Expongo los cincos capítulos que mi recordado profesor de filosofía de
sexto de bachiller en el Colegio de San Isidro de la Villa de La Orotava; JUSTO
DÍAZ EXPÓSITO remitió entonces (05/09/2011) hasta su prematuro fallecimiento en
tierra valenciana: "... Sean estas primeras letras de agradecimiento a mi buen amigo
Bruno Juan Álvarez por hacerme llegar su BLOG. Para quienes por trabajo o por
la familia vivimos, desde hace muchos años, lejos de La Orotava, sus
páginas nos hacen sentir, día a día, la fibra más sensible de la insularidad.
También por ofrecerme sus esencias villeras para que aportara mis reflexiones
sobre la creación del Cine Club Orotava, que, como muy bien se ha calificado,
llegaría a ser un instrumento de foro para la libertad.
Y mi reconocimiento a Eulogio Domingo Méndez, que,
desde el primer momento trabajando codo con codo, hizo posible que mi idea se
pusiera en marcha. No cabe duda que fue él la piedra angular que
contribuyó para que el Cine Club tal como lo había concebido con su
presentación, proyección de la película y coloquio, contribuyera con sus
debates a lograr lo que después sería esa revolución social, cultural y
política que supuso un nuevo amanecer para la inquietud juvenil del norte de la
isla.
En mis viajes a La Orotava para convivir
unos días con familiares y amigos, una noche, en la tertulia, Francis Miranda
me habló del homenaje que, editado por el Excmo. Ayuntamiento de La
Orotava, se había hecho al Cine Club. Y tuvo la gentileza de regalarme un
ejemplar que hoy pasa a ser una obra más en mi despacho, junto a la
colección valiosa de obras de cine. El trabajo de Miguel Hernández González:
“Una aproximación a la Historia del Cine Club Orotava”, ha sido el
primer ensayo serio que conozco sobre el Cine Club, apoyado en el archivo que
celosamente supo guardar, desde el primer momento Eulogio Domingo. El segundo
trabajo, tan importante como el primero es el que siguiendo la misma
trayectoria Bruno Juan Álvarez, publica en su BLOG como regalo en el nuevo año
recién estrenado.
En mi vida como educador y profesor, el cine no me ha
abandonado nunca. Mis alumnos de Filosofía o Lengua y Literatura Española, los
de Latín y Griego sabían de antemano que en mis clases el material audiovisual
era imprescindible, tanto la proyección de películas como de
documentales. En mi currículo.se hacía referencia al Cine Club Orotava de
manera indirecta y sólo cuando se hablaba de la dirección de la
Semana de Cine Hispano-Argentina que fue organizada en el Puerto
de la Cruz en colaboración con la Secciónde Estudiantes del
Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias, en Agosto de 1966.
Además, estando en la Universidad Complutensede
Madrid donde adquirí el título de licenciado en Filosofía española con la
tesis. Visión unamuniana del amor a la mujer, fue cuando pasé a pertenecer
a la Federación Nacional de Cine-Clubs. Y ya en Valencia obtuve el
título profesor concordante en Lengua y Literatura Española. He sido profesor
del Curso de actualización de Medios audiovisuales enla Universidad
Jaume I de Castellón, del Curso sobre Cineforum en la
Universidad de Castilla-La Mancha y en los Cursos de Formación del
Profesorado en la Universidad Politécnica de Valencia. En la cadena
SER (Valencia) han sido varios años de programa de cine infantil y juvenil.
Todo esto se materializó en el trabajo que elaboré para Fomento de Centros de
Enseñanza: “El Cine en Familia y en el Aula”.
Pero antes en la Universidad Pontificia de
Salamanca, donde hice los cursos de licenciatura y doctorado en Filosofía Pura,
el mundo del cine se vivía intensamente en los cine-clubs de los Colegios
Mayores San Carlos, Beato Maestro Ávila o el Salvador, que
presentaban al principio del curso el programa conjunto de sus proyecciones.
Ahí pude conocer “La puerta del Infierno” de Kinugasa, “Rashomon” de Kurosawa,
“Las puertas de las lilas” de René Clair o “Almas sin conciencia” de Fellini. Y
en el Cine Club Universitario, que tanta trascendencia tuvo para la
renovación del nuevo cine español, y el Cine Forum Estudio 1, al que
asistíamos la tarde del domingo en el salón de la Jefatura
Provincial del Movimiento donde pude ver la versión francesa de ”Las Hurdes.
Tierra sin pan” de Buñuel, ”Orfeo” de Jean Cocteau y todo el cine de
Bardem y Berlanga.
No es de extrañar que, después de esas vivencias, al
llegar a La Orotava para comenzar mi trabajo como educador, la
obsesión del cine, cómo instrumento para adquirir conocimientos, me llevara a
plantear, en pequeños círculos de amigos, la creación de un cine club.
Como afirma Francisco Linares en la presentación del ensayo: “Cine Club
Orotava, un instrumento que sirvió de foro para la libertad”, la trayectoria de
la actividad cinematográfica de la Villa de La Orotava hace
referencia a un movimiento cinéfilo y cultural que quiso ir más allá de lo
estrictamente cinematográfico. Y surgió en la década de los sesenta, que se
caracterizaba, y dice bien, por ser clasista y elitista, la puesta en marcha de
varios proyectos culturales, entre ellos el Cine Club Orotava.. De ahí que
cuando en mis clases afirmaba continuamente que la única aristocracia que
existe es la del trabajo, esto hizo que algunos me acercaran más a la filosofía
de Carlos Marx que a la de Jesús, el artesano de Nazaret.
