Esta fotografía corresponde a las fiestas mayores portuenses del año 1961.
El amigo del Puerto de la Cruz; AGUSTÍN ARMAS
HERNÁNDEZ, remitió entonces (7/7/12) estas notas que tituló; “LAS FIESTAS DE
JULIO, EN EL PUERTO DE LA CRUZ, EN AQUELLOS AÑOS, IDOS, DE MI JUVENTUD (I)”: “…<<Aquí en el Puerto de la Cruz, nací yo, en
una casa cuyo mirador estoy viendo ahora mientras escribo, tan alto casi como la
torre de la iglesia. Aquí, por estas calles, callejones y callejas he
correteado y palanquineado hasta los doce años, como lo hace ahora mi hijo. Es
un pueblo que tuvo, como yo, su historia. Que vive, como yo, también de
recuerdos. El mar le canta y le arrulla diariamente como una madre a un niño
inválido, y de noche le cuenta, con voz de trueno, cuentos de brujas, trasgos y
cosas de Tócame Roque que hacen más silencioso y duro el sueño >>.
Otro salto en el
tiempo de 365 días nos devuelve el mes de julio… días, meses, años, en nuestro
cotidiano bregar, monótona y paulatinamente, paso a paso, nos acercan a la
jubilación y el finiquito definitivo.
Más no seamos
pesimistas. El mes de julio, como todos los de cada año, nos trae a los
portuenses lo bueno, lo reparador, lo reconfortadle. O lo que es lo mismo, las
fiestas de nuestra querida cuidad turística que, en honor al Gran Poder de Dios
y de la Santísima Virgen del Carmen, se celebran dicho mes. No hay nada en el
mundo que sea más necesario al cuerpo humano que el nutrirlo, a tiempo, en lo
material y en lo espiritual. O sea, cuidarlo en lo físico y psíquico.
Las fiestas mayores
del Puerto de la Cruz nos son propicias, a los portuenses, para regenerar
nuestro ser, algo desvirtuado y abandonado a lo largo de todo el año. Días de
fiesta, ocio y prácticas religiosas nos fortalecen el cuerpo y el alma. Asistir
a los actos lúdicos y a la eucaristía nos son obligatorios a los
portuenses y aconsejables a todos los foráneos que nos visitan estos días con
motivo de celebrar nuestra cuidad su fiesta principal. Por lo tanto conviene no
olvidemos que: hoy estamos aquí y mañana no. Prepararse bien en lo espiritual
es lo esencial. Dejar rezagado lo material y superfluo es lo más acertado.
Después de esta breve
introducción por mi parte, entremos a destacar los principales actos que se
programaron en las fiestas mayores del Puerto de la Cruz en el año 1955. El año
pasado quedaron impresas en las páginas de este mismo rotativo El Día lo más
sobresaliente de lo acaecido en la hoy Ciudad Turística de Canarias, a lo largo
del año 1954, dentro y fuera de sus fiestas.
Del programa de las
fiestas de julio de 1955, de cuya década, cada año nos venimos ocupando, he
extraído como primicia a mi articulito la misma introducción que aparece en el
programa editado aquel año. Su autor es el eximio escritor hijo de este
Puerto de la Cruz don Agustín Espinosa García 1897-1939. Al leer este bonito
texto nos damos cuenta de que dicho intelectual portuense lo escribió años
atrás. O sea, antes de la fecha en que fue publicado en el aludido folleto. Por
lo tanto, es evidente que la comisión de fiestas de aquel año quiso editarlo en
honor a tan dignísimo doctor de las letras.
Entre nostalgias y
recuerdos de tiempos idos, vivía el joven y malogrado escritor, fallecido
cuando solo contaba con 42 años de edad, al regresar a su pueblo después de una
larga ausencia. En ese entonces el Puerto de la Cruz, estático, aletargado,
solo soñaba con su historia pasada, prospera y opulenta (siglos XVII-XVIII),
cuando su puerto y comercio eran los más importantes de Canarias.
Las primorosas y
famosas fiestas del Puerto de a Cruz celebradas el año 1955 se efectuaron los
días 8, 9,10 y 12 de julio.
Actos
religiosos
Los actos religiosos
que se realizaron en honor del Gran Poder de Dios y de la Santísima Virgen de
Carmen fueron los siguientes:
Días 6,7 y 8, a las 9
de la noche, solemne triduo a la venerada imagen del Gran Poder de Dios.
