martes, 8 de agosto de 2017

LA AVENIDA (I)



La panorámica de la fotografía. Se trata mediado de la década de los años cincuenta del siglo XX, cuando La Avenida de José Antonio (actualmente Avenida Canarias) de La Villa de La Orotava se comenzó a construir, pero aun en la foto quedan elementos que fueron vivencias de aquellos años, en primer lugar el antiguo Bar Restaurante “La Academia”, su puerta de entrada, su rotulo y su techo de rejuela cubierto de parras de uvas que sombreaban la terraza interior. Las dos araucarias, en la actualidad sobrevive una, la de la izquierda, la Mansión de la familia Cruz – González (construida por don Antonio Hernández “De Las Tapias”, donde estuvo el despacho del médico Lillo, actualmente propiedad de los herederos de Benjamín Cruz Calzadilla (hijo de doña Antonia Calzadilla García la Vieja de Santa Úrsula). Al fondo el Colegio de la Milagrosa de las Hermanas de la Caridad, a la derecha hacía arriba la casa de maestro Domingo Quijada “El Rubio” donde estaba la vivienda y zapatería de mi abuelo Bruno Abréu Rodríguez (Le recuerdo a los amigos ediles y gobernantes de mi pueblo, que muchos de los del lugar y de otros lugares, querían que ese callejón se llamase “El Callejón de Bruno”, pero la asociación de vecinos Huerta del Moral de los Cuartos con todo el respeto lo denominó, “Hijas de San Vicente Paul, los que admiraban a mi abuelo se manifiestan que son muchas calles para esa congregación). Tanto es así que cuando mi familia vivía en la calle El Calvario número 34, mi madre María desde la azotea nos veía entrar y salir del Colegio de La Milagrosa, e incluso veía a la tía Consuelo mi segunda madre en la azotea de la casa de Don Domingo Quijada. En la foto también se conserva aún la parada de camiones al lado de la Araucaria, donde ponían el Circo Toti y los cochitos  en las fiestas mayores de La Orotava, una vez pusieron una exhibición circular, en cuyo cilindro daba vuelta un motorista con su moto. Frente a la parada de los camiones estaba el taller de Maestro Agrícola Árbelo, al lado el garaje del taxista Silvestre González, un poco más allá el taller de los hermanos Oramas que alquilaban bicicletas y arreglaban pesas. Se conserva la parada de las taxis piratas a la izquierda. A la derecha recién construido e inaugurado el edificio donde se instaló el Bar Restaurante Tapias, tejidos de don Manuel Árbelo y en la esquina Comestibles José Hernández. Y por último se estaba construyendo el edificio que iba a ser sede de una Pensión – Bar – Restaurante “La Academia”, donde se celebraban los bailes de fin de año y carnaval.

