Expongo los cincos capítulos que mi recordado profesor de filosofía de
sexto de bachiller en el Colegio de San Isidro de la Villa de La Orotava; JUSTO
DÍAZ EXPÓSITO remitió entonces (05/09/2011) hasta su prematuro fallecimiento en
tierra valenciana: “…En mi anterior entrega, el lector se habrá
dado cuenta que utilizo indistintamente el nombre Eulogio Domingo y Domingo
Eulogio. La causa del equívoco se debe a la publicación del Excmo. Ayuntamiento
de La Orotava que, en su homenaje al Cine Club Orotava: “Una mirada a
su historia”, agradece a “Eulogio Domingo Méndez García por haber guardado
celosamente el archivo del cine-club sin el cual, no hubiésemos podido contar
esta historia”. (Pg.2). Miguel Hernández González en su valioso ensayo “Una
aproximación a la Historia del Cine Club en La Orotava” emplea
el nombre de Eulogio Domingo en las páginas. 15, 17, 21 23, 28 y 30.
En cambio, mi buen amigo Bruno Juan Álvarez en la
dedicatoria que nos brinda del trabajo Cine Club Orotava el 3 de enero de 2009
en la Sección Esencias Villeras habla de Domingo Eulogio. Juan Cruz
en su Rincón Villero Portuense el 5 de enero de 2009: “La muerte de una
librería” nos dice:…”hablaba de otra librería, por llamarla así, la librería de
Domingo Eulogio…” Por último, mi hermana Laura me confirma que, en casa, toda
la vida, hemos hablado de Domingo Eulogio, y no al revés.
REFLEXIONES Y ANÉCDOTAS PARA LA INTRAHISTORIA: La primera película,
“La silla vacía” de Lewis Gilbert, se había proyectado. Todos estábamos
contentos. Habíamos comenzado la andadura. José Luis Sánchez Perera nos habla
de grupo de “jóvenes que han mostrado interés, en esta primera sesión,
acercándose a la Plaza de Franchy Alfaro”. “Había, dice, un ambiente
de expectación ante el inicio” de esta nueva actividad cultural en La
Orotava. Yañade: “En la primera sesión, un presentador cuartillas en mano,
comenta las finalidades del nuevo Cine-Club: cultura cinematográfica,
centro de comunicación, diálogo y debate. Forum”. Y no fue solo en la primera
sino después en otras muchas, me tocaría hacer la presentación y dirigir el
coloquio. Poco a poco, los asistentes, amantes del buen cine, se irían animando
a participar, hasta llegar a ser ellos quienes presentaban la película de turno
y dirigían el coloquio.
Como artífice de la idea, mi deber era exponer desde
el comienzo los objetivos que nos habíamos propuesto al organizar estas
sesiones de cine. Y no eran otros que poner de manifiesto que el cine es un
arte, el séptimo arte. Y que detrás de una película, hay un mundo que piensa. Y
que en cada filme, aunque no lo haga a propósito, que sí lo hace, se lanza
junto a los metros de celuloides toda una filosofía de la vida. Queríamos que
los asistentes a una proyección cinematográfica estuvieran convencidos de que
detrás de una imagen, de una serie de imágenes encadenadas en un movimiento de
realidad, hay siempre una idea, que convertida en valores y sentimientos,
llega, se introduce, penetra en el espectador. Y es que, tras mi paso por los
cine-clubs universitarios de Salamanca y Madrid, estaba convencido de que
conocer el arte de impresionar la imaginación de las masas es poseer la clave
para gobernarlas. Pío XII lo había dicho ya: “El cine llegará a ser el mayor y
más eficaz medio de influencia ideológica”. Lenin lo había dicho ya: “Si
queréis cambiar la manera de pensar del mundo, debéis hacerlo por medio del
teatro y, sobre todo, del cine”.
