Fotografía en color, propiedad del amigo
de la Cuesta
- Puerto de la Cruz, actualmente residente en el Bajo Ampurdán - Cataluña; ZOILO LÓPEZ BONILLA.
Tomada en el Puerto de la Cruz. De izquierda a derecha; Pepito Lechado,
Fifo y Aquillo Chaves (tres amigos portuenses).
Aniversario de su fallecimiento. El amigo del Puerto de la Cruz; CELESTINO
GONZÁLEZ HERREROS, remitió entonces (20/02/2014) estas notas que tituló “DESCANSE
EN PAZ EL ALMA DEL AMIGO PEPE LECHADO”: “…Aún en estos
momentos no tengo sosiego, me turba enormemente la idea de haber perdido para
siempre al amigo Pepe Lechado. La triste noticia de su apresurado óbito me
produjo un impacto tremendo. No podía creerlo y fue su desconsolada viuda quien
me dio la dolorosa noticia, en el garaje comunitario donde guardamos los coches.
Vivimos en el mismo edificio hace más de treinta años y todos los días nos
tropezábamos frente al ascensor y con sana alegría nos saludábamos al
encontrarnos. Era muy simpático y ocurrente y llovían las bromas juntas con su
familia, contentas de estar todos bien. Luego cada uno para su casa y siempre
buenos amigos.
Si quieren que les diga más verdad, hasta ayer,
después de tantos días, he estado huyendo de su familia para no sufrir más al
encontrarnos. Y así fue, no pude contenerme y casi me ahogo de angustia.
Estábamos todos menos Pepe y mis pupilas intuitivamente lo buscaron, presentía
que estaba allí y hasta me pareció oír su reposada voz, siempre bromeando…
A veces los golpes que recibimos de la vida suelen ser
muy duros y desgarradores. Qué poca cosa nos sentimos, qué impotentes al no
poder evitarlo y tener que resignarnos ante el destino y la misma evidencia,
cuando se nos va un amigo o un ser muy querido. Absolutamente nada podemos
hacer para evitar esos fatídicos trances luctuosos. Y triste es, también,
no hallar las palabras apropiadas para consolar a sus dolidos familiares y
demás amigos. Será que me estoy haciendo demasiado viejo, pero estos momentos
me afectan considerablemente.
Cuando salgo del ascensor al salir de casa, siempre
pienso si estará abajo esperando para subir con su familia a la que tanto
quería; siempre fue un modelo de esposo, padre y abuelo, para los cuales sólo
vivía.
Los primeros días, después de su defunción, casi no he
podido conciliar el sueño, no le aparto del pensamiento. Una persona tan fuerte
y sana, tan seria y responsable, no se puede ignorar fácilmente. Nos gustaba
hablar de perras de vino y nos transmitíamos los lugares donde estaba el mejor.
Le gustaba mucho salir con su familia y luego, para
desconsolarme, me lo contaba. Sin embargo sabía hasta donde llegaba dada su
responsabilidad. Era un amigo de verdad y en realidad tengo muchos motivos para
echarle tanto de menos; y me imagino cuánto dolor debe estar sufriendo su
familia y los buenos amigos que dejó y que tuvieron la suerte de haberle
tratado. Ahora sólo nos resta rogarle a Dios por él, otra cosa no podemos
hacer. Las palabras se las lleva el viento, las lágrimas se secan, sólo los
recuerdos quedan y no los borra nada ni nadie, irán con nosotros cuando nos llegue
la hora también. Rogar a Dios por el eterno descanso de su alma; y para que les
de consuelo a sus dolidos familiares. Recordémosle siempre como una persona
ejemplar y un amigo de verdad.
¡Descase en paz su alma! ¡Y tengamos resignación
cristiana!...”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ
ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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