El amigo de
la ciudad de Tacoronte; NICOLÁS PÉREZ GARCÍA, remitió entonces 2014 estas notas
que tituló; “DE TACORONTE…. A PARIS, UN
CANTO A OSCAR DOMÍNGUEZ”: “…Articulando que la familia de Oscar Domínguez se vino a vivir
a Tacoronte en el año que comienza la primera guerra mundial en 1914. Son
tiempos difíciles, hay mucha necesidad de todo y poco trabajo. Los embarques de
plátanos están paralizados y es precisamente esta fruta la que mitiga en buena
parte la precaria subsistencia de la población local. El monte es el recurso
atávico y providencial para los menos pudientes, al que accede gran parte de
la vecindad en busca de leña para proveerse de lo más cotidiano o para venderla
y con su producto comprar gofio y alguna que otra cosa para el sostenimiento
familiar.
Juegos infantiles, aventuras y vivencias noveles discurrieron
por estos aledaños, además de las incursiones y acampadas por los riscos de
Guayonge y los roquedales de la costa, pirateando en solaz divertimento entre
charcos y callados. Fueron años primerizos, inocentes y despreocupados en los
parajes que más tarde debieron excitar la imaginación de Oscar en muchos temas
de su fantástica paleta cromática. Hasta adiestrase en el ambiente bohemio de
París, en especial Montmartre, se convierte en su modus vivendi y sus correrías mundanas decrecen, sin que por
ello se prive de la diversión y la juerga. En su cabeza comienza a fraguarse
una batalla de ideas que va plasmando con frenesí en sus cuadros. En medio de
la precariedad sobrevenida no piensa que su esfuerzo sea estéril, pues de ser
así pudo haber escogido otra opción o regresar a su tierra. Pero no, su mundo
estaba allí, en París, y su vocación en el arte, lo que considera un desafío
que afrontar, al que responde con el ímpetu de un ingenio lastrado ya por el
espíritu surrealista, avalado muy pronto por su pertenencia al grupo regido por
Bretón. Las penurias económicas se hacen patentes y su creación artística se
torna abundante, emergiendo toda una teoría de símbolos donde no faltan los
trasuntos de su tierra isleña. Hasta llegar a la final tragedia de su vida en
ese París melancólico negro, en una noche de fin de año. Pero Oscar sobrevive
con su surrealismo espaciado por el Mundo entero…”
El amigo Nicolás desde
Tacoronte ha sabido plasmar inteligentemente en esta magnífica producción los
principales avatares de una vida de un pintor que es historia en el surrealismo
universal.
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU.
PROFESOR MERCANTIL.
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