Estoy convencido, como valora Linares, que cuando
llega a La Orotava la revolución de los pobres, el mayo francés, el
Cine Club había contribuido a ello
Siempre me he resistido a hablar de la puesta en
marcha del Cine Club Orotava, que como he dicho, fue una de mis primeras
inquietudes culturales al comenzar las clases como profesor del Colegio San
Agustín de Los Realejos.
Cuando se habla del Cine Club Orotava, se menciona de
pasada las proyecciones simultáneas que hacíamos en el Colegio de los PP.
Agustinos del Puerto de la Cruz. El motivo de tales proyecciones se
debe a que, entre las claves de que cuajara la idea, está la manera entusiasta
como la acogieron y arroparon desde el primer momento los alumnos de sexto de
Bachiller y COU del Colegio, la mayoría del Puerto de la Cruz. Medieron el
impulso para hacer realidad el sueño: Ismael Baeza, Chaves, Juan Cruz, Lasso,
y, entre otros, el hijo de Maite, la compañera profesora de Historia.
Y por otra parte, los jóvenes de La
Orotava a los que me unía alguna amistad, en particular a Eulogio
Domingo, cuya personalidad no ha sido valorada dentro del mundo de la cultura,
su alto nivel de preparación intelectual, su preocupación porque los jóvenes
orotavenses salieran de su apatía y se interesaran por un mundo de valores a
través del cine, fue decisiva para que se hiciera realidad este cine club.
Domingo Eulogio es una pieza clave que siempre estuvo a disposición de todos,
asesorando los títulos de películas que se debían proyectar, colaborando con
todo su material de libros y revistas de cine que nos servían para preparar la
presentación y el coloquio de las películas.
Y había que buscar una sala de proyecciones. Al ser el
grupo de La Orotava antiguos alumnos del Colegio Salesiano pensamos
que el lugar podría ser el salón de actos del Colegio. Y lo mismo pensamos del
salón más pequeño, pero muy acogedor, de que disponían los PP. Agustinos.
El salesiano Don Antonio Montes fue quien nos puso en
contacto con Don Matías Hernández García representante de las Distribuidoras
CEA, Films Fortuna, Radio Films, Hispamex, Bengala…, que desde Santa Cruz
le proporcionaba las películas que se proyectaban a los internos del Colegio.
Había una sesión previa mano a mano con el alumno José Acosta, que era el
encargado de proyectar en el Colegio, y, a toque de timbre o campanilla, iba
suprimiendo las imágenes que Don Antonio consideraba podrían resquebrajar
los cimientos de la fe y las buenas costumbres de los colegiales.
Para la primera sesión me encargué personalmente de ir
a Santa Cruz a recoger la película que sería la primera que se proyectase y que
bien pudiera haber sido “La silla vacía” de Lewis Gilbert, como afirma José
Luis Sánchez Perera. Y fue entonces cuando cometí mi primer error. Entre los
títulos que me ofrecieron elegí esta interesante cinta pero… ¡en 16 mm.!,
cuando los proyectores de ambos centros eran de 35 mm.
Ya se había repartido octavillas por el pueblo
anunciando la sesión y se había invitado a los más amigos, cuando nos dimos
cuenta del desaguisado.
Recordé que un amigo mío, entonces sacerdote en Icod
el Alto, Isidoro Socas, utilizaba una máquina de proyección de 16
mm para su labor parroquial. Y allí se fueron en mi nombre a solicitarle
el proyector para que esta primera sesión pudiera celebrarse.
Por cierto, en unos de mis viajes a La Orotava,
muchos años después, coincidí con Don Isidoro a las puertas de la
Parroquia de la Concepción. Lesaludé y, según me dijo, estaba allí
porque había sido invitado a celebrar una boda, pero cual no fue mi sorpresa
cuando me espetó quien era yo, porque no me conocía. Y aproveché para hablarle
de mi vida universitaria en Salamanca, Madrid, Valencia. Mi hermana Laura, que
me acompañaba, no salía de su asombro, Fue ella la que me indicó que allí
estaba Don Isidoro. Ella recordaba las muchas tardes de verano que venía en
bicicleta desde los Realejos a casa donde merendaba y pasábamos la tarde
charlando yo de Pereda:, Peñas arriba, Sotileza, y el, de su autor preferido
Pérez Galdós. Pero qué se va hacer, cuando hay “mala” memoria estas cosas
suelen suceder.
Estos recuerdos van de la mano de la primera etapa del
Cine Club. Ya hablaremos de su reconocimiento oficial. Al principio los
responsables de los cine de La Orotava, Don César del Cine Orotava y Don
Miguel Herreros del Teatro Atlante, nos consideraron como unos intrusos que
perjudicábamos sus intereses y sus derecho a la exhibición de películas. Con el
tiempo, como veremos, terminarían colaborando con el Cine Club y dándole,
gracias a ellos, su verdadera proyección insular, al salir del asfixiante
control del Colegio Salesiano. Antes, mucho antes, bien distinta había sido la
postura del dueño del Teatro Topham del Puerto de la Cruz, que nos ofreció
su sala para la Semana de Cine Hispano-Argentino que se celebró en el
mes de Agosto de 1966. Con estas proyecciones nuestro Cine Club saltaba a la
prensa diaria de Santa Cruz de la mano de Elfidio Alonso. CONTINUARÁ…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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