Se puso un nombre provisional: Cine-Forum
Estudio 3. Tal vez recordando aquel Cine-Forum Estudio 1, de Salamanca al que
asistía la tarde de los domingos acompañado de Mary Ángeles, entonces mi novia
Bajo esta denominación seguimos las proyecciones en el Colegio San Isidro
de La Orotava y en el Colegio de los PP. Agustinos del Puerto
de la Cruz. Elegimos películas de varias nacionalidades:
norteamericanas, “La muchacha del trapecio rojo” de R.
Fleischer, “El árbol del ahorcado” de Delmer Daves, “El rebelde
orgulloso” de M. Curtiz; francesas, “Margarita de la noche” de Claude
Autant-Lara, “Aventuras de Arsenio Lupin” y “La Evasión” ambas de Jacques
Becker, “Maigret en el caso de la condesa” de Jean Delannoy; cintas italianas,
“El eclipse” de Antonioni, “Rocco y sus hermanos” de Visconti. Desde el primer
momento tuvimos especial interés por dar a conocer el nuevo cine argentino y
sus realizadores, Torres Nilson, Fernando Ayala, René Mugica, De ahí
la proyección de “El último perro” de Lucas Demare.
Ante la preocupación de que nuestra ilusionante
actividad no pudiera continuar, por las amenazas e incomprensión del dueño del
Teatro Atlante, Domingo Eulogio y yo decidimos dar los pasos para legalizar
nuestra situación. En mi poder estaban los requisitos necesarios para llevarla
a cabo. Recuerdo que acudimos a la Delegación Provincial de
Información y Turismo en Santa Cruz para comentar nuestras
pretensiones. Y desde el primer momento fuimos muy bien atendidos por el
veterano periodista Antonio Martí que trabajaba en la Delegación.
Volveríamos, varias veces más, hasta llegar a presentar la documentación. Fue
entonces cuando decidimos, al escribir los estatutos, el nombre de
CINE-CLUB OROTAVA y como tenía que depender de alguna entidad reconocida, no
dudamos de poner “integrado en el Colegio Salesiano”. Y así lo hacíamos constar
en los programas que repartíamos en cada sesión y de cuyo contenido se ocupaba
Domingo Eulogio de redactar o seleccionar.
La primera película que se proyectó con esta
denominación fue “La chica con maleta” de V. Zurlini. La temporada continuó con
“El Empleo” de E. Olmi, “Todos a casa” de L. Comencini, “Retrato en negro” de
Michael Gordon, ”Adiós a las armas” de Charles Vidor, “El rostro” de I.
Bergman, “El diario de Ana Frank” de George Stevens, “M, el vampiro de
Düsseldorf” de Fritz Lang, “La colina de los diablos de acero” de Anthony Mann…
Y mientras tanto esperábamos. Hasta que a primeros de
abril de 1965 escribí una carta abierta a nuestros socios y amigos. En ella
decía: “Unas letras hoy justificadas, a todos aquellos que han seguido de cerca
el comienzo de nuestra Asociación Cultural. Y a los amantes del buen cine del
Norte de la Isla, muy en especial del Valle de La Orotava.
El Ministerio de Información y Turismo nos comunica como, a propuesta
de la Sección de Fomento del Cine, del Servicio de Cinematografía, y
por haberse dado cumplimiento a cuanto dispone la Orden de 4 de Julio
de 1963 por la que se aprueba el Reglamento de Cine Club, previsto en la
Orden de 11 de Marzo de 1957, la Dirección General de
Cinematografía y Teatro RESUELVE con fecha 23 de Marzo de 1965
verificar la Inscripción en el Registro Oficial de Cine-Clubs con el
número 74 Sección B (para mayores de 18 años) al CINE CLUB OROTAVA que tiene su
domicilio social en el Colegio S. Isidro Labrador. Y firma el Director
General”.
Y concluía la carta: “Hoy, al ser una realidad el Cine
Club OROTAVA, queremos agradecer sobre todo el aliento que siempre nos
dio la Congregación Salesiana que regenta el Colegio; y a la
Comunidad de Padres Agustinos del Puerto de la Cruz.