La Avenida fue el nombre que se le dio simbólicamente a la ampliación del emblemático  y estrecho callejón que conducía la calle El Calvario con la Sidrona en la Villa de La Orotava. Esta ampliación contó con dos tramos muy diferenciados que evolucionaron en dos décadas la vida mercantil y comercial. El primero tuvo su denominación en el momento de la inauguración en el año 1955 del político español José Antonio (sustituido últimamente por Avenida Canarias). El segundo lleva el nombre del sevillano doctor afincado en la villa Emilio Luque Moreno.
Don José Martín Travieso, ex - vecino del lugar, desde Santa Cruz, me comunicó que el talar árboles no es progreso sino retroceso, se refiere a la mutilación que sufrieron entonces los famosos Plátano del Líbano que ensombrecían las paradas existentes al principio de la calle “El Calvario” a su paso por el antiguo callejón de los Cuartos, hoy avenida José Antonio. Además lamenta la desaparición de la primera pila situada en el centro de la plaza de Franchi Alfaro de autentica belleza arquitectónica canaria.
Hablar de lugares, e instituciones  de antaño, es evidente, tiempos pasados fueron más familiares en todos los sentidos, las familias se comunicaban desde los patios desde las azoteas y desde las ventanas de sus casas. Además nunca faltaba la comida porque el comer en casa del vecino era innegable. Este iconográfico rincón villero, original callejón conocido, por Avenida Canarias (anterior Avenida José Antonio) - doctor Luque Moreno. Tenía su estirpe, en el naciente del mencionado recoveco, por donde se pasaba a la hacienda de la Sidrona. Después de hacerse la carretera del Pinito, carretera conocida por “Las Cañadas”.  Este acogedor camino se convirtió en él más corto entre la nueva carretera y la calle El Calvario. Allí  destacaron los viejos merenderos; “Martin Travieso” y “La Academia”.
La parada de taxis, se colocó en la primera expansión por la izquierda del naciente del citado callejón. Taxistas, que fueron bautizados con los seudónimos “Piratas”. Hacían servicios diversos de transporte de viajeros, destacando su traslado a la capital tinerfeña. Cabe recordar a don Silvestre Suarez González, taxista indulgente, sencillo, y humilde, que usaba boina, como los cabreros. Hijo de doña  Jovita "la Panadera", mujer de mucho carácter, con don de mando, que tenía su negocio al lado del teatro cine Atlante. El matarife, le decían algunos que le conocían bien, como maestro Agrícola el mecánico, Ramallo el guardia civil o sus cuñados Santiago y Benjamín, ya que si existía un manjar en este mundo que reluciera su paladar ese era el cabrito.
En el naciente del callejón habían unas Casitas que desaparecieron: casa de don Alberto “el Alemán”, casado con la viuda doña Luz, su hija Angelita Lugo casó con don Manuel Rascón promotor de las construcciones en la nueva Avenida.
Todo empezó al principio de los años cincuenta, se proyectó transformar el camino en amplia vía que sirviera de eje para la expansión urbana. Se fueron demoliendo pequeñas edificaciones y comenzó la edificación de los inmuebles que actualmente la configuran. Hecho el primer tramo, en el segundo se instalaron viviendas unipersonales tipo chalet, cuyo propietario conocidos y ya desaparecidos cito a continuación: don Miguel Acosta, don Emilio Luque Moreno, don Gil Méndez Bencomo y don Ignacio Zarate, aunque al final del camino se habían construido por los años treinta, la mansión de la familia Suarez, y el colegio de la Milagrosa. Por la década de los setenta y ochenta se construyen edificios de locuras de hasta ocho y más plantas, cambiándose la zona que se proyectó en principio como residencial, a una zona comercial - administrativa totalmente cerrada.
Taberna La Academia, fue fundada por Lorenzo Hernández García y Toribio Quintero Santos y hermanos, para vender vino en las fiestas. En ella cantaba el recordado don Eustaquio Regalado Cairós (1894 - 1956), personaje popular de la villa conocido por “El cojo Regalado”. Solo falta colocar el busto o cualquier monolito sea de piedra o bronce a este ilustre  personaje que dio vida a la caricatura lírica “Las cosas del pueblo”. La Academia tubo una segunda fase en la Nueva Avenida con bar – restaurante – hostal  y sala de baile donde se celebró el domingo 16 de diciembre de 1956, el homenaje al pianista don Antonio Sosa Hernández. En el  salón cantó la soprano tinerfeña Libertad Álvarez acompañada al piano por el maestro Iceta. Luego, con el acompañamiento de Almadi, la cantante interpretó dos composiciones del mencionado y desaparecido periodista Tinerfeño - orotavense; “Elegía a una flor” y “Canción de sueño”.
Los cochitos y ventorrillos de las fiestas patronales, el Circo Toty, y el teatro de María Teresa Pozón, fueron huéspedes pintorescos que se instalaron en la sombra de la histórica Araucaria existente hasta la fecha en La Avenida, lugar hoy habitado por una gasolinera, recientemente sustituida por un edificio.
El amigo de la infancia de la Villa de la Orotava; EVARISTO FUENTES MELIÁN (ESPECTADOR), remitió entonces (14/03/2013) estas notas: De mis diarios. 24 diciembre 1958. En ese mes terminan el primer tramo de la  Avenida José Antonio, desde la calle Calvario a carretera  La Sidrona, La Orotava.
Nota del autor: en La Sidrona terminaba prácticamente el casco urbano de la Villa. Este tramo se quiso adornar—copiando de la capital Santa Cruz y de la célebre película de Manolo Morán rodada en Madrid por aquellos años: ‘Manolo, guardia urbano’--con una tarima cilíndrica para un  guardia urbano fijo en el encuentro de esta avenida con la calle del Calvario. Pero una guagua de las grandes, que venía de la avenida para torcer hacia la izquierda y coger calle del Calvario hacia arriba, se llevó por delante con una de sus ruedas el puesto de madera y base circular donde se subía el guardia, y ¡casi se lleva al guardia también! Allí se quitó de inmediato la tarima y se puso una luz indicadora, pero no era un autentico semáforo de verde, ámbar y rojo.
El estreno de este tramo de la Avenida coincidió con el mucho más espléndido de la avenida de Colón, ensanche urbano turístico hacia Martiánez, en el Puerto de la Cruz. Algunos vecinos orotavenses sentían celos por el que había sido su pequeño  Puerto de Orotava en siglos anteriores. Incluso los puntos de alumbrado exterior de la avenida de la Villa eran unos antiestéticos postes con luz de neón en tubulares, que afeaban quizá el conjunto; mientras que en la avenida de Colón eran bellas farolas. El pequeño puerto de pescadores, ya imparable, se estaba convirtiendo en ciudad turística. Y autopropulsora, sin dependencias…

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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