Aparece por mi casa el
amigo y vecino de la calle El Calvario de la Villa de la Orotava desde la
infancia; MANUEL FARIÑA HERNÁNDEZ, remitiéndome (2015) un sobre con archivos y
fotos.
Manolo como
cariñosamente le he llamado desde la infancia, e inolvidable infancia, le agradezco
su cortesía, su humanidad por todo esto que ha depositado en mi propia
confianza.
En este último aparecen
fotos muy importantes sobre la música y la entonces banda de música Municipal
de la Villa de la Orotava,
en la que aparece el recordado maestro; don José Berenguer Sánchez, en una de
sus actuaciones con la Banda
de Música villera en la plaza del Ayuntamiento.
Pero aparecen dos
documentos de muchísimo valor para exponer en este blog, uno del recordado
homenaje que se le tributó al músico orotavense don Antonio Sosa Hernández en
el mes de diciembre del año 1956, y un segundo documento del un reportaje en el
matutino EL Día, en su sección de la
Prensa del domingo 6 de enero del año 1991, por el amigo
Francisco González Casanova, que nos dejó para siempre en unos días navideños.
Reportaje que reproduzco íntegramente con sus cuatros fotografías, impresionante
fotografías, en la que se pueden observar personajes que ya pasaron a formar
parte de la historia cultural de La
Orotava, en el memorando hay que destacar el párrafo donde
Paco hace mención al gran médico de los pobres don Manuel Betancourt del Río,
muy bien biografiado últimamente por nuestro amigo y contertulio el doctor José
Vicente Betancourt en dos libros recién publicados:
Allá por el año 1933 se
produjo en La Orotava
un importante acontecimiento para aquellos años, con la inauguración de su
primera Casa de Socorro.
En la fotografía que
ilustra estas líneas puede verse a un numeroso grupo de médicos y de miembros
del Ayuntamiento de La Orotava
que asistieron al acto. Profesionales de la Medicina de gran categoría, tanto en su campo de
especialidad científica como en Humanismo, se dieron cita en aquella ocasión.
Así podemos ver en sus años jóvenes a los grandes doctores, don Tomás Cerviá y
a don Gerardo Martín Herrera, que gozaban de reconocida fama en ambas
vertientes del saber.
Junto a ellos médicos
jóvenes, como los doctores Feliciano Jerez Veguero, Máximo Martín, Rodríguez
Vivas, Martínez Casaña, los practicantes Felipe Hernández y Pedro Melián y la
representación del Ayuntamiento de dicha Villa compuesta por el alcalde Manuel
González Pérez, tenientes de alcalde Félix Sosa y Lucio Illada, concejal
Jerónimo Carrillo, y comisario jefe de la Policía Leoncio
Estévez.
En el Valle de La Orotava siempre se ha contado
con doctores que de humanidad, entre ellos no podemos olvidar a los doctores José Pérez
Trujillo, Ingram, Manuel Betancourt del Río, García Estrada, Luz Cárpenter,
Celestino González, Celestino Góbiella, José Hernández, Emilio Luque, Francisco
Acebes Anda, Domingo González y más anteriormente los doctores Izquierdo Yumar,
Sánchez Martínez y los hermanos Fernández de la Cruz.
En la actualidad sigue
habiendo médicos de reconocido saber y sobretodo por su comportamiento humano,
que todos los que habitamos en este Valle los reconocemos; pero no intento dar
nombres, por poder omitir alguno, y además que pudiera pensar alguien en querer
reconocerle en vida y hacer algo de propaganda, algo que a ellos no les interesa,
pues se lo tienen merecido y reconocido
por quienes les visitan para velar y sanear su salud.