La valiosísima colaboración de Don Matías Hernández García. Y nuestro
agradecimiento a las Casas Distribuidoras: CEA, FILMS FORTUNA, RADIO FILMS,
HISPAMEX, BENGALA… A la Delegación Provincial de
INFORMACIÓN Y TURISMO que tramitó la documentación. Al aliento de los buenos. Y
a la incomprensión de aquellos que olvidan la existencia del Cine como arte. El
Séptimo Arte. Capaz de llevar al hombre de hoy toda la problemática del momento
y toda la trascendencia de los más altos valores del espíritu. Gracias a los
jóvenes universitarios y a toda la juventud anónima que no se desmoralizó ante
las dificultades y que prestó desde siempre su juventud al servicio de sus
ilusiones”. Firmaba: Justo Díaz Expósito, El Presidente.
La Junta Directiva la componían además un
Vicepresidente, Melchor García Hernández; una Secretaria, Mª. Luz Luís Illada;
un Tesorero, Domingo Eulogio Méndez García. Y como Vocales, Juan
Felipe Hernández González, Antonio Santos Cruz, y Carlos Tomás Pérez que sería
sustituido en octubre por José Antonio Delgado Luís. Al estar integrado en el
Colegio, se nos asignó en la directiva como consejero religioso, al salesiano
Ángel Martín, a quien Miguel Hernández González en el valioso trabajo “Una
aproximación a la Historia del Cine Club Orotava”, de manera generosa
y, tal vez, por caridad cristiana, le califica como “el beligerante sacerdote
Ángel Martín”. Así, además de hacernos un gran favor, evita que empleemos hoy,
con la perspectiva del tiempo pasado, otros adjetivos.
Antes de finalizar la primera temporada del Cine Club
Orotava con una “Semana Internacional de Cine”, en el Puerto de la Cruz, y
con la Sección de Estudiantes del Instituto de Estudios Hispánicos
organizamos un ciclo de proyección de documentales, cedidos por los consulados,
que tuvo lugar en el Colegio de los PP. Agustinos. Para la clausura
fue el Consulado de Francia en Santa Cruz, quién nos facilitó los
documentales y nos atrevimos a invitar al Sr. Cónsul a que presidiera la última
sesión. Aceptó muy complacido y lo tuvimos departiendo con nosotros en el Puerto
de la Cruz. La copa de vino español, que preparamos en su honor, la
sirvió el Bar Club Dinámico de la Plaza del Charco. En estas
gestiones llevaba la voz cantante el entonces alumno Andrés Chaves, junto con
Imeldo Bello, Ana Mary y otros.
Y llegó el final de la Primera Temporada. La
Semana Internacional de Cine fue precedida por tres charlas. La primera
estuvo a cargo de Elfidio Alonso: “El Cine como arte”; la segunda:”La
problemática de Ingmar Bergman” por Eduardo Espinosa de los Monteros. Del
motivo de esta colaboración con el Cine Club “Centro Icodense” hablaremos más
adelante. Y la tercera me tocó exponer un tema del que, hasta hoy, me sigue
entusiasmando darlo a conocer: “El nuevo cine español”. Gracias a las gestiones
de Andrés Chaves con el dueño del teatro Topham pudimos disponer de él para
nuestra solemne clausura. Las cintas exhibidas fueron: “Fresas Salvajes” de
Bergman, (Suecia), “Romeo, Julieta y las tinieblas de Jiri Weiss
(Checoslovaquia) Jazz on a Summer´s day” de Bert Stern,(Norteamérica), Cléo
de 5 a 7 de Agnés Varda, (Francia) y El Verdugo” de Berlanga,
(España).
El escenario del Teatro Topham aparecía adornado con
las banderas de las nacionalidades de las películas a presentar, cedidas por el
Instituto de Estudios Hispánicos.
