La Villa de la
Orotava le rindió en décadas pasadas un merecido homenaje a su desaparecido
Cine Club. Evento profundamente detallado y realizado por antiguos directivos y
colaboradores, para dar a conocer y difundir la labor que desarrolló durante el
periodo que desde sus inicios en 1964 hasta 1973, año en el que absurdamente
fue clausurado por Orden Gubernativa. Un trasto cinéfilo, que sirvió de escena
para la libertad y para la democracia. Creado hace cuarenta y tantos años en la
Villa, con el afán de instituir en el municipio un ambiente de conocimiento,
debate y difusión de la cinematografía y la cultura en general.
Por él, y en
aquellos tiempos difíciles, pasaron diferentes personalidades del ámbito de la
política, las letras y las artes que, tanto con su participación como con su
trabajo, contribuyeron a la creación de un espíritu de reincidencia que ayudó a
la conquista de las libertades. La Orotava al principio de los años sesenta,
ofrecía pocas posibilidades de ampliar horizontes a unos jóvenes, educados en
su mayoría en el Colegio de San Isidro, regentado entonces por PP. Salesianos.
La educación recibida no estaba de acuerdo con la impulsada por su fundador don
Bosco, por cierto titular del séptimo arte, sino obedecía al modelo del
nacional catolicismo de la época: disciplina, represión, temor a las
disolventes ideas liberales. En los bares, en los centros de reunión como la
Acción Católica o el Liceo Taoro, fue haciéndose posible el encuentro entre dos
generaciones de jóvenes - los nacidos durante o un poco antes de la
Guerra Civil y los nacidos después – que, con distintos niveles de
compromiso, compartieron experiencias de todo tipo. En el proceso de descubrimiento
de la literatura jugaría un papel importante la labor desarrollada por la
Biblioteca Pública, y más en concreto por el que sería su bibliotecario EULOGIO DOMINGO MÉNDEZ. Cualquier manifestación que se saliera de la
cotidianeidad, por inocua que fuera, era vivida como un acontecimiento
importante y algunas figuras pasaron a convertirse en iconos míticos. El
registro, la sensación de estar transgrediendo lo permitido, fue empujando a
algunos a refugiarse en una actividad clandestina, inofensiva en la mayor parte
de los casos durante ese tiempo del Cine Club que en principio se denominó Cine
– Fórum, proyectando sus cintas en los colegios de los PP. Agustinos del Puerto
de la Cruz y de los PP Salesianos de La Orotava, en secciones de pruebas, películas
de varias nacionalidades con el fin de ir interesando y instruyendo a la
vocación orotavense de elevar el nivel cultural cinematográfico. Al final la
situación devino insostenible y el Cine Club decidió volar solo, abandonando
paulatinamente el recinto del Colegio San Isidro pero sin conseguir librarse de
la asesoría religiosa. Comenzando a proyectarse en las salas comerciales de la
Villa; Cine Orotava y Teatro Atlante, reflejándose en el seno de la directiva
la tensión que podríamos etiquetar como batalla entre continuistas y
rupturistas. La represión política, generó una psicosis de persecución que a
los mayores pareció retrotraerlos a otra época de infausto recuerdo. El sistema
represor mostraba, ahora de un modo más explicito, su verdadera faz y golpeaba
al sentirse amenazado. En 1972, el poder había actuado ejerciendo su censura
con arbitrariedad, saltándose las leyes establecidas por el mismo y cerraba una
entidad, que tan importante papel jugó en la creación de ambientes de apertura,
de diálogo y de búsquedas de nuevas realidades. La que se consideró su última
directiva elaboró un informe ante el entonces Ministerio de Información y
Turismo, el cual reconoció el error de clausurar. Se le dio la razón a los
demandantes y se dejo sin validez la injusta sanción aplicada por sobrepasar su
competencia. La huella que dejó el Cine – Club Orotava en los que participaron,
tanto como directivos o como espectadores en general, ha sido imborrable, pues
favoreció un mejor conocimiento y especial relación con el cine y la cultura.
BRUNO JUAN
ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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