Fotografía correspondiente a un óleo publicado en el matutino EL Día, en el suplemento La Prensa, de José Carlos Gracias.
Nació el 10 de agosto de 1946 en el seno de una familia emprendedora. Sus
padres, Don Casiano García y Doña Soledad Núñez, regentaban una venta en los
altos de La Orotava. Ambos progenitores impartieron a sus hijos una
austera educación basada en la consagración al trabajo duro y perseverante como
única vía para el triunfo en la vida y los negocios.
Gracias a esa herencia familiar, y tal vez por habitar en aquellas alturas,
frente a los abiertos horizontes del mar, nació en el joven Américo su
vocación: el llamado irresistible a crear y fundar, sin poner límites a la
imaginación emprendedora.
En el deporte concretamente en el deporte de Luchas Canarias fue un gran
luchador a igual que sus hermanos; Amilcar y Quico, formaron parte del
desaparecido y recordado club de lucha de La Orotava ECHEYDE, fundado y
promovido por don Juan Bautista de La Guardia Hernández ex funcionario del
Banco Exterior de España.
Y tanto fue así, que ya en 1969, terminada la mili y con apenas 23 años,
funda su primera empresa dedicada a la ferralla o elaboración de hierro.
A partir de ahí comienza su carrera imparable hacia el éxito: la creación de las empresas de construcciones Hnos. García Núñez S.A. y Los Aceviños S.L., junto con su hermano Amílcar, otro emprendedor nato; el restaurante Casa de Miranda en el Puerto de la Cruz; Las Bodegas El Penitente, en los antiguos dominios de la finca La Habanera, o el Centro Médico Quiquirá en la propia villa de La Orotava.
A partir de ahí comienza su carrera imparable hacia el éxito: la creación de las empresas de construcciones Hnos. García Núñez S.A. y Los Aceviños S.L., junto con su hermano Amílcar, otro emprendedor nato; el restaurante Casa de Miranda en el Puerto de la Cruz; Las Bodegas El Penitente, en los antiguos dominios de la finca La Habanera, o el Centro Médico Quiquirá en la propia villa de La Orotava.
La alta formación académica de sus tres hijos, e integrados estos a la vida
laboral. Tiene, además, la recompensa de la felicidad familiar. Su mujer, sus
hijos, sus cosas más queridas, entre ellas la finca favorita, La Habanera. Y el
regalo de una nieta que le llama abuelo.
La vida de Américo García Núñez ejemplifica la de tantos otros soñadores de
estas Islas Canarias que han sabido imponerse a las circunstancias y utilizar
sus días para crear riqueza. Una prosperidad de la que todos hemos sido
beneficiarios.
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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