jueves, 21 de diciembre de 2017

ANTONIO CABRERA PÉREZ CAMACHO EN EL RECUERDO



Fotografías: Izquierda correspondiente a un grabado creo que en óleo, recuerdo verlo en casa de mi madre en la calle El Calvario de La Orotava donde nací, cuando aún era un niño, como cabecera de un almanaque benéfico que adquirió en la Basílica de Candelaria.
Derecha Antonio Cabrera actualmente en su despacho tinerfeño de odontólogo.

“…En el año 1956, tiene lugar un prodigio debido a Martín. Un muchacho de poco más de cuatro años de edad, de Tenerife, recibe un golpe en el pie producido por un bloque de cemento de treinta kilos de peso. Prácticamente el pie queda deshecho y el estado de herido es de cuidado. Aparece la gangrena y no la pueden detener los médicos que asisten a Antonio Cabrera Pérez, que así se llama el muchacho. La amputación se hace necesaria a juicio de cuatro facultativos a quienes se consulta el caso. Pero he aquí que la familia vuelve los ojos a Martín, aplican al pie deshecho una imagen del Santo y el 1 de Setiembre en la noche, desaparece la gangrena y la cicatrización se inicia normalmente. Todos quedan estupefactos y el milagro parece patente…”

Antonio, le conocí cuando estudiábamos bachillerato en el colegio de San Isidro de la Villa de La Orotava, él como alumno interno, por el curso 1963 – 1964, recuerdo que se sentaba delante de mi pupitre, casi siempre se estaba chupando el dedo gordo de la mano derecha, tanto es así que el profesor de matemática el entonces sacerdote salesiano don Diego Yergo López, le puso el seudónimo “chupa - dedo”.
Curiosamente era muy aficionado a la tauromaquia (toros), casi siempre en las clases de dibujo con don Francisco Dávila (fotógrafo de Tacoronte) se ponía a dibujar las faenas de los toreros en la plaza de Toros. Por otro lado recuerdo que con palillos de dientes hacia de banderillero sobre la espalda del compañero interno de La Palmas de Gran Canarias de apellidos Betancourt y Bravo de Laguna, por lo que casi termina por romperle la chaquetilla.
Un día me contó que un ermitaño dominico de color procedente de Lima (Perú), patrón universal de la paz. Conocido también como "el Santo de La Escoba" por ser representado con una “ESCOBA” en la mano como símbolo de su humildad. Le había salvado la perdida de una de sus piernas que se dañó gravemente en un accidente que había tenido en Garachico jugando de niño, y que su madre doña Berta Pérez Camacho procedente de Santa Cruz de La Palma (amiga de mi tía Eladia Espejo, ambas vecinas de la zona El Puente), fue señora esposa - viuda del entonces fallecido orotavense don Inocencio García Bartlet (hijo del industrial chasnero Don Casiano García Feo).
Ojeando la hemeroteca del matutino de Tenerife “EL DÍA”, en su edición del día 28 de Abril de 1962 sobre la Canonización el fraile Martín de Porres: “…El acontecimiento católico – de entonces próxima celebración en Roma – la canonización del Beato Fray Martín de Porres. Actualiza un suceso registrado en la capital tinerfeña hace entonces unos años, del cual obtenemos noticias valiosas, que insertamos en todo lo que tienen de interés, sin que, por nuestra parte, le quitemos o añadamos ni un ápice al material informativo que llegó a nuestro poder. El protagonista de la presente información es un niño: Antonio Cabrera Pérez Camacho.
Por lo que se deduce de los datos que nos han sido suministrados por los doctores de Medicina que lo atendieron a consecuencia de un accidente que sufrió el menor en cuestión, algo imposible de esclarecer por la ciencia suscita ahora – a causa de estar los hechos de que se trata en estrecha relación con el beato Fraile Martín de Porres…”
En el verano del 2017, debido a una cruel enfermedad, el amigo y compañero de pupitre en el Colegio de San Isidro de la Villa de La Orotava; Antonio Cabrera Pérez Camacho, nos dijo adió definitivamente.
Probablemente la leyenda de su niñez, esta vez se hizo realidad, quizá el ermitaño dominico de color procedente de Lima (Perú), patrón universal de la paz. Conocido también como "el Santo de La Escoba" por ser representado con una “ESCOBA” en la mano como símbolo de su humildad, se lo llevó a la gloria eterna.
Hasta pronto amigo y compañero.

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL


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