lunes, 3 de julio de 2017

LOS EVENTOS MÁS IMPORTANTES OCURRIDOS EN EL PUERTO DE LA CRUZ EN EL AÑO 1951, DENTRO DE SUS FIESTAS MAYORES Y FUERA DE ELLAS (II)



Fotografía correspondiente a los estudio portuense BAEZA, de una bella carroza, en la que pernoctaban bellísimas entonces señoritas del Puerto de la Cruz, década de los años cincuenta del siglo XX.

El amigo del Puerto de la Cruz; AGUSTÍN ARMAS HERNÁNDEZ, remitió entonces (17/7/12) estas notas que tituló; “LOS EVENTOS MÁS IMPORTANTES OCURRIDOS EN EL PUERTO DE LA CRUZ EN EL AÑO 1951, DENTRO DE SUS FIESTAS MAYORES Y FUERA DE ELLAS”: “…¿Qué se puede decir o escribir sobre aquel mi querido pueblo llamado Puerto de la Cruz  de los años 5o, que ya no se haya dicho o escrito?
Por mucho que se hayan propagado sus avatares y eventos siempre habrá algo que difundir acerca de su historia o de sus ciudadanos, puesto que mi pueblo, ni cuando era pequeño, como entonces, ni ahora que es grande y además ciudad turística  de primer orden, ha sido, en general, ni vulgar ni retrógrado. El Puerto de la Cruz de aquellos años, que yo y tantos otros portuenses recordamos, era pequeño, pero encantador, sus floridos jardines, sus recoletos rincones, sus casas con balcones de madera y tapias salpicadas de coloridas buganvillas, hacían del Puerto de la Cruz el pueblo más pintoresco y acogedor de cuantos existen. Si a todo ello unimos su benigno clima y el peculiar y simpático modo de ser de sus gentes, comprenderán fácilmente el porqué lo eligen, para siempre, los turistas extranjeros y forasteros que por primera vez lo visitan. En la época antes citada el pueblo vivía algo aletargado, mas no dormía, tenía nervio, soñaba con las grandezas que poseía en otros tiempos y que no se resignaba perder. Aquellas que tuvieron en los siglos XVlll y XlX cuando el movimiento de su muelle y su próspero comercio eran lo más importante de Canarias. La prueba evidente de que el Puerto de la Cruz nunca ha dormido lo demuestra el hecho de que ha vuelto a ser, como antaño,  grande y boyante. Todo ello conseguido, ya no gracias a su muelle, sino al ingenio de sus hijos, que promocionando el turismo y construyendo hoteles y apartamentos, han logrado absorber a la mayoría de turistas que se desplazan a Canarias en busca de tranquilidad y tonificante clima.
Pero vayamos al objeto de este articulito que no es otro que, entrar en los eventos más importantes ocurridos en el Puerto de la Cruz en el año 1951, dentro de sus fiestas mayores y fuera de ellas. Tengo para ello que valerme, aparte que recuerdo algunos  de aquellos sucesos,  del programa de las fiestas aquel año difundido. Con una magistral introducción que hace la comisión de fiestas comienzan los actos programados. En las páginas siguientes aparecen cuatro magníficos artículos y dos bonitas poesías. Propago a continuación los nombres de los eminentes actores que ponen su firma al pie de sus respectivos escritos, títulos de los mismos, y a quienes van dedicados: <<La ñamera de la Plaza del Charco>> es el título del escrito que la profesora María Rosa Alonso, ahora fenecida, dedica a la popular y frondosa ñamera, símbolo central de la conocidísima plaza portuense. <<En torno a la imagen del Gran Poder de Dios>> es el interesante trabajo  histórico sobre la venerada imagen que nos transfirió el inolvidable investigador portuense Antonio Ruiz Alvares. <<Loa al Puerto  de la Cruz >> es el título del espléndido  artículo que, en prosa poética, nos legó para la posteridad el también querido, de todos los portuenses, y siempre recordado Luis Castañeda.  <<La cópula del crepúsculo>>es el nombre del magnífico artículo  que S. Padrón  Acosta escribe y dedica a Clementina Álvarez de Ruiz. El nombre de la primera poesía corre a cargo de Joaquín  de Entrambasaguas, que titula <<El Puerto de la Cruz>> y está dedicada a los señores de Luz. Veamos la primera estrofa de esa bonita poesía: Ofrenda de la tierra, al mar, el puerto./en sus brazos azules se adormece/ y la voz de las olas enmudece/ ante el temblor del bien seguro y cierto/. La otra poesía es de E. Gutiérrez Albelo y está dedicada  <<Al Cristo del Gran Poder>>.
Así dice la primera estrofa: Yo te veo en tu trono, maniatado,/ en el pavor nocturno del martirio,/ Te veo con el rostro amoratado,/ doblado sobre el pecho, como un lirio./