El día 8, a las 6 de la mañana, rosario de la aurora y a continuación misa
cantada con comunión general. En estas funciones la sagrada cátedra estuvo
ocupada por el párroco de la iglesia de Santo Domingo, de La Laguna, don José
García Pérez. El domingo día 10, festividad del Gran Poder de Dios: a las
11 de la mañana, solemne función religiosa con vestuario de honor de la
venerada imagen, cantando la misa la Coral Polifónica con acompañamiento de
orquesta, bajo la dirección de don Enrique Orti Riba. Ocupo la sagrada cátedra
el ahora desaparecido y muy querido reverendo padre Luis María de Eguiraum,
S.J. a las 8.30 de la noche, magna procesión del Gran Poder de Dios recorriendo
las calles de costumbre. A su paso, quema de fuegos artificiales, y a la
entrada exhibición pirotécnica a cargo del prestigioso artista portuense don
Juan Pacheco Delgado, ahora fallecido. A esta solemne procesión concurrieron
las bandas de música del Regimiento de Infantería y la de este Puerto de la
Cruz.
Lunes día 11, dedicado
también al Gran Poder de Dios: a las 10 de la mañana, como costumbre, función
religiosa de gala, en la que actuó el orador y capilla del día anterior; a su
término salió suntuosamente en procesión la venerada imagen, que hizo el
recorrido acostumbrado. Dicho evento fue presidido por las autoridades
eclesiásticas y civiles, concurriendo, como el día anterior, la banda de música
de Regimiento de Infantería.
El martes día 12
estuvo dedicado a la Santísima Virgen del Carmen. Al amanecer de este día aparecieron
engalanados el muelle y barrio marinero de Mequínez, también terminado el
artístico arco donde se entroniza la Santísima Virgen del Carmen al llegar al
muelle, antes y después de la procesión marítima. Dicho trono se confecciono
con utensilios marítimos. El citado día 12 comenzaron los actos litúrgicos en
honor de a la Santísima Virgen, patrona de los pescadores portuenses, a las
10.30 de la mañana. La sagrada cátedra fue ocupada por el párroco de la iglesia
de Santo Domingo, de La Laguna, don José García Pérez, actuando la misa capilla
de días anteriores. A las 7 de la tarde comenzó la procesión de a la Santísima
Virgen de Carmen hasta el muelle pesquero. Fue llevada a hombros por marinos
portuenses, los cuales también la pasearon, en barca, por todo el litoral
costero. A la sagrada imagen la acompañaron, también, las autoridades,
hermandades y banda de música. Siendo escoltada además por infinidad de
embarcaciones engalanadas con banderitas y palmeras. Al regresar a tierra,
después del paseo marítimo y terrestre, se le ofreció a la Santísima
Virgen del Carmelo, en la dársena, una exhibición de fuegos artificiales.
Concluyendo la procesión con entrada triunfal en el templo, alrededor de las 12
de la noche.
Actos culturales
El viernes día 8, a
las 7 de la tarde, tuvo lugar en el Instituto de Estudios Hispánicos la
apertura de la Exposición del XXXVII Salón de Humoristas del Circulo de Bellas
Artes de Madrid, y la de documentos al pasado del Puerto de la Cruz.
Ese mismo día, a las
10 de la noche, fue la presentación, en el teatro Topham, de la Coral
Polifónica Portuense, bajo la dirección del profesor don Alfonso Temes Diéguez.
La presentación la hizo el escritor y crítico musical don Álvaro Martín Díaz
(Almadi). En el importante evento actuó, también, la agrupación musical <<
Eslava>>, de la Villa de la Orotava, dirigida por don Gustavo Dorta
Hernández. En el mismo acto participo, además, un selecto conjunto del
Conservatorio Profesional de Música de Santa Cruz de Tenerife.
A las 10 de la mañana
del día 10 tuvo lugar, en la pila de la Plaza del General Franco (Plaza del
Charco) el tradicional concurso de barquitos en miniatura. La comisión.
Queriendo realzar este número festero, estableció varios premios que fueron
concedidos por un jurado competente.
Actos deportivos
Ese mismo día y hora,
en el castillo de San Felipe, concurso de tiro al plato entre representantes
del Puerto de la Cruz, Santa Cruz y Las Palmas.
A esa misma hora en el
Estadio el Peñón, se efectuó la gran <<Jinkhana>> motorista,
organizada por el Real Moto Club de Tenerife.
Otros muchos
acontecimientos religiosos, culturales y deportivos se programaron en las
fiestas de julio de aquel año 1955 pero como se haría demasiado largo en
relatarlo e este espacio limitado, lo dejamos para propicia ocasión.
<<Los años nos
han ido empujando hasta el final del camino>. Este pasaje esta tomado del
lindo escrito que, entre otros también esplendidos, aparece en el programa de
las fiestas del Puerto de la Cruz del año 1955. Su título: <<Estampa lirica
del Puerto de la Cruz>>. Su autor: don Benjamín Afonso Padrón. Sí, señor,
y sin quererlo, también los años nos van borrando de la mente gratos recuerdos
de vivencias pasadas. Este es el objetivo que me he propuesto: el recordar
tiempos idos. O sea, que afluyan nuestra mente, gracias a los programas de las
fiestas que me cede amablemente don Andrés Carballo Real, aquellos
acontecimientos que, por haber transcurrido largos años, teníamos olvidados.
