Expongo los cincos capítulos que mi recordado profesor de filosofía de
sexto de bachiller en el Colegio de San Isidro de la Villa de La Orotava; JUSTO
DÍAZ EXPÓSITO remitió entonces (05/09/2011) hasta su prematuro fallecimiento en
tierra valenciana: "...Si satisfechos y contentos con la
actividad cultural que habíamos puesto en marcha, clausuramos la Iª
Temporada, con más satisfacción, si cabe, preparamos el final de la IIª. Y
esta vez sería en el flamante Cine Orotava, como pórtico a las Fiestas del
Corpus y San Isidro. La colaboración de Don César García hizo posible el
milagro. El Ayuntamiento colaboró colocando unas banderolas en la entrada al
edificio. Sería la IIª Semana Internacional de Cine.
Previamente decidimos acudir a la
Delegación de Información y Turismo, donde, tras las gestiones del
periodista Antonio Martí, nos recibió Herrero Tejedor. Le informamos de
nuestros proyectos en una agradable conversación en la que me acompañó, entre
otros junto a Eulogio Domingo, Alfonso Trujillo, que, de asistente a las
sesiones, se incorporaba así a colaborar en el Cine Club con el entusiasmo que
ponía en todas las cosas. Una de nuestras solicitudes fue suprimir la
proyección del NODO, (“Noticiario Documental al alcance de todos los
españoles”), durante los días de la Semana. El NODO era “por real
decreto” de obligatoria exhibición todos los días, antes de la película. Lo
sustituiríamos con la presentación de un corto del Festival Tom y Jerry. Este
Festival lo componían ocho o diez cortometrajes con las travesuras de los
protagonistas. De esta manera empezarían las sesiones de la
Semana con un corto distinto cada día. Al finalizar se haría el “descanso”.
Rompíamos así un intermedio que se había acostumbrado hacer siempre en la
Orotava a la mitad de la proyección. Por eso, también fue una novedad el
que, después de la presentación del filme, se proyectara la película toda
seguida. Al final, y sólo en la sesión de la tarde y en el patio de butacas,
tendría lugar el coloquio.
“Lo que diferencia nuestras sesiones y le da un
carácter bien definido respecto a otras sesiones de este mismo tipo (Cine Club
Náutico), -nos recuerda un artículo de José Chela publicado en La
Tarde y que recoge Miguel Hernández González en <Una aproximación
a la Historia del Cine Club Orotava>-, es precisamente el tener la
posibilidad al final de las mismas, de analizar la problemática propuesta por
el autor del filme proyectado, a través del DIÁLOGO, en el que puede participar
cualquiera de los asistentes”.
La selección de películas para la IIª
Semana Internacional de Cine, de nuevo, no tendría nada que envidiar a las
mejores programaciones de los Cine Clubs españoles. Los actos de clausura se
celebraron del 30 de Mayo al 4 de Junio.
Inauguró el Festival: “El ingenuo salvaje” (1963) de
Lindsay Anderson, con una increíble interpretación de Richard Harris acompañado
de Rachel Robert. Una muestra del Free Cinema, un movimiento que revolucionó el
cine británico de los años sesenta. Lindsay Anderson apostó por un cine más
realista y comprometido. En este drama aborda la vida de un conflictivo jugador
de rugby. El actor Richard Harris, que había llegado a practicar este deporte
en sus años mozos, logró una nominación al Oscar. Invitamos a esta primera
sesión, para presentar la película y dirigir el coloquio, a Elfidio Alonso, que
había publicado todo un reportaje en las páginas de El Día sobre nuestra Semana
de Cine. A los invitados que venían de fuera de la Orotava, les
obsequiábamos esa noche con una cena. Nunca acudí a ninguna de ellas.
Preferí siempre volver al local donde se proyectaba la sesión de la noche.
Mientras, el invitado solía estar acompañado, entre otros, del vicepresidente
Melchor García Hernández y del Tesorero Eulogio Domingo Méndez García.
La presentación de “Suspense” (1961) de Jack Clayton,
interpretada por Deborah Kerr y Michael Redgrave, estuvo a cargo de Melchor
Dorta. En la Inglaterra del siglo XIX, Deborah Kerr es una institutriz
que acude a una mansión para cuidar a dos niños: Flora y Miles. El coloquio lo
dirigió el sacerdote salesiano Manuel Porlán, que más conciliador que nuestro
Consejero, hacía méritos para conseguir la asesoría religiosa del Cine-Club.