Quiero llevar mi recuerdo,
ya muy lejano, pues era un niño, al Doctor Betancourt del Río, familia de Gran
Canaria que se estableció alrededor de los primeros años de este siglo (su
padre, un gran político liberal, según me han contado) en la Villa de La Orotava. Por su defensa
en sus ideales liberales, su padre fue amenazado varias veces. Dicha familia se
estableció en una casona solariega, en la llamada popularmente calle del Agua;
eran personas de cierta solvencia económica. Su hijo Manuel estudió Medicina; Francisco,
Derecho; y Juan marchó a Inglaterra para .estudios de idiomas, Por cierto, su
hijo Juan, al regreso de Inglaterra, fue el propulsor, o el maestro, o
entrenador de los primeros jóvenes orotavenses que aprendieron el deporte
futbolístico. Su hijo Manuel, del que vamos a recordar algo de sus vivencias,
fue uno de los fundadores del Partido Socialista de La Orotava, muy amigo de
nuestra familia. Antes de la segunda Republica se trasladó a Santa Cruz, su
despacho lo montó muy cerca de la
Plaza de los Patos. Allí como gran médico hizo una gran
clientela; tenía entre ellas a la colonia inglesa y la alemana, y seguía la
costumbre de no cobrar a los pobres. Esto fue, según me comenta un viejo amigo
que lo trató mucho, lo que motivó según él, su traslado a la capital, pues no
cobraba a los pobres ni a los amigos, y los ricos por sus ideas políticas no
eran clientes suyos. En los primeros días del Alzamiento Militar, fue detenido
y llevado a la prisión flotante, allí demostró su gran valentía y su gran
compañerismo, tenía un temperamento muy violento para: quienes querían
cometer abusos y atropellos. Más de una vez se enfrentó a los vigilantes de
turno. De ahí fue trasladado a los salones de Fyffes, donde también tuvo sus
enfrentamientos por las «sacadas» de muchas de las noches a numerosos
compañeros, que desaparecieron. Una noche vino una orden de «sacada» de
catorce presos, entre ellos él. El capitán de la prisión, militar que no
estaba conforme con estas salidas «sin retorno», y que conocía mucho a don
Manuel y conocía de sus amistades, llamó al cónsul alemán; éste inmediatamente
realizó su gestión, impidiendo que esta gente fuera desaparecida. Uno de ellos
se suicidó en el barco, ya que suponía lo que le esperaba. Al cabo de unos
meses fue trasladado otra vez a los salones de Fyffes, donde permaneció hasta
su puesta en libertad. Poco le valió esta libertad, pues fue llevado a Madrid
para ser sometido a un tribunal, por haber pertenecido a la masonería.
Ya en Santa Cruz, en su
despacho, sigue con su gran clientela, pero su salud estaba resquebrajada
Con tantos sufrimientos y atropellos; le
sobrevino una trombosis que le dejó paralizado un brazo y parte del cuerpo. Sin
embargo, seguía recetando a pesar de encontrarse en este estado. Hoy, hablando
con el buen amigo y culto abogado Rafael Hernández Correa, muy amigo del Dr. Betancourt
del Río, ya que estuvieron juntos tanto en la prisión flotante como en los
salones Fyffes, me contaba que encontrándose su hermano Juan muy grave (en La Orotava), se lo comunicaron,
vino urgente y al verlo, ya que el médico que lo atendía le daba sólo unas
horas de vida, medio enfadado por la gran amistad que entre ellos había, les
decía que porqué no se lo habían comunicado antes. Después de observarlo,
encontrándolo muy grave, le recetó un medicamento. Este fue preparado en la
farmacia, e indicándoles que cada dos horas no dejaran de dárselo, y que él vendría
al siguiente día muy temprano, que si había algo anormal, que se lo
comunicaran; él ya vivía en Santa Cruz. Al visitarle al día siguiente muy temprano,
desde la puerta. De la habitación contemplándolo: dijo, ya está salvado, como así
fue. Otra de sus curas que recuerdo, siendo yo muy niño, fue debido a que mi
hermana Rosa, de unos cuatro años de edad, llevaba unos quince días con una
gran fiebre, y a pesar de haber tenido junta médica, no le bajaba la fiebre. Mi
padre habló por teléfono con el Dr. Betancourt, vino urgente, y después de
observarla le comunicó a mis padres que si podían lIevarIa para Santa Cruz
para poderla ver por la mañana y tarde. Mis padres la llevaron para Santa Cruz,
y se alojaron en casa de mis tíos, Tomás Calamita y Mercedes González. Al
segundo día de tratamiento, empezó la fiebre a remitir y a los diez días ya
estaba en casa, bien de salud.
