Foto
correspondiente a los estudio portuense BAEZA, de una bella carroza, en la que
pernoctaban bellísimas entonces señoritas del Puerto de la Cruz, década de los
años cincuenta del siglo XX.
El amigo del Puerto de la Cruz; AGUSTÍN ARMAS
HERNÁNDEZ, remitió entonces (7/7/2012) estas notas que tituló; “LAS FIESTAS DE
JULIO, EN EL PUERTO DE LA CRUZ, EN AQUELLOS AÑOS, IDOS, DE MI JUVENTUD (II)”: “…Las campanas
al vuelo y el compañerismo de los cañonazos en su sonar asincrónico era la
tónica agradable de cada tarde desde que comenzara el tan esperado mes de
julio. Estos sonidos ansiados unidos al tardío verano alegraban el corazón y
elevaban el espíritu de todos los portuenses nacidos a la ribera de la mar y
también de los más alejados. Se acercaban las fiestas mayores en honor del Gran
Poder de Dios y la Stma. Virgen del Carmen; de ahí nuestra alegría teniendo en
cuenta lo difícil de aquellos años de la década de los cincuenta y de las pocas
fiestas de las que podíamos disfrutar – lo contrario de hoy en día – veríamos
lo coherente de dicha alegría y ansia de estas fechas tan importantes para los
portuenses.
Veamos: en
aquellos años que sucedieron a nuestra guerra civil fueron difícilmente
críticas para las arcas del Gobierno Español y por ende para la de todos los
hogares de nuestra patria. La economía quedó por los suelos, y la crisis se
acentuó y prolongó con el conflicto bélico mundial. Los gastos que se
ocasionaron con esta guerra dejaron secuelas de variada índole, algunas de
ellas aún perviven, sobre todo en lo familiar. La austeridad que le siguió fue
grande, hasta tal punto que los diferentes municipios de nuestra maltratada
geografía no podían – por este motivo – gastar mucho dinero en fiestas. Pero…
como dice el refrán: “no hay mal que por bien no venga”. La crisis monetaria
fue el estímulo para que todos los vecinos de un mismo pueblo colaboraran con
los ayuntamientos y comisiones de fiestas para que las mismas se llevaran a
cabo. En aquel entonces el ayuntamiento portuense tenía – hoy creo que no – su
comisión de fiestas y sus componentes se alternaban en sus funciones todos los
años. El presidente solía ser el alcalde, que en aquel tiempo era D. Isidoro
Luz Cárpenter. Recordemos a continuación los nombres de algunos de estos
comisionados, todos ellos ahora desaparecidos: D. Miguel Miranda, D. Juan y D.
Rafael Oramas, D. Pedro Pérez Noda, D. Pancho Galindo (el bicho), D. Darío Franco,
etc, este último organizador de las carrozas que intervenían en las sortijas,
batalla de flores, confetis y serpentinas. A las carrozas mejor engalanadas se
les solía premiar con dinero. Veamos la cuantía de los premios que estableció
la comisión de fiestas del año 1950: 1er premio – 1.000 ptas, 2º premio – 500
ptas, y 3er premio – 250 ptas. Una nota aclaratoria en dicho programa dice lo
siguiente: “si a juicio del jurado los automóviles presentados no reúnen el
suficiente mérito en su decoración y atavío de las señoritas ocupantes, el
primer premio se considera desierto”.
Las cintas
para las sortijas solían donarlas las firmas comerciales y señoras de
esta localidad, siendo pintadas y bordadas por conocidos artistas portuenses.
Destacamos a algunos de ellos: Dña. Manuela Miranda, Dña. Clorinda Padrón, D.
Jerónimo Rodríguez, etc. El coso donde se corrían las populares sortijas era en
la Plaza del Charco, y la meta donde se colocaban las cintas estaba ubicada en
la desembocadura de la calle Quintana con dicha plaza. Las carrozas eran sin
lugar a dudas de una exquisitez artística de muchos quilates, famosas en todas
las Islas y fuera de ellas. Su fama le viene desde las que antaño hacían
nuestros abuelos en los también famosos carnavales del Puerto de la Cruz.
