sábado, 22 de julio de 2017

LOS REALEJOS ANTES Y DESPUÉS DE LA UNIÓN



Foto y fragmento obtenido de un trabajo del amigo y convecino de Los Realejos; Jonás Hernández y Hernández  en el cuaderno digital “Los Realejos a través del Tiempo”, publicado por el Excelentísimo Ayuntamiento de la Villa de los Realejos.

En la fotografía, tomada después del año 1952, años del terrible incendio del convento de convento de San Andrés y Santa Mónica.  Suceso ocurrido el 21 de febrero de 1952 que destruyó totalmente el antiguo convento de San Andrés y Santa Mónica conocido por el convento de San Agustín. Aquí se encontraban instalados el ayuntamiento, juzgado municipal, delegación de abasto, escuela pública, academia de música, colegio de segunda enseñanza y otras dependencias oficiales, quedando totalmente en cenizas. También fue pasto de las llamas la antigua ermita de la Virgen del Carmen, pero la gran suerte fue que las veneradas imágenes existentes en la misma pudieron ser retiradas rápidamente. En la panorámica, aun se conservan las escalinatas de piedras chasnero de entrada al incendiado convento, la plaza y sus clásicos bastiones. El carrito de la calle y el surtidor de la entonces compañía Texaco de bomba que aún se conserva como obelisco.
Parece ser que la unión de ambos municipios a raíz del incendio, tuvo mucha polémica, e incluso el concejal Cristóbal Borges justamente con otros concejales y compañeros aportaban por convertir el Barrio de San Agustín en el centro neurálgico de la unión, debido sobre todo a su condición de nexo entre los entonces ambos municipios:
En cuanto a la quema del convento y las instalaciones del ayuntamiento del Realejo Bajo, afirmaba entonces CRISTÓBAL BORGES: “…que este hecho no tuvo nada que ver con la unión de Los Realejos, y que se debió a un error humano y a un error de planificación a la hora de apagarlo, pues se tumbó una puerta que tenía todo el fuego contenido, lo que conllevó a que éste se expandiera rápidamente. Recuerda asimismo que «en el Realejo Bajo fue donde único se vieron pintadas en las paredes en contra de la unión», afirmando que era este pueblo el que «salía perjudicado de la unión».
Por otro lado, se lamenta de que al final no se cumplieran las promesas de llevar al Realejo Bajo los Juzgados y Correos.
En los temas relacionados directamente con la unión, el Sr. Borges era partidario de «crear primero la nueva entidad y después ver las condiciones que ponía cada Ayuntamiento», pues de lo contrario, «se le estaban atando las manos a la nueva corporación» antes de nacer. En cuanto a la opinión del pueblo recuerda que «eran los vecinos del Realejo Alto los que más se oponían a la fusión, llegando a llenar unas papeletas en contra de la unión realizadas siempre por las mismas personas en el bar de debajo de la plaza. Opina que «los pueblos no se habían unido antes por los caciques de uno y otro lado», ya que éstos «querían seguir gobernando pequeñas ínsulas», además añade que es ésta también la causa por la que se llegaron a separar los pueblos. En este sentido recuerda que «el pueblo llano no tuvo nada que ver ni en las separaciones ni en la fusión» del municipio, sino que era sobre todo «el caciquismo de arriba» el que se oponía a la unión «para seguir gobernando pequeñas ínsulas». En cuanto a la futura capitalidad del municipio unificado, en principio el Sr. Borges apostaba por el barrio de San Agustín, debido sobre todo a su condición de nexo entre ambos municipios. Sin embargo, afirma que en adelante no puso reparos para establecer el ayuntamiento en el Realejo Alto, llegando a decir que al él «le daba igual el lugar de la capitalidad», ya que eso no era lo más importante. De esta manera asegura que «mentían» los que decían que D. Nicolás González del Carmen «quería la capitalidad en San Agustín», puesto que una vez que se establecieron las presiones para que la capitalidad fuera en el Realejo Alto, en todas las actas quedo reflejada esta intención por parte de toda la corporación de dicho municipio…”

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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