El amigo del Puerto de la Cruz; SALVADOR
GARCÍA LLANOS, remitió entonces (2016) estas notas que tituló; “LA NOBLEZA DE
BASTERRA”: “…Era un tipo noble.
Dentro y fuera de la cancha, aunque en algunos lances del juego pudiera parecer
duro. En realidad, era la contundencia del defensor, su forma expeditiva de
solventar cruces y despejes, la manera de ejercer la autoridad en los aledaños
del área. Pero la nobleza de Basterra, de Juan Manuel Basterra Reyes, era
indiscutible. Hasta sus rivales terminaban reconociéndolo.
Tocó decirle ayer el último adiós. Con
un inevitable toque de tristeza -edulcorado por el rescate de tantas anécdotas-
compartido con sus familiares, amigos y compañeros de equipos cuyos colores
defendió con entrega y responsabilidad. Y con nobleza, hay que subrayarlo.
Del Estrella lagunero saltó al Tenerife donde, sin
poder hacerse con un puesto y necesitado de minutos, terminó prefiriendo los
colores blancos de Puerto Cruz cuando éste aún despertaba admiración en el
fútbol regional. En El Peñón supo ganarse al aprecio de todos. En cierta
ocasión, en un Puerto Cruz-Tenerife Aficionado los locales se habían volcado
sobre el área rival para intentar igualar la contienda. En un contragolpe, con
los defensores muy adelantados -entre ellos, un juvenil debutante-, los
filiales aumentaron su ventaja. Entonces, en medio del silencio, se escuchó
desde el graderío la voz potente de un aficionado:
-¡Basterra!
Dejaste al chico solo…
Jugó varias temporadas en el Puerto de la Cruz.
Siempre tesonero, siempre recio. No era muy dotado técnicamente pero eso no le
impedía sumarse al ataque cuando actuaba como lateral. Pero lo habitual era que
le alinearan como defensa central. Entonces, todavía se tarareaban las
alineaciones, con aquella tradicional fórmula del tres-dos-cinco y Basterra, un
apellido trisílabo, siempre resultó fácil de memorizar.
En su oficio de carnicero, allí en el mercado
lagunero, también lució su nobleza, tal es así que Venancio Martín Rodríguez,
el sin par masajista durante tantos años en el club portuense, terminó
dedicándole una canción que hasta los juveniles coreaban enfáticamente:
-Basterrita, Basterrita, tráeme una chuletita, para
una ensaladita… Y que sea de res.
Tras su paso por El Peñón, donde ganó algunos títulos,
se marchó a Unión Tejina. Aún tenía que enseñar colocación, concentración y esa
firmeza de defensor que distinguieron su trayectoria. Allí también brilló en
medio de una destacada constelación tejinera. Y allí también dejó huellas de su
nobleza. Porque esa era, sin duda, la cualidad que le distinguía…”
BRUNO
JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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