Por las
razones expuestas, los lunes de las fiestas del Puerto se veían invadidas de
gentes venidas de los pueblos adyacentes y también de los más alejados de la
Isla.
Expongo a
continuación los nombres de algunos artífices y colaboradores de estas artísticas
carrozas. Hélos aquí: D. Benito Hernández (zapatero), D. Paco Ortiz (cartero),
Dña. Etelvina Martín Padrón, etc. Siendo sus colaboradores más destacados:
Pedro Ángel Gómez, Pepe Fregel (fotógrafo), Aurelio González Perdigón, Isidoro
Herrera, etc. Colaborando también con los constructores todas las jóvenes que
participarían más tarde en el coso citado. He aquí los nombres de estas
bellezas que eran el toque final y la gracia de las carrozas en las batallas de
flores: Cándida Rosa e Hilda González Perdigón, Conchita y Armenia Carrillo,
Catuja Tamajón, Rosa y Carmita Palenzuela, Mª Adela Hernández, Carmela Suarez,
Zenaida González, etc. Todas ellas actualmente madres de familia de una nueva
generación de portuenses.
El carpintero
que solía colaborar en el ensamblaje de las carrozas era también el
desaparecido D. Ángel Barroso Abrante (Barroso), siendo su ayudante el
conocidísimo Pepe Castilla (Pepín), los chasis automovilísticos para las
carrozas los aportaba la firma Hernández Hermanos; la madera, Las Afortunadas y
la Vda. Yanes; y el papel, los distintos empaquetados de plátanos, el pegamento
para pegar el papel se hacía con los restos de harina de trigo que gentilmente
cedían las panaderías de las familias Torrens.
Al amanecer
del lunes de las fiestas las carrozas ya estaban terminadas y a punto. Sólo
quedaba que las guapas que las ocuparían fueran a dormir un poco, para después
dirigirse a las dos únicas peluquerías que habían asignadas en aquel entonces,
la de Marina Acosta y hermanas Carrillo, las cuales se distinguían con sus
especialidades en peinados femeninos.
Tengo en mi
poder los nueve programas de las fiestas de julio correspondientes a la década
de los cincuenta, cedidos por el Sr. D. Andrés Carballo, poeta y colaborador de
este distinguido rotativo EL DÍA. Aunque de aquellas fiestas me quedan algunos
recuerdos – pues era muy joven – visualizando estos programas y viendo los
actos culturales y artísticos que se efectuaron entonces y los intervinientes
en los mismos sólo me sale esta expresión: ¡Aquellas sí
que eran fiestas!, teniendo en cuenta que este escrito se hará demasiado largo
si entro a detallar cada uno de estos programas; solo mencionaré algunos de los
personajes intervinientes en los actos del año 1950, dejando para otra ocasión
el resto, donde está escrita una parte importante y maravillosa de la vida
cultural y artística del Puerto de la Cruz.
“Frontispicio
y Glosa” es el escrito que dedica al Puerto de la Cruz, D. Luis Álvarez Cruz;
“Callad, silencio”, de D. Martín Pérez González y que dedica al Señor del Gran
Poder; “Spes Vitae et Virtutis”, de D. Luis Membiela de Vidal, y “La Plaza del
Charco” de D. Antonio Ruiz Álvarez, tres poesías contiene este programa dos de
D. Tomás de Iriarte y Nieves Ravelo, “La criada y la escoba” y “La rana y la
gallina” correspondiendo la tercera doña Victoria Ventosa y Cullen de Pérez.
No quiero
concluir este articulito sin destacar de este programa el anuncio de la entrada
en el templo parroquial de Nuestra Sra. De la Peña de Francia del ilustre y
Rvdo. Obispo de la diócesis Dr. D. Domingo Pérez Cáceres, acompañado de las
comisiones eclesiásticas. Esto ocurría a las 10 de la mañana del día 10 de
julio. Y a las 10:30 comenzaría la solemne función religiosa de medio
Pontifical dedicado al Gran Poder de Dios ocupando la sagrada Cátedra el MID
Leopoldo Morales Armas; la música sacra estuvo a cargo del orfeón “La Paz”…”
BRUNO JUAN
ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
No hay comentarios:
Publicar un comentario