De entre estos cinco doctores de las letras, que aparecen con sus firmas en el programa de las fiestas de Julio 1951, escojo a uno de ellos para reproducir integro su escrito. Lo hago sin desmerecimiento de los otros, puesto que todos ellos son de una exquisitez incalculable. Quizás en otra ocasión reproduzcamos en su totalidad el resto de estos interesantes artículos y poesías, sin ningún problema de espacio.
Mas de momento, deleitémonos leyendo el de Luis Castañeda en su <<Loa al Puerto de la Cruz>>: Indudablemente el Puerto de la Cruz ejerce una poderosa atracción sobre la gran mayoría de sus visitantes, y aquellos que desandando rumbos lejanos venimos a morar aquí, quedamos bien pronto prendidos de él o, mejor dicho, queda él prendido a nosotros como una parte indisoluble  de nuestro mundo afectivo.
Enmarcado  en el ribete costero del solemne Valle de la Orotava, recibe de este la armonía de su bello y grandioso fondo  escenográfico, del cielo una luz que hace ingrávidas todas las cosas y del mar la brisa y la música de su canción bronca y eterna que parece arrullar el sueño de una adormecida y remota potencia cósmica.
En esta ciudad ribereña todo traspira un encanto inefable. Los dos ramales de la carretera que a ella conduce, con sus márgenes apretadas de policromía floral, provocan una reacción de pasmo al degustador de paisajes y colores. Su conjunto con el rojo color de sus tejados antiguos, con la pétrea austeridad de sus castilletes sonoros, con la explosión florida de sus trepantes y numerosas buganvillas y con la anarquía de sus calles breves y entre cruzadas, visto desde lo alto, tiene una gracilidad atrayente y el poder evocador de un grabado  colonial. Su Jardín Botánico_ artificial remedo de selva primitiva _ propicio al ensueño y el amor, exhala un vahído enervante, tiene la blancura  de las cosas virginales y el encanto de la Naturaleza en su salvaje plenitud. En este preciso momento posee una fascinante nota de color y belleza: un corpulento plátano del Líbano inclinado sobre la carretera, del que brota la cascada florida de una buganvilla como explosión de rojas luminarias que semeja los fuegos de artificio de la famosa <<entrada del Cristo>>. En las apacibles tardes septembrinas, cuando la luz parece venir de un filtro mágico porque alcanza su mayor pureza y diafanidad, a la hora en que el sol incendia todo el horizonte y riega de oro, de añil y de sangre el lomo quebrado  de la isla de la Palma y el valle se agiganta y se ahonda en du enorme perspectiva por efecto de las sombras que de él proyectan las sierras circundantes, visto desde las alturas parece el Puerto de la Cruz su pupila tenuemente iluminada y adquiere la ingravidez de lo aéreo y de lo ideal.
Y en esas mismas tardes de septiembre, cuando el mar depone todas sus furias y el viento reposa muy lejos sus fuerzas, toda la restinga de su litoral se hace musgosa  policromía y musicalidad sonora venida como de misteriosas y lejanas caracolas. Por lo contrario cuando el viento suscita la furiosa y desmedida actividad del mar y el viento y las olas, como en un afán de irreprimible de posesión de la ciudad rompen su colosal volumen contra la costa, y su sinfonía estruendorosa  invade todo el contorno de geológicas resonancias, y las avalanchas de espuma  despiden continuas lloviznas iridiscentes y todo queda impregnado de un picante, olor salino, espectáculo que nos ofrece el Puerto de la Cruz es maravilloso y de una apoteosis inenarrable.
Por brevedad del espacio siento no poder aludir, aunque fuera fugazmente,  a  todas las cosas y lugares del Puerto que continuamente suscitan mi afecto y mi emoción: la ermita de San Telmo, tristemente solitaria. Sin feligresía y sin lengua de bronce que cante sus viejas nostalgias; la costa de María Jiménez, entre cortada, riente, sinuosa, cuyos estremecimientos volcánicos fueron vencidos por la furia de la mar; la playa de Martiánez, indócil remate del barranco de su nombre, frente a uno de los paisajes costeros que más evocaciones despiertan en mí; los parques de Taoro y los jardines de los chalets inmediatos, de tan exactos juegos de coloreas que superan a los de las revistas cinematográficas; los balcones antiguos, llenos de encanto colonial u rebeldes