Mencionamos a
continuación a los otros escritores que, con sus respectivos escritos, tanto
engrandecieron y enriquecieron el programa aquel año editado. Sus escritos
fueron, en su día, deleite y placer de cuantos les leyeron. Helos a
continuación: don Antonio Ruiz Álvarez. Titulo de su artículo: <<La
elección de Alcalde Real en el año 1706>>. Magnifico escrito sobre la
historia del Puerto de la Cruz. Don Francisco Pérez Correa. Titulo:
<<Tabernas del Puerto>>. Trabajo sobre las tabernas, en aquel
entonces ubicadas en el entorno del muelle pesquero portuense. Don Benigno Carballo
Wangüemert. Titulo: << El Puerto de la Cruz en 1862>>. Estupendo
trabajo sobre la vida pasada de este pintoresco lugar, sus habitantes,
costumbres y medios de subsistencia. Su autor lo ha tomado del libro:
<<Viaje descriptivo a las Islas Canarias>>. Don Diego Palenzuela
Pérez. Nombre del escrito: <<Ora y ríe mi pueblo>>. Veámoslo
íntegramente:
<<Doblamos la
hoja-portada de Baeza y pasamos a analizar el programa festero local, que en
esta otra versión anual nos anticipa gráficamente lo que por orden cronológico
se ofrece a la sensibilidad propincua y extraña en las próximas jornadas de
arrobamiento venerante y de alegría sana y bulliciosa, en sus dos expresiones
de índole religiosa o profana, que compendian la sensibilidad y definen con
clarividencia el carácter singular de nuestro bello pueblo. Una vez más,
nuestras calles se poblaran de múltiples heterogéneas y entre ellas harán un
recorrido impresionante las veneradas imágenes del Gran Poder de Dios y Nuestra
Señora del Carmen.
Días de nostalgia y recuerdos
gratos para aquellos portuenses que, buscando más amplios horizontes
económicos, se diseminaron por la inmensidad prometedora de la joven América;
por tierras que hollaron las huestes de Cortés, Pizarro, Mendoza, Lozada,… en
épocas de luchas y evangelización y donde a través de los años, surgieron
hombres como Bolívar, Martí y Belgrado, entre otros, que fueron creando
nacionalidades, independizando pueblos que llevan en su entraña el coraje, la
hombría e hidalguía de estirpe hispánica.
Días de recuerdo
también para las madres, esposas, hijos y hermanos de aquellos que partieron y
que establecidos desde las praderas canadienses hasta los confines inhóspitos
de las Tierras de Fuego, luchan con los sinsabores de la dura separación
familiar, en pro de un porvenir más halagüeño y que, solos, carentes del calor
hogareño, conservan como reliquia que cuida de la inalterabilidad de su moral y
fe, una lamina del Gran Poder y la Virgen de Carmen, ante la que se postran de
hinojos para orar a Dios por su salud, su suerte y su retorno feliz.
Días también de
promesas a Nuestro Señor en jornadas profesionales. Hombres de mar que
posiblemente, por ignorancia no acuden al templo a cumplir sus deberes
cristianos, al paso de la Virgen por su barrio se sienten hechizados de amor a
la madre de Dios y al grito de <<¡mayitas Virgen del Caime!>>,
agitan el ánimo de los presentes en aquellos momentos patéticos.
El paso del Poder de
Dios por el barrio de San Felipe es una apoteosis pirotécnica; es la inmensa e
impoluta fe de las gentes humildes de mi pueblo, que como no tienen nada que
ofrendar a Dios, restan a su pobre condominio unos céntimos diarios para,
llegando el día glorioso de la visita del <<Viejo>>, ofrecerle
aquella <<ruedecita corta>>, pobre, modesta en su valor material,
pero inmensa e inconmensurable en el orden psicológico.
Y al retorno de la
procesión a la Plaza del Charco, ha dejado tras sí el máximo exponente de las
virtudes de mi pueblo: Humildad, Fe y Alegría. Lagrimas de madres que acompañan
el paso del Salvador y que mezcladas a las de cera de los cirios van goteando
sobre el polvo del camino, en la más bella de las ofrendas.
Y como complemento de
estas manifestaciones de fe y devoción, animaremos la mente con el bullicio, el
jolgorio y regocijo popular de estas jornadas festeras, que adolecen de alardes
económicos, pero que derrochan un caudal inagotable de humor y alegría>>.
(Continuará)…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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