Y no podía faltar, en la programación de la
Semana, una película española. Ese cine español de las tres B, que, todavía
hoy, sigo defendiendo: Buñuel, Berlanga, Bardem. “Calle Mayor” (1956), lo dije
en mi anterior entrega, es una de mis predilectas. Dirigida por Juan Antonio
Bardem e interpretada por Betsy Blair y José Suárez, había sido premiada por el
Jurado de la Crítica Internacional del Festival de Venecia 1956.
Bardem examina la mediocridad de la vida en una pequeña ciudad de provincias,
en la lastimosa España de los años cincuenta. Y nos cuenta la broma macabra que
gastan un grupo de jóvenes “que se aburren” contra una infeliz solterona. La
presentación de la película y el coloquio lo dirigió Alfonso Trujillo.
La película del jueves, tarde y noche, fue “La corrupción”
(1964) de Mauro Bolognini con Jacques Perrin, Rossana Schiaffino y Alain Cuny.
El revuelo que había levantado su programación era grande, al ser calificada
por la Iglesia: 4, gravemente peligrosa. En la ficha se leía: “Asunto
difícil y prometedor al principio de gran esperanza temática, pronto entra en
la vulgaridad de un ambiente duro y sombrío, que en ningún momento
concede a la acción una nota de valor positivo que suavice la escabrosidad de
los hechos… No hay nada positivo, ni lección moral alguna que se desprenda de
la inquietante y desagradable historia que se presenta”. La expectación aumentó
cuando subió al escenario del Cine Orotava, para hacer la presentación de la
película, nuestro “beligerante” asesor religioso Ángel Martín. Había aceptado
el reto. Lo que no se esperaba era que iba a ser su última relación con quienes
formábamos el Cine Club Orotava. Había firmado su sentencia. También dirigió el
coloquio.
“La isla desnuda” (1962) obra maestra de Kaneto
Shindo, era un drama sin diálogo, en el que la imagen adopta el papel de
narrador absoluto. Nunca guardo las fichas de presentación, conferencias o
coloquios sobre películas. Pero, por un afecto especial, en mi archivo de cine
figuran dos hojas cuadriculadas, arrancadas de un cuaderno, en las que está
escrita, con tinta, la presentación que esa tarde hice de la película japonesa.
El texto era el siguiente:
“ Kaneto Shindo no es un joven, nació en 1912.
Shindo entró en el cine sobre 1934, pero por la puerta de servicio, dejando el
trabajo del campo e iniciando un aprendizaje de laboratorio. Algunos años más
tarde, al comienzo de la guerra antiamericana se dedicó a escribir guiones.
Actividad esta que continuó en la postguerra e incluso después de su primera
película como director. Los primeros contactos con la cámara los hizo como
ayudante. El primer filme de Shindo fue en 1951 y constituyó un debut casi
autobiográfico: “Historia de una mujer amada”. Al año siguiente, 52, Shindo
hizo el filme que le dio la fama incluso fuera de las fronteras del
Japón: “Los hijos de la bomba atómica”. Un documental tremendo sobre las
espantosas consecuencias de la bomba atómica sobre los niños de Hiroshima. La
película presentada en el Festival de Karlovy Vary en 1954 obtuvo el Premio
de la Paz.
Aun cuando ninguno de estos dos filmes tuvo éxito con
la crítica, Kaneto Shindo continuó su actividad realizadora. En 1934 dirigió
dos películas. Y en 1956 presenta en el Festival de Venecia: “El camino de la
vergüenza” Entre 1955 y 1959 las películas dirigidas por Shindo no fueron
muchas.
Y es en 1960 cuando la Asociación
Cinematográfica Kindai produjo la obra maestra de Shindo: “La Isla
Desnuda”, rodada en el mar de Seto (Japón Occidental). El propio Shindo
escribió lo que se propuso al presentarla en el Festival de Moscú. Desde
mucho tiempo antes Shindo maduraba dentro de sí, el deseo de contar la
lucha de los campesinos con la tierra, incluso expresando el drama sólo con las
imágenes, sin recurrir a las palabras que pueden traicionar el pensamiento.
El filme costó menos de un millón de pesetas (5
millones de yens) puesto que nadie cobró por su trabajo, los actores, el
operador y el músico hicieron sociedad sentimental con Shindo y le ayudaron con
humildad y entusiasmo a crear esta obra maestra.