a la copia de cemento y aun a la tea moderna; las viejas bodegas de paredes aún rezumantes de un olor añejo que es o de historia o de malvasía o de Malvasio y de historia a un mismo tiempo espacioso y enelvante cuadrilátero de la Plaza del Charco, ático parlamento donde se debaten todos los problemas  humanos y divinos de la localidad y del universo y… ¡alto!, que así no llevaría nunca al punto final. Perdona Puerto de la Cruz, mi irreverencia; pero, quieras o no, te he de cantar, siempre, siempre calladamente, en recogido silencio con versos inarticulados que me salen del alma, porque te metiste dentro de ella y yo ya no sé si soy tuyo o si tú eres mío, si eres de << todo el mundo>>…¡o si eres del mundo entero!
Por el motivo anteriormente aludido, hacemos a continuación un efímero resumen sobre los actos culturales que se programaron en el Puerto de la Cruz entre el 2º semestre de 1950 y el 1º del 51.
Año 1950: Julio, 7._ Se inaugura en los en los grupos escolares la exposición de óleos y dibujos del gran artista tinerfeño Alfredo Reyes Darias. El discurso de apertura estuvo a cargo del laureado poeta E. Gutiérrez Albelo. Julio, 22._ En el casino <<Puerto Cruz>> inauguración de la exposición de bajos-relieves, figuras, bustos u dibujos del artista Emilio Luis, así como la de caricaturas del portuense Vicente Jordán. El discurso de apertura estuvo a cargo del notable poeta Felipe de Lorenzo.
Agosto, 14._ En el salón de fiestas del gran hotel Taoro, exposición de acuarelas del genial D. Francisco Bonnín  Guerín. Agosto, 20._ En la Peña de Francia, entrega de un  valioso manto a la Virgen. La donación la hizo la ilustre poetisa cubana Dulce María Loynaz. En el acto de entrega hicieron uso de la palabra los siguientes personajes: D. Ramón Baudet, D. Domingo Cabrera Cruz, Mon. Flores Ghöbber,  párroco de <<La Peñita>> Lic. D. Federico Afonso, párroco de <<La Peña de Francia>> el obispo de la diócesis, D. Domingo Pérez  Cáceres, y el señor alcalde, D. Isidoro Luz Cárpenter. Septiembre, 18._ Se celebra el  bicentenario del nacimiento  del inmortal fabulista y comediógrafo D. Tomás de Iriarte y Nieves Ravelo. Al acto asistieron entre otras personalidades  los conferenciantes D. Joaquín de Entrambasaguas y el letrado D. Andrés Arroyo y González de Chaves; interviniendo también en el evento la Orquesta de Cámara de Canarias, bajo la dirección del maestro D. Santiago Sabina. En este mismo día se inauguró el <<Jardín de Flora Canaria>>, en las laderas de Martiánez, asimismo <<La Biblioteca y Museo Iriarte>>. En este último acto pronunció una notable conferencia el escritor D. Diego M. Guigou y costa.
Año1951: Febrero, 16._ En el teatro Topham  notable conferencia por el catedrático de derecho político Sr. Hernández Rubio en torno al tema: <<España y los españoles>>. Hizo la Presentación del conferenciante el alumno de derecho D. Manuel López García. Julio, 6._ En el teatro Topham. Extraordinario espectáculo artístico-folklórico a cargo de la Masa Coral Tinerfeña de Santa Cruz de Tenerife. El mismo día y en el mismo teatro, actuación del popular caricato Pepe Monagas. Terminamos por ahora con  unas sentidas palabras que sobre el Puerto de la Cruz  hacen distinguidas personalidades en la página final del programa de las fiestas de julio de 1951: <<…Con sus procesiones, que parecen navegar en oleadas de perfúmenes, se abre este pueblo en la doble, Simbólica realidad de su nombre: Puerto de la Cruz>>.  E. Gutiérrez Albelo. <<… El Puerto fue una avanzada de nuestra cultura y nuestra cortesía debe ser hoy una avanzada de paz y fraternidad tinerfeña>>. Dominga Cabrera Cruz. <<…Este gran “hall” de Tenerife, que es el Puerto de la Cruz, tan claro y abierto, es, sin duda, la población que mayor impresión hace en los extranjeros>>,  María Rosa Alonso. <<… ¡Qué mejor homenaje a los Iriarte, y más grato a su memoria que dedicarle una biblioteca! En ella, precisamente, continuará viva la tradición culta de este sin igual Puerto de la Cruz, donde nacieron, que es, por si mismo, también un bellísimo libro abierto por la naturaleza en el paisaje canario, como un ejemplo único, de incalculable valor>>.  Joaquín de Entreambasaguas…”

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

No hay comentarios:

Publicar un comentario