Fotografía de
La Virgen del Carmen del templo parroquial de San Juan Bautista de La Villa de
La Orotava, año 2013, con su nuevo manto por su 25 aniversario de la
coronación.
El amigo de la Villa de La Orotava; IVÁN GARCÍA SOSA remitió
entonces (08/07/13) estas notas que tituló; “MI
ÚLTIMO AÑO”: “…Son las nueve de la mañana, y ya hace calor. Es el primer domingo
de julio, día señalado en mi calendario, y voy llegando a la cita. El sol de la
mañana invade radiante las calles del Farrobo, un ambiente especial se respira
desde tan tempranas horas. No es un día cualquiera.
Entro en el
templo que me vio nacer, hace ya muchísimos año y contemplo al Señor Atado a la
Columna. Luce en su trono perfectamente exornado, presidiendo
el presbiterio, lleno de velas y flores. Miro al Cristo, y rezo.
“Señor, otro año más estoy aquí". Pero no me detengo, no puedo, pues Ella
me está esperando. Desde la noche bajó de su retablo y sabe que estoy por
llegar.
Entro en el
camerino y te encuentro, Madre. Lentamente, pues no puedo hacerla con las
ansias del pasado, me acerco a ti. Te miro, y mi corazón se
acelera. Los nervios de siempre, por más años que pasen. Recuerdo
aquella primera vez como si fuera ahora. Entonces yo tomaba el relevo de tu
amantísima camarera Doña María Fuentes, en el año de 1944. Aún así,
por, mucha que sea ya mi experiencia en estos menesteres, estoy nerviosa. Desde
el fondo de mi corazón brota una plegaria, una oración no aprendida e imposible
de repetir, mientras mis ojos se posan en los tuyos. ¡Qué guapa eres Carmen!
Porque yo te llamo así, mi Carmen. ¿O acaso no hay confianza entre
nosotras, después de todo lo que hemos pasado juntas?
¿Podré
hacerlo, Madre? Ya no soy la que era, mis manos me traicionan en ocasiones, y a
mis dedos les cuesta moverse con la destreza de antes. Sin embargo; no te he fallado. y aquí
me encuentro. Dispuesta a intentarlo otra vez más. Porque no soy yo quien te
pone más bella y elegante, eres Tú quien guías mis manos y mi
mente. Yo soy tu instrumento, yo te sirvo, yo te venero. Tú me das tu fuerza, tu
inspiración divina. Por eso con fe, con absoluta certeza de que estás
conmigo, vaya vestirte.
¿Lo tengo
todo? Los alfileres, los imperdibles, el dedal... y los
bombones. Yo no puedo comerlos pero “los de siempre" sí,
tus incondicionales que me ven hacer con tanto respeto y cariño. Sí, todo está
en orden, y la ropa está preparada. Ellos están conmigo, los de
antes me miran desde el Cielo, y los de ahora a dos metros de mí,
pendientes de lo que hago. Todos se encuentran aquí, en San Juan. Me
ayudan y me acompañan, pero sólo yo vivo este momento de intimidad con Ella,
con mi Señora.
La camisa, la
enagua, otra enagua, y otra más. Alfileres, hombreras, y el traje. ¿Las once
ya? Continúo con el escapulario, la toca y el manto. Dan las doce en el
Campanario de San Juan, y el último toque a misa. Me interrumpo a mí misma, en
mis pensamientos y en mi tarea, me siento cerca del Altar, en la puerta del
camerino y escucho la Santa Misa como es obligación en el Día del Señor. Al
terminar, regreso de nuevo a mis imperdibles, a mis alambres y alfileres, nada
de tachas como antaño, que eso estropea y El se merece ese respeto. ¡Ay Madre
mía, que ya estoy acabando! La una en punto, y sólo me falta la corona que tus
devotos te colocaron una tarde de julio, hace ya más de veinte años, para
rendirte pleitesía y nombrarte Reina y Señora de todos los villeros.
Terminé.
Suspiro algo fatigada y me embarga la emoción. Suavemente te acaricio el
rostro. Con cariño, con suma delicadeza, pongo mis dedos sobre tus mejillas
para darte las gracias y despedirme. Gracias.
Madre del
Carmen, por haberme permitido durante mi larga vida haberme dedicado a Ti. Tu
Hijo y Señor Nuestro, ha dispuesto que por mis manos pasaran todo
tipo de enseres yornamentos litúrgicos, y que su hechura saliera
de mi labor. Aquí te ofrezco mi legado, lo mejor de mí te lo he dado.
He disfrutado
con años a mis espaldas, demasiados para muchos, pero pocos para estar contigo.
Mi espíritu se ha mantenido joven, perenne, e incansable. No me
importa si no funciona el ascensor de donde vivo, y tengo que
bajar y subir las escaleras para acudir a nuestra
cita, y postrarme ante tu imagen. Se preguntan que de dónde saco las
fuerzas. Pues, ¿de dónde ha de ser, sino de tu infinito
Amor y Bondad?
¿Será,
Carmen, mi último año este? Tantas veces lo he dicho yTú me has
permitido reencontrarme contigo de nuevo, en este mismo lugar. Pero, ¿será mi
última vez?...”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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