Foto, viejos lobos ranilleros del mar del
Puerto de la Cruz.
El
amigo del Puerto de la Cruz; AGUSTÍN ARMAS HERNÁNDEZ remitió entonces (6/8/13)
estas notas que tituló; “AQUELLAS FIESTAS DE JULIO EN EL PUERTO DE LA CRUZ
DISTINTAS Y DISTANTES (VII)”: “…Aquel día me levante muy tempano, casi
rayando el alba. Me incorporé muy contento y optimista, pues, además de haber
dormido bien, corría el mes de julio. Tiempo de fiestas en el Puerto de la
Cruz. Ya lo venían anunciando, desde días atrás, como preludio del comienzo con
campanas y cohetes al vuelo.
No me desayuné, pues, al no sentir apetito,
solo probé un sorbo de café, preparado rápidamente.
Quería disfrutar del día que presentía espléndido. Me dispuse a dirigirme
al muelle pesquero que distaba de mi casa a unos 500 metros. En el camino pude
apreciar lo que ya intuía: un día radiante, lleno de sol. En ese momento salía
el astro rey con toda su magnificencia. No más llegar al muelle, vi junto a las
barquillas, en la playa varadas, a unas cuantas personas que como yo,
madrugadoras, se disponían a embellecer y engalanar, con banderas y hojas de
palmeras, el muelle y los botes de pesca. El motivo de estos adornos se debía a
que los marinos y el resto de los portuenses, al día siguiente, festejarían el
embarque de su patrona la Virgen del Carmen.
Pues bien, además de los pescadores que
estaban en el muelle, pude distinguir a lo lejos una persona que se acercaba a
la punta del muelle viejo. Caminaba con mucho cuidado, pues, sus zapatos de
goma, en contacto con el suelo donde había crecido el musgo, lo hacía propio
para resbalar y darse un golpe, con las consiguientes consecuencias dolorosas.
(Téngase en cuenta que el pequeño muelle pesquero portuense en aquel entonces,
década de los 50, estaba e n malas condiciones debido a que, el continuo batir
del mar lo había dañado profundamente, y los tiempos que corrían no eran buenos
para su reparación, pues las arcas municipales estaban exhaustas como secuela
derivada de la guerra civil). Decidí, después de visualizar lo que se proponían
hacer los marinos con sus barcas, ir al encuentro del sujeto que se dirigía a
la punta del muelle y que, desde hacía algunos minutos había llegado a su
destino. Según me acercaba al lugar donde se encontraba el madrugador vigía, pude reconocer al solitario escudriñador del
lejano horizonte. Era Pepe Martel, al llegar a su lado se volvió extrañado y me
dijo: -Hombre Armas, ¿tú, por aquí, tan temprano? ¡Que día mas maravilloso!,
¿verdad? Esplendido, le contesté. -¿Qué te parece si avisas a los demás alumnos
y vamos de pesca, y con lo que cojamos celebramos mañana el día de nuestra
Patrona la Virgen del Carmen? (Tanto Pepe Martel como Sigfredo Reyes se
proclamaban, y de verdad lo eran, profesores en pesca submarina, de ahí que, a
los de más del grupo de amigos aficionados a la pesca, en plan bromistas nos
trataran de alumnos y nosotros a ellos de profesores. Tanto los unos como los
otros lo decíamos (<<the pupils, the teachers>>), de forma que con
frecuencia estábamos con estas bromas). Me parece muy bien, pues el día para un
safari a las profundidades y lecho marino esta de primera. – Entonces, vete y
avísales que estén aquí, en el muelle, alrededor de las diez, con los bártulos
de pesca, mientras yo también preparo los míos. De acuerdo.
Fui de casa en casa avisando a las personas
que en aquellos tiempos pasaban por ser
los más destacados pescadores submarinistas del Puerto de la Cruz. Ellos eran
además de los <<the teachers>> antes citados los siguientes
personajes: Antonio García Pérez, (padre del periodista y ex alcalde del Puerto
de la Cruz, Salvador García Llanos), Alonso Rodríguez Méndez, José Armas
Hernández, (mi hermano), Sebastián González Sánchez, etc. Todos ellos ahora
fallecidos.
Pues bien, antes de las once de la mañana,
ya estábamos todos en el muelle dispuestos para la pesca. Nos repartimos en
grupos diferenciados a saber: los profesores, Sigfredo y Martel irían con las
escopetas submarinas a cazar peces, Antonio y Alonso a coger lapas y almejas,
Armas, pulpos, González, cangrejos y el que esto escribe, por ser menos
experto, iba recogiendo la pesca y poniéndola en lugar seguro, sobre un risco
del bajío o en tierra firme.
La excursión a las profundidades marinas
comenzó en el muelle y fue avanzando hacia el Penitente, San Telmo y toda la
costa de Martianez, donde concluyó.
La captura fue impresionante, de tal
magnitud que, se recuerda como la pesca submarina más grande que se ha
realizado en la costa norte de Tenerife. Viejas, sargos, meros, abadejos, etc.
