El amigo de la Villa de La Orotava: JOSÉ RODRÍGUEZ MAZA, remitió
entonces estas notas que tituló; “DON ÁNGEL DOMÍNGUEZ GONZÁLEZ Y EL MOLINO DE MONTEVERDE”: “…Los molinos han sido desde los tiempos del
Adelantado, una parte fundamental tanto en la orografía urbana como en la vida
social orotavense, estando todos ellos y desde entonces vinculados a las clases
más poderosas y pudientes de la sociedad.
Uno de ellos, el conocido como molino Monteverde, hoy molino La Maquina,
ascendencia de don Antonio Monteverde y Betancourt heredándolo a su muerte su
varón primogénito e inmediato sucesor don Antonio Monteverde del Castillo. Este
heredó entre otras muchas cosas, y por un valor de 854.657,30 reales, la casa
Monteverde, la hacienda la duquesa y la casa molino de la calle Colegio, valorada
en ese momento por los maestros de mampostería y carpintería Agustín Delgado
Yánez y Juan Suárez en 18.941,23 reales incluidos acequias, canales y cubo.
A la muerte de don Antonio Monteverde y del Castillo la propiedad pasó
también por herencia a una de sus hijas, doña Catalina Monteverde y Lugo, quien
fue la persona que en un principio arrendó y luego vendió dicha propiedad a don
Ángel Domínguez González.
Don Ángel Domínguez González nació en La Orotava el 4 de octubre de 1876
del matrimonio formado por los orotavenses Miguel Domínguez Yumar y María
Concepción González Dorta.
Su infancia transcurrió entre Tafuriaste y el barrio de la Luz, y tras
realizar sus estudios primarios comenzó a trabajar como jornalero. Pero su vida
dio un vuelco total cuando fue llamado a filas como quinto en el reemplazo de
1896, ya que tras ingresar en marzo de 1897 como soldado sorteable en la caja
central de reclutamiento de Santa Cruz de Tenerife fue destinado a Cuba en la
4º compañía del Batallón de Cazadores Regional de Canarias nº 1. Y decimos que
su vida cambió radicalmente porque de una vida tranquila en el norte de
Tenerife pasó a encontrarse en medio de una guerra, la que le declaró Estado
Unidos a España en la isla caribeña.
Ángel fue uno de esos soldaditos canarios de los que
habla Gilberto Alemán en su libro Cuando
la Guerra de Cuba: "y digo soldaditos porque lo más eran jóvenes
entre los 18 y 20 años... Muchos regresaron, pero muchos quedaron para siempre
en los maniguales cubanos y en las inhóspitas tierras filipinas". Tras
jurar bandera en el cuartel de San Carlos de Santa Cruz de Tenerife en octubre
de 1897, Ángel junto al resto de soldados de su batallón y en unión de los
soldados de Baleares partieron desde el muelle de Santa Cruz a Cádiz vía Las
Palmas en el vapor correo español Viera y Clavijo. Ese día, "el muelle
estaba imponente... Toda la isla se había volcado en Santa Cruz, pues de todos
los pueblos de la isla iban soldados en esa expedición". Y desde el puerto
andaluz salieron rumbo a Cuba el2 de diciembre de ese año, en el vapor
Montevideo, desembarcando 13 días después en La Habana. Al llegar, Ángel fue
destinado al Batallón Provincial de Puerto Rico Nº 5. Tras pasar por Gíbaro,
Puerto Padre y Maniatón, quedó a prestar instrucción y servicio de compañía en
S. Manuel, lugar en donde se encontraba el 15 de febrero de 1898, día de la
explosión del Maine y que provocó la declaración de guerra del presidente
norteamericano William Mckinley contra España. En mayo regresa a Gíbaro en el
vapor Humberto de donde sale precipitadamente el 25 de julio, 8 días después de
la rendición de La Habana, con motivo de la evacuación de dicha población,
formando parte de una columna a las ordenes del coronel Carlos Navarro en
dirección a Ancas, en donde tras permanecer 5 días retirando las fuerzas de
esta población sale nuevamente con la misma columna a Holguín. Allí estuvo
prestando servicio de compañía hasta que a finales de septiembre y por
disolución de su batallón pasó a formar parte del 20 Batallón del Regimiento de
Infantería de La Habana Nº 66.
El 31 de noviembre de 1898, días antes de firmarse el
Tratado de París por el cual España perdía la dominación sobre Cuba, Ángel
abandonaba definitivamente la isla caribeña desde Gíbaro con destino a Cádiz,
en el vapor Ciudad de Cádiz, arribando en la ciudad andaluza el 14 de diciembre
de ese año. Tras la R.O. circular de 7/9/1899 a Ángel se le abonó los 10 meses
y 16 días por la campaña de Cuba. El 7 de mayo de 1900, poco después de pasar a
la Compañía del Regimiento Reserva Regional Nº 2 en situación de reserva activa
y con residencia en La Orotava, Ángel Domínguez González contrae matrimonio con
la joven orotavense Margarita Machado Abreu, hija del villero Cirilo Machado y
de la realejera Julia Cándida Abreu Marrero. Se da la curiosidad además que dos
hermanas de Ángel, Dolores y Bárbara contrajeron matrimonio con dos hermanos de
su esposa, Juan y Antonio. Ángel y Margarita tuvieron 10 hijos, Andrés,
Gregorio, María, Candelaria, Nicolasa, Miguel, Félix, Concepción, Cándida y
Ángel, siendo tres de ellos claves en la historia del molino. Gregorio, porque
fue el que convenció a su padre para que le arrendara el molino a la familia
Monteverde, y Candelaria y Ángel porque fueron los que finalmente lo
adquirieron. La familia Domínguez Machado se trasladó a vivir a la casa del
molino desde Las Candias a principio de los años 20 comenzando Ángel a pagar la
contribución industrial de dicho molino de represa con una piedra moliendo más
de 6 meses y con un 15% de fuerza hidráulica en 1929, varios años después de
trasladarse a vivir allí, ya que hasta 1928 estuvo a nombre de Catalina
Monteverde y Lugo; Ese año de 1928 Ángel pagó 18 pesetas de contribución urbana
por la casa molino de la calle Colegio. Ya por los años 30 el molino de represa
pasó a contar con dos pares de piedras de moler funcionando todo el año. Tras
la Guerra Civil el molino se convirtió en un punto clave dado que el gofio pasó
a ser un alimento fundamental en la alimentación de muchos orotavenses, que se
acercaban al molino bien para comprarlo, o bien para tostar o moler su propio
grano de trigo o millo.
Hoy en día el molino La Máquina, antiguo molino
Monteverde, es propiedad de la descendencia de Ángel Domínguez Machado, hijo
menor de Ángel Domínguez González y que nació en dicho lugar en 1922. En 1990,
dicho molino fue premiado con una medalla de oro y una de bronce en la 1 a Cata
Regional de Gofio de Canarias en las modalidades de gofio de mezcla y gofio de
millo, atendiendo a su calidad y sabor…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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