brisa marina dulce, fue la primera vez que vi esa magnífica y desierta playa de Arona Los Cristianos, almorzamos y subimos a Arona, para luego emprender el camino hacía Granadilla, Güimar, Arafo y de regreso a La Orotava por la carretera vieja.
Tiempo después conociste a tu actual y desconsolada esposa Pili Sálamo que trabajó muchísimos años en los Tejidos de Antonico, te casaste me invitaste a la boda, recuerdo que fui con mi hermana Lola y mi cuñado Delfín. Pasaron los años más extraños y más fascinantes de tu  vida en la empresa de los hermanos Herreros como encargado de la sucursal que tenían en Santa Cruz de Tenerife y al mismo tiempo te aficionaste a conservar coches antiguos, participaba todos los años en los Rally de automóviles viejos tanto en el Valle de La Orotava como en la capital tinerfeña.
En un vaivén eterno de emociones, del enfado a la risa, del odio al amor, de la tristeza a la exaltación…y es que no eras fácil, nunca lo fuiste. Siempre tuviste tus propios quehaceres y aficiones, esos que acabarían separándonos, pero siempre nos saludábamos, recordábamos el pasado y siempre me quería como un hermano.
Tito, yo recuerdo que cuando trabaja con mi padre, siempre decía que cuando viniera el comunismo a España, le quitaba los coches a la señora marquesa…, la democracia vino, el comunismo también pero con otro estilo de tiempos modernos a los que ahora nos ha tocado vivir.
Ahora te lo cuento porque al igual que tu, no creo en el más allá, y sé que esto nunca llegará a ti de ninguna forma. Nuestra historia fue en este mundo. Y en este mundo ha acabado.

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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