Fueron algunos de los variados peces que se recogieron, además de los moluscos,
crustáceos, cefalópodos, antes aludidos y que se midieron por sacos. Esto
último a muchos les sonara utópico, pero es totalmente cierto. Téngase en
cuenta que en aquellos años, década de los 50, el fondo marino estaba virgen,
no contaminado y sin descubrir su riqueza.
No quiero terminar este articulito que,
concluye una serie de cuatro, dedicados
a las fiestas de Julio de Puerto de la
Cruz del año 1954, sin dejar constancia en este último de lo que escribiera en
el programa de las fiestas, ese año editado, otro de los cuatro escritores que
intervienen en el mismo y que tanto lo enriquece y enaltece. Se trata de don Benjamín
Afonso Padrón, y el título del bello escrito que dedica al Puerto de la Cruz,
sus gentes y creencias es el siguiente: <<La senda luminosa de mi
pueblo>. Veámoslo: <<Yo no sé, amigo forastero, lo que tu alma experimenta
cuando visitas el Puerto de la Cruz, en los días alegres, fervorosos de sus
fiestas. Pero me parece adivinar en tu espíritu la misma emoción que a mí me
invade y pugna a veces por asomarse a los ojos.
Encontrarás en él, devoción, alegría y
cariño. Te sentirás dulcemente unido por los lazos de la camarería al más
encopetado caballero portuense o al más humilde de los habitantes de su
marinería; que si te parece tosca corteza, requemada por las rigurosidades del
sol, a poco que penetres en su tesoro sentimental te sorprenderá gratamente,
algo así, como el buscador de riquezas marinas que halla entre una concha de
valvas de duras aristas cortantes, el rico presente, de la concreción nacarada,
de una perla.
Observa cómo estos habitantes de Puerto de
la Cruz, continúan ansiosamente descubriendo rutas de gloria. Y es que su vivir
junto al mar sabiendo interpretar el lenguaje de este, cuando se despereza en
las playas morenas, cuando azota con su poder sobrehumano los acantilados,
cuando estrella sus olas contra las barquillas, les ha aguzado la intuición
para llevarlos al conocimiento del grandioso poema de lo eterno o imperecedero.
De todos los caminos que parten de este
pueblo, simbólicas sendas por las que avanzan los deseos de la cabalgadura de
la historia, existe uno que se nos prolonga hacia la intimidad del cielo. Tiene
él su origen, en la acendrada devoción a Jesús del Gran Poder y la Santísima
Virgen del Carmen. Jamás sobre este camino luminoso, sentimental, que descansa
sobre los arcos indestructibles de la fe, ha caído la semilla de la cizaña del
materialismo.
Ahora acuden a mi mente, lejanos recuerdos
de mi niñez: la mansedumbre de Cristo recorriendo las calles entre la multitud
creyente, y la maternal intercesión de María, implorando la bendición para los
marinos, sobre un trono de corazones, en una navecilla de flores.
Estas remembranzas, surgen impulsadas por
el oleaje de emociones vividas y quizás, también, por un afán que llevo a lo
largo de mis andares, anclado en el alma: que el Puerto de la Cruz, continúe
por siempre su peregrinaje por los campos de la historia, por el luminoso
camino que abrió el amor infinito de Dios.
No puede perecer jamás un pueblo que entre
sus rutas de comunicación espiritual posee el luminoso camino de la verdad, la
bondad y la belleza.
COMERCIOS DEL PUERTO DE LA CRUZ EN LOS AÑOS
50: Veamos a continuación algunos establecimientos comerciales del Puerto de la
Cruz de aquellos años, los nombres de los propietarios y las calles en donde
estaban ubicados: En la calle de Quintana numero 14 se encontraba instalado el
estanco de tabacos de don Eduardo Curbelo Díaz. En las Lonjas estaba la fábrica
de hielo, bebidas gaseosas y lejía <<Sol del Valle>> de don Antonio
Castro Díaz. En San Juan número 5 el almacén de víveres, al por mayor, de don
Ruperto Peña. En la Calle Quintana número 4 la de ultramarinos finos y víveres
en general de don David Peláez Cámara. En la calle San Juan número 1 estaba la
librería Cartaya regentada en ese tiempo por don Eladio Santaella Arnay. En Dr.
Ingran número 21 estaba instalada la sastrería de don Matías Suarez García. En
Iriarte número 4 la fábrica de bebidas gaseosas y helados de don Cristóbal
Perera Rivero. Y muchos establecimientos más que no menciono porque se haría
interminable la lista; solo aludo a algunos de los negocios y personas que ya
no existen, porque cerraron o fallecieron sus propietarios.
NOTA AL PROGRAMA DE LAS FIESTAS DE 1954: En
la procesión del domingo la banda de música de este Puerto estrenará una marcha
escrita por D. Manuel Díaz Pacheco y que dedica a la venerada Imagen del Gran
Poder de Dios; lleva por título: << Al paso del viejito>>.
Aquí concluyo lo principal de lo acaecido
en el Puerto de la Cruz el año 1954, en propicia ocasión entraremos en eventos
y avatares en año 1955..”
BRUNO
JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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