Al fallecer el Doctor Bethencourt,
una gran manifestación donde le acompañaban muchas personalidades de toda la
isla, y gente del pueblo llano, acudió para estar presente y decide su último
adiós a este gran médico tan querido y tan recordado, tanto por su saber como
por su humanidad. Es una pena que a personalidades como estas no se les tengan
presente su nombre en alguna calle.
Si por aquellos años fue
un acontecimiento la inauguración de la Casa de Socorro de La Orotava, es hora ya que
los Ayuntamientos del Valle de La
Orotava se pongan de acuerdo para la instalación de un
Hospital ya gestionado al Insalud o al Cabildo, en la zona de dicho valle, que
pudiera abarcar también a todos los habitantes desde Buenavista hasta Santa
Ursula, pues es una gran necesidad, y que la mayoría de toda esta zona lo piden.
No solamente para la gente que tiene que ser hospitalizada y trasladada a Santa
Cruz, sino también a sus familiares que desean visitarles, pues les supone
gastos, pérdida de trabajo, sobre todo a personas que económicamente no pueden
hacerlo y además con la instalación de un Hospital en esta zona, se descongestionarían
esos hospitales que están completamente abarrotados y en los que tan difícil es
muchas veces conseguir una cama.
Tiempos pasados, que quienes
vivieron aquella época recuerdan como la mejor. No sé si tienen razón, o es que
cada cual considera la época de su juventud, la preferida. Sobre esto, dudo.
Ellos miraban la vida con cierta indiferencia, no se arrugaban pensando que se
les pudiera echar encima situaciones económicas difíciles o se les presentara
alguna crisis. Vivían en un tiempo en que había lugar para todo, para distraer
los ratos de ocio charlando con los amigos, como también para dedicarlos a sus
deportes favoritos, a las aficiones teatrales o literarias, para visitar con
frecuencia a las familias, para echarse, cómo no, una perra de vino, si el
cuerpo lo deseaba. Hoy, en cambio, me parece la vida algo deshumanizada, con
un stress que no da tiempo ni para pensar.
En esa simpática y
recordada fotografía, a cuyo dorso comenta textualmente Felipe Casanova Machado
(para los que le conocieron no hacía falta nombrarlo, pues por su forma de
escribir, cuando él quería humor, ya se imaginan quién era su autor):
Extraordinario partido de fútbol. Campeonato. Jugado en el campo de La Orotava FC.: el día
24 de noviembre de 1930 (festividad de San Protasio), a las 11 de la mañana,
entre los formidables primeros equipos Ciclón FC.: y CD. Tempestad (ambos de
327ª categoría). Arbitro: Felipe Casanova (del colegio de internos de La Laguna, peso 120 kg.). Vencedor CD.
Tempestad por 2 a
0. Premio: Este gran coro de voces, cuyo director fue el maestro y buen pianista
don Antonio Sosa Hernández, tan recordado en todo el Valle de La Orotava. Una de sus
principales actuaciones era en la
Fiesta de la
Octava del Corpus Christi y San Isidro Labrador, el día
jueves, en la Plaza
del Ayuntamiento, cubierta por un magnífico tapiz como todos los años,
confeccionado con tierras de las Cañadas del Teide, en honor al Santísimo
Corpus Christi, que penetra en dicha plaza acompañado de una gran
manifestación. Este hermoso acto causa la admiración de numeroso público por
la gran solemnidad y belleza.
Rondalla Los Kiaves. Esta
rondalla de pulso y púa, de gran calidad, actuaba por los años treinta, en las fiestas
de Carnaval, todos ellos de La
Orotava, buenos aficionados de la música, que deleitaban al
público orotavense y a los del Valle, por aquellas fiestas. Parecían
verdaderos profesionales por la buena calidad de obras que interpretaban,
todas con gran éxito. Como verán cuatro fotografías con muy buenos recuerdos de
aquellos tiempos y que hoy se les tiene presente.
BRUNO
JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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