El argumento está dividido en cuatro partes: verano,
otoño, invierno y primavera. El filme tiene tres versos que en España no
aparecen traducidos y que marcan el ritmo poético de la obra: Cultivando
sin cesar / una tierra seca / una tierra limitada.
Al final otro letrero, que también aparece sin
traducción del japonés avisa: <La vida sigue>.
Kaneto Shindo ha plasmado un trozo palpitante de vida
dolorosa y humilde: la vida de los hombres frente a la tierra arisca. La
tragedia de lo humano ante la impasibilidad del mundo, ante la dureza de la
naturaleza que le rodea. Y, sobre todo la resignación, plasmada, ya al final,
en esa grandiosa escena donde el filme alcanza su punto culminante.
La película ha obtenido el primer premio en el
Festival de Moscú, la Victoire del cine francés, y tres
galardones en la Semana de Cine Religioso y de Valores Humano de
Valladolid.
El público sensible, el público amante de la verdad,
de la poesía, el público que busque en el cine no una simple distracción,
sino una enseñanza, un vehículo de emoción y de ideas, comprenderá fácilmente
el porqué de todos estos premios”.
Días después, recuerdo que, por la calle, me paró
Benjamín Afonso Padrón, cronista oficial de la Villay gran conocedor del
mundo de la fotografía, para hablarme de la película y del impacto que le
produjo su impresionante fotografía en blanco y negro.
La Semana se clausuró con honores de gran
estreno. “El Evangelio según San Mateo” (1964) de Pier Paolo Pasolini. Premio
del Festival de Venecia 1964: Premio de la Oficina Católica Internacional
del Cine y Premio Especial del Jurado; candidata al Oscar: Mejor Dirección
Artística, Mejor Vestuario, y Mejor Música; Lazo de Plata de la
Asociación de Periodistas de Cine Italiano a : Mejor Fotografía en blanco
y negro, Mejor Vestuario y Mejor Director. Resulta sorprendente que el
prestigioso cineasta, que se declaraba ateo y comunista, fuera tan fiel y
respetuoso con el Evangelio que da título al filme y se lo dedicara al
Papa Juan XXIII. El papel de Jesús estaba interpretado por Enrique Irazoqui,
sindicalista español, agnóstico.
La anécdota la protagonizó nuestro amigo y máximo
colaborador en las proyecciones del Colegio, José Acosta, a quien le estaré
siempre muy agradecido por su desinteresada colaboración. El presentador de la
película fue el Párroco de la Iglesia de la Concepción, Don
Leandro Medina. Pero el quería verla antes. Esa mañana, en el Colegio
Salesiano, se le proyectó en privado la película íntegra. Al enlatar los
rollos, en la caja 2, se puso el rollo 3 y en la 3 el rollo 2. Esto hizo que en
la proyección, por la tarde, de la película, después del segundo rollo se
volviera a la infancia de Jesús. El público se dio cuenta de lo sucedido. Pero
la proyección siguió con normalidad. Rápidamente subí a cabina para
comentar el desaguisado, que se subsanó en la sesión de la noche. Y en las
siguientes, ya que el Cine Orotava la programó varias veces más.
Acabamos así otra etapa. A diferencia de la Iª
Temporada “la situación, -escribe Miguel Hernández González en <Una
aproximación a la Historia del Cine Club Orotava>-, devino
insostenible y el Cine Club decidió volar sólo, abandonando paulatinamente el
recinto del colegio… Desde los incidentes de <La Gata> y <Los
Chicos>, las relaciones con la Comunidad Salesiana se hicieron más
tirantes…”
Y a modo de compensación, por los sinsabores, mis
alumnos del Colegio de San Agustín de Los Realejos, la mayoría del Puerto
de la Cruz y pertenecientes a la sección de Estudiantes del Instituto
de Estudios Hispánicos de Canarias, me animaron a organizar una Semana de Cine
Hispano-Argenino, en el mes de Agosto. En ella, como no podía ser menos,
colaborarían El Cine Club Orotava, el Cine Club Centro Icodense y el Teatro
Topham. De ello hablaremos en nuestra próxima entrega.
Y también de las tensiones entre continuadores y
rupturistas, como los llama Miguel Hernández. En las refriegas habíamos salido
adelante sin traicionar nuestros ideales, pero los arañazos estaban a flor de
piel. Todo ello hará que la Temporada siguiente cambie la
Directiva del Cine Club y se empiece con savia nueva, nuevas ideas y
nuevas personas, bajo mi presidencia. CONTINUARÁ..."
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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