La verdad es que la selección de las películas
anunciadas, nada tenía que envidiar a cualquier cine-club que se precie.
Empezamos la Semana con una de las mejores películas de Ingmar
Bergman: “Fresas Salvajes”, premiada en los Festivales de Berlín y Venecia. El
anciano doctor que va a ser promovido académico, de camino a Lund, lugar donde
se celebrará el acto, reconocerá que el egoísmo ha informado toda su vida. Y
que ha sido siempre un hombre que ignoraba, por propia voluntad, por propia
comodidad, los problemas y dificultades del prójimo. “Romeo, Julieta y las
tinieblas” había ganado la “Concha de Oro” del Festival de San Sebastián 1960.
Jiri Weiss nos trae el tema de la guerra de liberación, comenzando a florecer
con él un neorrealismo checo. La proyección de “Jazz en un día de verano” de
Bert Stern fue una apuesta personal de Domingo Eulogio, gran amante de la
música de jazz. Sabía que con esta película teníamos una ocasión única de
disfrutar de los cincuenta mejores instrumentistas y vocalistas del mundo. Un
día y una noche en el Festival de Newport, y los maravillosos músicos que lo
han hecho tan famoso, son el argumento y las estrellas de este excepcional
filme. La película se inicia con el trío de Jimmy Giuffre pasando, después de
detenerse con la Thelonius Monk, a captar la belleza y el color de la
regata del Yacht Club. Con la música de otras orquestas, la cámara se recrea
con otros aspectos de Newport para regresar a las pistas donde finaliza la
tarde con la canción ·”Sweet Gerogia Brown” cantada por Anita O´Day. Antes que
principie la función de la noche la cámara recorre la ciudad con sus
pintorescas calles, playas y edificios. Al anochecer, inicia la función con el
Quinteto de George Shearing y siguen otras dos orquestas en un ritmo creciente,
en la que destaca la interpretada por Chuck Berry. Termina con las inimitables
interpretaciones de Louis Armstrong y Mahalia Jackson.
La película se presentó en versión original y sin
subtítulos. En la sesión de la tarde algunos espectadores abandonaron la sala
antes de finalizar la película y por la noche no fue numerosa la asistencia de
público. Se nos había olvidado anunciar que la película estaba dedicada
exclusivamente a los amantes del Jazz. Nosotros, eso sí, disfrutamos de dos
sesiones extraordinarias, que no olvidarían los jazzófilos.
La Nouvelle Vague estuvo representada con un
nombre importante en su primera etapa Agnés Varda. “Cléo de 5 a7” es
un interesante ensayo sobre sensaciones de una mujer transmitidas en tiempo
real. Y finalizamos con gran éxito de público y crítica, con la mejor obra de
Berlanga y quizás la mejor película del cine español: “El Verdugo”,
obra maestra de humor negro galardonada en Venecia. Crítica feroz de la pena de
muerte, así como a su relativización en una sociedad que ha perdido la noción
de los valores humanos.
Al finalizar esta segunda entrega quisiera tener un
afectuoso recuerdo para quien desde el comienzo, asistiendo a todas las
sesiones, contribuyó a la marcha del nuevo Cine Club, Pepe Calzadilla. Siempre
lo tuvimos a nuestra disposición y su imprenta “Tipografía Calzadilla-La
Orotava” nos confeccionó todos los programas que repartíamos a los asistentes a
nuestras sesiones La ficha técnica y la crítica que se acompañaba servían de
introducción y recuerdo de la película que se iba a ver. Ya hemos dicho que del
contenido se ocupaba, como siempre de manera magistral, Domingo Eulogio Méndez
García.
Habíamos finalizado la Primera Temporada. El
éxito había sido innegable. Y comenzamos a respirar tranquilos, pero no por
mucho tiempo, porque los enemigos que teníamos fuera de casa, surgirían, a
partir de ahora, dentro de ella. CONTINUARÁ…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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